alguna instancias escolares como agentes de control social.

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como tensiones e incluso incompatibilidades en torno a valores y en sus for- ... siones cotidianas entre los distintos actores escolares deriva en ocasiones en la.
ALGUNA INSTANCIAS ESCOLARES COMO AGENTES DE CONTROL SOCIAL. Ana Lucía Paz Rueda.

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Este trabajo amplia reflexiones hechas en el marco de una investigación, ya publicada, sobre los conflictos normativos y las instancias de mediación en instituciones educativas de la ciudad de Cali. Se centra en el análisis de conflictos normativos, entendidos como las diferencias que se dan entre sujetos jóvenes y adultos en la comprensión de la realidad social escolarizada y vivencia de la misma. Esas diferencias pueden entenderse como tensiones e incluso incompatibilidades en torno a valores y en sus formas de relacionamiento cotidiano y que configuran fenómenos conflictivos, no necesariamente violentos, que tienen funciones positivas en la configuración del orden y la cohesión social escolar. Se entiende entonces la escuela como una suerte de agencia de control social que, vía funciones positivas del conflicto, permiten la convivencia pacífica. En este sentido, los escenarios escolares y sus dinámicas son en un insumo de primera importancia para comprender cómo, en medio del conflicto; la convivencia y el control social se mantienen en la actualidad. Es importante subrayar que el conflicto al que se hace referencia en este caso, no es sinónimo de violencias si no, al contrario a las tensiones, roces, choques o disputas propias de la vida escolar cotidiana. Se defiende como tesis central que la convivencia escolar está fuertemente mediada por una tensión permanente entre las formas en que asumen la vida el sujeto adulto y el sujeto joven. En la interacción diaria entre estos dos mundos, y en razón de sus diferencias estructurantes, se presentan conflictos de orden normativo1 en medio de los cuales el joven lleva a cabo su proceso de individuación. Por tanto, dichos conflictos contribuyen a que se configure como sujeto autónomo. Los canales a través de los cuales se resuelven estos conflictos son de distinta índole, muchos de ellos dan lugar a instancias mediadoras que contribuyen a mantener un orden social de convivencia armónica. El conflicto es en sí mismo un elemento estructurante de la identidad del joven en edad escolar; es un factor que condiciona su proceso de individuación y que está fuertemente influenciado por las lógicas institucionales, tanto, que es dentro de ellas en donde se configura la acción social. Por otra parte, las interacciones conflictivas estructuran lentamente nuevas situaciones y espacios sociales que se comportan como instancias mediadoras 2y, por esta vía, como agentes de control social, en 1

Sobre el tema ver Peter Berger (Ed.). Los límites de la cohesión social. Barcelona: Galaxia Gutemberg/Círculo de lectores.1999. Pp 513 ss. 2 Este concepto es tomado de Berger Peter. op cit. Pp 15.

la resolución interna de algunos conflictos. Esta mediación promueve convivencia en el orden social escolar. Para Norbert Elías el proceso de individuación del joven se enfrenta a la identidad como nosotros que ha predominado en las sociedades anteriores (se ha dado un cambio en el equilibrio entre el yo y el nosotros). La individualidad no es advertida como un elemento que en sí mismo puede tornarse un valor social, sino como un problema que genera ruptura social con ciertos órdenes deseados. En buena medida la búsqueda por dar satisfacción a las necesidades del proceso de individuación a través del desempeño de roles genera conflictos; la imbricación de esos roles y la solución a los conflictos que surgen en ese marco son también elementos claves para el cambio. Así, la resistencia que oponen estudiantes a las formas tradicionales de educación y sus nuevas maneras de informase señalan un cambio en la estructura educativa y pueden estar determinando, en alguna medida, la aparición de docentes críticos frente a las antiguas maneras de educar, el surgimiento de nuevas pedagogías y una nueva visión de los roles de adultos y jóvenes y de la manera cómo se entretejen3.

En este mismo sentido, las necesidades personales e inclinaciones de cada uno de los individuos son lo que Elias llama identidad del yo y el funcionamiento del todo social lo denomina identidad del nosotros. Buena parte de la tensión que contienen los sistemas sociales está dada por la aparente homogeneización del individuo que pretenden las instituciones (como la escuela para el caso que nos ocupa). Sin embargo, “la sociedad [escolar] no es únicamente lo igualador o lo tipificador, sino también lo individualizador”4. La escuela es una de las instancias en donde el sujeto adquiere esa cualidad constitutiva única que lo caracteriza como individuo y que se evidencia en el trato con otras personas en el marco de un determinado tipo de convivencia que una instancia social cualquiera imprime. Las instancias sociales escolares son espacios en el que los actores buscan ser reconocidos5 como personas determinadas y únicas, en una experiencia dife3 4 5

Emilio Durkheim. Educación y Sociología. Barcelona: Península. 1972. Pp 131 Durkheim. Op cit. Pp 80. De acuerdo con varios autores los jóvenes de hoy buscan permanentemente ser reconocidos por diversos Egocentrismo, Audiencia imaginaria, Mito o fábula personal: Al respecto ver: J.J. Arnett. High hope in a grim Word: Emerging adult. Views of their future (and generation X) young and society, 31( 3) 267 a 286. 2000

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En este sentido, el conflicto que se presenta como consecuencia de las tensiones cotidianas entre los distintos actores escolares deriva en ocasiones en la transformación de aspectos de la vida cotidiana escolar que señalan nuevos caminos para el establecimiento de un orden social escolar proclive a la convivencia armónica. En esos momentos el proceso de individuación del sujeto joven es positivamente valorado y los conflictos normativos juegan un papel clave en el establecimiento de instancias mediadoras frente al conflicto mismo.

renciadora que sólo se da en relación con los demás y que determina un mutuo reconocimiento. Por otra parte, en otras épocas, la identidad como nosotros se sustentaba fuertemente en la permanencia del sujeto dentro de la estructura en función de roles relativamente estables. Hoy, los roles de todos los actores son inestables y lo único que aparece como permanente es el sujeto mismo: el yo. La inestabilidad plantea la necesidad de mayores niveles de autorregulación frente a la ausencia o debilidad de estructuras inevitables, permanentes y coercitivas6.

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Todo esto ocurre en el contexto objetivo de la escuela. El contexto funcional no es ofrecido o dado exclusivamente desde la instancia político administrativa de las instituciones, sino que se teje en una red de interdependencias específicas de los actores de cada contexto y determinan, en el marco informal, unas normas propias que delimitan las interacciones. En otras palabras, se trata de una serie de relaciones entre seres humanos individuales que se dan en un contexto funcional particular constituyendo así una institución social que posee unas leyes y regularidades propias (unas formales y otras informales) y que configuran el carácter y la autonomía del individuo (el proceso de individuación). Al respecto, Elías señala:

Sólo podrá proyectarse verdadera luz sobre la relación individuo sociedad cuando se incluya en la teoría sobre la sociedad la constante formación de los individuos dentro de una sociedad, el proceso de individualización. La historia de cada individualidad; el fenómeno del crecimiento y del hacerse adulto, ocupan una posición clave en la explicación de qué es la “sociedad”. El carácter social del ser humano sólo podrá ser visto en su totalidad cuando se comprenda verdaderamente qué significan para el niño las relaciones con otras personas7.

Desde esta perspectiva, el sujeto en proceso de socialización conforma sus identidades de yo y nosotros a partir de las relaciones que se establecen en instancias tanto formales como informales con el mundo adulto y a través de ello conforma su autonomía. El joven es el reflejo del mundo adulto que lo moldea y es en cierta medida una representación de éste, una muestra de la forma específica de la sociedad en la que está inserto. Específicamente el conflicto normativo dentro de la estructura escolar, objeto de estas reflexiones, proviene de las diferencias generacionales entre los actores escolares pero sobre todo de la manera en que asumen el cambio. Las instancias docentes y directivas son más conservadoras y por tanto defienden valores J:J Arnett. Adolescent and emerging adulthood. Acultural aPproaches. UPper Saddele River. NJ; London- prentice hall. 2002 6 Norbert Elias. La Sociedad de los Individuos. Barcelona: Ed. Península. 1990. Op cit. Pp 234. 7 Idem. Pp 41-42

de orden tradicional, los estudiantes en cambio nacieron con el cambio, viven con él, lo valoran positivamente y lo consideran elemento constitutivo del orden social. El cambio genera inestabilidad y por tanto requiere alta capacidad de adaptación de los primeros y de autorregulación de los segundos. La siguiente cita resulta conceptualmente ilustrativa de lo que se quiere señalar:

Todo cambio, sin que importe lo sectorial que pueda ser, implica una labor de restablecimiento del equilibrio perturbado; vuelve a poner en cuestión situaciones establecidas, obliga a reorganizar las relaciones de poder y a reconsiderar lo que se ha impuesto como costumbre, a reorganizar los métodos de pensar y las maneras de hacer las cosas. […]. Los conflictos normativos característicos de una determinada sociedad surgen en el punto preciso donde el proceso ideológico de definición y redefinición de orientaciones colectivas (motivadas por el cambio y, al mismo tiempo generadores de él) se encuentran con los procesos concretos que intervienen en el reajuste de relaciones entre agentes sociales8.

En el caso de las instituciones educativas se presenta un choque fuerte por el cuestionamiento que hacen las nuevas generaciones sobre las anteriores y por el hecho de que ya no sean asumidas como modelos de socialización. Si bien esta tensión siempre ha ocurrido, se acrecienta en este momento histórico bajo el aval de la diferencia y el respeto a la diversidad promulgado por los derechos humanos que han sido ecumenizados. En buena medida cambios derivados de la constitución de 1991 generaron las nuevas leyes educativas, como la ley 115 de 1994, en donde se exaltan la individualidad y la autonomía como virtudes de las sociedades contemporáneas. Dentro de las instituciones educativas esto ha significado la vinculación del discurso sobre los derechos y el uso de los mecanismos que la ley señala para defenderlos. En otras palabras y tal como se ha 8

Danièle HArvieu-Léger. El pasado en el presente: Una nueva definición de la laïcité en la Francia multicultural. En: Los límites de la cohesión social. Conflictos y mediación en las sociedades pluralistas. Barcelona: Galaxia Gútemberg y círculo de lectores. 1999. Pp 77 – 78. 9 Peter Berger. Los límites de la cohesión social. Conflicto y mediación en sociedades pluralistas. Barcelona: Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. 1999. Pp 521.

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Los conflictos son motores de cambio, mecanismos de transformación del orden social, elementos que evidencias fracturas en las normas. Hay distintos tipos de fracturas normativas y en general se caracterizan por unos elementos esenciales: conjuntos de convicciones normativas opuestas, debate sobre la naturaleza fundamental de la sociedad, descripciones opuestas de quiénes somos y cómo se supone que vivimos, diferentes posiciones sociales de los dos sistemas normativos, conjuntos de intereses creados correlativos a cada grupo y una serie de instituciones que se movilizan para apoyar a uno u otro bando en conflicto.9

mencionado en páginas anteriores, en las instituciones educativas las tensiones normativas se dan ligadas al hundimiento de valores tradicionales, una ética de la racionalidad, una fuerte tendencia al individualismo y un recurso creciente a los derechos humanos, lo que ha fomentado la pluralización de distintas creencias y valores. La extrema diversidad que en primera instancia significó un problema, en las sociedades actuales empieza a ser considerado un valor: “el ideal por el que las personas con creencias y valores diferentes viven juntas en un estado de paz cívica” 10.

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Frente a los mencionados cuestionamientos, el mundo adulto representado por docentes y directivas ha desarrollado estrategias de contingencia fundamentadas en la idea de recuperar valores de las generaciones pasadas y han fracasado frecuentemente en su idea de reconfigurar un cierto orden social tradicional. Los adultos asumen las reivindicaciones del joven como agresiones frente a las cuales se defienden, por ejemplo, se elaboran manuales de convivencia que pretenden reglamentarlo todo, al mínimo detalle, con el ánimo de evitar, entre otras cosas, acciones de tutela a través de las cuales los alumnos ganen legalmente una batalla que se libra en la cotidianidad: el derecho a expresarse, el derecho a portar su cuerpo como quieran, el derecho al debido proceso: elementos que rompen la tradicional regulación absoluta del adulto en el orden escolar. Por supuesto esto implica el reto de mantener en estabilidad y adecuado funcionamiento la estructura educativa, elemento vital para el mantenimiento del todo social, por tanto la desviación que se acepta de la norma no puede generar el rompimiento de la legitimidad del sistema. Los patrones normativos están institucionalizados y por ello puede afirmarse que son elementos constitutivos de las instituciones educativas oficiales y del esquema tradicional educativo de carácter público en la ciudad. El rompimiento de dichos patrones suele estar ligado a las permanentes presiones que los jóvenes ejercen sobre él, pero es importante reconocer el rol de algunos sujetos adultos que, retándose a sí mismos, se han puesto en contacto con las nuevas tendencias y adoptan una posición normativa flexible, abierta al cambio y que dialoga con el otro en conflicto. Vale la pena señalar, entonces, siguiendo a Berger que: “La noción de orden normativo significa el modo en que todo grupo humano intenta responder a dos cuestiones fundamentales: ¿quiénes somos? Y ¿cómo hemos de convivir?11”. En este sentido las tensiones permanentes entre los sistemas normativos han ido configurando espacios, para la resolución de conflictos, de carácter más conciliador, abiertos y pluralistas, en donde la represión cede paso a la formación y en donde el sujeto joven consolida su proceso de individuación. 10 Peter Berger (Ed.). Los límites de la cohesión social. Barcelona: galaxia Gútemberg y Círculo de lectores. 1999. Pp 517. 11 Berger. Op cit. Pp 520.

Es necesario precisar que en el marco de una sociedad hay dos tipos de instituciones: aquellas que polarizan los conflictos y las que intentan mediar en ellos12. Así mismo se dan acciones dentro de las instituciones educativas: ciertas acciones polarizan el conflicto y ciertas otras promueven la creación de espacios mediadores. Ello depende de las ideas y valores que los inspiren y por supuesto están cruzados por intereses específicos creados. En las instituciones escolares existen espacios formales e informales de mediación. Toda instancia de mediación protege al individuo de la alienación y a las estructuras de la pérdida de legitimidad, esto ha sido llamado por Berger: mediación horizontal13. De manera más refinada Hervieu-Léger14 realiza tres clasificaciones que denomina: mediación imperativa, pragmática y dialógica. La primera es realizada por organismos políticos y legales quienes toman una decisión que es impuesta vía coerción a las sociedades y a través de ello se concluye el conflicto. La segunda implica un proceso de negociación a través del cual las partes buscan soluciones de compromiso, determinan las condiciones normativas mínimas y convierte normas en intereses. Y en la tercera se da un esfuerzo por abordar las diferencias normativas y buscar un compromiso no solo pragmático sino ideativo.

Algunos temas son claves en la manera en que se evidencian estos conflictos normativos y la manera en que configuran el orden social:15 En primera instancia hay que señalar que las características identitarias de los actores sociales que protagonizan el día a día escolar son elementos vitales no 12 Berger. Op cit. Pp 530 13 El concepto de mediación horizontal se ha derivado de otro concepto: el de instituciones intermedias. En tanto ellas también pueden polarizar. Berger ha distinguido el nuevo concepto de mediación horizontal que garantiza la función mediadora entre sectores de la sociedad que entran en conflicto. Ver op cit. Pp 533.

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Berger. Op cit. Pp 535 ss. 15 Los datos temas que se señalan salen de análisis de datos que fueron levantados en instituciones educativas oficiales de Cali en el marco de la investigación que da origen a esta artículo.

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El cambio de ideas o por lo menos la flexibilidad de las mismas facilitan la instauración del proceso. Por eso se recure, como herramienta analítica, o si se quiere como tipo ideal, a los conceptos de mediación dialógica e imperativa porque permiten describir el orden escolar. Se trata de analizar aquellos conflictos escolares en los que se evidencia que las partes tienen en cuenta las demandas de las otras en relación con sus intereses y sus modos de pensar, consolidando instancias informales de mediación. Igualmente, se analiza cómo estas instancias están imbuidas en las lógicas del conflicto que se da alrededor de normas de relacionamiento social y que afectan el proceso de individuación del sujeto joven.

sólo para la comprensión del origen del conflicto sino de sus formas de resolución. Los adultos suelen ser conservadores, resistentes al cambio y altamente críticos del mundo joven. Los jóvenes en cambio suelen ser flexibles, rechazan las normas que provienen de la autoridad del adulto y son no solamente críticos frente a ellas sino que buscan la forma de subvertirlas, generándose así tensiones permanentes.

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Otro tema clave son las instancias formales para la resolución de conflictos existentes en las instituciones educativas como los Consejos de estudiantes, Consejos Directivos y Personeros, no son siempre las vías más efectivas para la resolución de los conflictos sino que, por el contrario, suelen reprimirlo. Estás instancias son percibidas por docentes y estudiantes como espacios que logran escasa participación y que son poco efectivos para la resolución de conflictos cotidianos. Generalmente dichas instancias son utilizadas en caso de conflictos graves que ponen en juego la permanencia del estudiante en la institución. Existen además instancias informales que en ciertos casos han permitido la resolución de conflictos por vías concertadas y pacíficas y que en este artículo han sido denominadas instancias de mediación a través del conflicto. La construcción de dichas instancias mediadoras inicialmente genera tensiones entre los actores escolares (jóvenes y adultos) que finalmente desembocan, en acuerdos alrededor de los cuales se instauran nuevas normas. Las normas emanadas del conflicto tienen la virtud de ser construidas por los actores escolares en conflicto y por tanto se reconocen en ellas, les otorgan legitimidad y las usan con mayor frecuencia como mecanismo de autorregulación. Los conflictos normativos se resuelven, en buena medida, gracias a la confrontación propia del conflicto y específicamente a través de canales informales. Los canales informales son de diferente índole y se exploran y explotan gracias a la predisposición de ciertos actores escolares que buscan un acercamiento entre el mundo joven y el adulto. En este sentido las tensiones permanentes entre los sistemas normativos han ido configurando espacios para la resolución del conflicto más de carácter conciliador, abiertos y pluralistas que donde la represión cede paso a la formación y entonces, a través del conflicto, el sujeto joven consolida su proceso de individuación. Esto por cuanto los conflictos normativos ponen en juego una cierta definición de la identidad. Las instancias de mediación a través del conflicto proveen al individuo de espacios de expresión y por esta vía contrarrestan la pérdida de legitimidad de las estructuras, esto ha sido llamado por Berger: mediación horizontal. De manera más refinada Hervieu-Léger16 realiza tres clasificaciones que denomina: media16 Berger. Op cit. Pp 535 ss.

ción imperativa, pragmática y dialógica. La primera es realizada por organismos políticos y legales quienes toman una decisión que es impuesta vía coerción a las sociedades y a través de ello se concluye el conflicto. Esta es frecuente en las instituciones educativas, se expresa en las normas escritas como los manuales de convivencia y los PEI entre otras. La segunda implica un proceso de negociación a través del cual las partes buscan soluciones de compromiso, determinan las condiciones normativas mínimas y convierte normas en intereses. Estas se dan en menor medida dentro de las instituciones del estudio. Y en la tercera se da un esfuerzo por abordar las diferencias normativas y buscar un compromiso no solo pragmático sino ideativo. Este esquema se encuentra con relativa frecuencia en las instituciones del estudio y son la vía a través de la cual se resuelven muchos de los conflictos normativos. La transformación de las ideas es un factor vital para la resolución del conflicto porque evidencia la asunción del cambio social que es inevitable, porque se considera al otro en conflicto como un interlocutor válido y porque evidencia como el conflicto mismo es el mecanismo a través del cual el intercambio de ideas intergeneracionales se hace posible.

Las instancias formales para la resolución de conflictos no son legitimadas por los estudiantes que, ni las reconocen ni mucho menos las usan. Los espacios de participación como personerías y consejos se establecen como un canal político dentro de la institución con poca efectividad real. Se eligen y se mantienen en 17 Al respecto ver Norbert Elias. La sociedad de los individuos. Barcelona: Ed. Península. Pp 20ss.

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La segunda forma de mediación es frecuente pero no se puede dejar de lado el proceso de transformación del mundo de las ideas que adultos docentes y directivas vinculados al proceso mediador ponen en evidencia. El cambio de ideas o por lo menos la flexibilidad de las mismas facilita la instauración del proceso mediador. El concepto de mediación dialógica permite ver los conflictos escolares en los que se evidencia que las partes tienen en cuenta las demandas de las otras en relación con sus intereses y sus modos de pensar, consolidando instancias informales de mediación a través del conflicto, es decir, agencias de control social. Desde esta perspectiva el proceso de individuación del joven (en tanto construcción de sujeto autónomo) se ve reforzado por el conflicto mismo, pues hace posible la aparición de una norma a través de la cual el sujeto se autorregula. Además, permite a los jóvenes percibirse con capacidades reales para transformar del orden escolar tradicional y sentirse apoyados por las generaciones anteriores que lo educan y, que si bien comportan características específicas diferentes, permiten el establecimiento de acuerdos reguladores del conflicto. Así, dentro del sistema educativo se da una mutua relación entre las identidades colectivas y la configuración de la identidad individual que Norbert Elías llama equilibrio entre el Nosotros y el Yo17.

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el plano de la formalidad pero no operan con facilidad en la vida cotidiana. El conducto regular es coercitivo y es frecuente que no reconozca otras formas de resolución de conflictos como el diálogo o los acuerdos. En buena media, que el conflicto sea resuelto por vías pacíficas, depende de la habilidad de los sujetos adultos para regularlo y encontrar caminos de resolución efectivos, que reconozcan las necesidades y el potencial de participación del sujeto joven. Esos caminos son frecuentes, se usan de manera permanente en la informalidad y por ello no son comúnmente registrados ni sistematizados: pasan inadvertidos y por tanto se subvaloran. Cuando las vías informales de resolución se hacen efectivas se configuran espacios de mediación a través del conflicto normativo. Las tensiones que crean los conflictos normativos ponen en juego permanente el mundo de las ideas que sobre diferentes normas y valores tienen tanto adultos como jóvenes. Dichas tensiones reconfiguran el orden social, lo recrean y contribuyen al establecimiento de instancias que nacen en el conflicto y facilitan su resolución. Estas instancias mediadoras se anclan en las instituciones e inicialmente tienen lugar a partir de los actores pero también logran anclarse en los marcos legales que se flexibilizan ante la presión del conflicto. Cuando estas instancias de mediación operan en las instituciones educativas se liberan tensiones y se genera un clima proclive a la convivencia pacífica. Lo que estas instancias evidencian en general es la flexibilización de la norma que cede terreno a las nuevas ideas y en general al cambio social. Por otra parte, es importante señalar que el orden social escolar, está fuertemente atravesado por conflictos normativos que se presentan en la interacción diaria entre los distintos actores escolares, especialmente los adultos y los jóvenes que cumplen roles de docentes y estudiantes. Dichos conflictos evidencian la existencia de marcadas diferencias en la forma en que los actores escolares asumen normas, valores y roles en el mundo de ayer y el contemporáneo. Superar estos conflictos requiere flexibilizar los patrones normativos para que den cabida a distintas maneras de pensar que permitan un diálogo horizontal dentro de la escuela. En este sentido la flexibilidad en la asunción de conflictos normativos depende por una parte de la facilidad con la que los actores, especialmente docentes y directivas, se adapten al cambio social y por otra, de qué tanto pongan en juego las características de sus roles tradicionales y por tanto sus estructuras de poder. En medio de la tradicional autoridad del maestro hay quienes se atreven a transformar la manera en que se relacionan con el estudiante hacia formas más horizontales en donde el saber del estudiante es tenido en cuenta, la interlocución aumenta y por tanto disminuye la intensidad del conflicto normativo. Sin embargo, priman en las instituciones estudiadas maestros fuertemente aferra-

dos a sus propias escalas de valores que se concentran de manera exclusiva al estricto cumplimiento de sus funciones; desde este lugar generan duras críticas sobre los comportamientos cotidianos de los estudiantes y se alejan de una postura flexible, requerida para entrar en real contacto con el joven de hoy, que pone a su vez obstáculos a los intentos de flexibilidad de otros docentes. El intercambio formativo entre estudiantes y actores adultos en el marco de las instituciones educativas es más regulado y proclive a un orden social de convivencia armónica mientras haya más flexibilidad al momento de enfrentar los conflictos derivados de las normas. Esto no significa necesariamente el detrimento de la norma misma o su exclusión sino la posibilidad de cuestionarla, dialogarla, explorarla, para finalmente aprehenderla en un sentido crítico y que contribuya así a llevar a cabo el proceso de individuación del sujeto joven.

Estos conflictos entre docentes ponen en evidencia un clima de desigualdad tanto en la carga laboral como en el nivel de compromiso con la institución que los estudiantes perciben en el interactuar cotidiano. Desde esta perspectiva los alumnos son permeados por la idea de que se les exige un compromiso formativo que los docentes no encarnan y se rompe el esquema de formación a tra-

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También, en las instituciones se presentan conflictos derivados de las relaciones de poder y no se dan solamente en el plano de las interacciones entre actores con roles diferenciados sino entre actores con roles similares y en este caso el conflicto deviene de manera singular alrededor de la competencia. Esto es especialmente visible en la identidad de los docentes quienes rivalizan y establecen alianzas en el terreno de su práctica laboral y profesional para defender la manera en que adelantan su inserción institucional. Rivalizan por la distribución de funciones, por la participación en instancias político-administrativas, por las formas pedagógicas que cada docente adopta, entre otros elementos que ponen en evidencia los compromisos laborales desiguales que establecen los profesores dentro de cada institución. Muchos docentes no se vinculan a actividades extracurriculares de distinto orden que buscan cualificarlos porque consideran que es una carga de trabajo adicional en tanto otros si lo hacen. Esto por una parte pone en evidencia distintos niveles de compromiso personal frente a la labor docente y por otra genera desequilibrio en la asunción de funciones adicionales a la carga académica y de responsabilidades que la mayor cualificación puede implicar dentro del espacio formal de desempeño profesional. Los docentes más cualificados y predispuestos a vincularse a procesos de transformación de la práctica pedagógica son más llamados por las directivas para adelantar actividades de carácter institucional. A pesar de que estos expresan su deseo por participar encuentran un desequilibrio en la distribución de funciones. Se quejan de recibir mayor carga laboral y esto se traduce en conflictos entre los docentes.

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vés del ejemplo o, en otras palabras, de la igualdad de deberes en los distintos actores escolares. Dada esta desigualdad, desde el mundo adulto se afecta el contexto en el que el joven adelanta su proceso de individuación pues los jóvenes difícilmente encuentran en los adultos criterios de acción concertados que les permita usarlos como patrones que orienten su propio actuar dentro de la institución. Esto dificulta la asunción de normas que regulan la vida cotidiana y ponen en juego la autonomía del sujeto joven frente a ellas. Si bien, tal como lo señala Simmel, la competencia establece una dinámica social que puede resultar positiva en tanto permite alianzas y la rápida reconfiguración del círculo de competidores, en el caso de las instituciones estudiadas, la competencia es un mecanismo social que por una parte agrupa energía e inteligencia de personas y equipos -y por esa vía reconfigura el orden social y regula los conflictos18- pero, por otra parte, no ha logrado desembocar en situaciones que afecten positivamente a los jóvenes. Por el contrario, ellos perciben la rivalidad entre sus docentes como un asunto negativo que los aleja de la idea de modelo o imitación y que los convierte en objeto de crítica. La competencia es una forma de conflicto presente de manera permanente en la vida escolar, ligada a los distintos logros del quehacer diario que los docentes desean obtener pero que, por lo general, no se estructura como una instancia de mediación frente al conflicto. Por otra parte, el adulto no es modelo de formación para el joven, por el contrario, es sujeto permanente de críticas. Las estrategias a través de las cuales el adulto se regulaba a sí mismo ya no son aprehendidas por el joven, pues no son consideradas útiles para la inserción en el mundo contemporáneo. La identidad como nosotros que antes se sustentaba fuertemente en la permanencia del sujeto dentro de la estructura y que le exigía roles relativamente estables, hoy se ha transformado e implica roles inestables que deben ajustarse a situaciones cambiantes. Frente a esto lo que aparece como permanente es el sujeto mismo: el yo. La inestabilidad plantea la necesidad de mayores niveles de autorregulación que se dan dentro de las instancias de mediación generadas por el conflicto, por tanto y en coherencia con lo anterior, la inestabilidad del conflicto provee de mecanismos de solución que a la vez son mecanismos en medio de los cuales el sujeto puede regularse a sí mismo, siendo partícipe de la transformación de los patrones normativos. Desde esta perspectiva el sujeto en proceso de socialización conforma sus identidades de yo y nosotros a partir de las relaciones que se establecen en instancias tanto formales como informales con el mundo adulto y a través de ello conforma su autonomía. El joven, frente mundo adulto que intenta moldearlo, 18 Elias, op cit. Pp 68.

asume más posiciones de resistencia que de imitación. En cierta medida, su actuar está definido por la resistencia a ser como el adulto. El docente representa aquello del mundo adulto que no gusta al alumno. La interacción cotidiana entre docentes y estudiantes; los conflictos que día a día afloran, son una muestra de la forma en que el joven se resiste a la sociedad adulta en la que está inserto. Los jóvenes tienen capas funcionales mucho más amplias, mayor oferta de información de distinta índole que entra en pugna con los aprendizajes escolares. La escuela debe fortalecer procesos formativos que, fuertemente apoyados en la valoración de los saberes y gustos del joven y anclados en estas nuevas dinámicas pedagógicas, propendan por su autorregulación y autonomía para que sean eficaces en la construcción de un orden social configurado alrededor de la convivencia pacífica.

Las instituciones educativas han vivido recientes cambios legales y administrativos y paulatinamente han ido apropiándose de ellos en medio de una fuerte resistencia, temor y desconocimiento que desestabiliza la manera en que han venido desarrollando sus funciones y por tanto, genera conflictos. Las leyes pueden cambiar con rapidez pero eso no significa la apropiación inmediata por parte de los actores. Los cambios de las personas implicadas son lentos, se resisten a las novedades y, de acuerdo con los relatos, se las ve como dañinas, inestables y riesgosas. El proceso de ajuste genera permanentes conflictos tanto al interior de las instituciones como entre ellas y el orden macro- estatal que las contiene19. 19 Durkheim. Op cit. Pp 247.

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El sistema educativo formal se orienta en mayor medida en dotar al sujeto de información clásica conceptual de orden académico, que si bien le permite desarrollar funciones (generalmente laborales) en el mundo adulto, es en extremo limitada porque cohíbe el acercamiento a temas y estrategias a través de las cuales el joven vincula el saber con el goce. En buena medida la búsqueda de satisfacción a las necesidades del proceso de individuación se logra rompiendo antiguas formas de relacionamiento y variando los roles. La resistencia que oponen estudiantes a las formas tradicionales de educación y su preferencia por nuevas maneras de formase señalan un cambio en la estructura educativa: lentamente la obligan a flexibilizarse y están determinando, en alguna medida, la aparición de docentes críticos frente a las antiguas maneras de educar, el surgimiento de nuevas pedagogías y una nueva visión de los roles de adultos y jóvenes y de la manera como ellas se entretejen. Las instancias de mediación a través del conflicto permiten a los jóvenes trascender el orden formal y hacer parte activa de su proceso de formación como sujetos autónomos haciendo uso de su dinamismo, su capacidad analítica y crítica y su rebeldía.

Dentro de las instituciones, el conflicto fuerza el cambio; pone en confrontación los roles y los poderes de adultos y jóvenes, hace evidente la alta diferenciación entre ellos y muestra cómo se obstaculiza la autorrealización del estudiante que está en permanente tensión con el adulto. El que se fuerce el cambio a través del conflicto señala que si bien se mantiene la autoridad del maestro, también está presente el poder del joven que logra, en alguna medida, transformar el orden e invitar a los docentes a buscar otras estrategias de interacción con el mundo joven.

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El rol y poder del maestro desaparece sin la interdependencia con el rol y poder del estudiante que es su razón de ser, y aunque al joven se le ofrecen otros medios para educarse, la inserción en el sistema formal sigue siendo vital para su inclusión en el sistema productivo. Por ello es evidente que en el ordenamiento social escolar las relaciones de autoridad y poder son propias y necesarias para la configuración institucional pero cada vez dichas relaciones son más flexibles. Se da entonces una confrontación de poderes que se reacomodan gracias al conflicto. En otro sentido, los jóvenes en edad escolar desarrollan rápidamente capacidades para el manejo de nuevas tecnologías que igualan y superan a las de los adultos y a través de ello adquieren una posición dentro del orden escolar que reta la autoridad del maestro y por esa vía entra en pugna con los imaginarios adultos. Dentro de este nuevo esquema y gracias a la tensión que el conflicto promueve, algunos adultos modifican sus modos de ver el mundo y contribuyen a la organización de nuevos esquemas de ordenamiento escolar que dan cabida a aprendizajes horizontales en donde se reconoce el saber del joven. El conflicto que se presenta como consecuencia de las tensiones cotidianas entre los distintos actores escolares, deriva en ocasiones en la transformación de aspectos normativos que señalan nuevos caminos para el establecimiento de un orden social escolar proclive a la convivencia armónica en donde el sujeto joven es positivamente valorado gracias a su habilidad y su saber. Así, el proceso de individuación del joven y los conflictos normativos inmersos en él juegan un papel clave en el establecimiento de instancias mediadoras frente al conflicto mismo, pues permiten poner en evidencia las diferencias normativas presentes entre docentes y estudiantes y por tanto refuerzan la particularidad de estos sujetos. Por esta vía la escuela puede ser considerada una de las instancias en donde el sujeto adquiere esa cualidad constitutiva única que lo caracteriza como individuo, superando su tendencia homogeneizadora. En otra clave, en buena medida la aparición de conflictos normativos está ligada al uso del cuerpo y del espacio. Estos dos factores ponen permanentemente en tensión las normas y valores emanados de los actores escolares pues

hacen evidentes las diferentes ideas que adultos y jóvenes tienen al respecto. Las instituciones educativas regulan estrictamente el uso del cuerpo y del espacio; imponen restricciones que son consignadas en documentos legales como los Manuales de Convivencia. Las restricciones son fuertes y discriminan minuciosamente elementos normativos que van en contravía de la forma en que los jóvenes entienden el mundo y en muchos casos también contrarían los derechos constitucionales y humanos. La fuerte normatividad se convierte en un aspecto presente permanentemente en la cotidianidad escolar y evidentemente restringe nuevos aprendizajes, que dadas las características del mundo de hoy deben ir a la vanguardia, tales como la reflexión sobre el riesgo, la autonomía del sujeto, el anclaje a la valoración positiva y uso de la tecnología, las reflexiones laicas sobre los derechos humanos y su apropiación, el establecimiento de nuevas formas de asumir como modelos a los adultos, entre otros que contribuyen a guiar adecuadamente el proceso de individuación.

La restricción que reina en las instancias escolares no permite una reflexión crítica sobre las formas adecuadas de uso del cuerpo y el espacio, por tanto, la vía de la regulación es la sanción a la infracción de normas determinadas por el mundo adulto que desconocen las importancia que el tema tiene como agente socializador en sí mismo. Su adecuado manejo a través del diálogo y el reconocimiento y en conformidad con las expectativas juveniles y su derecho a la libertad, permitiría una autorregulación que podría conllevar mayores índices de convivencia armónica en el entorno escolar oficial. El uso social del espacio es causa de conflictos normativos porque es limitado y restringido exclusivamente a los mandatos institucionales, aun así, en la vida cotidiana, muchos espacios como patios, circulaciones y baños son apropiados por los estudiantes y desarrollan en ellos actividades que les permiten interactuar e identificarse con sus pares. A mayor restricción en el uso del espacio menor interacción dentro del mismo y por tanto menor aparición del conflicto pero también hay menor construcción del tejido social. Por otra parte la restricción en el uso del espacio genera tensiones y luchas por ganar acceso a los mismos.

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Las comunidades educativas de carácter oficial asumen, en relación con el uso del espacio y del cuerpo, la norma adulta como válida y ella es traducida al marco legal. Las normas existentes alrededor del uso del cuerpo y del espacio van en contravía con lo promulgado en los derechos humanos, específicamente en relación con el Derecho al a Libertad y contradicen la ideología del sujeto joven que busca y defiende su libertad como una vía para establecer acciones autónomas.

Se da entonces la presencia del conflicto en dos sentidos: por una parte la restricción en el acceso a los espacios reduce el conflicto entre los actores que los comparten porque reduce la interacción al interior del mismo pero por otra, genera conflictos ligados a la restricción misma, que buscan romperla.

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El conflicto normativo aparece con especial intensidad en aquellos lugares en donde la interacción de los estudiantes se da de manera libre pues en otros espacios más restringidos la relación jerárquica y de poder trunca con facilidad la interacción. Esto limita la capacidad de los sujetos para apropiarse e identificarse con un espacio y por tanto no lo consideran suyo ni mucho menos agradable o atractivo. La apropiación, uso y valoración del espacio parte necesariamente de la posibilidad de vivirlo y gozarlo y esto no se da en las instituciones educativas estudiadas. En este sentido, los adultos – directivas y docentes- exigen a los estudiantes un sentido de pertenencia que no promueven. En las instituciones educativas una de las mayores causales de conflictos normativos es el uso que los estudiantes dan a su cuerpo. Frente a un mundo abierto, lleno de posibilidades para las sensibilidades propias del cuerpo, la regulación institucional es fuerte; el sistema educativo oficial lo regula en extremo. Esto se evidencia a través del uniforme que es entendido por el adolescente como una barrera a su desarrollo corporal y a sus estéticas las cuales configuran buena parte de su individualidad. La extrema regulación del cuerpo a través del uniforme es legitimado institucionalmente en los contenidos de los manuales de convivencia que describen con minucia las prohibiciones de todo aquello que se considera que afecta el estricto uso de las prendas establecidas. En este sentido el uso del cuerpo en la institución educativa cumple su función identitaria dentro del proceso de individuación por dos vías: por una parte señala al joven ciertas formas de portarse a sí mismo que, finalmente, se traducen en la imagen que el joven proyecta, y por otra, crea frente al mundo adulto conflictos que en ocasiones logran ser resueltos vía confrontación y concertación y que finalmente estructuran también la individualidad. La extrema coerción de las instancias educativas frente al uso del cuerpo puede estar en detrimento de la primera forma de individuación pero gracias a ello aflora el conflicto como vía efectiva de hacerle frente. Finalmente, todos estos elementos que generan conflictos escolares, son buena muestra de cómo, en el conflicto y gracias a él, se consolidan instancias de mediación social que consolidan un orden escolar proclive a la convivencia armónica. El conflicto configura instancias de resolución que funcionan como agentes de control social.

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