Psicoterapia Gestalt ... psicológico de maltratadores desde el enfoque de la
Psicoterapia Gestalt ... El trabajo con los maltratadores en la violencia machista.
2013 Formación en Psicoterapia Gestalt IPG. Madrid Charo Márquez
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[MALTRATADORES Y GESTALT]
El tratamiento psicológico de maltratadores desde el enfoque de la Psicoterapia Gestalt permite traspasar las barreras a veces infranqueables de las emociones no sentidas en los individuos objeto del mismo. Conectar con ellas les permite ser más conscientes de sí mismos, sensibilizarse y reapropiarse de sus propios sentimientos.
ÍNDICE Los fantasmas del terapeuta ..................................................................................................2
Agresión vs maltrato ..............................................................................................................3
Tipología del maltrato ............................................................................................................3
Un acercamiento a los tipos de maltratos..............................................................................4 Características del maltratador en el caso de violencia machista..........................................5
El trabajo con los maltratadores en la violencia machista. ....................................................6
Características de los abusadores sexuales............................................................................7
Tratamiento de los abusadores sexuales ...............................................................................8
Aportaciones desde el enfoque guestáltico ...........................................................................9
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Los fantasmas del terapeuta A quién ayudarías si tuvieras que hacerlo, a la persona que agrede o a la persona que sufre esa agresión, invariablemente la inmensa mayoría contestaríamos que a la persona que está siendo agredida. El instinto de ayudar a la víctima nos dirige con fuerza hacia ese lado de la polaridad en la que la víctima estaría en un lado y la agresora en el otro. La cuestión aquí no es tanto a quién elegimos ayudar sino más bien qué negamos de nosotros mismos en esa elección. Como ocurre con todos los aspectos de la personalidad cuando nos colocamos en uno de los polos ya sea el de víctima o cualquier otro y negamos totalmente el otro polo, nos estamos alienando de nosotros mismos. Todas las personas en algún momento de su vida han sido agresoras, víctimas o ambas. Tomar conciencia de ello y reconocerlo como nuestro nos permitirá una mayor integridad de nuestra personalidad, así como poder llegar a ser más honestos y compasivos con nosotros mismos y el mundo. Te invito a descubrir qué niegas cuando te colocas en ese polo de víctima, qué no quieres o no puedes ver del lado agresor. Imagina vivamente algún pasaje de tu propia vida en el que tú ejerciste algún tipo de agresión o violencia, los motivos por los que llegaste a ello ahora no son importante sólo sitúate allí, siéntelo, observa todo lo que te rodea, qué pensabas, qué sentías, qué había alrededor, intenta recordar todos los detalles que puedas, colócate en imaginación, sólo eso estate allí. Bien, en este momento estás actuando desde el polo agresor. Y ahora contesta a estas preguntas: ¿qué sientes físicamente ahora al recordarlo?, ¿cuáles son tus emociones en este momento?, ¿qué piensas de ti mismo/a? Puede que alguna de las respuestas te dé pistas sobre qué es lo que niegas de ti cuando te sitúas en el polo víctima, qué pierdes de tu persona y cómo esa negación puede estar influyéndote o limitándote en el día a día.
El trabajo con personas que agreden o maltratan nos pone en la tesitura que antes se
ha expuesto, a quién elijo. Obviamente trabajar con ellas no implica que tengamos que elegir. Sin embargo lo que sí resultaría interesante con la finalidad de poder ayudar a esa persona que se encuentra atrapada en el ciclo de la violencia, es hacer el propio terapeuta un trabajo personal previo por ejemplo con la polaridad agresión/ victimismo. No se trata de disculpar estas conductas, sino de ser capaces de empatizar con el paciente que viene a nuestra consulta y requiere nuestra ayuda, ya que es muy probable que puedan estar sufriendo estas personas y las que les rodean.
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Agresión vs maltrato
Atendiendo a palabras de F. S. Perls en su libro “Sueños y Existencias”: “la agresión es
un energía biológica que normalmente se usa para desestructurar para luego asimilar. Hay que distinguir la agresión de la violencia, el sadismo, etc. (…) Si no se tiene otro medio de luchar, entonces se comienza a matar (…) El rol de la agresión en la personalidad bien integrada es ser un medio de encararse con una situación –y algunas situaciones requieren agresión”.
Observamos que desde la perspectiva guestáltica y otros enfoques la agresión no sería
comparable con maltrato u otras formas de violencia. La agresión entendida como desestructuración es necesaria según este enfoque para poder asimilar y crecer en el medio que nos rodea, es algo así como la digestión, hay que agredir, masticar el alimento para una correcta asimilación de los nutrientes.
No obstante en el presente trabajo cuando se habla de agresora se hace alusión a la
persona que agrede a otra, entendiendo por tal aquella que ejerce violencia no legítima. Cuándo se entendería que una violencia es legítima, cuando la persona que la ejecuta lo hace para su propia protección. Imagine por un instante que está siendo atacada por otra persona y no tiene otro medio que darle un empujón por ejemplo y salir corriendo, eso es una agresión que estaría justificada por su propio instinto de supervivencia. Negarnos el derecho a protegernos de las agresiones sería algo así como negarnos el derecho a la vida, estaríamos en manos del medio sin posibilidad de auto defendernos. Los límites del otro acaban donde empiezan los nuestros, tomar conciencia de ello nos ayudará al contacto y retirada tan necesario para nuestro correcto funcionamiento homeostático.
Tipología del maltrato
Existen muchas y variadas formas de maltrato, por un lado podríamos hablar de tipos
de maltrato en relación a la forma en que se produce, sin olvidar que no suelen presentarse de manera aislada, así tendríamos las siguientes formas de violencia: •
Físicas, son los más sencillos de identificar por parte de la víctima.
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Psicológicas. A veces no son fácilmente identificables, la víctima se siente mal y muchas veces incluso lo achaca a ella misma, no toma conciencia de la agresión que está sufriendo. Se podría incluir en este apartado las agresiones emocionales,
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el chantaje emocional para conseguir lo que quiere utilizando los sentimientos de culpa o vergüenza de la víctima. •
Verbales. Se hace uso de la palabra para realizarlo, son los insultos, desvalorizaciones, etc.
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Sexuales. Este tipo de maltrato puede ser un fin en sí mismo o el medio que utiliza la persona agresora para maltratar.
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Por abandono. Cuando la persona está obligada al cuidado y protección de un menor por ejemplo y no le facilita lo mínimo imprescindible, alimentos, estudios, cuidados, afecto, etc.
•
Económicos. La agresora controla el dinero de la familia y lo administra con tiranía. Muchas veces la familia llega a pasar hambre mientras el progenitor que administra la economía familiar se lo gasta por ejemplo en alcohol.
En cuanto a las situaciones en las que se ejerce el maltrato podríamos diferenciar en relación a las circunstancias personales o sociales en las que se produce: •
Parejas heterosexuales.
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Parejas homosexuales.
•
Seno de la familia.
•
Abusos sexuales a menores.
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Acoso entre iguales como es el “bullying”.
•
Acoso laboral “mobbing”.
Cada tipo de violencia tiene una serie de características que las diferencian, no es lo mismo una agresión en la familia, que en la escuela o en el trabajo. Suele acompañar a todas ellas el silencio y con ello la impunidad, las diferencias de poder, formas aprendidas de conducta, así como las carencias emocionales o de habilidades sociales, en la víctima y en la agresora.
Un acercamiento a los tipos de maltratos Cada tipo de agresión y cada persona que ejerce la violencia tienen unas características distintivas, la agresión aparece fruto de unas circunstancias y unas particularidades que le son propias. Por lo tanto no se puede generalizar una misma causa o circunstancia para todos los casos. Aunque sí es posible detectar qué elementos son comunes, por ejemplo algo que es típico por usual es la incapacidad de empatía, de ponerse en el lugar del otro y conectar con los sentimientos del otro. Otro aspecto importante es la presencia de ideas distorsionadas o
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erróneas sobre sus propias conductas o las de los otros. También pueden mostrar dificultades para manejar las propias emociones. En el caso de las agresiones a mujeres en parejas heterosexuales los maltratadores no piden perdón y no se arrepienten, y cuando lo hacen es por miedo a perder a la otra persona. Creen tener razón y no reconocen el daño que han hecho, se justifican y las víctimas se enganchan en esa justificación, no saben o no pueden dejar de hacerlo, tampoco tienen otro modelo más que el que han aprendido. Suele haber un trasfondo de actitudes machistas en la mayoría de las ocasiones pero no siempre es así, a veces es una cuestión de dependencia emocional del maltratante hacia la víctima y viceversa. Cuando hablamos de agresiones entre menores, el fenómeno extendido y conocido como acoso escolar o “bullying”, entramos en una cuestión un tanto controvertida socialmente ya que no siempre es entendido como acoso que un menor agreda a otro menor, en muchas de las ocasiones es considerado como algo que forma parte del desarrollo natural y que tienen que aprender a defenderse en un mundo como el que vivimos, en un mundo hostil. El supuesto de violencia ejercida en el seno de la familia, ya sea a descendientes o a ascendientes se da una situación muy peculiar, hay como un pacto de silencio y el que se haga pública la agresión puede ser vivido como una traición por parte de los integrantes de la familia. No olvidemos no obstante que muchas de las agresiones son de los padres a los hijos y éstos dependen económica y emocionalmente de los primeros, lo que dificulta en gran medida la denuncia por miedo a las consecuencias para la estabilidad familiar.
Características del maltratador en el caso de violencia machista En el caso de la agresión producida en el seno de la pareja heterosexual del varón a la mujer puede darse dos tipología de maltratadores, por un lado tendríamos al dependiente el cual hace uso de conductas y chantajes emocionales para que la víctima quede enganchada a él y no le deje, sería el que todo lo quiere hacer con ella, no le permite tener su propio desarrollo personal, quiere que siempre esté pendiente de sus necesidades, y aun así la desvaloriza, le hace creer a ella que no es nada sin él, etc. Y de otro lado el agresor más característicamente machista y posesivo, que presenta las siguientes particularidades: •
Agresivos e impulsivos, sin control de sus propias emociones. Falta de autoestima, controladores, a través de ellas acceden a las relaciones sociales. Ansiedad y desconocimiento de cómo gestionar su rabia.
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Mucha variabilidad en sus emociones, se alteran con cualquier cosa, complejos de inferioridad, falta de habilidades sociales, no tienen amigos, y poca relación con la familia. Ansiedad.
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Falta de resolución de conflictos con mayor provocación cuando hay algo que resolver. Desprecian a las mujeres, ideales machistas, excesiva valoración masculina, solo existe el hombre y sus acciones: el trabajo, la procreación, el sexo, el dinero que aportan, el papel de hombre como sustento. La otra persona se traga la rabia que él tiene, por tanto esto tiene un efecto
homeostático para el maltratador en esta persona; por otro lado la víctima guarda dentro de sí su rabia provocada por él, unida a sus sentimientos de indefensión e impotencia más la rabia de él .
El trabajo con los maltratadores en la violencia machista. Enrique Echeburúa de la Universidad del País Vasco-‐ San Sebastián presenta un tratamiento desde el enfoque cognitivo-‐ conductual. Veinte sesiones individuales de una hora, con una periodicidad semanal y una duración total de seis meses. Objetivos terapéuticos. Primer nivel de intervención (1ª-‐4ª) • Aspectos motivacionales: discusión racional y reestructuración cognitiva. • Empatía: exposición a imágenes audiovisuales. Segundo nivel de intervención (5ª-‐ 9ª) • Ira descontrolada. • Ideas distorsionadas machistas: roles de género, violencia como forma de resolución de problemas. • Ansiedad-‐ estrés. Tercer nivel de intervención (10ª-‐ 14ª) • Déficits en autoestima. • Celos patológicos/ posesividad. • Consumo abusivo de alcohol. Cuarto nivel de intervención (15ª-‐ 20ª) • Déficits de comunicación. • Déficits en la resolución de problemas. • Prevención de recaídas: identificación de situaciones de riesgo, estrategias de afrontamiento adecuadas.
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En una investigación de una tesis doctoral en el ámbito nacional que estudia y analiza los factores psicopatológicos y de personalidad de hombres que han maltratado a sus parejas. La evaluación inicial puso de manifiesto que los hombres maltratadores hacia sus parejas presentan una alta sintomatología psicopatológica generalizada, elevados pensamientos distorsionados sobre la figura de la mujer y sobre el uso de la violencia y un alto porcentaje en trastornos de personalidad. (José Antonio Echauri)
Características de los abusadores sexuales El tratamiento psicológico y/o farmacológico resulta imprescindible si la sociedad pretende que estos sujetos no vuelvan a reincidir en las agresiones sexuales, ya que algo que caracteriza a los abusadores es la no responsabilización de sus actos. Se precisa de un tratamiento eficaz primero, para que tomen conciencia de su responsabilidad en esas conductas y segundo que perciban los daños que producen a sus víctimas, que puedan desarrollar su empatía hacia los demás. Los abusadores sexuales de menores son fundamentalmente de dos tipos: primarios o preferencial, y secundarios o situacional. Primarios o preferencial. •
Su orientación sexual está dirigida preferentemente hacia niños.
•
Su conducta es persistente, compulsiva y premeditada.
•
Perciben su conducta como apropiada sexualmente.
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Atribuyen su conducta a la “seducción” de los niños. Lo ven como una mera muestra de cariño. Y consideran que los contactos sexuales son inofensivos para los niños.
•
Ante el tratamiento no reconocen el problema y hay frecuentes recaídas.
Secundarios o situacionales. •
Aparece en situaciones de soledad o estrés (conyugal, familiar, laboral, etc.).
•
La conducta es episódica e impulsiva.
•
Perciben esa conducta como anómala, con vergüenza y remordimiento.
•
Presentan buena respuesta ante el tratamiento.
En el primer caso estamos ante un sujeto que considera adecuada su conducta e incluso llega a creer que puede ser una buena forma de educación sexual, algunos manifiestan que a ellos se lo hicieron de pequeños y que no tuvo consecuencias negativas para su persona.
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En el segundo tipo de abusador, podemos ver que se trata de un caso totalmente diferente. Sus preferencias son hacia personas adultas y en unas circunstancias particulares de su vida han realizado las conductas abusivas. Como señala Echeburúa (1995) “Las conductas de abuso pueden ser un medio de compensar la autoestima deficiente del sujeto o de dar rienda suelta a una hostilidad que no puede liberarse por otras vías. Las situaciones de estrés, así como el consumo de alcohol o drogas, pueden intensificar, a modo de desencadenantes, este tipo de conductas”. Un caso de abuso sexual situacional: “Manolo, de 50 años, está casado y tiene dos hijas, 22 y 15 años. Reconoce la existencia de abusos sexuales a su hija menor desde hace aproximadamente 2 años. Los episodios de abuso se han dado en el domicilio familiar, con una frecuencia elevada, y han consistido en tocamientos y masturbación con el dedo. La niña, que tenía problemas en la espalda, le pedía con frecuencia que le diese masajes y él accedía a ello. Mientras él se los daba, le tocaba los pechos, la tripa y la espalda; en una ocasión incluso los genitales. Si se negaba a dárselos, la niña lloraba o se enfadaba. Tras los abusos, Manolo se sentía culpable y avergonzado. Reconoce que lo que estaba sucediendo no era correcto y que él no supo darse cuenta de los límites. Por otro lado, las relaciones sexuales con su mujer no son del todo satisfactorias. Además, desde que ella tuvo la menopausia, la frecuencia de contactos es muy baja. Por lo demás, la historia sexual de Manolo no recoge otras experiencias sexuales desviadas ni tampoco ha mostrado nunca un interés homosexual. Insiste en que él necesita que haya afecto para poder tener relaciones sexuales. Las fantasías durante la masturbación hacen referencia a películas o a imágenes eróticas con mujeres adultas. Nunca ha tenido fantasías sexuales con niñas en general ni con su hija en particular.”
Tratamiento de los abusadores sexuales Es importante para que el tratamiento tenga eficacia que el sujeto reconozca la existencia de un problema y exista una motivación para el cambio, el tratamiento tipo puede oscilar entre 3 a 12 meses de terapia y las líneas fundamentales del tratamiento son las siguientes: a) Prevención de nuevos episodios de abuso a través del control de estímulos. Es el objetivo prioritario del tratamiento estándar. Se debe llevar un estricto control de estímulos de todas las situaciones de alto riesgo. b) Modificación de las ideas distorsionadas en relación con el abuso sexual a través de la re-‐evaluación cognitiva. Tienden a minimizar y justificar lo sucedido con la función de evitar aceptar la responsabilidad de sus acciones. c) Supresión o reducción de los impulsos sexuales inadecuados mediante técnicas aversivas (sensibilización encubierta) y fármacos antiandrógenos.
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d) El aumento de la excitación adecuada y de las habilidades sociales requeridas. La técnica más usada es el recondicionamiento masturbatorio, fases del proceso: recondicionamiento organísmico y saciación de la masturbación. e) El entrenamiento en autocontrol y solución de problemas. Se trata de que el sujeto no necesite recurrir al sexo como estrategia de afrontamiento de la ira, o como forma de poder o control. El procedimiento es el análisis adecuado de los problemas concretos, soluciones posibles, ventajas e inconvenientes y toma de decisiones posterior. O la intervención en determinados aspectos psicopatológicos asociados: alcohol, control impulsos, ansiedad o estrés, depresión, problemas de pareja. f) Mejora de la autoestima. El enfoque debe ser que se refieran a sí mismos como personas que han cometido un delito sexual, y no como delincuentes sexuales ya que la vergüenza es un obstáculo y la culpa puede facilitar el cambio.
Aportaciones desde el enfoque guestáltico En todos los estudios que se han realizado sobre la eficacia de la intervención psicológica en el tratamiento a personas que ejercen el maltrato, se ha puesto de manifiesto por un lado la necesidad de que los sujetos reconozcan la existencia de un problema y que haya una motivación para cambiar esas condiciones. Y por otra parte y dentro ya del tratamiento propiamente dicho, que el paciente se re-‐sensibilice, vuelva a conectar con esa parte más vulnerable de sí mismo, con los sentimientos negados u olvidados. Muchas de estas personas que ahora muestran su parte más violenta o abusadora pueden haber sido a su vez víctimas en el pasado y suelen presentan numerosas carencias afectivas. Re-‐conectar con esas emociones olvidadas o negadas puede ayudarle a darse cuenta del daño real que produce en sus víctimas. Estas cuestiones son algo que los tratamientos con un enfoque más conductual pueden dejar de lado al ser su enfoque más dirigido hacia las conductas propiamente dichas. Las aportaciones desde la Psicoterapia Gestalt pueden facilitar lo que podríamos denominar “re-‐asilimilación emocional”, al igual que se habla de re-‐estructuración cognitiva en las ideas distorsionadas, la “re-‐asimilación emocional” estaría enfocada a darse cuenta y digerir las emociones alienadas en el paciente.
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Afrontamiento guestáltico en las relaciones de maltrato En el tratamiento con maltratadores machistas se trata de trabajar con él para que sea capaz de sentir el daño que producen sus acciones, y que puedan reapropiarse de nuevo de sus emociones y la vulnerabilidad. A través del trabajo con el control de los impulsos, la posesión y los celos podemos darle herramientas para que se manejen en su vida. Es importante mostrarles una forma de relación basada en la relación de iguales, es posible que esta manera de relacionarse sea la única que han conocido y la consideren una demostración de amor por su pareja. El trabajo con videos y en grupos puede hacer que refuerce esta nueva manera de entender las relaciones de pareja. Trabajar la rabia y la resolución de conflictos permite al paciente que pueda sentirse de nuevo que no está a la deriva que él puede controlarse. Es importante el trabajo con la re-‐sensibilización, volver a sentir las emociones, volverlos más vulnerables ya que sólo así serán capaces de un acercamiento al otro más real. Refuerzo y trabajo con las habilidades sociales como la empatía, asertividad, inteligencia emocional. Y trabajar el aprender a valorar las condiciones femeninas. En una sociedad eminentemente resolutiva las emociones pueden ser vividas como una fuente de debilidad, apreciar las bondades del calor, la cercanía y el cuidado en las relaciones puede ejercer un efecto curativo en sí mismo. (“Afrontamiento gestáltico en las relaciones de maltrato” Charo Pousa Torres )
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