El espejo en el arte

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El espejo es uno de los elementos que más han sido representados ya que ... represento en Las Meninas y en La Venus del espejo, guardaba por lo visto en.
El espejo en el arte

Natalia González Zaragoza [email protected] telf. : 600745169 DNI: 48395126-K

INTRODUCCIÓN En el mundo de la imagen artística han existido a lo largo de la historia del arte una serie de símbolos visuales cargados de connotaciones valiosas acerca del doble juego entre realidad y ficción. El espejo es uno de los elementos que más han sido representados ya que permiten involucrar al espectador en su contemplación a sugerirle la presencia de otra dimensión que no es la bidimensional sino la virtual. En este artículo presento a cuatro cuadros en las que el espejo cobra un valor especial como transmisor de mensajes siendo muchas veces su representación la que nos permite comprender los secretos que encierran las obras de arte. EL ESPEJO EN EL ARTE Es el espejo uno de los objetos más inquietantes y misteriosos que han servido de inspiración, no solo a pintores de todos los tiempos, sino a escritores y poetas, debido a su poder evocador y simbólico. Este artículo pretende rendir tributo a tan interesante objeto a través del arte y mostrar obras en las que su presencia es clave para descubrir las pretensiones del artista, pretensiones que aún descubiertas, siguen dejando un halo de misterio. Ángel Crespo dice en su libro de Aforismos:” nada tan poético como un espejo en la oscuridad”. Un espejo en la oscuridad encerrará muchos misterios, quizás tantos como un lago en la noche, en cambio, un espejo a la luz del día nos hace ver un mundo de reflejos, de profundidades falsas en los restaurantes, de movimientos de luz y sombra y sobre todo nos hace pensar en rostros. El espejo afecta a nuestra percepción de las cosas. Al reflejar todo lo que se pone frente a él, en el espejo transforma la idea del espacio y nos parece que el lugar en el que nos encontramos es el doble de grande de lo que en realidad es. Cuando nos miramos en un espejo no vemos en realidad nuestro verdadero aspecto, sino un reflejo que no se corresponde exactamente como nos ven los demás; en el espejo el lado izquierdo lo vemos en el derecho y viceversa. La época artística que más se interesó en su representación es en el Barroco; pues en el s.XVI abundaban temáticas mitológicas, filosóficas y literarias donde este elemento trasciende como elemento engañoso y metafórico que desvirtúa la realidad. El barroco fue un estilo artístico que se interesó por representar elementos estéticos que reforzaban el engaño visual; valoraba los contrastes y la sorpresa, como es el caso de las construcción de laberintos en sus jardines, realización de trampantojos en los muros de las habitaciones y juegos

ópticos de toda clase en los que se servían, muchas veces, de la presencia de espejos. El espejo fue proclamado por Leonardo da Vinci, cuando aun su fabricación era escasa, como el verdadero maestro del pintor; el propio Velázquez que lo represento en Las Meninas y en La Venus del espejo, guardaba por lo visto en su estudio hasta nueve tipos de cristales distintos, según el inventario de Gaspar de Fuensalida. Se observa con curiosidad que en la mayoría de los cuadros la representación de un espejo se aleja de la realidad reflectante de este, por ejemplo: el tamaño de lo reflejado no está reducido como corresponde al doble de la distancia y la inclinación del espejo no muestra un nuevo espacio luminoso y visual, con un punto de vista distinto al del pintor. Veamos algunos ejemplos de obras artísticas donde el espejo tiene un papel fundamental como elemento transmisor de mensajes, a veces de un modo concreto, otras de un modo que permite varias lecturas. El matrimonio Arnolfini Nos situamos en el Renacimiento, momento en el que se desarrolla la pintura flamenca en Los Países Bajos. Este estilo supuso una particular visión del cuadro como ventana al mundo, desde la cual, cualquier espectador podía contemplar telescópicamente todos los detalles realizados minuciosamente, situados tanto en los primeros planos como en los últimos. Jan Van Eyck fue un precursor en realizar los denominados “cuadros dentro del cuadro”, que luego inspiraron a otros pintores como Velázquez, un ejemplo claro se muestra en su famoso cuadro El matrimonio Arnolfini. En el cuadro se representa a un poderoso mercader y a su esposa Jeanne Cenami. Existen varias hipótesis sobre el mensaje o mensajes que representa el cuadro, el más extendido es el de Ewin Panosky que realizó un ensayo de esta obra en 1934.Según este autor el cuadro representa el juramento de matrimonio de esta pareja en secreto. Las figuras representadas con gran delicadeza están acompañadas en su entorno por una serie de elementos cargados de simbolismo que hacen referencia a la fidelidad del matrimonio, (como sugiere la presencia del perro situado a los pies de la mujer), pero sobre todo destaca un espejo al fondo, en el cual se refleja toda la habitación vista desde atrás, incluyendo todo el mobiliario, el matrimonio de espaldas, a otras dos personas y al ventanal con una vista exterior. El espejo destaca por su forma convexa, por lo visto este tipo de espejos eran muy típicos en aquel momento, se llamaba brujas y servían para espantar a la mala suerte. Este se presenta como un objeto especial dentro del cuadro sobre el que van dirigidas finalmente todas las miradas. En él parecen identificarse a

un sacerdote y al pintor, el cual es testigo de la celebración; de hecho el pintor dejó claramente escrita su firma sobre el cuadro que testifica la unión en matrimonio de la pareja”Johannes de Eyck fuic hic 1434”, que viene a expresar que Johannes de Eyck estuvo aquí en 1434.Esto sitúa al espejo como el reflejo puro de la realidad del enlace, y sirve por tanto como testamento fiel del acto acaecido. El inusual espacio del juramento al matrimonio, los gestos del hombre y de la mujer, la técnica hiperrealista y la representación de un espejo al fondo, sitúan al cuadro como una obra peculiar de representar un enlace matrimonial. En el espejo situado al fondo convergen todas las líneas de profundidad del espacio donde se sitúan los personajes, por lo que adquiere un valor secundario que revela un factor fundamental en la obra.

Las Meninas En este cuadro podemos comprobar que en el fondo aparece un espejo, cuya presencia invita a varias lecturas a cerca de su reflejo. La ambigüedad de su presencia le confiere un doble juego, espejo o cuadro. Su luz y transparencia le sitúan más cerca del soporte luminoso, pero su representación difusa también juega con la ley atmosférica de la representación pictórica que nos recuerda que los objetos a mayor lejanía tienen más pérdida de color y nitidez. Entre los críticos que nos aseguran que se trata de un espejo están los que atestiguan que el pintor está pintando realmente a los reyes, eso explicaría que estos se vieran reflejados en el espejo del fondo. La presencia de las Meninas es debido a la irrupción de la princesa Margarita con su séquito en el estudio del pintor, la cual viene a hacer una visita a sus padres y a ver la obra del pintor. Otra lectura válida de la obra es que Velázquez está realmente pintando a las Meninas, las cuales se reflejan en un espejo situado frente a ellas. En él se refleja la escena principesca y al fondo en la pared están representados sus padres en un cuadro, junto a otras obras. Según dice Charles Tolnay, Velázquez aparece a un lado tras el lienzo, “como si estuviera pintando (imaginando) a las Meninas”. Otra teoría explica que puede ser que Velázquez estuviese pintando a la princesa con sus acompañantes desde el reflejo de un espejo situado cerca del rey y la reina, según explica Stevenson; entonces el espejo del fondo ofrecería un significado alegórico, como el de los cuadros situados a su lado:”Apolo y Marsyas” y “Minerva y Aracne”. En este caso el rey y su poder quedarían representados nuevamente en otro espejo, afrontando un papel pasajero de grandeza. Quizá el papel del espejo situé al poder como una ilusión.

L a Venus del espejo Es el único desnudo presente en la obra de Velázquez. El tema mitológico de representar a Venus en actitud vanidosa tendida sobre su lecho había sido representado ya por el pintor Tiziano. Velázquez admiraba la obra del pintor italiano, la cual influye tanto en la temática como en la riqueza cromática. Tiziano ya había pintado en varias ocasiones a Venus desnudas y echadas sobre lechos en ambientes idílicos y irreales, quizá un poco forzados y con cierta tendencia al artificio. Velázquez realiza también su versión sobre esta temática representando a Venus tendida de espaldas frente a un espejo sostenido por Cupido. A diferencia de Tiziano Velázquez aborda la temática con total naturalidad, pues la mujer presenta una actitud relajada y serena sin necesidad de acudir a la idealización de la belleza ni a presentar un entorno cargado de connotaciones de lujo y placer. Quizá poco importa el significado de su representación y el de los elementos que rodean a la mujer, pues la técnica, tratada con delicadas veladuras parece llevarnos a un espacio real en donde poder transitar. Sin embargo, la elección del decorado no es casual, la presencia del espejo nos lleva nuevamente a centrarnos en su reflejo y su significado. Velázquez añade a esta obra el espacio real que refleja el espejo, haciéndolo así pintura; de modo que el reflejo que este ofrece es el de la propia pintura, la cual imita a la realidad por lo que es ilusión y engaño. Este engaño también se acrecienta al comprobar que, negando a las leyes de la óptica, Venus se contempla en el espejo. Si obedecemos a las leyes de la óptica es imposible, según la posición que la joven adopta frente al espejo, que pueda verse reflejada, por lo que el espectador lo que realmente está viendo es una ilusión y no el verdadero rostro de Venus. La reproducción prohibida El espejo representado como elemento que vincula la pintura y el arte con la realidad estará presente en muchas obras de grandes artistas como Rubens, Degas, Picasso, Francis Bacon, artistas surrealistas como Dalí y en instalaciones modernas como las de Pistoletto, artista que incorpora al espejo como elemento físico. En el surrealismo y en el arte moderno es donde encontramos nuevas aportaciones de este elemento. El movimiento surrealista incorporaba en sus composiciones relaciones inconexas entre la realidad y el mundo onírico de los sueños; sus máximos representantes fueron Magritte y Dalí que abordaron temáticas sorprendentes realizadas con una técnica realista y minuciosa. Magritte fue un pintor que le gustó realizar juegos visuales en los que creaba situaciones imposibles pero representadas hábilmente como mensajes poéticos y oníricos. Sus obras se acercan a la ilusión óptica pero también a la reflexión sobre nosotros mismos. En su cuadro La reproducción prohibida, un hombre se refleja ante un espejo, pero este no le devuelve la mirada, sino su

nuca vista por una tercera persona. Magritte le está negando al espejo su principal función: reflejar lo que se le muestra. Con esta negación aporta nuevamente un nuevo enigma pictórico y crea un espejo roto o defectuoso. Parece dar más valor a la mirada de la persona que contempla al hombre de espaldas, situándola como una imagen más verdadera que la del espejo. En este cuadro el espejo se rebela contra la razón y este abandona su poder reflectante y pasivo. En este cuadro se invierte el propio espejo y no la imagen que es lo que suele invertir; y la imagen que nos da es el reflejo de lo que percibe el espectador. El hombre del cuadro ve lo que el espectador ve al mirarle a él, de modo que lo que vemos es nuestra propia mirada. En el cuadro solo se ve una muestra del poder pasivo del espejo que es el reflejo que muestra de un libro situado a la derecha del hombre representado, el cual se refleja según las propiedades ópticas.

Bibliografía: Alcaide, V y Checa, F: 1989, El Renacimiento, Istmo, España. Stevenson, R: 1962, Velázquez, G.Belland Sons Ltda; Gran Bretaña. Sureda, Joan: 2001, El siglo de oro de la pintura española. Historia Universal de la pintura “Summa Pictorica”, Editorial Planeta.