el heroe en el serton

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Según Joseph Campbell, el lugar donde el héroe ha realizado sus hazañas o el regreso al vacío es señalado y .... El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del ...
El Sertón como texto y oralidad

RIOBALDO EN EL OMBLIGO DEL MUNDO Alina Bengochea.

En la obra Grande Sertao: Veredas de Guimarães Rosa, toda la acción se ubica en el Sertón, ese espacio casi infinito en Brasil que contiene el universo del que Riobaldo, el personaje principal se ha de nutrir, expurgar sus culpas, amar a la manera de un yagunzo, luchar y existir como resultado social de esa enormidad llamada Sertón. Según Joseph Campbell, el lugar donde el héroe ha realizado sus hazañas o el regreso al vacío es señalado y santificado; “por lo tanto ese sitio puede servir como sostén para una meditación fructífera (…)El ombligo del mundo es ubicuo, y como es la fuente de toda la existencia, produce la plenitud mundial del bien y del mal” Riobaldo puede ser considerado un héroe moderno del Sertón. El Sertón contiene la vida, es un espacio físico y simbólico. El tiempo cronológico puede tratar de dominar la rebelde naturaleza de este espacio e influir sobre ésta y sobre quienes habiten ese espacio pero el Sertón se niega; puede ser catalogado como una región intermedia entre el caos, el orden y el cosmos. El tiempo mental traslada su curso hacia lo intemporal. Aquí todo sucede y aunque lo intemporal acapara el lenguaje de Riobaldo, podemos distinguir espacios temporales que distinguen lo que le cuenta a ese personaje/ interlocutor imaginario del que poco sabemos: el tiempo en el que fue yagunzo, el tiempo de su amor por Diadorim, el tiempo de las batallas, el deseo de pactar con el diablo y el tiempo presente. En la narración “desordenada” que Riobaldo asume, matizada de todo el imaginario local y de un profundo lirismo que por momentos sorprende, hay un cuestionamiento de lo circundante. Es en ese “ombligo del mundo” – expresión de Joseph Campbell- en esa travesía casi interminable donde aun al final de esa narración caótica pero con un orden interno, el ex yagunzo no termina de conformarse a si mismo y permanece en una incertidumbre existencial. La palabra “travesía” deja el texto abierto a un

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viaje. Ya no importan destinos, sino el hecho de haber vivido atravesando toda una serie de experiencias vitales que lo conforman como individuo y en una infinita búsqueda. Riobaldo cuenta y cuenta mucho, “Cerro.O señor ve. Conte tudo. Agora estou aquí, cuase barranqueiro…” Su lenguaje es como un todo metafísico, permeado por la misma naturaleza del Sertón, sus palabras son expulsadas como un torrente que podrían constituir un río simbólico, como el mismo paisaje que lo rodea, como su nombre Rio- baldo, “A lembrança da vida da gente se guarda em trechos diversos, cada um com seu signo e sentimento, uns com os outros acho que nem não misturam. Contar seguido, alinhavado, só mesmo sendo as coisas de rasa importância. De cada vivimento que eu real tive, de alegria forte ou pesar, cada vez daquela hoje vejo que eu era como se fosse diferente pessoa. Sucedido desgovernado” (135) Para Riobaldo el Sertón “es grande como el mundo” y cuando se convierte en yagunzo lo recorre hasta el punto de quedar desorientado en tiempo y espacio. Este tiempo pasado que narra Riobaldo le debe su existencia a la naturaleza del Sertón, una naturaleza instintiva en su estado puro, donde impera el crimen y los deseos más básicos. El presente se organiza de otra forma pues tiene que insertarse en un modo de vida distinto. En ese presente él es un ex yagunzo y un hombre que es parte de otro orden social, un hacendado, entonces debe de responder a la vida de distinta manera, pero ¿habrá perdido ese halo de instinto salvaje que tan dentro llevaba durante gran parte de su vida en el Sertón? El Serton es Riobaldo y el Sertón es oralidad. Levi Strauss también narró las aventuras que le contaron en su travesía por el Sertón, “Mientras bebemos el mate alrededor de nuestra fogata, escuchamos a los dos hermanos que están a nuestro servicio y a los chóferes, que evocan las aventuras del Sertao” Si en Levi Strauss hay un aura de nostalgia, en Guimarães Rosa hay una fuente enorme de oralidad que cobra fuerza en las palabras de Riobaldo. Rosa le agrega un

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sinnúmero de elementos estéticos y logra un lenguaje poético a veces poco creíble en un yagunzo, por lo que se observa que el autor no puede desprender el yo de su obra, pero consciente de que dándole soltura y alejándolo de los cánones que limitan al lenguaje, logrará una pieza estilística de calidad. Las leyendas que se van insertando por medio del habla de Riobaldo (refranes, narraciones cortas de distintos sucesos acaecidos en el Sertón y expresiones propias del lenguaje popular) son parte de los mitos que contiene esta extensión de tierra casi infinita, sin embargo en lo que respecta a su acercamiento a Diadorim, Riobaldo habla “tarde”. Si bien purga sus culpas o hace una catarsis en su “trato” con el diablo, la anagnórisis que experimenta con respecto a Diadorim llega retrasada ya que en ese momento no queda nada que “contar” a ese interlocutor (mudo) “E disse. Eu conheci! Como em todo o tempo antes eu –não contei ao senhor – e mercê peço: – mas para o señor divulgar comigo, a par, justo o travo de tanto segredo, sabendo somente no átimo em que eu também só soube... Que Diadorim era o corpo de uma mulher, moça perfeita... Estarreci. A dor não pode mais do que a surpresa. A coice d’arma, de coronha. Ela era. Tal que assim se desencantava, num encanto tão terrível; e levantei mão para me benzer – mas com ela tapei foi um soluçar, e enxuguei as lágrimas maiores” (GS, 459)

El diablo en el Sertón En Grande Sertao, veredas el pacto con el diablo puede verse desde el punto de vista imaginario o poetizado a partir de la necesidad que siente Riobaldo de contar ese capítulo en sus experiencias en el Sertón. Quizás poetice la realidad a la manera de un yagunzo, pero al fin y al cabo ¿pudo existir el Diablo en su vida?

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Riobaldo pasa por distintas experiencias de “iniciación” y a través de estas travesías o viajes, es que va conformando esta vivencia que puede ser llamada una prueba vital, de la que al fin y al cabo sale enriquecido. Uno de los fines de ese pacto con el diablo se centra a partir del amor que siente por Diadorim y el deseo de vengar la muerte del padre del objeto de su deseo. Otros de sus fines son lograr poderío como yagunzo, percibir una supra experiencia, tener contacto con lo “invisible” y acceder a un mundo que forma parte de un mito ancestral y que como un destino ( no es el destino prefijado del héroe trágico clásico) está adherido a la piel de Riobaldo. Por otra parte, Hermógenes mata al padre de Diadorim, Joca Ramiro y esta muerte tiene que ser pagada y Riobaldo se da a la tarea de vengarla. Las reflexiones de Riobaldo que realiza desde el presente sobre el diablo y su pacto con él, son traídas desde ese pasado que tuvo como yagunzo y del que Hermógenes fue el motivo para detonar esta búsqueda del poder, “Hermógenes es el mismo diablo, Hermógenes es Belcebú”(GS, 58) Veredas Mortas es el sitio donde concilia este pacto y si bien solo vemos que sufre una especie de desmayo y siente un remolino alrededor, todos los continuos triunfos que posteriormente alcanza, lo llevan a pensarse como que realmente concretó esta alianza y a cambio de eso recibió fuerza, poder como yagunzo y conocimiento de todo el Sertón, porque el está consciente que vive en un mundo, “muito misturado”. Riobaldo trata de organizar el caos del pasado al que pertenece ese aparente convenio que realizó con el diablo y ya desde las primeras páginas, con el acercamiento al compadre Quelemen nos deja ver esas “incertezas” que tuvo “Compadre mio Quelemen reprovou minhas incertezas. Que, por certo, noutra vida revirada, os meninos tamben tinham sido os mais malvados, da massa e peca do

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pai, demonios do mesmo caldeirao de lugar”(GS, 87) La asociación del diablo con el folclor del Sertón y no solo como una construcción de Riobaldo, es evidente en la obra. El violento mundo que lo rodeó cuando era yagunzo, no dejó de representar un atrayente universo en su vida y el ahora ex yagunzo siente la necesidad de reflexionar en el ocaso de su vida y contar a “O señor” por un lado su idealizado amor a Diadorim, sus experiencias en el Sertón y su trayectoria de guerrero aunque se debata en la duda si existe el diablo o si pudo tener este pacto. Si comparamos un elemento con el otro, los sentimientos hacia Diadorim permanecen en una especie de neblina y en esta neblina se mantiene su sexualidad a lo largo de toda la obra, excepto al final cuando se conoce quien es “Digo. Em. Diadorim, penso tamben- mas Diadorim e a minha neblina”. El pacto con el diablo es manifestado como una superstición y lo puede ubicar dentro de un contexto neblinoso. Conocemos el claro papel que juega Diadorim por medio de la epopeya vivencial de Riobaldo, pero de algún modo, su figura puede ubicarse en la bruma, al igual que la asociación del demonio con el remolino. Ambos, Diadorim y la existencia o no del diablo, pueden tener para Riobaldo un significado subyacente que los acerca, “O señor conheceu, Diadorim, meu señor?!....Ah, o señor pensa que morte e choro e sofisma- terra funda e ossos quietos…O señor havia de conceber alguem aurorear de todo amor e morrer como so para um. O señor devia de ver homens a mao-tente se matando a crer, com babas raivas!”(GS, 454) En la simbología, la niebla representa lo indeterminado, la fusión de los elementos aire y agua, el oscurecimiento necesario entre cada aspecto delimitado y cada fase concreta de la evolución. La “niebla de fuego” es la etapa de la vida cósmica que aparece después del estado caótico. Toda esta niebla en el Sertón esta dada por muchos factores que se dan cita en sus predios“O senhor nonada coñéese de mim, sabe o muito ou poco? OUrucuaia e azigo…Vida vencida de um, caminhos de todos para tras, e historia que instrui vida do senhor, algum? O senhor enche una

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caderneta…O senhor ve aonde e o sertao? Beira dele, meio dele?...Tudo sai e mesmo de escuros buracos, tirante o que vem de Ceu. Eu sei”(GS, 456). Las representaciones que se describen acerca del diablo se aúnan en una variedad de eventos concretos a los que se les da categoría de mágicos, las descripciones sobre Hermógenes, los sucesos acaecidos en Veredas Mortas y el poder que Riobaldo cobra como yagunzo jefe, se reúnen para constituir una memoria a la que accede para narrar después la naturaleza ambigua de lo que aconteció alrededor de ese pacto en forma neblinosa, después queda en su mente como un texto sin cerrar, sumergido en un aura caliginosa. Carlos Mejía Suarez ofrece una interesante perspectiva sobre el contexto del diablo en la mente sertoniana de Riobaldo y en la tradición oral del área, “Riobaldo se vale de la imagen del “redemoinho” para expresar esta heterogeneidad cultural problemática. La imagen proviene de la creencia popular de que ciertos remolinos de viento son habitados por un demonio o cosas malas (Cascudo Dicionário do folclore brasileiro 657). Riobaldo se enfrenta a este fenómeno al ser enviado por noticias junto a Reinaldo (nombre que adopta Diadorim entre los jagunços)”. Este redemoinho tiene diferentes interpretaciones. Riobaldo lo ve como una especie de locura colectiva entre los sertanejos, Diadorim como un fenómeno natural y otros como Cacanja lo elevan a categoría milagrosa, “Todos estão loucos, neste mundo? Porque a cabeça da gente é uma só, e as coisas que há e que estão para haver são demais de muitas, muito maiores diferentes, e a gente tem de necessitar de aumentar a cabeça para o total”(GS,190) Ese ombligo del mundo desde donde el héroe partió como un llamado a la aventura de la existencia misma, es el cuerpo del Sertón, es Riobaldo que al parecer en el ocaso de su vida, decide contar lo sucedido. ¿Qué es más trágico? ¿ contar desde la decadencia de la vejez o la tragedia de todo lo que le sucedió como yagunzo?

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En el presente hay un sufrimiento al narrar ese pasado lejano. Riobaldo se completó como yagunzo dentro de una colectividad conformada por personajes tan malos como Hermógenes y amados como Diadorim, pasando por Ze Bebelo y todos los demás, porque construyeron “sus” realidades como yagunzos, sus leyes, su dinámica interna dentro del Sertón, una especie de ética dentro de la violencia y de estética dentro de lo terrible, pero lo que si Riobaldo no puede negar es la nostalgia del presente, su tristeza al evocar esos recuerdos y transmitírselos a “O senhor”. Cometió errores en el pasado pero el presente revuelto, confuso, desorganizado, dudoso, sin pacto alguno con el diablo, sin pasión, sin “yagunzaje”, lo ubican en una especie de limbo existencial. El Sertón en el presente no tiene sentido en la existencia de Riobaldo, es una tierra árida, ajena, lejana en el tiempo, testigo trágico y mudo. Ya no hay “redemonhio” no hay remolino. Solo en la narración ha de cobrar vida, traída al presente y marcada por la oralidad de un narrador que se dice letrado a medias, yagunzo que aprendió dentro del Sertón y ese enfrentamiento entre él y su interlocutor tiende una distancia entre la realidad sertaneja y la cultura de la ciudad, de donde proviene “O senhor”, sin embargo sin Sertón no hay historia y Riobaldo lo sabe muy bien. Bibliografía

-Campbell, Joseph. El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del Mito. Fondo de la Cultura Económica, 1987 México. -Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos. Labor, 1988. España. -Levi- Strauss, Claude. Tristes trópicos. Paidos, 1952. Argentina. -Mejia Suarez, Carlos. Sangre letrada, autoridad y dominio en versiones Latinoamericanas de Fausto. Universidad de Iowa, 2010. -Rosa,Guimaraes. Grande Sertao: Veredas. Circulo do Livro, 1984. Brasil.

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