La banca, el chivo perfecto - El Siglo de Europa

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16 Jun 2011 ... habían recurrido a este argumento, el de que la banca es culpable, jus- tamente contra la reforma laboral del ministro que lleva ya un año de vi ...
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SIN MALDAD Por José García Abad [email protected]

La banca, el chivo perfecto

F. MORENO

E

l alegre comportamiento de la banca, donde primó la avaricia sobre la proverbial prudencia habitual, está en el origen de la crisis en la que tienen también una alta responsabilidad los gobiernos y los gobernadores del Banco de España. Nuestro banco central dispone de información y de herramientas suficientes para poner orden en el sector y evitar que la burbuja inmobiliaria llegara a los extremos que llegó, a la locura de la fiebre del ladrillo y el cemento. Ni Jaime Caruana, puesto al frente del Banco de España por José María Aznar, ni Miguel Ángel Fernández Ordóñez, colocado por José Luis Rodríguez Zapatero en el palacio de Cibeles, disciplinaron al sector financiero al que hay que culpar sólo en lo justo. Las empresas privadas pueden argüir con alguna razón que tienen el derecho de beneficiarse de la legislación vigente y de aprovecharse de la laxitud de los vigilantes, de la autoridad monetaria y de los órganos reguladores. Sólo con alguna razón, pues se les debe exigir pulcritud cívica y buena conducta moral que se echaron de menos durante más de una década en la que la consigna parecía ser: “marica el último”. La banca tiene, en efecto, responsabilidades por la alegría en la concesión de prestamos hipotecarios y a promotores inmobiliarios y es justo que las asuma pero no es la culpable de todos nuestros males. Sin embargo, una cosa son las culpas en el origen de la crisis y otra bien distinta atribuir a la banca la suprema maldad, la de conspirar contra el crecimiento económico negándose pérfidamente a que circule el crédito.

El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, harto de que los sindicatos le reprochen que su reforma laboral ha aportado más peoras que mejoras, ha encontrado el chivo expiatorio perfecto

Claro está que el resentimiento popular, que viene desde mucho antes de la crisis –Adolfo Súarez llamaba a la banca “madrastra”–, genera el caldo de cultivo para la demagogia, el populismo y la elusión de responsabilidades por parte de quienes gobiernan. El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, harto de que los sindicatos le reprochen que su reforma laboral ha aportado más peoras que mejoras al mercado del trabajo, ha encontrado el chivo expiatorio perfecto acusando a la banca del paro que no remite y que alcanza las cercanías de los cinco millones de personas. Quizás se pueda alegar como atenuante que Gómez respiraba por las heridas inferidas por una declaración anterior de Francisco González, presidente del BBVA, el segundo banco del país. FG, siglas por las que se le alude coloquialmente en el mundillo financiero, había criticado al Gobierno por la flacidez de sus reformas, a las que calificó de “paliativos”. El banquero reclamó en la Universidad Menéndez y Pelayo de Santander, el mismo foro en que intervino Gómez, reformas "valientes, rápidas y mucho más profundas que las realizadas hasta ahora". "No caben soluciones pequeñas a grandes problemas", concluyó González. Pero no es la primera vez que el ministro de Trabajo e Inmigración se expresa de esta forma antes de la intervención del presidente del BBVA. Pocos días antes se había manifestado de forma similar en una entrevista radiofónica. Su discurso es, pues, premeditado y reincidente. Como aquí todo vale, Valeriano Gómez se vale del discurso de sus

hermanos separados Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, que habían recurrido a este argumento, el de que la banca es culpable, justamente contra la reforma laboral del ministro que lleva ya un año de vigencia sin que se vislumbre efectividad alguna. Se da la curiosa circunstancia de que mientras el gobernador del Banco de España predica sobre la reforma laboral, eludiendo su quehacer fundamental que es la salud de bancos y cajas, el ministro Gómez centra su discurso en un “Yo Acuso” a la banca pasándole la pelota al gobernador. En épocas de crisis es imperativo buscar chivos expiatorios y en ésta, la más dura desde la del 29, la banca es el preferido, el culpable perfecto. Está sirviendo muy a su pesar el papel de unir a gente alejada en todo lo demás: al Gobierno con los sindicatos y con los indignados. Sin embargo, independientemente de su implicación en el origen de la crisis, insisto, la banca difícilmente puede hacer ahora algo distinto de lo que está haciendo. Las entidades financieras están pasando su particular vía crucis y es lógico que den prioridad a su propia supervivencia. El instinto de conservación es un instinto básico. En todo caso, el Gobierno –Valeriano Gómez forma parte del mismo– no debiera escudarse en la maldad intrínseca de la banca y tomar las medidas necesarias para que ésta pueda asumir su esencial función, el crédito, lo antes posible. Echar la culpa a los demás puede producir algún alivio pasajero y de poca calidad pero no resuelve los problemas reales. Semejante práctica no es propia de un gobierno responsable. ● nº 931. 20–26 de junio de 2011

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