Papelones - Taller de lectura y escritura

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El siguiente es un fragmento del libro de Desmond Morris El mono desnudo. Léalo atentamente para resolver las consignas que se presentan a continuación:  ...
Semiología

Taller de lectura y escritura

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Nº de documento: Coordinador:

1. Escribir un texto para la contratapa de este libro. Confeccionar la referencia bibliográfica: [3 p. Título:

Comunicación interpersonal en la era digital

Autor:

Eduardo Villanueva Mansilla

ISBN: Editorial: Colección: Número de páginas: Formato: Fecha de publicación: Lugar de edición:

958-04-9016-3 Norma Comunicación social/Periodismo 138 11x18 junio de 2006 Buenos Aires

2. Editar el texto siguiente indicando claramente la solución propuesta. [3 p.]

Papelones Por Pablo Capanna Henri Le Chatelier (1850-1936), fue un prestigioso científico francés, que hasta tiene un principio químico con su nombre. En su libro Ciencia e Industria (1925), que en Argentina fue publicado por Rey Pastor y prologado por Cortés Pla, se le escaparon algunas frases que llamariamos “polémicas” para no ser más severos. En un párrafo en que Le Chatelier fustiga el onjunto de la magia, la superstición y la pseudociencia, se compadece a esa gente que cree en “el espiritismo, la brujería, el número 13, los cuantos y la relatividad”. La frase llegó a poner incómodo al propio traductor, quien se sintió obligado a reconocer en una nota al pie: los innegables progresos debidos a la mecánica cuántica y a la relatividad. Cuando el filósofo Hegel fue habilitado como profesor en la Universidad de Jena, su clase inaugural fue la “Disertación filosófica sobre los orbes planetarios” (1801). En ella aseguraba, con razones casi numerológicas que los planetas del sistema solar no pudieran ser más de siete, y que el área comprehendida entre Marte y Júpiter debía estar necesariamente vacía. Para su desgracia, unos meses antes el astrónomo Piazzi habiendo descubierto el asteroide Ceres y un año más tarde Olbers encontraba a Pallas, abriendo una lista que no dejaría de crecer. Lo curioso del caso es que Hegel no se equivocaba por usar indebidamente argumentos filosóficos, sino por seguir algunas deducciones de Kepler. Tampoco el descubrimiento de Piazzi era totalmente empírico, ya que aplicaba la Ley de Titius-Bode, una regla ya esbozada por Kepler para ordenar las distancias planetarias. Más tarde resultó que la pretendida “ley” dejaba de cumplirse a partir de la órbita de Neptuno. En 1903 el prestigioso astrónomo Simon Newcomb (1835-1909) quiso refutar a su colega Langley y escribió un artículo en el cual demostraba matemáticamente que una máquina más pesada que el aire si fuera movida por un motor, jamás podría volar. No estaba solo: el propio Lord Kelvin sostenía opiniones similares. Dos meses después, Orville y Wilbur Wright, que según la leyenda eran fabricantes de bicicletas (aunque enseñaban física) le ganaron con su biplano Flyer a un montón de inventores aficionados que estaban tratando de volar. Nadie se inmoló por la opinión de Newcomb.

P O S/prep P

CT O/L S

P CL

L

3. El siguiente es un fragmento del libro de Desmond Morris El mono desnudo. Léalo atentamente para resolver las consignas que se presentan a continuación: [4 p.]

CAPÍTULO 3 CRIANZA

La sonrisa mutua expresa, a los que sonríen, que ambos se encuentran en un estado de ánimo ligeramente aprensivo, pero de atracción recíproca. Sentirse ligeramente temeroso equivale a ser no agresivo, y ser no agresivo equivale a ser amistoso; de esta manera, la sonrisa evoluciona como un amistoso procedimiento de atracción. ¿Por qué, si nosotros hemos necesitado esta señal, han podido otros primates prescindir de ella? Cierto que tienen señales amistosas de diversas clases, pero la sonrisa constituye una señal adicional, exclusiva de nosotros, y tiene enorme importancia en nuestra vida cotidiana, tanto de niños como de adultos. ¿Qué hay, en nuestro modo de existencia, que le haya dado aquella importancia? La respuesta radica, al parecer, en nuestra famosa piel desnuda. El joven mono, al nacer, se agarra fuertemente a los pelos de su madre. Y en esta actitud se pasa las horas y los días. Durante semanas, e incluso meses, se niega a abandonar la abrigada protección del cuerpo de la madre. Más tarde, cuando se atreve a separarse de ella por primera vez, volverá corriendo y se colgará de ella a la primera alarma. Tiene su propia manera positiva de asegurarse el estrecho contacto físico. Y aunque a la madre no le guste este contacto (porque el hijo es ya mayor y pesa más), le costará no poco desprenderse de él. Esto puede atestiguarlo quien haya tenido que actuar de madrastra de un joven chimpancé. Cuando nosotros nacemos, nos hallamos en una posición mucho más difícil. No sólo somos demasiado débiles para asirnos, sino que no tenemos nada a que agarrarnos. Privados de todo medio mecánico de asegurar el estrecho contacto con nuestra madre, podemos confiar únicamente en las señales estimulantes maternales. Podemos chillar hasta desgañitarnos para atraer su atención, pero una vez conseguido esto debemos hacer algo más para conservarlo. Este es el momento en que necesitamos un sucedáneo del agarrón, alguna clase de señal que satisfaga a la madre y la haga desear permanecer con nosotros. Esta señal es la sonrisa. MORRIS, Desmond; El mono desnudo, Barcelona, Debolsillo, 2003.

a. b. c. d.

Señalar el segmento del texto que corresponde a la explicación Formular el problema explicativo. Reconstruir la cadena de datos que articulan la explicación. Identificar los procedimientos facilitadores de la explicación empleados en el texto.