Responsabilidad Social Empresarial en el ... - Observatorio RSE

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Universidad de Concepción. Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Sociología. Responsabilidad Social Empresarial en el Sector Minero:.
Universidad de Concepción Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Sociología

Responsabilidad Social Empresarial en el Sector Minero: ¿Transición Normativa a la Sustentabilidad? Estudio de la Opinión Experta a través del Método Delphi Memoria para optar al Título de Sociólogo

Alumno Memorista:

Marcelo Glavic Barrios

Profesor Guía:

Dr. José Manuel Merino Escobar

Concepción, Noviembre de 2005

A mis Padres

1

Agradecimientos

La culminación de este trabajo simboliza el fin de una etapa feliz. Esto se lo debo, primero que nada, a mis padres que me apoyaron y depositaron su confianza en momentos de cambio e incertidumbre. Agradezco sinceramente a todas aquellas personas que me brindaron su ayuda y valioso tiempo: al profesor José Manuel Merino, que en su calidad de profesor guía monitoreó los avances de la investigación dejándome siempre amplios márgenes de autonomía para la toma de decisiones; a los profesores Jorge Rojas y Manuel Antonio Baeza, por su buena disposición a leer y evaluar este trabajo en tiempos reducidos; a los profesores Urcesino González y Katia Sáez por su asesoría estadística; a los profesores Claudio Troncoso y Rodrigo Pulgar por sus comentarios y recomendaciones filosóficas. Este trabajo no habría sido posible sin la ayuda de Andrea Guala que destinó buena parte de su tiempo a discutir y complementar analíticamente este trabajo. Del mismo modo, reconozco el aporte esencial de Italo Foppiano y Marcelo Silva a la construcción de la plataforma virtual que sustentó el trabajo metodológico. De no haber sido por ellos, este trabajo no hubiera pasado de ser una buena idea. Toda mi gratitud para aquellas personas que se dieron el tiempo de leer y discutir los manuscritos preliminares. Sin lugar a dudas, el trabajo final recoge varias de las recomendaciones y críticas que se me formularon. Quisiera agradecer, también, a todos y cada uno de los profesores que participaron en mi formación, ya que a ellos le debo todo lo que soy sociológicamente. Finalmente, quisiera agradecer a todas aquellas personas y organizaciones que no apoyaron los sucesivos proyectos de investigación que presenté. Sin lugar a dudas, esta situación me obligó a explotar la imaginación y, en definitiva, a sacar lo mejor de mí.

M.G.B.

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Índice

Introducción

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Capítulo 1 MARCO EPISTEMOLÓGICO Fundamentos de la Observación Sociológica de Segundo Orden

10

1.1. Verdad y Racionalidad, o la Obsesión por la Unidad del Conocimiento

11

1.1.1. De la Conciencia Participativa al Desencantamiento del Mundo: Breve Crónica del Asenso y Posicionamiento de la Racionalidad Instrumental 1.1.2. Diagnóstico Sociológico de la Racionalización 1.1.3. Más Allá de la Posmodernidad: Emancipación y Resignificación del Concepto de Racionalidad 1.2. Cambio de Paradigma y Relocalización de la Ciencia (en torno a la Reivindicación del Estatus Científico de la Sociología)

12 14 16 18

1.2.1. El Constructivismo y su Contribución a la Despedida de la Objetividad

19

1.2.2. Quiebre I: De lo Lógico a lo Operativo

21

1.2.3. Quiebre II: De lo Simple a lo Complejo

22

1.2.4. La Ciencia como Sistema Observador

24

1.2.5. La Nueva Centralidad de la Sociología

25

1.3. Observación, Comunicación y Sistemas Sociales 1.3.1. La Observación como Operación. Esbozo de Fundamentación desde la Teoría de la Forma 1.3.2. La Comunicación como Fenómeno Emergente 1.3.3. Rasgos y Dimensiones de los Sistemas Sociales 1.4. Operacionalización de la RSE desde la Perspectiva del Constructivismo Sistémico 1.4.1. Ética y Ontología Existencial. La Relación entre Conciencia y Comunicación 1.4.2. Giro Lingüístico y Plausibilización de la Ética en el Dominio Organizacional 1.4.3. Ensayo de un Esquema (Provisional) 1.5. Hacia una Sociología de Segundo Orden

25 26 27 28 30 31 32 33 35

3

1.5.1. La Autoimplicación de la Teoría. ¿Cómo Estudiar lo Social desde lo Social?

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Capítulo 2 MODERNIDAD Y DESARROLLO SUSTENTABLE Observaciones del Panorama Contemporáneo

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2.1. Modernidad y Sociología Contemporánea: Entre la Crisis y el Cambio 2.1.1. Jürgen Habermas y el Proyecto Inacabado de la Modernidad

38 38

2.1.2. Anthony Giddens y la Radicalización de las Consecuencias de la Modernidad

39

2.1.3. Ulrich Beck y la Sociedad del Riesgo

41

2.1.4. Niklas Luhmann y la Diferenciación Funcional de la Sociedad

42

2.2. El Paradigma del Desarrollo Sustentable como Respuesta a un «Diagnóstico Reservado»

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2.2.1. Algunas Evidencias de la Necesidad Imperiosa de un Cambio

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2.2.2. Dimensiones y Elementos a Considerar en la Operacionalización del Concepto de Desarrollo Sustentable 2.2.3. Crítica al Abordaje Teórico de la Noción de Sustentabilidad

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2.3. Capitalismo y Sustentabilidad: ¿Teleologías Irreconciliables? 2.3.1. Crisis y Adecuación desde una Perspectiva Sistémica Capítulo 3 ORGANIZACIÓN Y NORMATIVIDAD Regulación y Autorregulación en Sistemas Decisionales 3.1. La Organización en el Contexto de la Modernidad 3.1.1. El Fenómeno Organizacional desde la Perspectiva de las Teorías Clásicas

47 49 51

53 54 55

3.1.2. La Organización como Sistema Cerrado de Decisiones

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3.1.3. La Organización de la Organización: Gremios, Clusters y Alianzas Estratégicas

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3.2. Estructura y Entorno Normativo de los Sistemas Organizacionales 3.2.1. Estructura Normativa Interna a la Organización: Condiciones de Pertenencia 3.2.2. Estructura Normativa Externa a la Organización: Derecho y Estándares Consensuados 3.2.3. El Sistema Jurídico como Criterio Básico de Coordinación Social en el Contexto de Sociedades Funcionalmente Diferenciadas 3.3. Autorregulación de los Sistemas Organizacionales 3.3.1. Cerradura Operativa y Acoplamiento Estructural como Premisas Básicas para una Coordinación Pragmática de Intransparencias 4

60 61 61 62 64 64

3.4. La Industria Extractiva y su Regulación Jurídica en Chile. Notas acerca de la Cuestión del «Royalty Minero»

66

Capítulo 4 RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL Bases de un Concepto Emergente

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4.1. Fundamentos Filosóficos de la RSE: De la Filantropía al Comportamiento Ético 4.1.1. Hans Jonas y el Principio de Responsabilidad

70

4.1.2. Emmanuel Lévinas y la Ética del Otro 4.2. El Porqué de la RSE. Delimitación Sistémica de las Consecuencias de su Aplicación 4.2.1. La RSE como Respuesta a la Temática del Desarrollo Sustentable 4.2.2. Los Stakeholders y su Papel como Factores de Irritación 4.2.3. Autorreferencia y Heterorreferencia de las Iniciativas en Materia de RSE. Marketing Corporativo y Cultura Organizacional como Polos Opuestos 4.3. La Evaluación de la RSE: ¿Qué y Cómo Medir? 4.3.1. Hacia una Identificación General de Indicadores 4.3.2. Globalización y Estándares Internacionales 4.4. La RSE en Chile 4.4.1. Iniciativa Privada v/s Regulación Pública 4.4.2. RSE y Actividad Minera: ¿Imagen o Transición Normativa a la Sustentabilidad?

72 73 74 75 76 78 79 80 81 83 83 84

Capítulo 5 DISEÑO METODOLÓGICO Tránsito de lo Teórico a lo Empírico

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5.1. Objeto de Estudio y Objetivos de Investigación

88

5.2. El Método Delphi 5.2.1. Producción y Modelamiento de la Opinión Experta de Grupo. Pertinencia Epistemológica y Sociológica del Instrumento 5.2.2. Lógica de Aplicación del Instrumento y Análisis de los Insumos

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5.3. Criterios Básicos de Investigación 5.3.1. Construcción del Panel de Expertos, Marco Muestral y Unidades de Observación 5.3.2. Técnicas y Procedimientos de Análisis de la Información. Más Allá del Dilema Cuantitativo/Cualitativo

5

89 91 92 93 94

Capítulo 6 RESULTADOS

96

En torno a las Fases de la Aplicación Delphi

6.1. Perfil de los Participantes 6.1.1. Evolución del Panel de Expertos

96 100

6.2. Ronda 1: Cuestionario Estructurado 6.3. Ronda 2: Cuestionario de Selección de Proposiciones Relevantes 6.4. Ronda 3: Ranqueo de Dimensiones Principales

103 106 117

Capítulo 7 OBSERVACIÓN SOCIOLÓGICA DE LOS RESULTADOS Consideraciones Normativas respecto al Discurso de la RSE

121

7.1. El Concepto de RSE como Codificación Organizacional del Paradigma de Desarrollo Sustentable

121

7.2. Políticas e Indicadores en Materia de RSE: Las Contrariedades de su Implementación 7.3. La «Esencia» Normativa de la RSE

123 125

7.3.1. La Semántica de la Autorregulación Empresarial

126

7.3.2. Diálogo y Sinergia

127

7.4. Conclusión: Proyecciones de la RSE en el Sector Minero

128

Epílogo

131

Referencias

133

Anexos

144

Instrumento Ronda 1

145

Instrumento Ronda 2

148

Instrumento Ronda 3

157

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Introducción

En tiempos en los que las empresas privadas juegan un papel cada vez más activo y preponderante en las sociedades en las que operan, ya no es posible considerarlas sólo como meras fuentes generadoras de empleo y riqueza. Es preciso reconocer el tremendo potencial que tienen de aportar al desarrollo de las comunidades en las que están insertas, aún cuando esta tarea no resulte nada fácil a la luz de la diversidad de factores e intereses existentes en la complejidad del entorno. Para nadie es un misterio que en la actualidad el éxito de una empresa depende de factores que trascienden la sola rentabilidad financiera; en efecto, la imagen, posicionamiento público y capacidad de gestionar su relación con los stakeholders constituyen elementos esenciales a la hora de evaluar el desempeño global de una compañía. En esta línea, en los últimos años ha adquirido relevancia la noción de responsabilidad social empresarial (RSE), la que hace alusión a una visión de los negocios que incorpora una preocupación por el comportamiento ético, la comunicación transparente y el desarrollo sustentable. En el caso de las empresas mineras, que por su naturaleza productiva impactan de manera significativa sus entornos naturales y sociales, la noción de RSE adquiere una relevancia especial. Ahora bien, cabe señalar que en el contexto de la economía global cada día ganan mayor importancia estos aspectos aparentemente subsidiarios. Tal como ocurrió en su momento con los estándares de calidad, medio ambiente y seguridad laboral, se espera para los próximos años un posicionamiento normativo claro y uniforme de los mercados internacionales respecto a la RSE. El escenario futuro, en particular para el caso del sector minero, requiere definir con claridad el alcance de los impactos de la actividad, los principales stakeholders asociados, el grado de internalización (socialización) de los contenidos de la RSE en los distintos niveles de decisión organizacional y, finalmente, los criterios metodológicos referidos a la medición y evaluación de los indicadores consensuados. La identificación de estos aspectos interroga respecto a la posibilidad de generar un marco regulativo que permita garantizar la consecución de estándares que puedan hacerse cargo, fundamentalmente, del desafío del desarrollo sustentable. El estudio sociológico de la RSE es incipiente y a menudo se ha limitado a la definición general de marcos conceptuales desapegados de sus mecanismos generativos. Esto ha 7

traído como consecuencia una comprensión insuficiente del fenómeno. Buena parte de las instancias promotoras de la RSE han adolecido de un punto de vista estrictamente sociológico para analizar el tema; el predominio de visiones económicas, administrativas e incluso psico-sociales ha configurado un marco de discusión que si bien ha tenido el mérito de posicionar públicamente la RSE, de todas formas, ha sido incapaz de dar cuenta cabalmente de su naturaleza social. La presente investigación pretende hacerse cargo del déficit teórico en materia de análisis sociológico de la RSE. Por esta razón, adopta una perspectiva abstracta eminentemente reconstructiva. No debe ser motivo de extrañeza, por lo tanto, el hecho que se proceda desde el tratamiento de los fundamentos del conocimiento. La idea de la exposición teórica es recorrer desde las raíces, pasando por el tronco y las ramas, hasta llegar a la expresión germinal de la RSE en el sector minero. El marco analítico general de este estudio corresponde a la moderna teoría de los sistemas sociales formulada originalmente por el sociólogo alemán Niklas Luhmann. Desde esta perspectiva, la RSE es sólo comunicación, por lo tanto es desacoplada de cualquier referencia ontológica al comportamiento individual. La gran ventaja de este enfoque teórico es que permite concentrar la atención única y exclusivamente en los aspectos sociales (comunicacionales) que posibilitan la emergencia de la temática de la RSE. La operacionalización empírica de los conceptos elaborados en este trabajo, de esta manera, apunta a la observación de estructuras comunicacionales persistentes. Considerando este propósito, se llevó a cabo una metodología delphi consistente en la retroalimentación controlada de la opinión de un panel de expertos en RSE ligados al sector minero. Se trató, en definitiva, de un procedimiento de producción artificial de comunicación especializada en el que se intentó captar los principales rasgos de las semánticas asociadas al desenvolvimiento normativo de la RSE en los contextos organizacionales. Los análisis contenidos en este trabajo no pretenden ser lecturas definitivas respecto a la realidad de la RSE en el sector minero. Constituyen, solamente, descripciones sujetas a esquemas de distinción definidos. Las conclusiones que se derivan, por lo tanto, representan acercamientos reductores de complejidad que contribuyen a generar nuevas preguntas más que a resolverlas. Los contenidos de este trabajo están organizados de la siguiente manera. En el capítulo 1 (marco epistemológico), se revisan extensamente los fundamentos de una teoría de la observación sociológica de segundo orden. Junto con presentar las bases teóricas del constructivismo sistémico, se operacionaliza conceptualmente la RSE desde una perspectiva comunicacional y se discuten las implicancias de esto. En el capítulo 2 (modernidad y sustentabilidad), se analiza el contexto general que da lugar a la aparición de la temática en torno a la RSE. Se asume que los rasgos característicos de la modernidad tardía y la creciente preponderancia del paradigma del desarrollo sustentable generan un caldo de cultivo propicio para la aparición de una semántica de la responsabilidad en el entorno de las organizaciones productivas. En el capítulo 3 (organización y normatividad), se desarrolla teóricamente el concepto de organización, asumiendo que su existencia está mediada por entornos normativos que, en definitiva, son 8

los que plausibilizan la coordinación social y la coexistencia de múltiples sistemas autónomos. En este capítulo, además, se analiza de manera especial el tema de la autorregulación sistémica. En el capítulo 4 (responsabilidad social empresarial), se explora el alcance ético, teórico y práctico del concepto que inspira esta investigación. Aquí, se intentará establecer un panorama general de las perspectivas del concepto de RSE en el contexto chileno, particularmente en el sector minero. En el capítulo 5 (diseño metodológico) se expondrán las bases del procedimiento empírico llevado a cabo. Además de definir el objeto de estudio y establecer los objetivos de investigación se explicará en qué consiste el método delphi y cuáles fueron sus criterios básicos de aplicación. En el capítulo 6 (resultados) se presentarán la totalidad de los hallazgos resultantes de la aplicación de la metodología. Además de describir el perfil del panel de expertos se pasará revista a los resultados de cada una de las rondas de aplicación. Finalmente, en el capítulo 7 (observación sociológica de los resultados), se discutirán, a la luz de la teoría, las principales conclusiones derivadas de la investigación.

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Capítulo 1

MARCO EPISTEMOLÓGICO Fundamentos de la Observación Sociológica de Segundo Orden

El presente capítulo tiene como propósito delinear los contornos de una teoría de la observación social capaz de circunscribir de manera precisa el ámbito de interés de la sociología en materia de RSE. Esto resulta de vital importancia considerando que este tema ha sido objeto de reflexión de diversas disciplinas. En efecto, su marco conceptual se ha nutrido de fuentes teóricas que van desde la ética hasta la administración. Por esta razón, en las líneas que siguen, se intentará establecer los criterios básicos de diferenciación del análisis sociológico en términos epistemológicos, semánticos y operativos. Dos son las premisas centrales sobre las que se construye la argumentación. En primer lugar, se asume una visión desontologizada de la realidad. Esto implica abandonar la pretensión de un mundo objetivo externo a quien observa; el conocimiento, de esta forma, queda sujeto a los esquemas implícitos que el observador pone en juego a cada instante. La observación —incluida la científica—, en última instancia, es una distinción que por definición es incapaz de aprehender la totalidad de lo observado. En segundo lugar, se asume que el único medio social a través del cual se designan diferencias es la comunicación. La sociedad, en consecuencia, es sólo comunicación y sólo ésta puede comunicar. Esta perspectiva de análisis al romper con la tradición sociológica centrada en el concepto de acción, prescinde de la figura del sujeto. Lo social, como señalara Durkheim, se explica, por lo tanto, sólo desde lo social1. En un primer momento, se llevará a cabo un análisis crítico del concepto de racionalidad y sus correspondencias con el desarrollo del paradigma científico moderno. El objetivo de esto será mostrar que el advenimiento de una nueva matriz de pensamiento no es un 1

Durkheim, E. (1995a). Las reglas del método sociológico. Madrid: Akal, pág. 55.

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suceso aislado, sino que responde a una historicidad; en otras palabras, sólo la existencia de antecedentes posibilita la negación. En un segundo momento, los esfuerzos se concentrarán en el establecimiento de un concepto constructivista de ciencia que satisfaga las premisas antes descritas. Junto con ello se discutirá la pertinencia de incluir a la sociología en dicha delimitación. A continuación, haciendo uso de la teoría de sistemas, se intentará definir los conceptos de observación y comunicación, poniendo especial énfasis en las consecuencias metodológicas derivadas. Luego, se propondrá un modelo teórico para analizar la RSE, cuyo principal aporte será permitir la convergencia de los dominios ético, psicológico y organizacional dentro de un esquema sociológicamente consistente y epistemológicamente viable. Finalmente, a un nivel meta-teórico, se desarrollará brevemente el tema de la autoimplicación de la teoría, con lo que se intentará sentar las bases para una sociología de segundo orden.

1.1. Verdad y Racionalidad, o la Obsesión por la Unidad del Conocimiento La historia del pensamiento occidental ha estado marcada por la búsqueda del conocimiento cierto. La modernidad, imbuida en la lógica del descubrimiento científico, ha tendido a radicalizar esta pretensión, situando a la «verdad» junto a los dioses del Olimpo. En el juego cognitivo de la modernidad, la realidad externa objetivada constituye el depósito incuestionado de certezas sobre el que se dirigen las ansias de saber. El hombre moderno, de esta forma, siente una necesidad imperiosa de alcanzar la verdad como criterio básico de justificación, no importando la naturaleza de la actividad que desarrolle. Esta obsesión inunda las conciencias y no permite reconocer que “la verdad es de este mundo y está producida aquí gracias a múltiples imposiciones”2. El conocimiento científico, racionalmente institucionalizado, goza de especial prestigio en lo que a búsqueda de la verdad se refiere. La causa se debe en buena parte al empleo casi universal del modelo físico-matemático; según éste, la razón, entendida como propiedad del sujeto pensante, queda subordinada a la existencia de un orden naturalizado y exacto, de manera que el método se sitúa por sobre la capacidad racionalizadora. Esto concuerda con el diagnóstico de la sociología crítica que, en su momento, sostuvo la tesis de que el proyecto de emancipación cognoscitiva de la subjetividad que ofreció la modernidad temprana, capituló ante la acción de los sistemas racionalizantes que todo lo limitan y cuantifican en función de criterios instrumentales3. Como señalan Horkheimer y Adorno, “en la reducción del pensamiento a operación matemática se halla implícita la sanción del mundo como su propia medida. Lo que parece un triunfo de la racionalidad objetiva, la sumisión de todo lo que existe al formalismo lógico, es pagado mediante la dócil sumisión de la razón a los datos inmediatos”4.

2

Foucault, M. (1992). Microfísica del poder. Madrid: La Piqueta, pág. 198. Callinicos, A. (1999). Social theory. New York: New York University Press, pág. 254. 4 Horkheimer, M. y Adorno, Th. (1994). Dialéctica de la ilustración. Madrid: Trotta, pág. 142. 3

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La racionalidad, ciertamente, constituye un objeto de estudio fundamental, puesto que obliga, en última instancia, a centrar la atención en las categorías propias empleadas en la construcción del conocimiento y en la delimitación de sus criterios de validación. En momentos en que la ciencia experimenta una verdadera transición paradigmática a nivel de la definición de sus fundamentos racionales, resulta esencial explorar sus contornos para, a partir de ello, operar la negatividad que pueda llevarla a un nuevo estadio de comprensión, no sólo de los fenómenos que intenta explicar, sino, fundamentalmente, de sí misma.

1.1.1. De la Conciencia Participativa al Desencantamiento del Mundo: Breve Crónica del Asenso y Posicionamiento de la Racionalidad Instrumental

A menudo la edad media es visualizada como una época oscura, carente de dinamismo y esencialmente aburrida. No obstante, pocas veces se repara en el hecho de que esa imagen fue construida por los historiadores de la ilustración con el claro propósito de resaltar los destellos modernos de la razón en contraposición al oscurantismo escolástico propio de los siglos anteriores. El medioevo, más allá de sus rasgos estructurales característicos5, puede ser considerado como un tiempo histórico cargado de simbolismo en el que predominó un sentido vivencial diametralmente distinto al imperante en la modernidad. En efecto, como apunta Morris Berman, en este período El mundo era visto como un vasto conglomerado de correspondencias. Todas las cosas están relacionadas con todas las demás, y estas relaciones son de simpatía y antipatía. Los hombres atraen a las mujeres, la magnetita atrae al fierro, el aceite repele el agua y los perros repelen a los gatos. Las cosas se mezclan y tocan en una cadena o cuerda infinita hecha vibrar (escribía Della Porta en Magia Natural) por la causa primera, Dios. Las cosas también son análogas al hombre en el famoso concepto alquímico del microcosmos y el macrocosmos: las rocas de la tierra son sus huesos, los ríos sus venas, los bosques su pelo y los cicádidos su caspa. El mundo se duplica y se refleja a sí mismo en una red interminable de semejanzas y diferencias. Es un sistema de jeroglíficos, un libro abierto “erizado con signos escritos”.6

Esta cosmovisión, como muy bien lo expresa el fragmento, se caracteriza por un sentido de totalidad en el que todos los eventos de la naturaleza aparecen integrados dentro de un esquema general divinamente elaborado; el ser humano, en tanto obra de la creación, experimenta una forma de estar en el mundo basada en la compenetración rítmica con los procesos naturales. El predominio de una conciencia participativa, en la que el hombre se considera a sí mismo parte de la naturaleza y el orden de las cosas, tiene consecuencias importantes a nivel de los esquemas de construcción de la realidad. En efecto, las distancias entre sujeto y objeto no existen; la explicación de los fenómenos en lugar de 5

A saber, el predominio de un orden económico feudal, la estratificación piramidal de la sociedad y la influencia de la iglesia, en tanto vínculo entre lo espiritual y lo temporal. Krebs, R. (1989). Breve historia universal. Santiago: Universitaria, págs. 156 y siguientes. 6 Berman, M. (1999). El reencantamiento del mundo. Santiago: Cuatro vientos, págs. 73-74.

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volcarse a la identificación de mecanismos causales, se concentra en la atribución de esencias motivacionales ocultas. Se vive, pues, en un mundo encantado donde cada cosa en su unidad tiene vida y propósito, por obra y gracia de Dios. Conocer, por lo tanto, constituye un acto vital en el que “hecho y valor, epistemología y ética, son idénticos”7. El colapso de la economía feudal, el surgimiento del capitalismo y la consecuente transformación de las relaciones sociales contribuyeron a bajar el telón de la edad media. A nivel de las mentalidades, el derrumbe de la visión medieval se explicó, fundamentalmente, por el influjo de la revolución científica. Como es bien sabido, los desarrollos a nivel de las ciencias empíricas se fundaron en la desacralización de los espacios subjetivos. La orientación hacia los esenciales es suplantada por una contemplación intelectualizada de las apariencias; el mundo se convierte en el laboratorio no sólo de la nueva manera de construcción de conocimiento, sino también de la propia experiencia calculadora y especuladora. El filósofo inglés Francis Bacon, figura central de este período, postulaba que el propósito del conocimiento era descubrir la forma, que el definía como esencia, en el sentido de trasfondo que hace ser a un objeto lo que es y no otra cosa. En otras palabras, la idea era despejar las ilusiones y falsas percepciones que habían reinado por tanto tiempo en el mundo8. Por su parte, René Descartes, el otro gran artífice intelectual de este período, planteaba la necesidad de establecer reglas del pensamiento racional capaces de encauzar analíticamente la búsqueda del conocimiento9. El marco teórico de la ciencia moderna, por lo tanto, se constituye a partir de la fusión de empírea y razón, objeto y sujeto, cuerpo y mente. A pesar de que tradicionalmente estas perspectivas han sido visualizadas como antagónicas, lo cierto es que ambas sirvieron de fundamento a los trabajos de los fundadores de la física moderna (Galileo y Newton)10. El influjo de la ciencia y el creciente protagonismo de la dimensión individual (humanismo), que desde el renacimiento italiano comenzó a imponerse en el ámbito de la cultura y las artes, constituyeron factores facilitadores del proceso de desencantamiento del mundo que experimentó la sociedad europea hacia finales del siglo XVI. La matriz religiosa fue sustituida por una metafísica del sujeto en cuyo corazón floreció el culto a la razón. En el ámbito de la filosofía esta tendencia tuvo en el idealismo y el positivismo sus expresiones maduras más importantes. A diferencia de lo que ocurre en la edad media, el hombre reconoce una realidad externa desacoplada a su existencia que no sólo es susceptible de ser contemplada objetivamente (en tanto unidad ontológica), sino también intervenida y manipulada en función de criterios instrumentales. Esto último es lo realmente importante ya que “la racionalización de la cultura sólo se torna empíricamente eficaz cuando se convierte en racionalización de las orientaciones de acción y de los órdenes de la vida social”11. Max Weber, en su clásica tipología de la acción social, expresa lo siguiente: 7

Op. Cit., pág. 51. Rémusat, Ch. (1944). Bacon. Buenos Aires: Américalee, pág. 201. 9 Descartes, R. (1982). Discurso del método. Madrid: EDAF, págs. 50-51. 10 En efecto, el gran «descubrimiento» que hicieron ambos personajes consistió en establecer que las leyes del pensamiento se conforman con las leyes de las cosas, no obstante, éstas deben cotejarse con datos para saber qué pensamientos pensar. Berman, M. (1999). Op. Cit., págs. 28 y siguientes. 11 Habermas, J. (2001). Teoría de la acción comunicativa, I. Madrid: Taurus, pág. 251. 8

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Actúa racionalmente con arreglo a fines quien oriente su acción por el fin, medios y consecuencias implicadas en ella y para lo cual sopese racionalmente los medios con

los fines, los fines con las consecuencias implicadas y los diferentes fines entre sí; en todo caso, pues, quien no actúe ni afectivamente (emotivamente, en particular) ni con arreglo a la tradición12. La acción racional, de esta manera, es un encadenamiento pragmático-lógico que supone cálculo y elaboración. En definitiva, requiere una estructura metódica inmanente que prescinda de los sentimientos circunstanciales y las ataduras con el pasado; de ahí su sintonía con la praxis científica moderna. Ahora bien, en el proceso general de racionalización que diagnostica Weber, la supuesta neutralidad axiológica de la racionalidad aplicada opera como factor legitimador de su ampliación a las más diversas esferas sociales (política, arte, religión, etc.). Esto conlleva consecuencias importantes, ya que, como señala Jürgen Habermas, “la razón técnica de un sistema social de acción racional con respecto a fines no se desprende de su contenido político”13.

1.1.2. Diagnóstico Sociológico de la Racionalización

Los procesos de racionalización han sido objeto de reflexión de la sociología desde sus comienzos. Los clásicos de la disciplina, desde sus particulares puntos de vista, los tematizaron, básicamente, de dos maneras: como racionalización de las estructuras sociales y como racionalización de la cultura. Ambas perspectivas, sin embargo, son complementarias e históricamente dependientes. El estudio sistemático de la racionalización de las estructuras sociales, particularmente en la obra de Marx y Durkheim, se relaciona con la división social del trabajo, la que es entendida como la diferenciación de labores en el marco de una estructura delimitada. Para Marx, la implantación de la racionalización social está directamente relacionada con el despliegue de las fuerzas productivas. Esto se expresa dialécticamente en la relación macro-micro. Así, la división del trabajo en la sociedad representa la premisa básica para el intercambio libre y expedito de mercancías en el mercado, mientras que en el taller supone la autoridad incondicional del dueño de los medios de producción sobre el trabajador; de esta manera, “en la sociedad del régimen capitalista de producción, la anarquía de la división social del trabajo y el despotismo de la división del trabajo en la manufactura se condicionan recíprocamente”14. La tensión inherente entre fuerzas productivas y relaciones de producción no logra ser superada por la presión racionalizadora que ejercen las primeras sobre las segundas. Por esta razón, para Marx, la corriente racionalizante que impone el capitalismo es fuente de conflicto15. En el caso de Durkheim, la lectura es diametralmente distinta. Primero que nada, este autor se distancia 12

Weber, M. (1999). Economía y sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, pág. 21. Habermas, J. (1992). Ciencia y técnica como ideología. Madrid: Tecnos, pág. 55. 14 Marx, K. (1999). El capital, I. México: Fondo de Cultura Económica, pág. 290. 15 Callinicos, A. (1999). Op. Cit., págs. 92-93. 13

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de las interpretaciones economicistas al plantear que la división del trabajo trasciende lo económico y alcanza las regiones más diversas del mundo social16. A diferencia de Marx, Durkheim cree que la organización racional y compartida del trabajo no sólo conlleva servicios económicos, sino, fundamentalmente, una función moral, a saber, “crear entre dos o más personas un sentimiento de solidaridad”17. En el caso de las sociedades modernas en que la división del trabajo está ampliamente extendida, prima una solidaridad orgánica caracterizada por el predominio de la conciencia individual por sobre la colectiva y la creciente interdependencia funcional entre los individuos18. En síntesis, para el sociólogo francés, la división del trabajo contribuye a la integración de la estructura social. El análisis de la racionalización de la cultura, por otro lado, tiene su punto de partida en la acción racional con arreglo a fines, en tanto motivación originaria desencadenante de procesos de cosificación estructural. Esta perspectiva, ciertamente, realza el papel de la agencia, mas no se desentiende de los efectos a nivel de las estructuras de la conciencia moderna y las instituciones sociales. Prueba de ello son los estudios de Weber en torno a la influencia de la ética protestante en el surgimiento del capitalismo19. Ahora bien, la racionalización de las diversas esferas culturales de la sociedad trae consigo su creciente autonomización. “Con la ciencia y la técnica, con el arte autónomo y los valores relativos a la presentación expresiva que el sujeto hace de sí con las ideas universalistas que subyacen al derecho y a la moral, se produce una diferenciación de tres esferas de valor, cada una de los cuales obedece a su propia lógica”20. Según Weber, esto cristaliza en sendos procesos de institucionalización que redundan en la conformación de una virtual jaula de hierro en la que la racionalidad de las esferas culturales se impone. Como señala Carlos Cousiño: Esta racionalidad que se despliega respecto a fines es una racionalidad que lleva al surgimiento de instituciones sociales extraordinariamente eficientes, extremadamente racionales, pero que constituyen una amenaza creciente para la libertad de los individuos. En este punto es conveniente asociar siempre a Max Weber con Franz Kafka —quien, de hecho, estudió con Weber en Alemania—, así como la imagen de un mundo en el que ya no hay sentido y en el que se dan procedimientos capaces de agotar y perder a cualquiera. Idea retomada y magníficamente expuesta por Kafka, pero que expresa de manera contundente el diagnóstico que hizo Weber de su época: un mundo desencantado, sin sentido, burocratizado hasta el extremo mismo de poner en seria amenaza la libertad de los hombres21.

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Durkheim, E. (1995b). La división del trabajo social. Madrid: Akal, pág. 48. Op. Cit., pág. 65. 18 Op. Cit., pág. 153. 19 Según Weber, uno de los componentes constitutivos del espíritu capitalista moderno (y no sólo de éste, sino de toda la cultura moderna) es la tendencia a conducir la vida racionalmente sobre la base de la idea de profesión heredada del ascetismo cristiano intramundano. Esta visión, claramente, intenta constituirse en un contrapeso culturalista frente a las versiones economicistas preponderantes en lo que a explicación de las bases del capitalismo se trata. Weber, M. (1998). La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Madrid: Istmo, pág. 258. 20 Habermas, J. (2001). Op. Cit., pág. 222. 21 Cousiño, C. (1998). “La jaula de hierro (acerca de Max Weber)”. En: Estudios Públicos. Nº 71, pág. 52. 17

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Haciéndose parte de la visión weberiana de la racionalización, la escuela de Frankfurt desarrolla la tesis de la pérdida progresiva de la libertad y la autodestrucción de la ilustración22. La autonomización de la racionalidad instrumental encarnada en los sistemas burocráticos omnipresentes coloniza las conciencias individuales, de manera que el denominador común «cultura» contiene implícitamente la captación, la catalogación y la clasificación que entregan al sujeto en manos de la administración23. Las promesas de emancipación se diluyen en el caldo capitalista de la alienación cultural y el consumo; como plantea Marcuse, las personas se reconocen en sus bienes, por lo que se convierten prácticamente en lo que poseen24. Desde esta perspectiva, “el reconocimiento crítico de las categorías que dominan la vida de la sociedad contiene también la condena de aquellas”25. Como puede apreciarse, el diagnóstico sociológico de la racionalización es variado, no obstante, conserva un hilo conductor común, a saber el reconocimiento de las consecuencias perversas que trae aparejada la ascendente racionalización de los espacios sociales y subjetivos. Si bien, la postura de Durkheim destaca los efectos positivos de la racionalización a nivel de la división social del trabajo, no hay que olvidar que su análisis está impulsado, primariamente, por el deseo de encontrar un antídoto al mal de los tiempos modernos: la anomia26.

1.1.3. Más Allá de la Posmodernidad: Emancipación y Resignificación del Concepto de Racionalidad

Tal como se pudo ver en la sección anterior, la promesa moderna de emancipación de la subjetividad vuelve sobre sí en forma de trampa racionalizante. La direccionalidad del progreso técnico es cuestionada sobre la base de los profundos desajustes sociales y la apropiación instrumental de la naturaleza. Los fundamentos axiales de la modernidad ya no son vistos como fuente de verdad (iluminismo), sino más bien como imposiciones culturales históricamente identificables. La crítica a la razón, de esta manera, recupera la figura de Nietzsche. Como señala Habermas, Con Nietzsche la crítica a la modernidad renuncia por primera vez a mantener su contenido emancipatorio. La razón centrada en el sujeto queda ahora confrontada con lo absolutamente otro de la razón. Y como contrainstancia de la razón Nietzsche apela a las 22

Como señala Alex Callinicos, “the tendency, charasteristic of authoritarian states, to absorb the individual into the social is also present in liberal burgeois societies. The individual subject of nineteenthcentury competitive capitalism no longer exist. ‘Late capitalism’ has broken it open, and subordinated it conscious and unconscious mental life directly to the impersonal rhythms of mass production and consumption”. “The abolition of the individual subject is paradoxically the outcome of a process which involves the systematic subordination of nature to humankind”. Callinicos, A. (1999). Op. Cit., págs. 253254. 23 Horkheimer, M. y Adorno, Th. (1994). Op. Cit., pág. 123. 24 Marcuse, H. (1981). El hombre unidimensional. Madrid: Ariel, pág. 9. 25 Horkheimer, M. (1992). Teoría crítica. Barcelona: Amorrortu, pág. 241. 26 Durkheim, E. (1995a). Op. Cit., pág. 433.

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experiencias de autodesenmascaramiento, transportadas a lo arcaico, de una subjetividad descentrada, liberada de todas las limitaciones del conocimiento y la actividad racional con arreglo a fines, de todos los imperativos de lo útil y de la moral27.

La ruptura con la racionalidad se fundamenta en una teoría de la voluntad de poder que asume la subjetividad como una fuerza regida por el pathos de la extensión de la influencia y la dominación. Evidentemente, el proceso de identificación de las «relaciones de poder ocultas» se sitúa a sí mismo fuera del horizonte de la razón28. Uno de los herederos más importantes de esta tradición en el panorama intelectual del siglo XX es Michel Foucault29. Para este autor, la esencia del análisis social es la reconstrucción genealógica de los ejercicios de poder que están a la base de los órdenes naturalizados de la modernidad30. El eje analítico se traslada, de esta forma, de las estructuras de pensamiento a las prácticas cotidianas, de manera que lo importante ya no es tanto lo que se piensa, sino lo que se hace. La modernidad, desde esta perspectiva, queda despojada de todo su contenido teórico-trascendental; el «agotamiento» de la racionalidad como principio operativo básico, lleva a algunos autores a inaugurar una nueva época: la posmodernidad. Para Lyotard, ésta se caracteriza por el fin de los metarrelatos y la instauración de un lazo vinculante caracterizado por la «atomización» de lo social en redes flexibles de juegos de lenguaje31. La metafísica del sujeto, de esta manera, queda excluida; sólo la experiencia del sí mismo, desanclada de propósitos normativos universalistas, se ajusta a la dinámica pluralista contemporánea. Esta postura desdeña los intentos revisionistas que intentan reposicionar al sujeto racional como protagonista de la historia. En palabras de Richard Rorty: “el desprecio que siente Lyotard por la «filosofía de la subjetividad» es tal que le hace abstenerse de cualquier cosa que huela a la «metanarrativa de la emancipación»”32. Ahora bien, a la luz de lo planteado por las corrientes anti-modernistas, ¿es posible sostener que la racionalidad ha caducado, en tanto principio ordenador? Definitivamente, no. El poder, el pluralismo y la experiencialidad (todas categorías que intentan superar el concepto de racionalidad) no escapan a la lógica del pensamiento teórico, por lo que, en cierta medida, constituyen despliegues de algo que bien pudiera denominarse racionalidad. De lo que se trata, entonces, es de explorar una definición del concepto que se desprenda de las ataduras de la razón instrumental práctica ligada a la ciencia, la técnica y el cálculo económico. Para ello vale la pena revisar, aunque sea someramente,

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Habermas, J. (1993). El discurso filosófico de la modernidad. Madrid: Taurus, pág. 122. Op. Cit., pág. 124. 29 Al menos esta es la opinión de Anthony Giddens, quien destaca el aporte del filósofo francés en el estudio de la burocracia, la sexualidad y la teoría del poder. Giddens, A. (2000). Sociología. Madrid: Alianza, pág. 38. 30 En su clásico estudio sobre el nacimiento de la prisión, Foucault muestra que el paso del castigo a la vigilancia refleja una transición a nivel de las economías del poder. Más allá de las racionalizaciones funcionales esgrimidas en la justificación del sistema carcelario, se esconde una voluntad de dominación y control de los cuerpos dóciles. Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar. Buenos Aires: Siglo XXI, sobre todo págs. 145 y siguientes. 31 Lyotard, J.F. (1987). La condición posmoderna. Madrid: Cátedra, págs. 35 y siguientes. 32 Rorty, R. (1994). “Habermas y Lyotard sobre la posmodernidad”. En: Varios Autores. Habermas y la modernidad. Madrid: Cátedra, pág. 272. 28

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los planteamientos en torno a la racionalidad de dos de los teóricos más influyentes de la sociología del último siglo: Habermas y Luhmann. Habermas, en su monumental Teoría de la acción comunicativa, se propone desarrollar un concepto de racionalidad capaz de desligarse de los supuestos subjetivistas e individualistas implícitos en la versión weberiana de la teoría de la acción. Para ello, desarrolla el concepto de mimesis que alude a un comportamiento entre personas en el que la una se asimila a la otra; el núcleo racional de las operaciones miméticas sólo puede quedar al descubierto si se abandona el paradigma de la filosofía de la conciencia y se lo sustituye por el paradigma de la filosofía del lenguaje (entendimiento intersubjetivo) en el que los aspectos cognitivo-instrumentales quedan insertos en el concepto de racionalidad comunicativa33. El fenómeno a explicar, por lo tanto, ya no es el conocimiento y sojuzgamiento de una naturaleza externa objetivada, sino la intersubjetividad del entendimiento posible. “El foco de la investigación se desplaza entonces de la racionalidad cognitivo-instrumental a la racionalidad comunicativa”34. El punto de partida de Luhmann para el análisis es distinto (particularmente en lo que a nivel de abstracción de refiere); para él, la racionalidad es una propiedad de los sistemas sociales autorreferentes. Por esta razón, el concepto unificado de racionalidad se desmorona, finalmente, en una tipología de diversas racionalidades, cuya relación mutua ya no puede quedar sujeta a exigencias de una racionalidad (por ejemplo, de orden jerárquico)35. La condición básica de toda racionalidad es una distinción que reaparece en sí misma; esto quiere decir que las diversas racionalidades responden a esquemas propios, por lo que la existencia de una «realidad racional englobante» externa al sistema observador, desde esta perspectiva, es imposible. De ahí, la crítica respecto a “que la racionalidad pueda ser recogida en forma de programa, por ejemplo como maximización de utilidad o como comprensión razonable”36. Las diferencias entre las concepciones teóricas de Habermas y Luhmann son claras; mientras para el primero la racionalidad comunicativa constituye un imperativo para la consecución del consenso social, para el segundo la racionalidad sistémica es una condición de existencia e identidad de la cerradura operativa de los sistemas. Ambas perspectivas, sin embargo, resignifican de manera original el concepto en cuestión con lo que lo vuelven operacionalizable en el contexto de la realidad actual.

1.2. Cambio de Paradigma y Relocalización de la Ciencia (en torno a la Reivindicación del Estatus Científico de la Sociología) Cuando se asume que la racionalidad es mucho más que la racionalidad instrumental, se adiciona un nivel más de complejidad y abstracción al propósito de su comprensión, ya que el problema se vuelca sobre sí mismo (a través de la pregunta por la racionalidad de 33

Habermas, J. (2001). Op. Cit., pág. 497. Op. Cit., pág. 499. 35 Luhmann, N. (1998a). Sistemas sociales. Barcelona: Anthropos; México: Universidad Iberoamericana; Santafé de Bogotá: CEJA, pág. 168. 36 Luhmann, N. (1997). Observaciones de la modernidad. Barcelona: Paidós, pág. 63. 34

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la racionalidad). Lo que en el lenguaje neo-positivista de la ciencia aparece como una tautología propia de sistemas de pensamiento metafísicos37, desde perspectivas epistemológicas alternativas, puede ser interpretado como la consecuencia inevitable de una operación autorreferente. Sin lugar a dudas, la ciencia experimenta en la actualidad una transición paradigmática caracterizada, fundamentalmente, por la recuperación de la figura de un observador que desde sus propios esquemas de distinción construye la realidad; la autorreferencialidad, de esta manera, deja de ser una molestia para convertirse en tema central de investigación. En este nuevo escenario, la práctica científica ya no puede ser considerada como una llave de «acceso privilegiado» a la realidad; por supuesto, conserva una racionalidad observacional específica, mas no puede reclamar para sí la propiedad del conocimiento objetivo de un mundo externo a sus esquemas basales de diferenciación. La incompletitud de la autorreferencia, de esta forma, se convierte en criterio elemental de cualquier construcción (científica) de conocimiento38. Una de las corrientes epistemológicas que ha hecho suyos estos planteamientos es el constructivismo. Como señala Marcelo Arnold, “esta epistemología sostiene que nuestros conocimientos no se basan en correspondencias con algo externo, sino que son resultado de un observador que se encuentra siempre imposibilitado de contactarse directamente con su entorno”39. Pese a que muchos de los fundamentos de esta perspectiva provienen de disciplinas como la biología o la cibernética, su acogida e interpretación por parte de la sociología ha sido particularmente importante. A continuación, se intentará delimitar el aporte del constructivismo a la elaboración de una teoría científica de la sociedad, poniendo especial atención en las discontinuidades paradigmáticas derivadas.

1.2.1. El Constructivismo y su Contribución a la Despedida de la Objetividad La ciencia tradicional se basa en la posibilidad de acceder a la realidad y de forjar conocimiento a partir de la puesta en práctica de un método riguroso y estandarizado, independiente de la experiencia del observador. Los planteamientos constructivistas, evidentemente, contravienen esta creencia e inauguran, de esta manera, un paradigma cuya radicalidad obliga a abandonar muchas de las ingenuas pretensiones que el ser humano ha cobijado históricamente. Como plantea Ernst Von Glasersfeld, La revolución que se ha puesto en movimiento en nuestro siglo es más profunda que la de Copérnico, que expulsó al hombre de su soñada posición de privilegio en el centro del universo. Después de Copérnico pudimos seguir considerándonos la “coronación de la creación” y alimentar la creencia de que éramos los únicos capaces de conocer, por lo 37

Popper, K. (1985). Post scriptum a la lógica de la investigación científica. Volumen I. Madrid: Tecnos, pág. 234. 38 Esta perspectiva, asume, así, las consecuencias del teorema de Gödel. Gelgi, F. (2004). “Implications of Gödel´s incompleteness theorem on A.I. v/s. mind”. En: NeuroQuantology. Nº 3, págs. 186-189. 39 Arnold, M. (2004). “Introducción a las epistemologías sistémico/constructivistas”. En: Osorio, F. (ed.). Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista. Santiago: MAD, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, pág. 9.

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menos a grandes rasgos, la consistencia de la creación. El siglo XX ha hecho ilusoria esa creencia. Sea lo que fuere lo que entendemos por “conocimiento”, ya no puede ser más la imagen o la representación de un mundo independiente del hombre que hace la experiencia40.

En este nuevo contexto, la idea de objetividad se derrumba dejando al desnudo los fundamentos instrumentales e ideológicos que la sostuvieron durante siglos41. Los hallazgos en el área de la neurofisiología confirman que “todo proceso de conocer está necesariamente fundado en el organismo como una unidad y en el cierre operacional de su sistema nervioso”42, por lo que cualquier pretensión de alcanzar una correspondencia precisa entre descripción y mundo exterior constituye una quimera. Por supuesto, esto no quiere decir que la experiencia cognitivo-observacional esté condenada al solipsismo; por el contrario, requiere de un entorno como condición de posibilidad. El concepto de enacción, en este sentido, ayuda a entender que “la cognición no es la representación de un mundo pre-dado por una mente pre-dada sino más bien la puesta en obra de un mundo y una mente a partir de una historia de la variedad de acciones que un ser realiza en el mundo”43. Cuando se asume la imposibilidad basal de alcanzar la versión clásica del conocimiento verdadero, surge el impulso de abandonar el camino de la explicación científica para tomar la senda posmoderna del todo vale. Esto denota una visión chata de lo que es la ciencia, puesto que la limita a categorías racionales ancladas en una contextualidad obsoleta. El reconocimiento de los límites implícitos de la observación o la despedida de la objetividad, no tienen porqué implicar la extinción del espíritu científico; ciertamente, constituyen obstáculos epistemológicos que como tales interrumpen el proceso cognoscitivo44, sin embargo, es preciso tener claro que “es en el acto mismo de conocer, íntimamente, donde aparecen, por una especie de necesidad funcional, los entorpecimientos y las confusiones”45. Las consecuencias que se derivan de la irrupción del constructivismo, por lo tanto, son un estímulo a la reflexión teórico-práctica en torno a la nueva matriz conceptual de la ciencia: la observación. La práctica científica, despojada de sus ataduras ontológicas, acota su alcance, de esta forma, a la definición de criterios de validación de las observaciones que realiza46, de manera que los propósitos elucidadores de la filosofía de la ciencia se trasladan, finalmente, a una teoría de la 40 Von Glasersfeld, E. (2000). “Despedida de la objetividad”. En: Watzlawick, P. y Krieg, P. (comps.). El ojo del observador. Barcelona: Gedisa, pág. 19. 41 Esta es la opinión de Humberto Maturana, quien sostiene que la objetividad connota una voluntad impositiva. Maturana, M. (1997). La objetividad: un argumento para obligar. Santiago: Dolmen, pág. 13. 42 Maturana, H. y Varela, F. (1998). El árbol del conocimiento. Santiago: Universitaria, pág. 111. 43 Ojeda, C. (2001). “Francisco Varela y las ciencias cognitivas”. En: Revista Chilena de Neuro-psiquiatría. Nº 39, pág. 289. 44 Troncoso, C. (2000). Perspectivas epistemológicas contemporáneas. Concepción: Dirección de Docencia, Universidad de Concepción, pág. 10. 45 Bachelard, G. (1972). La formación del espíritu científico. Buenos Aires: Siglo XXI, pág.15. 46 Para Maturana, este requisito queda satisfecho a través de la aplicación del llamado “criterio de validación de las explicaciones científicas”, según el cual el observador desde su “praxis del vivir” a) define el fenómeno que ha de ser explicado, b) propone un mecanismo explicativo para el mismo, c) deduce desde el mecanismo propuesto un nuevo fenómeno y, finalmente, d) replica la experiencia manteniendo constante las condiciones señaladas. Maturana, H. (1997). Op. Cit., págs. 30-31.

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observación. La gran diferencia de este modo de abordar el conocimiento, respecto a los paradigmas epistemológicos clásicos, es que no esconde su circularidad congénita. La observación siempre requiere de una segunda observación que vea lo que la primera no es capaz de ver. Los cambios de paradigma suponen discontinuidad y ruptura47. Pese a que la sociología históricamente ha tenido cierta propensión a la recuperación y reinterpretación de autores clásicos, de todas maneras, en su corta vida ha experimentado algunos quiebres importantes. Entre ellos, sin lugar a dudas, uno de los más sugerentes ha sido el suscitado por la perspectiva constructivista sistémica. En efecto, esta línea teórica, prácticamente, ha obligado a refundar la disciplina, sobre la base de un concepto revolucionario de sociedad basado en la idea de construcción observacional de realidad mediante comunicación48.

1.2.2. Quiebre I: De lo Lógico a lo Operativo Desde la perspectiva constructivista, cualquier intento de reducir el conocimiento a una expresión teórica abstracta desacoplada de sus mecanismos generativos implícitos constituye una ficción. La «nueva epistemología», en este sentido, al hacerse cargo de los procesos observacionales desde los procesos observacionales, renuncia a las premisas básicas heredadas del empirismo lógico. Como se sabe, la ciencia tradicional operó durante mucho tiempo en virtud de un método basado en la verificación de hechos bajo un marco lógico. La idea de que el conocimiento de lo real podía ser referido a la relación lógica de los datos sensibles más elementales primó a tal punto que, incluso hoy, muchos le atribuyen a la verificación empírica «propiedades mágicas»49. Popper objetó esto, al plantear que la única manera de entrar en contacto con la realidad era mediante la falsación de nuestras suposiciones50. Mediante este planteamiento, el filósofo de origen austriaco, intentó establecer un criterio de demarcación entre ciencia y metafísica51. Pese a que la teoría popperiana terminó por derrumbar las pretensiones universalistas de los grandes sistemas teóricos de su tiempo, de todas maneras, fue víctima de potentes críticas. Lakatos, por ejemplo, sostiene que el método falsacionista “es otra variedad de convencionalismo revolucionario: su principal diferencia es que permite que sean aceptados por convención los enunciados básicos, fácticos, singulares en un sentido espacio-temporal, en lugar de las teorías espacio47

Troncoso, C. (2000). Op. Cit., pág. 47. Ciertamente, la idea de ruptura también guarda relación con la incomparabilidad del mundo una vez cambiada la forma teórica de verlo. Kuhn, T. (1992). La estructura de las revoluciones científicas. Santafé de Bogotá: Fondo de Cultura Económica, pág. 177. 48 Por el momento no vale la pena profundizar más sobre este enfoque teórico, ya que las próximas líneas estarán destinadas a su operacionalización y desglose comprensivo. 49 Esto tiene que ver con la validación irreflexiva de la ciencia en términos de método. Pérez Soto, C. (1998). Sobre un concepto histórico de ciencia. Santiago: LOM, págs. 311 y siguientes. 50 Popper, K. (2001). Conocimiento objetivo. Madrid: Tecnos, pág. 324. 51 Popper, K. (1977). La lógica de la investigación científica. Barcelona: Tecnos, págs. 40 y siguientes.

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temporales universales”52. El racionalismo crítico constituye, de esta manera, un intento más de reducción lógica del conocimiento, incapaz de operar recursivamente sobre sí mismo. En la actualidad, se asume la inconmensurabilidad de los esquemas lógicos abstractos respecto a la realidad53. Más allá de los a priori racionales, cobran importancia los mecanismos basales que posibilitan la construcción de conocimiento. Los esfuerzos destinados a alcanzar la consistencia del objeto conceptual, se movilizan, así, a la observación de observaciones; el eje epistemológico se traslada, por lo tanto, de lo lógico a lo operativo. Ahora bien, desde la perspectiva de la sociología, estos planteamientos sólo pueden aprehenderse en forma de teoría del conocimiento cuando cristalizan comunicacionalmente en la sociedad. Como plantean Arnold y Robles, La preferencia por lo social es imprescindible si se quiere explicar desde el plano de la ciencia pues, por ejemplo, cuando se utiliza la distinción entre conocimiento ordinario y científico nadie puede argumentar diferencias entre sistemas síquicos o entre neuronas y sí, por el contrario, aludir a diferenciaciones alcanzadas en el sistema de la sociedad, Por eso, aunque el constructivismo pueda proyectarse desde la neurobiología o la sicocognición, su integración, como teoría del conocimiento, ocurre en la cerradura del sistema de comunicación de la sociedad, específicamente desde las operaciones sociales que la constituyen y sostienen54

Cuando se asume que la sociedad es un sistema cerrado que observa y construye realidad a partir de su propia autorreferencia, se abandona la pretensión de anclar el despliegue de racionalidad exclusivamente en la capacidad psíquica de los individuos. Al generalizarse los dispositivos reflexivos de observación, de esta manera, se proporciona un ángulo para desacoplar el conocimiento de la realidad en términos de operaciones sistémicas55.

1.2.3. Quiebre II: De lo Simple a lo Complejo El racionalismo cartesiano nos legó la máxima de la simplicidad del pensamiento. La idea de que lo verdadero resulta aprehensible por la siempre confiable vía de la intuición tuvo como propósito blindar al sujeto cognoscente frente a las trampas del conocimiento56. Como señala Denise Najmanovich, “Descartes pretendió crear un camino que permitiera 52

Lakatos, I. (1978). La metodología de los programas de investigación científica. Madrid: Alianza, pág. 145. 53 En palabras de Gregory Bateson, “cuando las secuencias de causa y efecto se vuelven circulares (o adquieren formas más complejas aún que la circular), la descripción o trazado de esas secuencias en la lógica atemporal se torna autocontradictoria. Se generan paradojas que la lógica pura no puede tolerar”. Bateson, G. (1993). Espíritu y naturaleza. Buenos Aires: Amorrortu, pág. 71. 54 Arnold, M. y Robles, F. (2004). “Explorando caminos transilustrados más allá del neopositivismo”. En: Osorio, F. (ed.). Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista. Santiago: MAD, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, pág. 29. 55 Op. Cit., pág. 30. 56 Troncoso, C. (2000). Op. Cit., pág.17

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llegar al conocimiento sin tropezar con el error, ni perderse en la confusión, sin ensuciarse en el barro de la perplejidad, ni andar a tientas por la bruma del sin sentido”57. A diferencia de lo que propone el racionalismo, “la ciencia contemporánea busca la complicación del objeto y de la experiencia. Se pretende encontrar lo complejo tras lo supuestamente simple, la pluralidad bajo la unidad de lo idéntico”58. Para Bachelard, esto se expresa en la adopción de una racionalidad actuante que en lugar de remitirse a la meditación separada de los objetos combinados, “sustituye la claridad en sí por una suerte de claridad operatoria. Lejos de que sea el ser el que ilustra la relación, es la relación la que ilumina al ser”59. Las interacciones y las interdependencias, de esta forma, pasan a ser las categorías fundamentales del conocimiento. La complejidad puede concebirse como un tejido de componentes heterogéneos en el que prima lo inextricable, desordenado y ambiguo. Como plantea Morin, lo complejo no es la otra cara de lo simple, sino, más bien “es la unión de los procesos de simplificación que implican selección, jerarquización, separación, reducción, con los otros contra-procesos que implican la comunicación, la articulación de aquello que está disociado y distinguido”60. Las consecuencias que se derivan de la adopción del pensamiento complejo, necesariamente, obligan a renunciar a la lógica mecanicista del paradigma simplista. En esta línea, los aportes provenientes de la cibernética y la teoría de sistemas han contribuido enormemente a plausibilizar el tratamiento científico de los fenómenos complejos: la reflexión en torno a la diferencia entre sistema y entorno constituye un buen ejemplo61. En palabras de Luhmann, La manera más accesible de entender la complejidad es pensar, primero, en el número de las posibles relaciones, de los posibles acontecimientos, de los posibles procesos. De inmediato se caerá en la cuenta de que cada organismo, cada máquina, cada formación social, tiene siempre un entorno que es más complejo, que ofrece más posibilidades que las que el sistema puede acoger, procesar, legitimar62.

La adopción de la idea de pendiente de complejidad entre sistema y entorno facilita la comprensión de los fenómenos en términos de posibilidades de selección, lo que implica que “toda operación, sea intencional o no, controlada o no, observada o no, es una selección”63. En el caso particular de los sistemas sociales, el medio a través del cual se llevan a cabo selecciones es el sentido. 57

Najmanovich, D. (2005). “La complejidad: de los paradigmas a las figuras del pensar”. En: Complexus. Vol. 2, Nº 2, págs. 2-3 [En Línea]. 58 Troncoso, C. (2000). Op. Cit., pág. 19. 59 Bachelard, G. (1972). El nuevo espíritu científico. Lima: UNMSM, Retablo de Papel, pág. 144. 60 Morin, E. (1994). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa, pág. 32. 61 Ross Ashby, a finales de la década del cincuenta, formuló el denominado principio de variedad (requisite variety), según el cual la variedad (o complejidad) generada en el medio debe ser igual a la capacidad del sistema para absorber esa variedad; evidentemente, esto es imposible, a menos que el sistema posea formas de emplear mecanismos de reducción de la complejidad del medio que hagan viable su existencia. Johansen, O. (1994). Introducción a la teoría general de sistemas. México: Limusa, pág. 74. 62 Luhmann, N. (1996a). Introducción a la teoría de sistemas. México: Universidad Iberoamericana; Guadalajara: ITESO; Barcelona: Anthropos, pág. 137. 63 Rodríguez, D. y Arnold, M. (1999). Sociedad y teoría de sistemas. Santiago: Universitaria, pág. 102.

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1.2.4. La Ciencia como Sistema Observador

Los quiebres epistemológicos antes descritos conducen, necesariamente, a una reformulación de la idea de ciencia. Esto implica volver la vista a la multidimensionalidad de los caracteres del conocimiento y a la complejidad de los problemas asociados a la construcción de éste64. La adopción de una perspectiva operativa de la observación trae como consecuencia el descentramiento de la ciencia; en efecto, ésta pasa a constituirse en una manera más de ver el mundo. Ahora bien, la legitimidad o primacía que pueda seguir teniendo, a la luz de los quiebres planteados, es tema para otra investigación. Desde la perspectiva del constructivismo sistémico, la ciencia es un sistema funcional diferenciado que se ocupa del conocimiento de otros sistemas. “Partiendo de esta distinción es capaz de distinguir objetos de acuerdo con las especificaciones estructurales que determinan un sistema”65. La ciencia surge como un sistema autónomo cuando, basándose en la verdad como medio de comunicación y orientándose de acuerdo con su código verdad/falsedad, se diferencia en este sentido. Los valores verdad/falsedad pueden entonces asignarse sólo en este sistema, independientemente del aspecto que el mundo tome (lo que naturalmente no excluye que en el entorno, por ejemplo, en el arte o la religión, se hable de verdad en un sentido no codificado y diverso)66.

La «verdad», de este modo, se desentiende de cualquier tipo de relación con fuentes ónticas o fácticas, pues remite, en última instancia, a sus propios criterios. Lo único que se debe tener en cuenta cuando se habla de verdad es bajo qué condiciones el enunciado en cuestión es falso; ello basta para que se realice la comunicación en el sistema de la ciencia. Se concluye, por lo tanto, que la verdad es sólo comunicación. En términos abstractos, “puede decirse que el código de la ciencia está especializado en un proceso selectivo de comunicaciones que incluye experiencias de análisis y síntesis, de combinación y descomposición, de igualación y desigualación de aspectos de la realidad fenoménica”67. La «ganancia» de conocimientos, de esta manera, es indisociable de los esquemas que el sistema pone en juego en cada operación. Es preciso no perder de vista que la función científica de generar nuevos conocimientos se encuentra vinculada, con todas sus consecuencias estructurales, a su forma de existencia como sistema autorreferente. No puede, por lo tanto, ser justificada como hecho antropológico, ni explicada a partir de la utilidad de un conocimiento adicional. “Constituye más bien un artefacto histórico, aunque, por supuesto, uno que es enteramente susceptible de vincularse a los intereses sociales de uso”68. 64

Morin, E. (1994). El método III. Madrid: Cátedra, pág. 30. Luhmann, N. (1996b). La ciencia de la sociedad. México: Universidad Iberoamericana; Guadalajara: ITESO; Barcelona: Anthropos, pág. 201. 66 Op. Cit., pág. 211. 67 Rodríguez, D. y Arnold, M. (1999). Op. Cit., pág. 177. 68 Luhmann, N. (1996b). Op. Cit., pág. 215. 65

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1.2.5. La Nueva Centralidad de la Sociología

Cuando se adoptan los presupuestos del constructivismo sistémico la conceptualización de la sociedad se traslada a la comunicación. La sociedad, de esta manera, es entendida como un sistema operacionalmente cerrado, consistente sólo de sus propias operaciones comunicacionales, las que a su vez se reproducen sólo a partir de comunicación69 La producción de conocimiento (ciencia), las decisiones jurídicas (derecho), las luchas de poder (política) o las manifestaciones expresivas (arte) se vuelven «reales», desde esta perspectiva, sólo en la medida que se comunican en la sociedad. La teoría de los sistemas sociales, como se puede apreciar, tiene pretensiones de universalidad, por lo que intenta dar cuenta de todo lo social, incluyéndose a sí misma como tema de investigación70. Una de las consecuencias más inquietantes del propósito totalizante de este enfoque teórico tiene que ver con el rol que le cabe a la sociología en tanto ciencia de la sociedad. En efecto, si lo que llamamos sociedad no es más que el conjunto emergente de todas las comunicaciones existentes, la sociología consecuentemente debería ocuparse, única y exclusivamente, de los fenómenos comunicacionales en toda su magnitud. Esto plantea un desafío doble, ya que, por un lado, obliga a interrogarse profundamente en torno a las consecuencias de la autoimplicación de la teoría social y, por otro, inaugura una serie de líneas de investigación meta-teóricas potencialmente interesantes. La idea de una disciplina científica encargada de investigar los fundamentos operativos de la producción del todo social, contrasta con la imagen pedestre que a menudo proyecta la sociología. El programa de investigación sistémico, no obstante, devuelve al análisis sociológico la centralidad que alguna vez tuvo en sus orígenes71, claro está, desde un ángulo epistemológico diametralmente opuesto.

1.3. Observación, Comunicación y Sistemas Sociales Considerando la naturaleza abstracta y enrevesada de la perspectiva sociológica que se está intentando introducir, conviene, a continuación, clarificar tanto teórica como metodológicamente qué se entiende por observación y comunicación. Una vez dilucidada esta cuestión, se procederá a definir y caracterizar la noción de sistema social, poniendo especial énfasis en sus diferentes dimensiones analíticas. 69

Luhmann, N. (1998b). Complejidad y modernidad. Madrid: Trotta, pág. 56. Rodríguez, D. y Arnold, M. (1999). Op. Cit., pág. 85. 71 No hay que olvidar que, para Comte, los más altos quehaceres reflexivos del espíritu positivo tenían que ver con la sociedad. Por esta razón, la sociología se ubicaba en la cúspide de su jerarquía del conocimiento. En palabras del filósofo francés: “Así se llega gradualmente a descubrir la invariable jerarquía, a la vez histórica y dogmática, de igual modo científica y lógica, de las seis ciencias fundamentales: la matemática, la astronomía, la física, la química, la biología y la sociología, la primera de las cuales constituye necesariamente el punto de partida exclusivo, y la última, el único fin esencial de toda la filosofía positiva”. Comte, A. (1995). Discurso sobre el espíritu positivo. Barcelona: Altaya, pág. 125. 70

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1.3.1. La Observación como Operación. Esbozo de Fundamentación desde la Teoría de la Forma

Como ya se anticipó líneas atrás, la concepción teórica de la observación que se desarrolla desde la perspectiva sistémica renuncia a cualquier tipo de referencia externa. En su lugar, asume una postura operativa, orientada a la elucidación de los mecanismos basales que hacen posible su puesta en práctica. El punto de partida, de esta manera, se encuentra en un concepto formal de acto de observar, definido como operación de distinción e indicación. Los fundamentos de la observación como distinción se encuentran en la «teoría de la forma» desarrollada por el matemático inglés George Spencer Brown. Una distinción es hecha por la construcción de un límite que separa dos lados, de modo que uno de ellos no puede alcanzar el otro sin cruzar tal límite72. La forma, de esta manera, es una-forma-dedos-partes (┌). Se trata, pues, de una distinción que tiene una parte interna y otra externa. La forma, por lo tanto, es el resultado de una operación que corresponde al cruce desde la parte exterior de la distinción (el unmarked state) a la parte interior (el marked state)73. Observar, en este sentido, es la indicación de un lado –y no del otro– de una diferencia, de manera que sin diferenciación, no hay indicación. “Esto significa entre otras cosas que la observación misma no está en condiciones de diferenciar en su realización entre verdad y falsedad. Hace lo que hace”74. Otro aspecto importante de esta matriz teórica es el referido a la figura conceptual de la re-entry que denota la reentrada de la forma otra vez en la forma, o dicho con otras palabras, de una distinción dentro de lo que ya se ha distinguido75. Esta idea constituye el fundamento de la autorreferencia de la observación y la operatividad de los sistemas, ya que explica su dinámica recursiva. Pese al grado de abstracción del término observar, aquello que designa se entiende como una operación empírica, susceptible, por lo tanto, de ser observada76. La realidad, en consecuencia, está dada con la realización de la operación, de manera que todo sistema que observa es real77. Ahora bien, evidentemente, no es posible sacar la misma conclusión respecto a su realización operativa, ya que la observación que lleva a cabo utiliza la propia diferenciación como su punto ciego. Por lo tanto, “sólo puede ver lo que puede ver con esta diferenciación. No puede ver lo que no puede ver”78. La realidad en sí del objeto de observación, de esta manera, constituye una ilusión. La consecuencia metodológica más importante que se deriva de los planteamientos descritos guarda relación con la demarcación del ámbito investigativo de la sociología, exclusivamente, a la observación de observaciones. La observación de segundo orden, como suele llamársele, presupone que se distingue al observador observado, es decir, que 72

Spencer Brown, G. (1979). Laws of form. New York: E.P. Dutton, pág. 1. Robles, F. (2002). Distinguir, observar, conversar. Concepción: Manuscrito Inédito, pág. 8. 74 Luhmann, N. (1996b). Op. Cit., pág. 66. 75 Luhmann, N. (1996a). Op. Cit., pág. 69. 76 Luhmann, N. (1996b). Op. Cit., pág. 60. 77 Op. Cit., pág. 62. 78 Op. Cit., pág. 66. 73

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se utiliza una distinción distinta a la que él mismo usa. “En lenguaje sociológico se diría que la materia informativa que se busca con este procedimiento son las funciones (o disfunciones) latentes y sus respectivas estructuras, las que se designan como inobservables para quienes las sostienen y ejecutan, y que por lo tanto no pueden comunicar”79. La observación de segundo orden no es una panacea metodológica; sólo mejora la observación, al ofrecer más de lo que abarca la mirada80. Esto quiere decir que requiere interminablemente de otras observaciones (tercer, cuarto, quinto,...orden) que ayuden a poner de manifiesto los esquemas de distinción que el observador de segundo orden aplica en la observación del observador. De lo que se trata, en definitiva, es de establecer, con la mayor claridad posible, desde dónde se mira la realidad.

1.3.2. La Comunicación como Fenómeno Emergente

La teoría sociológica, históricamente, ha tenido en el concepto de acción uno de sus pilares más importantes. La idea de que la sociedad está constituida por el conjunto de acciones que sus miembros realizan, representa un imaginario social que trasciende — incluso— el ámbito de la discusión disciplinaria. La teoría de los sistemas sociales, sin embargo, se ha erigido en contraposición a esta tesis, no en el sentido de negar la existencia de acciones, sino más bien en términos de subordinarlas a un orden comunicacional superior. Según esta perspectiva, El proceso elemental que constituye lo social como realidad especial es un proceso comunicacional. (...) Por lo tanto, no se puede plantear que los sistemas sociales estén constituidos por acciones, como si estas acciones fueran producidas con base en la constitución orgánico-física del hombre y pudieran existir por separado. El planteamiento correcto es que los sistemas sociales se descomponen en acciones y obtienen por medio de esta reducción las bases para establecer relaciones con otros procesos comunicacionales81.

El desarrollo de esta idea lleva a la radical conclusión de que los sujetos actuantes no forman parte del sistema social, ya que sólo se «incluyen» circunstancialmente en la medida que se acoplan a la comunicación. De esta manera, se entiende que la comunicación sea la única operación genuinamente social, toda vez que “presupone el concurso de un gran número de sistemas de conciencia, pero precisamente por eso, como unidad, no puede ser atribuida a ninguna conciencia sola”82. Para Luhmann, la comunicación es una realidad emergente. Esto quiere decir que se deslinda operacionalmente de otros niveles de realidad. Al constituirse como sistema, la 79

Arnold, M. y Robles, F. (2004). Op. Cit., pág. 38. Luhmann, N. (1996b). Op. Cit., pág. 74. 81 Luhmann, N. (1998a). Op. Cit., pág. 141. 82 Luhmann, N (1996a). Op. Cit., pág. 69. 80

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comunicación se vuelve recursiva y autorreferente en virtud de su cerradura operativa. Por supuesto que requiere de un entorno (conciencias, cuerdas bucales, aire, tecnologías, etc.) para realizarse, mas no puede ser reducida a sus condiciones de posibilidad. La comunicación, en suma, es “un estado de cosas sui generis”83. La comprensión teórica clásica de la comunicación, al estar íntimamente ligada a los modelos mecanicistas fundados en la matriz emisor/receptor, ha sido incapaz de dar cuenta adecuadamente del fenómeno. Como señala Luhmann, La metáfora de la transmisión es inservible porque implica demasiada ontología. Sugiere que el emisor transmite algo que es recibido por el receptor. Este no es el caso, simplemente porque el emisor no da nada, en el sentido de que pierda él algo. La metafórica del poseer, tener, dar y recibir no sirve —por lo tanto— para comprender la comunicación84.

La alternativa que se despliega desde la teoría luhmanniana, por el contrario, renuncia a las simplificaciones burdas y, haciéndose parte de la noción de redundancia85, concibe la comunicación como la síntesis de tres diferentes selecciones, “a saber, a) la selección de la información, b) la selección del acto de comunicar y c) la selección que se realiza en el acto de entender (o no entender) la información y el acto de comunicar”86. La comunicación, de esta manera, queda sujeta a la contingencia, por lo que puede ser negada o rechazada; en otras palabras, es altamente improbable. El clásico axioma de Watzlawick respecto a la imposibilidad de no comunicar87, queda, por lo tanto, descartado. Del mismo modo, la idea habermasiana de comunicación orientada al consenso en base a convicciones compartidas88, es desestimada por arbitraria, ya que, como sostiene Luhmann, “no hay fundamento irrefutable alguno para considerar más racional la búsqueda del consenso que la del disentimiento”89.

1.3.3. Rasgos y Dimensiones de los Sistemas Sociales

La comprensión de la noción de sistema es consustancial a su diferencia: el entorno. Los sistemas surgen y se mantienen mediante la creación y conservación de la diferencia con el entorno. Si no hubiera diferencia respecto a éste no habría autorreferencia, ya que la 83

Luhmann, N. (1998c). “¿Qué es comunicación?”. En: Beriain, J. e Iturrate, J.L. (ed.). Para comprender la teoría sociológica. Navarra: Verbo Divino, pág. 478. 84 Luhmann, N. (1998a). Op. Cit., Pág. 142. 85 Este concepto alude al hecho de que la comunicación genera una ganancia de información y significado entre quienes la llevan a cabo. Al respecto, vale la pena revisar las reflexiones pioneras de Bateson en la materia. Bateson, G. (1998). Pasos hacia una ecología de la mente. Buenos Aires: Lohlé-Lumen, pág. 445. 86 Luhmann, N. (1996a). Op. Cit., pág. 220. 87 Watzlawick, P., Babelas, J. B. y Jackson, D. (2002). Teoría de la comunicación humana. Barcelona: Herder, págs. 49 y siguientes. 88 Radl, R. (1998). “La teoría del actuar comunicativo de Jürgen Habermas: un marco para el análisis de las condiciones socializadoras en las sociedades modernas”. En: Papers. 56, pág. 113 [En Línea]. 89 Luhmann, N. (1998c). Op. Cit., pág. 480.

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diferenciación es la premisa básica para las operaciones de este tipo. “En este sentido, la conservación de los límites (boundary maintenance) es la conservación del sistema”90. Puede decirse, así, que el sistema es su diferencia con el entorno. Siguiendo a Rodríguez y Arnold, las consecuencias que se desprenden de esto son las siguientes: a) el sistema es siempre menos complejo que su entorno; b) todo sistema que es distinguido, se distingue en el mundo (entendido este último como una categoría sin límites); c) el concepto de sistema no es ontológico, sino que alude a una relación con un entorno que surge en la misma operación de distinción; y, finalmente, d) el entorno obtiene su unidad mediante el sistema y en relación con el sistema que se diferencia de él91. La idea de sistema ha sido objeto de múltiples elaboraciones92. Por esta razón, resulta imprescindible visualizar algunas de sus principales derivaciones antes de arribar a la versión sociológica del concepto. El análisis de los sistemas requiere, así, establecer distintos niveles de abstracción. El siguiente esquema ayuda a comprender esto.

Sistemas

1 2 3

Sistemas Tecnológicos

Organismos Sistemas Sociales

Interacciones

Organizaciones

Sistemas Psíquicos

Sistemas Parciales

Fuente: Luhmann, N. (1998a). OP. Cit., pág. 27.

El nivel 1 guarda relación con la teoría general de sistemas, en tanto matriz conceptual transdisciplinaria. El sistema, desde este nivel, puede entenderse como un conjunto de elementos y relaciones integradas operativamente. El nivel 2, corresponde a la materialización empírica de los sistemas en la realidad. Aquí se establecen diferencias en función de sus elementos constitutivos. Pueden identificarse, al menos, cuatro tipos: los sistemas tecnológicos (formados por piezas y programas), los sistemas orgánicos (formados por componentes bioquímicos), los sistemas psíquicos (formados por pensamientos) y los sistemas sociales (formados por comunicaciones). Cada uno de estos cuatro tipos opera autónomamente, de manera que ninguno de ellos es reducible a otro. El nivel 3, en el caso específico de los sistemas sociales, guarda relación con las dimensiones analíticas de observación. De esta manera, es posible distinguir entre sistemas interaccionales, sistemas organizacionales y sistemas parciales, cada uno de los cuáles tiene en la comunicación su único componente. Cabe señalar, que estas tres dimensiones siempre están referidas a los esquemas del observador; no se trata, pues, de una jerarquía, ni mucho menos de un orden causal, de manera que resulta incorrecto 90

Luhmann, N. (1998a). Op. Cit., pág. 40. Rodríguez, D. y Arnold, M. (1999). Op. Cit., págs. 102-103. 92 Johansen, O. (1994). Op. Cit., págs. 17 y siguientes. 91

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intentar reducir la sociedad a la «unidad básica» de los sistemas de interacción. Las comunicaciones pueden formar parte de varios sistemas a la vez y, por lo tanto, pueden orientarse simultáneamente a más de una referencia sistema/entorno93. La versión luhmanniana de los sistemas sociales, como ya se ha esbozado, se fundamenta en las ideas de autorreferencia y clausura operativa. La síntesis teórica de ambas nociones, Luhmann la encuentra en el concepto de autopoiesis. Originalmente pensado para explicar el proceso de reproducción celular, este constructo teórico designa la capacidad de un sistema de generar “su propia organización a través de la producción de sus propios componentes, bajo condiciones de continua perturbación y compensación”94. Al importar este concepto, la sociología pasa a concebir los sistemas sociales como unidades autopoiéticas que producen ellas mismas —a través del sentido— sus elementos constitutivos (comunicaciones de temas de conversación en la interacción, comunicaciones de decisiones en la organización y comunicaciones especializadas en los sistemas parciales). De esta manera, el análisis sociológico se desentiende, definitivamente, de cualquier referencia al individuo, aún cuando se pueda reconocer que el sentido también está radicado en él, sobre la base de estructuras de expectativas95.

1.4. Operacionalización de Constructivismo Sistémico

la

RSE

desde

la

Perspectiva

del

El constructivismo sistémico tiene pretensiones de universalidad. Esto significa que reclama aplicabilidad a todo lo social. A diferencia de lo que se plantearon en el pasado otros paradigmas sociológicos, la teoría de sistemas no pretende «reflejar» el mundo; tampoco intenta imponer una visión normativa de cómo debería ser. Más bien se limita a observar lo que otros no pueden observar. El objeto de la observación sociológica, como puede deducirse a esta altura, es la comunicación y nada más que la comunicación, ya que lo «socialmente empírico» sólo se encuentra allí. Ahora bien, es preciso tener en cuenta que la expresión de la comunicación trasciende el sólo lenguaje hablado; alcanza, de hecho, otras formas que posibilitan su generalización y plausibilización96. De ahí que la investigación empírica a menudo tenga que enfrentarse a la opacidad de una realidad que no se muestra transparente97. La operacionalización empírica de los supuestos sistémicos no debe remitirse exclusivamente al diagnóstico de las estructuras autorreferentes de sentido, sino también debe considerar, de manera especial, los entornos de la comunicación, ya que en éstos, muchas veces, están las claves de lo observado. 93

Rodríguez, D. y Arnold, M. (1999). Op. Cit., pág. 154. Maturana, H. y Varela, F. (1995). De máquinas y seres vivos. Santiago: Universitaria, pág. 69. 95 Gibert, J. y Correa, B. (2004). “La teoría de la autopoiesis y su aplicación en las ciencias sociales: el caso de la interacción social”. En: Osorio, F. (ed.). Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista. Santiago: MAD, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, pág. 133. 96 Se hace referencia aquí, fundamentalmente, a la noción de «medio de comunicación simbólicamente generalizado». Luhmann, N. (1998a). Op. Cit., págs. 158-159. 97 Pintos, J. L. (2001). El metacódigo “relevancia/opacidad” en la construcción sistémica de las realidades. Santiago de Compostela [En Línea]. 94

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El tema de la RSE, en términos comunicacionales, ha irrumpido con especial fuerza en el último tiempo. Si bien, buena parte de la producción de sentido al respecto se ha dado en el ámbito restringido de los sistemas organizacionales, de todas maneras, ha sido posible reconocer un efecto resonante en el entorno. Precisamente, esta modelación comunicacional del entorno es la que ha permitido reconocer con mayor claridad los perfiles de la nueva temática, lo que confirma que sistema y entorno son intercambiables en la medida que «son cortados por el mismo cuchillo»: la observación. Ahora bien, la operacionalización sociológica de la RSE en el marco de la comunicación, obliga a romper con todas las ataduras ontológicas; esto implica renunciar a la correspondencia entre concepto y realización fáctica. Concretamente, a la RSE no se le pueden atribuir rasgos más allá de la comunicación; en palabras simples: la RSE no es nada más que comunicación sobre RSE. Ciertamente, esto plantea dificultades analíticas, ya que la comunicación sobre RSE es una comunicación organizacional especializada que se diferencia de otras. A continuación, se argumentará que los rasgos éticos atribuidos a la RSE vienen dados desde el entorno. Con ello, se intentará mostrar que la RSE es posible sólo en el ámbito cerrado de la comunicación organizacional, y no en el de la ética.

1.4.1. Ética y Ontología Existencial. La Relación entre Conciencia y Comunicación

Los planteamientos derivados de la RSE remiten a cuestiones de fondo, a visiones éticas de la práctica social. Interrogan al ser, a la conciencia, en tanto unidad autopoiética. “Si se parte de este concepto, la individualidad no puede ser otra cosa que la cerradura circular de esta reproducción autorreferencial”98. Esta cerradura aparece en la reflexión en forma de autosercioramiento de la conciencia. Los pensamientos, de esta manera, reproducen pensamientos, organizándose en función de un principio sistémico. Lo que se denomina sistema psíquico, puede ilustrarse a través de la noción heideggeriana de ser, en términos de totalidad limitada por lo otro, la nada99. La diferencia conciencia/entorno, de esta forma, establece y actualiza su unidad en su propia diferencia. Desde la perspectiva sociológica, importa particularmente la relación de la conciencia con un entorno especial: la comunicación social. Asumiendo que ambos lados de la distinción constituyen complejidad reducida, se puede comprender que la relación especificada, tanto en el dominio de la experiencia trascendental (conciencia) como en el de la comunicación (sociedad), es esencial. En efecto, “conciencia y comunicación se presuponen y se posibilitan con sus respectivas complejidades sin que puedan transformar los detalles mismos de la operación”100. Para Luhmann, los sistemas psíquicos y sociales se han desarrollado a través de un largo proceso de coevolución que ha tenido en el surgimiento del sentido su máxima expresión. Mientras para el sistema 98

Luhmann, N. (1998a). Op. Cit., pág. 243. Echauri, R. (1964). El ser en la filosofía de Heidegger. Rosario: Instituto de Filosofía, Universidad Nacional del Litoral, pág. 23. 100 Luhmann, N. (1996b). Op. Cit., pág. 202. 99

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psíquico el sentido genera vínculos y conexiones con pensamientos sucesivos, para el sistema social es una estrategia intersubjetiva de selección entre alternativas de comunicación101. Bajo el presupuesto del sentido los sistemas psíquicos se acoplan a la sociedad, fundamentalmente, a través del lenguaje. Esto quiere decir que las conciencias no pueden poner a disposición de la comunicación sus contenidos propios, su ética; el deber-ser internalizado, así, sólo puede alcanzarse en la experiencia de autoreflexión, por lo que se establece la primacía del ser sobre la nada102, de la auto-organización del sistema sobre el entorno. La comunicación, por su parte, sólo puede rendir en la sociedad, de manera que su impacto no puede apreciarse fuera de ella. El acoplamiento, de esta manera, no produce operaciones, sino sólo irritaciones (sorpresas, decepciones, perturbaciones) en los sistemas implicados. El lenguaje, por lo tanto, no es un sistema. “Es y seguirá siendo dependiente del hecho de que los sistemas de conciencia, por una parte, y el sistema de comunicación, por otra, prosigan la propia autopoiesis mediante operaciones propias completamente clausuradas”103. La operacionalización empírica de la ética no puede darse, por lo tanto, ni en la conciencia ni en la comunicación. Requiere de un puente intermedio: el lenguaje. Esto implica reconocer que los imperativos existenciales de la ética de la responsabilidad sólo pueden materializarse en su dimensión discursivo-procedimental, vale decir, pragmática, desligada de cualquier idea general del bien104.

1.4.2. Giro Lingüístico y Plausibilización de la Ética en el Dominio Organizacional La filosofía, después de Wittgenstein, no vuelve a ser la misma105; lleva a cabo un verdadero giro lingüístico con lo que pasa a ocuparse, preferentemente, de las formas de vida que surgen y cristalizan en la actividad hablante106. Las consideraciones éticas, a partir de esto, se desplazan de la metafísica al discurso. La ética, por lo tanto, se «desprivatiza» y recupera su sitial en el espacio público107. La ética del discurso se funda en una concepción pragmática trascendental del lenguaje. Esto quiere decir que la diversidad subjetiva de los actores linguísticos debe cotejarse en un espacio independiente, en función de criterios de utilidad. Ahora bien, en la medida que se desarrollan las formas de evolución política, las sociedades se ven en la necesidad de generar instancias de entendimiento en las que la cooperación solidaria de los 101

Rodríguez, D. y Arnold, M. (1999). Op. Cit., págs. 121-122. Jonas, H. (2004). El principio de responsabilidad. Barcelona: Herder, pág.93. 103 Luhmann, N. (1996a). Op. Cit., pág. 210. 104 Da Costa, M. (1999). Introducción a la ética. Concepción: Dirección de Docencia, Universidad de Concepción, pág. 223. 105 Cordua, C. (1997). Wittgenstein: reorientación de la filosofía. Santiago: Dolmen, págs. 73 y siguientes. 106 Acero, J. J. (1993). Lenguaje y filosofía. Barcelona: Octaedro, pág. 61. 107 Da Costa, M. (1999). Op. Cit., pág. 214. 102

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individuos contribuya a la fundamentación de normas morales y jurídicas susceptibles de consenso108. La consecución o no de este ideal, no es importante, ya que su sola fijación a nivel del lenguaje garantiza el establecimiento de estructuras de expectativas que movilizan el sentido conforme a la doble contingencia. Precisamente, es esto lo que posibilita la coordinación social. La ética del discurso, de esta manera, representa la generalización y formalización de expectativas pragmáticas lingüísticamente mediadas entre actores. Los sistemas sociales al estar constituidos sólo por comunicaciones no requieren de un marco ético para operar. Las organizaciones, en este sentido, son «impermeables» a la ética. Esto no quiere decir que éstas no puedan tematizar comunicacionalmente el «sonido ético» del entorno; de hecho lo hacen: la comunicación sobre RSE es un ejemplo. Ahora bien, no está de más recalcar que esta operación es estrictamente autorreferencial; la responsabilidad organizacional, de esta forma, no guarda relación con la responsabilidad discursiva anclada en las expectativas de los actores. Entre ambas nociones hay un abismo representado por la diferencia sistema/entorno. ¿Cómo es posible, entonces, explicar la internalización de una semántica de la ética al interior de la organización? La respuesta requiere elevar el nivel de abstracción. Corresponde, antes que nada, designar a la ética como un sistema autopoiético de comunicaciones transversal a la sociedad que funciona a partir de la distinción bueno/malo. Este código no es más que un esquema de observación, por lo que se desacopla completamente de cualquier sentido trascendental. Ahora bien, la comunicación ética no puede ver su propio esquema, de manera que divide al mundo en dos: «matar y vivir». Su naturaleza, por lo tanto, es altamente exclusiva. El sistema ético, de esta manera, a través de procesos de acoplamiento estructural, logra poner su complejidad reducida a disposición de otros sistemas. ¡¡¡No los coloniza éticamente!!! Más bien, los seduce. En relación a los sistemas psíquicos, la ética posibilita el ordenamiento de los horizontes de expectativas en términos de posibilidad/imposibilidad pragmática. En el caso de los sistemas organizacionales, establece condiciones según las cuales se decide sobre la estima/desestima109. Se trata, pues, de procesos de interpenetración en los que el «sistema receptor», codifica la irritación comunicacional en función de sus propios esquemas de diferenciación. La adopción de esta perspectiva de análisis, permite delimitar el ámbito de la ética empíricamente, más allá de la aplicación de determinadas normas y valores110.

1.4.3. Ensayo de un Esquema (Provisional)

A continuación se presenta un esquema que intenta resumir lo dicho hasta aquí. Cabe señalar que se trata de una simplificación que en ningún caso pretende dar cuenta de la 108

Apel, K. O. (1998). Teoría de la verdad y ética del discurso. Barcelona: Paidós, pág. 148. Luhmann, N. (1998a). Op. Cit., pág. 219. 110 Luhmann, N. (1998b). Op. Cit., pág. 201. 109

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complejidad implicada; de ahí que su alcance sea provisional a los objetivos de esta investigación. En este sentido, adopta como esquema básico de observación la diferencia entre sistema organizacional y entorno. Excluye, por lo tanto, otras perspectivas de observación potencialmente interesantes. Se trata, en definitiva, de una herramienta práctica que intenta servir de orientación para el abordaje empírico de la RSE desde la propia RSE.

Sistema Psíquico

Sistema Organizacional

Expectativas Pragmáticas Acoplamiento mediante el Lenguaje

Sistema Psíquico

Programa-Tema RSE

CICLO COMUNICACIONAL

Acoplamiento mediante el Lenguaje Expectativas Pragmáticas Sistema Psíquico

El cuadrado verde representa los límites comunicacionales del sistema organizacional. Dentro de éste, se desarrolla recursivamente el programa-tema en torno a la RSE. La totalidad de los componentes de esta comunicación se realizan y reproducen en el marco de la cerradura operativa del sistema. Los sistemas psíquicos, por su parte, se ubican en el entorno y se constituyen, a su vez, como unidades independientes. Las conciencias, mediante la internalización de una ética discursiva, forjan expectativas respecto al comportamiento de sus entornos recíprocos. De esta forma, regulan de forma pragmática la doble contingencia. Los sistemas psíquicos, además, se acoplan circunstancialmente a la comunicación mediante el lenguaje. Así, se posibilita la circulación del sentido. Es en el contexto de este ciclo comunicacional donde ocurre, mayormente, el proceso de «seducción ética» de la comunicación. Ahora bien, como se muestra en el esquema, la comunicación organizacional no toma nada del entorno; la «adscripción ética», por lo tanto, se da en la comunicación de manera completamente autorreferencial. Se concluye, así, que lo ético sólo es posible en el entorno. 34

1.5. Hacia una Sociología de Segundo Orden Toda construcción teórica acerca de la sociedad es un instrumento reflexivo de la propia sociedad. Las ciencias sociales, por lo tanto, no pueden pretender tener una posición externa a la sociedad para desde allí observarla y comprenderla. Lo anterior quiere decir que si las ciencias sociales quieren describir adecuadamente la sociedad, deben también considerarse a sí mismas. Tienen la tarea de describir a la sociedad como un sistema que se describe a sí mismo111.

La historia de la sociología muestra que el problema de la autorreferencia ha sido sistemáticamente eludido; las salidas cientificistas y subjetivistas han intentado reducir lo social a «material» de estudio susceptible de medir e interpretar. Si bien, algunas corrientes fenomenológicas recogieron la problemática, lo cierto es que adolecieron de un concepto de reflexividad social capaz de desacoplar el fenómeno del conocimiento, de la conciencia individual. La reflexividad es un concepto eminentemente moderno que remite a la capacidad de autoobservación que tiene no sólo el hombre, sino también la sociedad en su conjunto. En efecto, la función de la sociología, en tanto ciencia de la sociedad, refiere, precisamente, a procesos reflexivos de autodescripción social, los que redundan, a su vez, en procesos de autodescripción disciplinaria112. El conocimiento sociológico, de esta manera, es autoconocimiento de la sociedad y, también, conocimiento que participa en la construcción de la realidad. Como sostiene Julio Mejía, “la sociología como resultado del proceso de investigación corresponde al nivel de la producción del conocimiento de la sociedad. Es parte inherente de la propia reflexión de la organización societal, de la autodescripción que realiza la sociedad moderna”113. La introducción del concepto de reflexividad ayuda a comprender que las distancias entre objeto y sujeto son ficticias. La implicación del investigador en el objeto de estudio es algo inevitable; constituye, de hecho, condición de posibilidad. Como señala de manera acertada Jesús Ibáñez, Un físico es un trozo de materia que investiga la materia. Un biólogo es un trozo de vida que investiga la vida. Un sociólogo es un trozo de sociedad que investiga la sociedad. Todos son espejos que el universo pone en su centro114. 111

Rodríguez, D. y Arnold, M. (1999). Op. Cit., pág. 126. En palabras de Giddens: “Reflexivity has to be reconstructed within the discourse of social theory not just in respect of the members of society whose conduct is the object of study, but also in respect of social science itself as a form of human endeavor”. Giddens, A. (1979). Central problems in social theory. Berkeley, Los Angeles: University of California Press, pág. 47. 113 Mejía, J. (2004). “Perspectiva de la investigación social de segundo orden”. En: Osorio, F. (ed.). Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista. Santiago: MAD, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, pág. 88. 114 Ibáñez, J. (1994). El regreso del sujeto. Madrid: Siglo XXI, pág. 13. 112

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La sociología, en este escenario, se ve obligada a reconocer sus puntos ciegos de observación. Esto, como ya se ha dicho, no implica renunciar al tratamiento científico de lo social. Sólo conlleva hacerse cargo de la inconmensurabilidad de las teorías parciales y de la necesidad de fundar toda labor investigativa en una «teoría del conocimiento sociológico»115. A partir de esto, ganan en plausibilidad los intentos reflexivos de dar cuenta socialmente de la sociedad, sociológicamente de la sociología116.

1.5.1. La Autoimplicación de la Teoría. ¿Cómo Estudiar la Sociedad en la Sociedad?

Al establecer una referencia a la sociedad, automáticamente, se entra en parentesco con la teoría de la sociedad. “Esta referencia se aprecia doblemente: al interior de la ciencia, y de este modo autológicamente, en el sentido de que la ciencia misma puede producir una teoría de la sociedad; pero también operativamente, en el sentido de que la ciencia debe realizar estas observaciones en la sociedad como comunicación social”117. La autoimplicación de la teoría significa, de esta manera, que el objeto de estudio vuelve sobre sí mismo en forma de premisa habilitante. La descripción sociológica, al no poder desmarcarse de su impronta social, se ve limitada a sus propias operaciones en el universo cerrado de la comunicación. El estudio de la sociedad en la sociedad, en consecuencia, sólo puede realizarse de manera autorreferencial a través de la comunicación. Si se asume que las posibilidades diferenciadoras de la comunicación son siempre estrechas y parciales, tendrá que reconocerse, al mismo tiempo, que los horizontes de realidad de la ciencia se reducen a la observación de observadores118. Si la sociología, de este modo, pretende hacerse parte, reflexivamente, de su objeto de estudio, debe dar el salto hacia el paradigma de la observación sociológica de segundo orden. Cabe recordar, finalmente, que la observación sociológica no es una distinción que inaugura el mundo. Más bien, opera sobre distinciones. Reconoce un mundo existente, cargado de contenido (comunicacional); de ahí que toda diferenciación sea histórica. Conviene, en este sentido, recuperar el concepto de hermenéutica doble para designar la operación de redescripción que realiza la teoría social sobre los contenidos ya descritos en la sociedad119. Se trata, pues, de entender que la observación sociológica no intenta «apoderarse» de los contenidos sociales (motivos del actor o sentido de las estructuras), sino más bien iluminar regiones opacas inadvertidas por el observador de primer orden. 115

Bourdieu, P., Chamboredon, J. C. y Passeron, J. C. (2002). El oficio del sociólogo. Buenos Aires: Siglo XXI, pág. 50. 116 Morin, E. (1995). Sociología. Madrid: Tecnos, págs. 39 y siguientes. 117 Luhmann, N. (1996b). Op. Cit., pág. 436. 118 Como señala Pintos, la construcción de la realidad está garantizada, en última instancia, sólo por la observabilidad de observaciones. Pintos, J. L. (1994). La nueva plausibilidad: la observación de segundo orden en Niklas Luhmann. Santiago de Compostela [En Línea]. 119 Giddens, A. (2001). Las nuevas reglas del método sociológico. Buenos Aires: Amorrortu, pág. 194.

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Capítulo 2

MODERNIDAD Y SUSTENTABILIDAD Observaciones del Panorama Contemporáneo

El tratamiento adecuado de la RSE requiere una contextualización amplia que ayude a entender las condiciones que posibilitan la emergencia de un discurso de este tipo. El marco general, en este sentido, lo constituye la modernidad y las consecuencias derivadas de su desenvolvimiento. Para nadie es un misterio que en la actualidad el modelo de desarrollo moderno experimenta una crisis marcada por el deterioro acelerado del medio ambiente, la expansión indiscriminada del modo de producción capitalista, la desigual distribución de la riqueza entre los habitantes del planeta y, en definitiva, el agotamiento del metarrelato del progreso humano y social. La apremiante constatación de estos hechos ha llevado a internalizar a gobiernos, organizaciones y conciencias individuales la idea de sustentabilidad como imperativo de acción. Se trata, pues, de una respuesta pragmática que intenta hacer frente a lo que a todas luces se ve como el desafío más grande que enfrenta la humanidad: la continuidad de su existencia. En este capítulo se intentará desarrollar una descripción del panorama de la sociedad moderna, poniendo especial énfasis en el cambio paradigmático que implica la adopción de la idea de desarrollo sustentable. En primer lugar, se llevará a cabo un diagnóstico sociológico de la modernidad en el que se revisarán sucintamente los planteamientos al respecto de algunos de los teóricos más importantes de la sociología contemporánea. En segundo lugar, se analizarán los antecedentes que están a la base del surgimiento del concepto de sustentabilidad; en seguida, se realizará un desglose analítico de las principales dimensiones que sirven a su operacionalización. En esta sección, además, junto con criticar el abordaje teórico tradicional del concepto de sustentabilidad, se sugerirá una mirada distinta centrada en el concepto de comunicación ecológica. Finalmente, en tercer lugar, se problematizará la relación entre capitalismo y sustentabilidad, ofreciendo una alternativa interpretativa desde la perspectiva sistémica.

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2.1. Modernidad y Sociología Contemporánea: Entre la Crisis y el Cambio La sociología es hija de la modernidad. Su nacimiento representa la culminación de un largo proceso de desdoblamiento en el que la sociedad se reconoce a sí misma como una realidad susceptible de ser tematizada científicamente. La sociología, de esta manera, es reflejo de la índole reflexiva de los tiempos modernos. Más allá de las imágenes «fabulosas» del progreso técnico, científico y moral, la modernidad, a los ojos de la sociología, se muestra como una categoría altamente contradictoria en la que coexisten el orden y el desorden, la seguridad y la inseguridad, el éxito y el fracaso, lo cierto y lo incierto. Se trata, pues, de una categoría ambivalente120. Los referentes existenciales, en este contexto, se desterritorializan y adquieren rasgos contingentes. Esto quiere decir que el sujeto moderno se ve sumido en un torbellino experiencial en el que todo y nada se entremezclan persistentemente. Como dice Marshall Berman: Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos. Los entornos y las experiencias modernos atraviesan todas las fronteras de la geografía y la etnia, de la clase y la nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en este sentido la modernidad une a toda la humanidad. Pero es una unidad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia. Ser modernos es formar parte de un universo en el que, como dijo Marx, «todo lo sólido se desvanece en el aire»121.

La reflexión sociológica actual es rica en lo que a interpretaciones de la modernidad se refiere. En las líneas que siguen, se presentarán las posturas de cuatro teóricos contemporáneos que, aunque difieren en sus enfoques analíticos, comparten la preocupación por el carácter problemático de la modernidad.

2.1.1. Jürgen Habermas y el Proyecto Inacabado de la Modernidad

Desde la perspectiva de Habermas la modernidad es entendida, básicamente, como un marco cultural en el que convergen las distintas expresiones sociales (ciencia, moral, arte, derecho). Aunque lo moderno en lo esencial remite a lo original y novedoso, de todos modos, conserva un vínculo matricial con sus principios fundacionales. La identificación de la naturaleza de estos principios, precisamente, constituye la principal preocupación de 120

Bauman, Z. (1996). “Modernidad y ambivalencia”. En: Beriain, J. (comp.). Las consecuencias perversas de la modernidad. Barcelona: Anthropos, págs. 73 y siguientes. 121 Berman, M. (1982). Todo lo sólido se desvanece en el aire. Madrid: Siglo XXI, pág. 1.

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este autor. Para Habermas, la clave guarda relación con el proyecto ilustrado de la modernidad que en su formulación original Consiste en desarrollar las ciencias objetivadoras, los fundamentos universalistas de la moral y el derecho y el arte autónomo, sin olvidar las características peculiares de cada uno de ellos y, al mismo tiempo, en liberar de sus formas esotéricas las potencialidades cognoscitivas que así manifiestan y aprovecharlas para la praxis, esto es, para una configuración racional de las relaciones vitales122.

La vertiginosa expansión de la racionalidad instrumental encarnada en los sistemas funcionales de la sociedad no constituye, para el filósofo alemán, razón suficiente para renunciar a este programa. En esta línea, introduce el concepto de racionalidad comunicativa como alternativa para retomar el noble propósito emancipador de la subjetividad. Para Habermas lo más importante es recuperar un concepto de lo moderno capaz de dar cuenta de las posibilidades de entendimiento racional entre los actores sociales; en este sentido, la postura habermasiana busca distanciarse de cualquier interpretación posmodernista de lo contemporáneo. La modernidad es una «vasija contenedora» de las relaciones sociales que, ciertamente, puede ser criticada, mas no negada; la modernidad, en este sentido, “no tiene más remedio que echar mano de sí misma”123. Como puede verse, el reconocimiento del potencial liberador del proyecto ilustrado de la razón lleva implícita la constatación de su incompletitud. En efecto, el panorama trágico del siglo XX muestra que los ideales modernos lejos de realizarse, han dejado ver su lado más oscuro. La colonización sistémica de los mundos de la vida representa, en este sentido, una de las manifestaciones más patentes de este hecho124. La crisis de la modernidad, desde esta perspectiva, entonces, se relaciona con la autonomización y especialización de esferas que subsumen al tejido social en esquemas procedimentales fundados en racionalidades altamente especializadas. La consecuencia más importante de esto, según Habermas, es la transfiguración de los espacios comunicacionales con la subsecuente intransparentización de los vínculos sociales.

2.1.2. Anthony Giddens y la Radicalización de las Consecuencias de la Modernidad

La modernidad, para Giddens, hace referencia a los modos de vida y organización social que surgieron en Europa desde alrededor del siglo XVII en adelante y cuya influencia, posteriormente, se expandió a todo el mundo125. El desarrollo social moderno, desde el enfoque de este autor, es el resultado de discontinuidades que son susceptibles de observar a nivel de las distintas instituciones sociales. La transición de lo tradicional a lo moderno, de esta manera, no ha sido un proceso ininterrumpido de evolución, sino más 122

Habermas, J. (1994). Ensayos políticos. Barcelona: Península, pág. 273. Habermas, J. (1993). El discurso filosófico de la modernidad. Madrid: Taurus, pág. 18. 124 Habermas, J. (2001). Teoría de la acción comunicativa, II. Madrid: Taurus, pág. 280. 125 Giddens, A. (1999). Consecuencias de la modernidad. Madrid: Alianza, pág. 15. 123

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bien uno cargado de rupturas y transformaciones. Esto no quiere decir que la modernidad se constituya a partir de una negación de sus antecedentes; la tradición, en este sentido, forma parte de la modernidad en la medida que es sometida a procesos de vaciamiento, exhumación y problematización126. Una de las principales características de la modernidad, respecto a las formas sociales que la precedieron, es su ritmo vertiginoso y acelerado. Según Giddens, El dinamismo de la modernidad deriva de la separación del tiempo y del espacio y de su recombinación de tal manera que permita una precisa «regionalización» de vida social; del desanclaje de los sistemas sociales (un fenómeno que conecta estrechamente con los factores involucrados en la separación del tiempo y el espacio); y del reflexivo ordenamiento y reordenamiento de las relaciones sociales, a la luz de las continuas incorporaciones de conocimiento que afectan las acciones de los individuos y los grupos127.

El distanciamiento de las nociones de tiempo y espacio permite prescindir de la relación entre la actividad social y las particularidades de los contextos donde ésta se realiza. En el escenario de la sociedad globalizada, este quiebre está garantizado por la acción de los mecanismos de desanclaje que son dos: las señales simbólicas y los sistemas expertos128. Ahora bien, la coordinación de estos elementos requiere como condición, desde la perspectiva de Giddens, la existencia de una conciencia reflexiva capaz de dotar de fiabilidad su accionar. Se trata, pues, de una suerte de simbiosis entre la estructura institucional de la sociedad y la agencia humana. La especialización técnica derivada de la división social del trabajo y la reflexividad heredada del proyecto subjetivo de la «primera modernidad» constituyen, de esta forma, los pilares de la comprensión de mundo que ofrece Giddens. La sociedad contemporánea al conducirse en función de estas tendencias experimenta, así, la intensificación y radicalización de las fuerzas modernizantes que comenzaron a imponerse globalmente hace un par de siglos. Los mecanismos de desanclaje proporcionan enormes «zonas de seguridad» al dejar en manos de otros la solución de buena parte de los problemas cotidianos, sin embargo, al mismo tiempo, ponen en juego una serie de riesgos de alcance generalizado. “La posibilidad de guerra nuclear, el desastre ecológico, la explosión demográfica incontrolada, el colapso del intercambio económico global, y otras potenciales catástrofes globales, proporcionan un desolador horizonte de peligros para todos los habitantes del planeta”129. La incontrolabilidad de estos riesgos, pone de manifiesto el carácter altamente paradójico de la modernidad. 126

Giddens, A. (1997). “Vivir en una sociedad postradicional”. En: Beck, A., Giddens, A. y Lash, S. Modernización reflexiva. Madrid: Alianza, pág. 76. 127 Giddens, A. (1999). Op. Cit., pág. 28. 128 En términos genéricos, los mecanismos de desanclaje (dissembeding) permiten materializar el despegue de las relaciones sociales de sus contextos locales de interacción. Las señales simbólicas hacen referencia a medios de intercambio que pueden circular sin consideración por las características de los individuos o grupos que los manejan en una determinada coyuntura. Los sistemas expertos, por su parte, aluden a sistemas de logros técnicos o de experiencia profesional que organizan grandes áreas del entorno social y material. Op. Cit., págs. 32 y siguientes. 129 Op. Cit., pág. 120.

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2.1.3. Ulrich Beck y la Sociedad del Riesgo

Beck retoma y profundiza algunos de los temas tratados por Giddens: primero, reconoce en el concepto de reflexividad una característica importante del proceso de modernización de la sociedad y, segundo, se hace cargo del carácter problemático de la producción global de peligros inaugurando, así, la noción de sociedad del riesgo. Para Beck, la modernización se vuelve un proceso reflexivo, vale decir, se toma a sí misma como tema y problema130. El concepto de modernización reflexiva alude, por un lado, a una época de la modernidad que se desvanece y, por otro, al surgimiento subrepticio de otro período histórico que se gesta a partir del reconocimiento de los efectos colaterales latentes derivados del esquema industrial131. “Una sociedad que se percibe a sí misma como sociedad del riesgo, abre la posibilidad de convertirse en reflexiva, esto quiere decir que los fundamentos de su actividad y sus metas se convierten en objeto de controversias públicas”132. El tránsito de la sociedad industrial a la sociedad del riesgo no implica ruptura ni revolución. Más bien, se posibilita por la existencia de condiciones manifiestas de progreso material que constituyen la base para que las sociedades se autoconfronten. A diferencia del diagnóstico sociológico clásico de la modernidad, la perspectiva de Beck desestima la primacía de la racionalidad instrumental. En las sociedades de riesgo, el motor del cambio social ya no es la racionalidad con arreglo a fines sino que los efectos colaterales que de pronto explotan inesperadamente, sin que nadie los llame, los nombre o los quiera: los riesgos, los peligros, la presión de la individuación, las trampas y amenazas de la globalización, porque la lógica de la racionalidad con arreglo a fines se ha vuelto contra sí misma133

La constatación de la naturaleza autoproducida de los peligros por parte de la sociedad, redunda en un socavamiento de las bases de su organización tradicional. Los riesgos, de esta forma, se trasladan «de afuera hacia adentro», de manera que sólo la sociedad puede hacerse cargo genuinamente de su situación. Evidentemente, esto reposiciona la esfera de la política, aún cuando sea a costa de su reinvención134. Las causas de los desastres, en este sentido, son cuestiones eminentemente sociales que requieren, a su vez, de respuestas sociales. En lugar de atribuir el colapso y la tragedia a causas «naturales», la 130

Beck, U. (1998). La sociedad del riesgo. Barcelona: Paidós, pág. 26. Beck, U. (1996). “Teoría de la modernización reflexiva”. En: Beriain, J. (comp.). Las consecuencias perversas de la modernidad. Barcelona: Anthropos, pág. 223. 132 Robles, F. (2000). El desaliento inesperado de la modernidad. Santiago: RIL, pág. 28. 133 Op. Cit., pág. 27. 134 Desde la perspectiva de Beck, en las sociedades de riesgo lo político irrumpe y se manifiesta más allá de las responsabilidades y jerarquías formales. Esto quiere decir que el campo de lo político se desliga de sus formas tradicionales e inunda los espacios individuales, dando lugar a una «subpolítica» en la que se redefinen los temas y prioridades en función de nuevos intereses. Beck, U. (1997). “La reinvención de la política: Hacia una teoría de la modernización reflexiva”. En: Beck, A., Giddens, A. y Lash, S. Modernización reflexiva. Madrid: Alianza, págs. 31 y siguientes. 131

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sociedad del riesgo, en virtud de sus rasgos reflexivos, reconoce en su propio accionar la razón de ser de la crisis ecológica y la incertidumbre respecto a su propia continuidad existencial. Como señala Beck, La transformación de las amenazas civilizatorias de la naturaleza en amenazas sociales, económicas y políticas del sistema es el desafío real del presente y del futuro que justifica el concepto de sociedad del riesgo. Mientras que el concepto de la sociedad industrial clásica reposa en la contraposición de naturaleza y sociedad (en el sentido del siglo XIX), el concepto de la sociedad (industrial) del riesgo parte de la «naturaleza» integrada civilizatoriamente y sigue la metamorfosis de sus lesiones a través de los sistemas sociales parciales135.

2.1.4. Niklas Luhmann y la Diferenciación Funcional de la Sociedad

El punto de partida de Luhmann para el análisis de la modernidad es la idea de diferenciación sistémica, vale decir, la reproducción dentro de un sistema, de la diferencia entre sistema y entorno136. A partir de esta conceptualización del cambio, el teórico alemán, desarrolla una teoría de la evolución de la sociedad basada en la identificación de tres tipos de diferenciación: segmentación, estratificación y diferenciación funcional. La segmentación diferencia la sociedad en subsistemas iguales; este tipo es propio de las sociedades arcaicas en las que la igualdad se establece en función del origen étnico o la residencia. La estratificación, por su parte, diferencia la sociedad en subsistemas desiguales. La igualdad, de esta manera, constituye una norma que regula la comunicación interna, mientras que la desigualdad se convierte en una norma que gobierna la comunicación con el entorno; la relación centro/periferia constituye un ejemplo de este tipo. La diferenciación funcional, finalmente, alude a la conformación de sistemas sociales autónomos, tal como existen en la sociedad contemporánea. Para Luhmann, La diferenciación funcional organiza los procesos de comunicación en torno a funciones especiales, que han de ser abordadas a nivel de la sociedad. Puesto que todas las funciones necesarias tienen que ser realizadas y son interdependientes, la sociedad no puede conceder primacía absoluta a ninguna de ellas137.

En las sociedades modernas, al incrementarse las subordinaciones internas, se genera un orden eminentemente policéntrico en el que las funciones tienen que ser desiguales, pero el acceso a las mismas debe ser igual, es decir independiente de cualquier relación con otras funciones. “Una sociedad funcionalmente diferenciada, como resultado de esto, se convertirá, o pretenderá ser, una sociedad de iguales, en la medida en que es el conjunto agregado de entornos para sus subsistemas funcionales”138. De ahí, el énfasis sobre el 135

Beck, U. (1998). Op. Cit., pág. 89. Luhmann, N. (1998). Complejidad y modernidad. Madrid: Trotta, pág. 73. 137 Op. Cit., págs. 78-79. 138 Op. Cit., pág. 80. 136

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ideal normativo de «igualdad» que desde la ilustración se ha instalado en el discurso social y político. La autonomización de los sistemas funcionales de la sociedad constituye una consecuencia natural de su propio desenvolvimiento. En efecto, la continua especialización de las comunicaciones obliga a generar estructuras estables que contribuyan a «suavizar» los efectos de la contingencia del entorno. En este sentido, vale la pena recordar que “la diferenciación no conlleva sólo aumento de complejidad; posibilita, también, nuevas formas de reducción de complejidad”139. La comprensión de la sociedad moderna en términos de un continuo en permanente diferenciación funcional, obliga a replantear buena parte del diagnóstico sociológico de lo contemporáneo. Probablemente, uno de los aspectos más sugerentes es el que tiene que ver con el concepto de globalización. Desde la perspectiva luhmanniana, este fenómeno es el resultado de un incremento dramático de las posibilidades de comunicación. En este sentido, puede hablarse de la constitución de un sistema mundo. Ahora bien, la sociedad mundial, desde esta perspectiva, sólo puede ser tematizada en forma de sistema cerrado de comunicaciones, por lo que no requiere para su definición ningún tipo de «particularidad regional»140. La diferenciación funcional de los subsistemas de la sociedad, de esta forma, no representa la fragmentación de las partes de un todo (como sostienen algunos comentaristas de la globalización); más bien, remite a despliegues de racionalidad que no dependen en absoluto de sus entornos físicos, humanos o sociales. La perspectiva sistémica, así, se centra única y exclusivamente en la descripción del cambio en su forma de diferenciación sistema/entorno.

2.2. El Paradigma del Desarrollo Sustentable como Respuesta a un «Diagnóstico Reservado» Como pudo apreciarse en la sección anterior, la lectura sociológica contemporánea de la modernidad dista mucho de ser una apología del progreso y la evolución. En lugar de esto, incorpora una visión cautelosa de los escenarios que la sociedad deberá enfrentar en las próximas décadas; las nociones de incertidumbre, riesgo y contingencia, de este modo, pasan a formar parte indispensable del diccionario terminológico de la modernidad. La sociedad, en su proceso de autodescripción, no se desentiende de estas categorías, por el contrario, las incorpora en forma de semánticas que sirven de sustrato para las comunicaciones que la reproducen y sostienen en el tiempo. El cambio y el conflicto implícitos en la comunicación, de esta manera, representan un verdadero motor de auto-organización de la sociedad141. Esto quiere decir que la problematización de la 139

Luhmann, N. (1998). Sistemas sociales. México: Universidad Iberoamericana; Barcelona: Anthropos; Santafé de Bogotá: CEJA, pág. 184. 140 Luhmann, N. (1997). “Globalization or world society: How to conceive of modern society?”. En: International Review of Sociology. Vol. 7, Nº 1, pág. 73. 141 Harper, Ch. (2001). Environment and society. New Jersey: Prentice-Hall, pág. 295

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coyuntura social, política y/o ecológica posibilita la conformación de nuevas estructuras sociales, no sólo institucionales, sino también culturales e interaccionales. El surgimiento del paradigma del desarrollo sustentable constituye, en este sentido, un buen ejemplo. En términos genéricos, la sustentabilidad implica que procesos o actividades cambiantes pueden mantenerse en el tiempo sin agotarse o colapsar142. La sustentabilidad, de esta manera, no remite a una condición estática, sino que es consustancial a la idea (dinámica) de desarrollo. Como es bien sabido, las sociedades, históricamente, se han basado en «modelos de desarrollo»; aunque, desde tiempos inmemoriales, la razón de ser de su puesta en práctica ha sido el mantenimiento o mejoramiento de las condiciones generales de existencia, lo cierto es que la versión predominante en los últimos siglos ha traído consecuencias inversas. En efecto, el modelo de desarrollo derivado del modo de producción industrial-tecnológico-urbano lejos de brindar condiciones saludables de existencia para toda la humanidad, ha puesto en serio riesgo la continuidad no sólo de la sociedad, sino también de la vida en su sentido más amplio143. Pese a que el reconocimiento de este hecho ha sido materia de discrepancia144, de todas maneras, la resonancia comunicacional que ha provocado ha posibilitado su difusión y aceptación generalizada. Esto ha contribuido a que sea posible, en la actualidad, vislumbrar los contornos de un nuevo paradigma de desarrollo fundado en un concepto amplio de sustentabilidad. El desarrollo sustentable, en la pionera formulación de la comisión Brundtland, hace referencia al tipo de desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la posibilidad de las generaciones futuras de cubrir sus propias necesidades145. A decir verdad, no existe un consenso pleno respecto al significado de esta definición. Como señalan Mathis Wackernagel y William Rees: Muchas personas se identifican más con la parte «sustentable» y escuchan un llamado

hacia la transformación social y ecológica, un mundo de estabilidad ambiental y justicia social. Otras se identifican más con «desarrollo» y lo interpretan como un crecimiento más sensible, una versión reformada del estatus quo146. Más allá de los énfasis asignados, resulta esencial reconocer que el paradigma del desarrollo sustentable es una realidad comunicacional materializada estructuralmente que intenta hacer frente, principalmente, a los desafíos ecológicos contemporáneos. 142

Op. Cit., pág. 265. Retamal, O. (2001). La contradicción fundamental y la continuidad de la vida. Concepción: Texto de Circulación Restringida, págs. 10 y siguientes. 144 Por ejemplo, hay quienes destacan el hecho de que el modelo de desarrollo imperante, más que constituir un problema, ha sido fuente de mejoramiento sustancial de la calidad de vida de millones de seres humanos en todo el mundo; los avances científicos en áreas como la salud o la agricultura representarían algunos ejemplos. Ahora bien, respecto a la crisis ecológica que enfrenta el planeta, quienes defienden esta postura destacan las potencialidades tecnológicas e inventivas de la humanidad para salir al paso de esta situación. Harper, Ch. (2001). Op. Cit., pág. 323. 145 World Commission on Environment and Development (WCED). (1987). Our common future. Oxford: Oxford University Press, pág. 43. 146 Wackernagel, M. y Rees, W. (2001). Nuestra huella ecológica. Santiago: LOM, pág. 51. 143

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2.2.1. Algunas Evidencias de la Necesidad Imperiosa de un Cambio

La expansión generalizada del modelo de desarrollo imperante, basado fundamentalmente en la noción de crecimiento económico, ha traído consigo el deterioro acelerado del medio ambiente más allá de su capacidad de regeneración. Como sostiene el economista Robert Goodland, la acción del sistema económico ha alcanzado e incluso excedido los límites de las funciones de fuente y vertedero que ofrece la biosfera147. La plausibilidad de este planteamiento queda a la vista al echar un vistazo al panorama ecológico contemporáneo. Las principales evidencias que justifican la aparición de un discurso social en torno a la sustentabilidad pueden ser clasificadas en dos grandes categorías: macroecológicas y microecológicas148. Entre las primeras, cabe mencionar: la apropiación humana de la biomasa, que implica el empleo directo o indirecto de más del 40% de la producción primaria de la fotosíntesis; el calentamiento del planeta, que en función de la acción de los gases de efecto invernadero amenaza con provocar cambios climáticos de consecuencias incalculables; la destrucción de la capa de ozono, que al facilitar el paso de las radiaciones ultravioleta B, expone a la población a graves enfermedades (principalmente cáncer); y, la pérdida de biodiversidad, que implica el ocaso definitivo de un sinnúmero de especies naturales149. Ahora bien, entre las segundas, cabe consignar: la contaminación y mal uso del agua potable, que radicaliza su escasez; la contaminación del aire, que genera grandes perjuicios a la salud especialmente en los conglomerados urbanos; la producción indiscriminada de desechos, que ocasiona tremendas dificultades para su acopio y disposición segura; y, la degradación acelerada de los suelos, que pone en duda la seguridad alimenticia de millones de personas en todo el mundo150. Sin lugar a dudas, uno de los factores clave que explica buena parte de los problemas descritos es el aumento sostenido de la población mundial en los últimos cien años. Pese a que a nivel global, desde la década del sesenta, esta tendencia ha decrecido, de todas maneras, en algunos países del «tercer mundo» aún es posible observar tasas en expansión. Esto, ciertamente, constituye un hecho preocupante, ya que la degradación de los ecosistemas está directamente relacionada con las presiones poblacionales asociadas151. Si se considera que las proyecciones (medias) respecto al aumento de la población mundial para los próximos cuarenta años hablan de diez mil millones de personas, habrá que reconocer que el principal desafío en el camino hacia un desarrollo sustentable es el control de esta variable. El aumento de la población con la consecuente 147

Goodland, R. (1997). “El argumento según el cual el mundo ha llegado a sus límites”. En: Varios Autores. Desarrollo económico sostenible. Santafé de Bogotá: Tercer Mundo, pág. 26. 148 Rojas, J. (2003). “Paradigma ambiental y desarrollo sustentable”. En: Rojas, J. y Parra, O. (coord.). Conceptos básicos sobre medio ambiente y desarrollo sustentable. Buenos Aires: Proyecto INET/GTZ, pág. 16. 149 Goodland, R. (1997). Op. Cit., págs. 29 y siguientes. 150 Harper, Ch. (2001). Op. Cit., págs. 81 y siguientes. 151 Brown, L., Gardner, G. y Halweil, B. (1999). Beyond Malthus. New York: Norton, págs. 17 y siguientes.

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intensificación radical de las actividades económicas basadas en el empleo de recursos naturales podría hacer colapsar definitivamente el planeta; en otras palabras, podría hacerlo explotar. Como plantea Herman Daly, en la actualidad se ha producido un desplazamiento desde una economía de un mundo vacío a la de un mundo lleno. Esto quiere decir que mientras en el pasado el mundo estaba relativamente vacío de seres humanos y capital hecho por el hombre, hoy en día está prácticamente lleno de éstos152. Esto implica, lisellanamente, que las fuentes de recursos ya no son capaces de «dar abasto» a las demandas de una población en constante expansión.

2.2.2. Dimensiones y Elementos a Considerar en la Operacionalización del Concepto de Desarrollo Sustentable

Más allá del acuerdo en torno a la necesidad de un cambio, cabe preguntarse, ¿qué es concretamente el desarrollo sustentable? La operacionalización del concepto, habitualmente, ha sido asociada a la identificación de sus componentes principales. Desde su formulación original, ha existido un consenso respecto a considerar que, en esencia, el desarrollo sustentable comporta una dimensión ecológica, una social y una económica. El modelo de las tres E153, en este sentido, intenta representar el “equilibrio dinámico entre crecimiento económico, equidad social y la calidad del medio ambiente”154. Como puede apreciarse en el esquema, las tres dimensiones son totalmente interdependientes. Esto quiere decir que, desde la perspectiva de este paradigma, ninguna de las tres líneas de acción puede alcanzar su plena realización aisladamente. Todas, por lo tanto, precisan de las demás. El desarrollo sustentable viene a ser, de esta manera, la conjunción virtuosa de estas tres orientaciones. De lo que se trata, en definitiva, es de alcanzar un equilibrio entre los propósitos económicos, la justicia social y el cuidado del medio ambiente, bajo el entendido que cada uno de Fuente: Paredes, K. y cols. (2000). Op. Cit., pág. 10. estos tres elementos es condición de posibilidad de los otros en el marco de un hiper-ciclo en el que las causas primeras y finales se pierden en la complementariedad. Ahora bien, la materialización del desarrollo sustentable, más allá de las dimensiones señaladas, requiere de otros elementos. Entre ellos, probablemente uno de los más 152

Daly, H. (1997). “De la economía de un mundo vacío a la de un mundo lleno”. En: Varios Autores. Desarrollo económico sostenible. Santafé de Bogotá: Tercer Mundo, pág. 52. 153 Referido a las palabras en inglés: economics, ecology, equity. Harper, Ch. (2001). Op. Cit., pág. 265. 154 Paredes, K., Tarifeño, E. y Vliegenthart, A.M. (2000). Introducción al estudio del medio ambiente. Concepción: Dirección de Docencia, Universidad de Concepción, pág. 10.

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gravitantes en el contexto de las sociedades modernas es el que tiene que ver con la política. En este sentido, resulta sumamente importante no perder de vista la idea de sustentabilidad política, entendida como la voluntad de crear espacios reales de participación democrática en los que las personas puedan asumir de manera protagónica el papel que les corresponde en la resolución de los grandes temas de la sociedad155.

2.2.3. Crítica al Abordaje Teórico de la Noción de Sustentabilidad

El desarrollo sustentable, entendido como la síntesis armónica de las tres dimensiones antes mencionadas —económica, social y ambiental—, representa una visión ideal de cómo deberían ser las cosas. Más allá de lo normativo, lo cierto es que en la realidad actual lo económico prima por sobre lo social y ambiental. En el escenario internacional, las grandes compañías transnacionales ejercen enorme influencia en la toma de decisiones, llegando a influir, incluso, decisivamente en el ámbito de la política interna de muchos países156. Las consideraciones sociales y ambientales, así, quedan subordinadas a lo económico, con lo que son relegadas en la mayoría de los casos a un plano secundario. En contraposición a esto, algunos autores sostienen que la «realidad material» indica que lo económico es dependiente de lo social y lo social, a su vez, es dependiente de lo ambiental157. Esta suerte de «determinismo en última instancia» se expresa en el esquema de óvalos concéntricos. La idea de fondo es que la base ecológica representa una totalidad contenedora de toda clase de manifestación natural, social y económica. Desde esta perspectiva, la economía en lugar de ser visualizada como una entidad autónoma independiente y cristalizada en el mercado, es concebida como el resultado de múltiples Fuente: Giddings, B. y cols. (2002). Op. Cit., pág. 192. relaciones sociales orientadas a satisfacer necesidades en diversos contextos, siempre dentro de las posibilidades «estructurales» que ofrece el medio ambiente158. La sociedad (entendida como el conjunto de las 155

Rojas, J. (2003). Op. Cit., pág. 24. Korten, D. (1996). When corporations rule the world. West Hartford: Kumarian Press, págs. 59 y siguientes. 157 Giddings, B., Hopwood, B. y O´Brien, G. (2002). “Environment, economy and society: Fitting them together into sustainable development”. En: Sustainable Development. Vol. 10, Nº 4, pág. 191. 158 En este sentido: “An improvement would be to remove the separation of the economy from other human activities. This separation inflates the importance of the market, assumes it is autonomous and does not focus primarily on meeting of human whether by the market or other means. We would suggest that human activity and well being, both material and cultural, should be viewed as interconnected and within the environment”. Op. Cit., pág. 193. 156

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relaciones sociales), a su vez, es entendida como un «huésped», vale decir, como un usuario que goza de usufructo, mas no de propiedad. Ciertamente, este enfoque pretende constituirse en una alternativa analítica frente al antropocentrismo radical dominante en la reflexión teórica en torno al tema159. Si bien este punto de vista ofrece ventajas ilustrativas y pedagógicas, carece de los elementos necesarios para dar cuenta de la complejidad implicada. En otras palabras, adolece de un ángulo teórico suficientemente abstracto. Al abordar conceptualmente el tema del desarrollo sustentable, no debe perderse de vista el hecho de que se está describiendo lo social desde lo social. En efecto, todo lo que se pueda decir acerca del medio ambiente, sus dimensiones y perspectivas, no es más que comunicación de la comunicación. El primer paso para analizar sociológicamente el fenómeno de la sustentabilidad, entonces, es la adopción de un concepto observacional sistémico autoimplicante de sociedad160. La teoría de los sistemas sociales, en lugar de representarse la realidad en términos de jerarquías sistémicas (como en el caso del esquema de óvalos concéntricos mostrado anteriormente), adopta la simple diferencia entre sistema y entorno. El sistema social, entendido como el conjunto de todas las comunicaciones posibles, se diferencia de todo lo demás en virtud de sus elementos constitutivos, de manera que no tiene acceso al entorno. La continuidad del sistema, en todo caso, depende de la existencia del entorno. En efecto, la destrucción del propio sistema, eventualmente, puede ser gatillada desde su exterior161; esto ayuda a entender la relación de íntima dependencia que existe entre ambos lados de la diferencia. Estrictamente, el entorno ecológico no puede comunicarse con la sociedad. Ahora bien, esto no quiere decir que el sistema social permanezca aislado, completamente abstraído de lo que pasa fuera de sus límites. Tal como lo muestra el esquema, las vicisitudes del entorno ecológico pueden resonar comunicacionalmente dentro de la sociedad162; evidentemente, la producción de esta comunicación se realiza de manera completamente 159

Puede decirse, en efecto, que esta perspectiva está impregnada de cierto naturalismo ecológico, toda vez que se concentra primordialmente en el medio ambiente como «pirámide biótica». Aldunate, C. (2001). El factor ecológico. Santiago: LOM, págs. 24-25. 160 Aquí se hace referencia al marco conceptual descrito en el capítulo 1, particularmente en la sección 1.3. 161 Piénsese, por ejemplo, en una hecatombe nuclear o en cualquier tipo de catástrofe ecológica de proporciones globales. En estos casos, ciertamente, el entorno está en condiciones de causar la destrucción del sistema de comunicación. Luhmann, N. (1996). Introducción a la teoría de sistemas. México: Universidad Iberoamericana; Guadalajara: ITESO; Barcelona: Anthropos, pág. 98. 162 Como señala Luhmann: “We can formulate the question of the ecological basis of danger to social life much more exactly if we look to the conditions under which the states and changes in the social environment find resonance within society”. Luhmann, N. (1989). Ecological communication. Chicago: The University of Chicago Press, pág. 16.

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autorreferencial, lo que quiere decir que no hay transmisión alguna de información o de contenidos desde el exterior al interior del sistema. Las consecuencias derivadas de la clausura operativa de los sistemas no implican renunciar a la idea de realidad. Toda observación —por lo tanto, toda comunicación— en la medida que opera una distinción, inaugura realidad (en la sociedad). La comunicación ecológica, de esta forma, no constituye una ficción abstracta propiedad exclusiva de los teóricos recalcitrantes, por el contrario, es la materialización empírica de la reflexividad social. En síntesis, la sustentabilidad, entendida como comunicación social y desacoplada de sus anclajes ontológicos, puede comenzar a ser tematizada sociológicamente en la medida que se asume que “el ambiente y las atribuciones que se le extienden, pasan por resultados de operaciones comunicativas realizadas en los sistemas sociales que participan en su organización. Por eso, toda comunicación que refiera al ambiente es constitutiva de la realidad ambiental”163.

2.3. Capitalismo y Sustentabilidad: ¿Teleologías Irreconciliables? En términos generales, el capitalismo puede ser entendido como un sistema económico en el que los individuos privados y las empresas llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios en el contexto de una libre competencia en el mercado164. La expansión casi universal de este modo de producción ha traído consigo su reificación; el fin de la guerra fría, el «maquillaje social» de las políticas económicas y la «renovación» de las izquierdas alrededor del mundo han contribuido a desestimar las críticas de fondo que otrora se dirigieron a su naturaleza contradictoria y esencialmente injusta. En la actualidad, el discurso en torno a la sustentabilidad, probablemente, ha sido el único capaz de retomar la crítica feroz al capitalismo, en la medida que ha puesto de manifiesto su carácter eminentemente depredador. En efecto, como se dejó establecido anteriormente, la evidencia empírica al respecto es concluyente: de seguir en la senda de la producción y el consumo indiscriminados, el planeta —y, por consiguiente la sociedad— colapsará. El capitalismo contemporáneo, para Lester Brown, constituye una economía de la autodestrucción, toda vez que dirige sus «objetivos vitales» haciendo caso omiso de las condiciones basales del entorno ecológico. Los indicadores de los últimos cincuenta años muestran que la economía ha aumentado su tamaño en siete veces a costa de una reducción dramática de las fuentes ecológicas165. La globalización de los mercados, el firme asentamiento de la ideología liberal y la creciente preponderancia de los capitales multinacionales han terminado por modelar el escenario actual.

163

Arnold, M. (2003). “Autoproducción de la amenaza ambiental en la sociedad contemporánea”. En: Revista MAD. Nº 9, pág. 6 [En Línea]. 164 Giddens, A. (2000). Sociología. Madrid: Alianza, pág. 742. 165 Brown, L. (2001). Eco-economy. New York: Norton, pág. 7.

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Es cierto que la actividad comercial global y conceptos como el “libre comercio” han existido por siglos en distintas formas. Pero también es verdad que las versiones iniciales de este fenómeno fueron totalmente diferentes de la versión moderna en cuanto a escala, velocidad, forma, impacto y, lo que es aún más importante, a la intención. En definitiva, la versión moderna de la globalización económica no evolucionó naturalmente, como lo hace algún tipo de planta o alguna especie animal. La globalización moderna no es un accidente de la evolución. Fue creada por seres humanos, y con una meta específica: dar primacía a los objetivos y valores empresariales por sobre todos los demás valores, e instalarlos agresivamente a nivel global166.

Ahora bien, cabe preguntarse si acaso la cristalización del paradigma del desarrollo sustentable es posible en el contexto de una economía capitalista global. Si se parte de una concepción determinista de lo económico, habrá que asumir que la introducción de cualquier clase de modificación que altere la renta de los capitalistas resulta improbable. Si se adopta, por el contrario, una visión holista del funcionamiento de la economía en la que se reconoce el rol activo de las diferentes instancias implicadas, pueden comenzar a emerger alternativas plausibilizadoras. Aunque los cambios en materia de sustentabilidad requieren de un impulso por parte de las estructuras organizacionales de la economía mundial167, no debe perderse de vista la importancia estructurante de los patrones culturales. Como señala Alain Lipietz: La «Nueva Gran Transformación» que permitirá a la humanidad adoptar un modelo de desarrollo ecológicamente sustentable pasa primeramente por una revolución cultural, a través de la cuál ciertas prácticas anteriores son deslegitimadas, estigmatizadas por los consumidores, los vecinos, la prensa, los competidores y finalmente por los poderes públicos. Paralelamente, se desarrollan «mejores prácticas», códigos de «buena conducta», acuerdos de «autolimitación», de «normas negociadas» en la sociedad civil, bastante antes que la ley los haga obligatorios, o que costos (indicados por los precios) los vuelvan rentables168.

Esta idea de transformación impulsada de «abajo hacia arriba» ayuda a entender que la sociedad moderna lejos de ser un orden institucional completamente estructurado en función de objetivos socialmente compartidos o privadamente maquinados, es un tejido irregular y contingente en el que los cambios son posibles a cada instante —vivimos, en una situación de incertidumbre permanente. La presión implícita de la ciudadanía, en este sentido, constituye un factor de cambio de insospechado alcance. En la medida que la comunicación en torno a la sustentabilidad impregna la sociedad (en la forma de interacciones y desarrollos especializados), es posible constatar su recepción en el ámbito del orden económico capitalista. Los criterios de sustentabilidad, de esta forma, pasan a ser temas de discusión abordados, siempre, desde los códigos especializados de la 166

Mander, J. (2002). “Globalización económica y medio ambiente”. En: Varios Autores. Globalización y sustentabilidad. Santiago: Programa Chile Sustentable, pág. 60. 167 Tal es el caso de instancias como el Banco Mundial que en los últimos años ha incorporado como criterio para el otorgamiento de préstamos, la idea de «crecimiento sustentable». Reed, D. (1996). “Un desarrollo sostenible”. En: Reed, D. (ed.). Ajuste estructural, ambiente y desarrollo sostenible. Caracas: WWF, CENDES, Nueva Sociedad, pág. 57. 168 Lipietz, A. (2002). ¿Qué es la ecología política? Santiago: LOM, pág. 58.

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economía (riesgo, dinero, ganancia, etc.). Esto, ciertamente, es aplicable a las organizaciones, las que internalizan el programa temático en términos de sustentabilidad corporativa169. La adscripción generalizada a los principios de la RSE por parte de las organizaciones resulta, así, comprensible de manera más fácil.

2.3.1. Crisis y Adecuación desde una Perspectiva Sistémica

Como ya se esbozó anteriormente, desde la perspectiva sistémica, la sociedad sólo se puede exponer a sí misma a los peligros ecológicos170, lo que implica que éstos remiten exclusivamente a la comunicación. Como señala Arnold, “la novedad es que el peligro no se encuentra en el ambiente, sino que atañe al sistema societal”171. Las estrategias para alcanzar un desarrollo sustentable son, en este sentido, eminentemente sociales, sin embargo, no se expresan unitariamente en la forma de un discurso consensuado. Por el contrario, resuenan independientemente en cada uno de los sistemas parciales de la sociedad (política, economía, derecho, etc.). Esto quiere decir que hay tantas sustentabilidades como racionalidades sistémicas diferenciadas. La consecuencia más importante de esto es que ninguna versión del concepto puede reclamar supremacía. Como dice Chávez, “es la misma diferenciación funcional la que sabotea las posibilidades de generación de una coordinación total a partir de un determinado sistema y también las posibilidades de producir una identidad total”172. La clásica salida regulativa encarnada en el sistema político que intenta imponer modos de operación al sistema económico y, en general, a todos los sistemas parciales es, desde esta perspectiva, un error. La mayoría de las políticas de intervención desde el Sistema Político —independiente de los logros puntuales— han producido como efecto tendencias a la desdiferenciación. Estas políticas se han caracterizado por fuertes intervenciones en la instancia de los rendimientos de los sistemas intervenidos. El riesgo provocado por ellas ha sido mayor, en la medida que destinadas a limitar la autonomía y expansión sistémica han producido disminuciones o pérdidas en los rendimientos sistémicos con evidentes consecuencias para el Estado de Bienestar Social en los países altamente industrializados y en la Periferia un reforzamiento de la exclusión social173.

Los procesos sistémicos de adecuación, de esta manera, deben ser autónomamente guiados. El sistema económico, en virtud de su cerradura operativa, por lo tanto, no tiene otra salida que autorregularse; la sustentabilidad del sistema económico, de esta forma, 169

Van Marrewijk, M. (2003). “Concepts and definitions of CSR and corporate sustainability: Between agency and communion”. En: Journal of Business Ethics. Vol. 44, Nº 2/3, págs. 102-103. 170 Luhmann, N. (1989). Op. Cit., pág. 32. 171 Arnold, M. (2003). Op. Cit., pág. 2. 172 Chávez, J.M. (1995). “La sociología y el desafío ecológico: una perspectiva sistémica”. En: Ponencias del 5º Congreso sobre Medioambiente. Santiago: CIPMA, pág. 3. 173 Op. Cit., pág. 4.

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es económica, de manera que puede considerar la escasez ecológica y los problemas ambientales sólo en la medida que éstos puedan ser expresados en el lenguaje de la economía: “Sólo de esta forma puede ser introducido el medio ambiente en la economía, sólo así puede darse un motivo económico para procesar «protectoramente» al medio ambiente”174. La autorregulación del sistema económico no implica que éste se desentienda de lo que pasa en su entorno. En este sentido, puede decirse que su operatividad está garantizada por un marco implícito de coordinación social. La perspectiva sistémica ayuda a comprender que, más allá de los modelos particulares de desarrollo, la idea de sustentabilidad en el ámbito de la economía puede materializarse en la medida que las comunicaciones adopten la forma de una racionalidad especializada. El potencial social de la autoproducción de peligros, así, tiene en contrapartida un potencial de recuperación ante ellos175. En este sentido, vale la pena centrar la atención en la existencia o no de incentivos económicos que motiven a las personas (productores y consumidores) a destruir o conservar el medio ambiente176.

174

Op. Cit., pág. 6. Arnold, M. (2003). Op. Cit., pág. 29. 176 Aguilera, R. (2003). “Ambiente y economía”. En: Rojas, J. y Parra, O. (coord.). Conceptos básicos sobre medio ambiente y desarrollo sustentable. Buenos Aires: Proyecto INET/GTZ, pág. 248; Harper, Ch. (2001). Op. Cit., pág. 314-315; Costanza, R. (1997). “La economía ecológica de la sostenibilidad. Inversión en capital natural”. En: Varios Autores. Desarrollo económico sostenible. Santafé de Bogotá: Tercer Mundo, págs. 163 y siguientes. 175

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Capítulo 3

ORGANIZACIÓN Y NORMATIVIDAD Regulación y Autorregulación en Sistemas Decisionales

De acuerdo al modo en que se ha estructurado este trabajo, corresponde en el presente capítulo desarrollar los lineamientos teóricos generales relativos al fenómeno organizacional. El abordaje de este tema resulta de vital importancia en el marco de esta investigación, ya que es en la organización donde la RSE se constituye como realidad comunicacional. Considerando que actualmente los sistemas organizacionales se insertan en contextos altamente complejos, el énfasis analítico estará puesto, igualmente, en aquellas condiciones normativas que posibilitan la coordinación de los distintos sistemas sociales. Se trata, pues, de indagar en los entornos regulativos que están a la base de las comunicaciones en torno a la RSE. Es claro que los desafíos que plantea el paradigma del desarrollo sustentable resuenan a nivel de las organizaciones. Ciertamente, el discurso en torno a la RSE constituye una manifestación patente de esto. Ahora bien, desde una perspectiva estrictamente sociológica, resulta importante establecer en qué medida la RSE adopta la forma de imperativo de acción y si acaso esto guarda relación con una racionalidad normativa externa a la organización. El abordaje de estas materias se desarrollará de la siguiente manera: en primer término, se contextualizará el concepto de organización en el marco de la modernidad. En esta sección, se presentarán algunas conceptualizaciones teóricas clásicas, se definirá la organización desde la perspectiva sistémica y se expondrán algunos ejemplos de metaorganizaciones (bajo el entendido que éstas son manifestaciones típicas de la sociedad contemporánea). En segundo lugar, se explicitarán las características de los entornos normativos de la organización. Aquí se revisarán las estructuras regulativas internas y externas, poniendo especial atención en el sistema jurídico. En tercer lugar, se tratará el tema de la autorregulación sistémica haciendo uso de la noción teórica de 53

coordinación pragmática de intransparencias. Finalmente, en cuarto lugar, se intentará «aterrizar» la temática al ámbito de la industria extractiva a través del tratamiento de la cuestión del «royalty minero».

3.1. La Organización en el Contexto de la Modernidad Aunque en términos genéricos la idea de organización ha acompañado al hombre desde tiempos inmemoriales, lo cierto es que en la modernidad ha alcanzado una difusión nunca antes vista. Vivimos en una sociedad organizacional. Prácticamente, todas las funciones de la sociedad contemporánea tienen una alternativa de solución generada en alguna organización. En este sentido, resulta difícil encontrar alguna necesidad humana que no tenga una respuesta elaborada organizacionalmente177. La trayectoria vital, hoy en día, está marcada de tal manera por la pertenencia organizacional que no es exagerado hablar de un hiper-ciclo en el que constantemente se está saliendo de una organización para entrar en otra. Como señala Darío Rodríguez, En la sociedad moderna las organizaciones preparan al ser humano para ingresar a otras organizaciones, que le permitirán tener acceso a otras organizaciones, que —a su vez— le darán la posibilidad de ubicar a sus hijos en organizaciones que —por una parte— les permitirán dejar libres a sus padres para seguir trabajando en sus respectivas organizaciones y, al mismo tiempo —y por otra parte—, les darán a ellos la oportunidad de prepararse para su propio ingreso en otras organizaciones, que… Este es el cuento de nunca acabar de la modernidad178.

La persistencia e inevitabilidad de esto es tal que incluso las pocas personas que no pertenecen formalmente a una organización compleja se hallan relacionadas a ellas, como por ejemplo las amas de casa o los rentistas, un quiosquero o un profesional liberal179. Ahora bien, la tremenda influencia que las organizaciones han llegado a ejercer sobre la vida de las personas no necesariamente constituye algo beneficioso. “Con frecuencia, su acción tiene como consecuencia que ciertas cosas pasen de nuestras manos a las de funcionarios o expertos sobre los que tenemos poco control”180. Esta situación tiende a radicalizarse en el contexto de la globalización, ya que comienza a imponerse un proceso de transnacionalización económica y cultural en la que los poderes locales pierden peso frente a los conglomerados transnacionales; esto redunda en una deslocalización de procesos que magnifica las distancias cognitivas y acentúa la homogeneización cultural. A diferencia de lo que ocurría con las clásicas burocracias estatales, el poder de las organizaciones transnacionales no está radicado en el monopolio de la violencia física, 177

Rodríguez, D. (2002a). Gestión organizacional. Santiago: Universidad Católica de Chile, pág. 19. Op. Cit., pág. 20. 179 En efecto, como señala Mario Krieger, “nosotros nacemos, nos educamos, trabajamos, nos recreamos, viajamos, atendemos nuestra salud, nos aseguramos, oramos… y finalmente nos morimos en organizaciones”. Krieger, M. (2001). Sociología de las organizaciones. Buenos Aires: Pearson, pág. 3. 180 Giddens, A. (2000). Sociología. Madrid: Alianza, pág. 371. 178

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sino más bien en el completo dominio de las alternativas de selección que ponen a disposición del público. Sin lugar a dudas se trata de un poder tanto más grande como silencioso.

3.1.1. El Fenómeno Organizacional desde la Perspectiva de las Teorías Clásicas

El desarrollo de la teoría organizacional en el último siglo ha sido importante. En este lugar no se pretende reproducir la amplitud y riqueza de la reflexión sobre el tema, sólo se aspira a describir a grandes rasgos algunas de las corrientes más influyentes. A continuación, se revisarán los principales planteamientos de cuatro perspectivas organizacionales: la weberiana, la de las relaciones humanas, la neo-clásica y la sistémica de Katz y Kahn. Desde la perspectiva de Weber, las organizaciones modernas son el resultado del proceso de racionalización y secularización experimentado por la sociedad occidental. La racionalización en la operación de empresas de gran escala se expresa en la forma burocrática de organización de lo político, administrativo y económico. En términos generales, la burocracia se caracteriza por la existencia de una jerarquía administrativa, la división clara y precisa de las funciones, la calificación profesional de sus miembros, la existencia de retribuciones monetarias y el sometimiento a una rigurosa disciplina y vigilancia administrativa181. El principio orientador de la organización burocrática es, para Weber, la racionalidad con arreglo a fines. La empresa económica, en este sentido, sólo puede existir en la medida que se sostiene sobre cálculos racionales. “Para esto, el rendimiento de cada trabajador individual es medido matemáticamente y su comportamiento se hace predecible. Cada individuo se transforma en un pequeño engranaje de la gran maquinaria y su única aspiración es llegar a convertirse en un engranaje más grande”182. Como ya se comentó en el capítulo 1, para Weber la expansión progresiva de la racionalidad en la forma de grandes estructuras burocráticas trae consigo la inevitable pérdida de autonomía para el individuo («jaula de hierro»). Más allá de lo acertado o no de este diagnóstico, el enfoque weberiano ofrece una visión general del proceso histórico de conformación de la sociedad organizacional que aún conserva vigencia. Los principios weberianos adquirieron materialidad en la denominada escuela clásica de la administración que centra su atención en lograr el establecimiento de un sistema de reglas de acción tendientes a alcanzar la máxima eficiencia en el proceso productivo («ciencia de la pala»). En contraposición a esta visión, en la década del veinte en Estados Unidos surgió una perspectiva diametralmente distinta. La escuela de las relaciones humanas, en lugar de focalizar su preocupación en el proceso mismo, destaca la idea de grupo, vale decir, la comprensión del hombre como ser social. Desde esta perspectiva, la cantidad de trabajo que pueda realizar un individuo está dada por su «capacidad social» y 181 182

Weber, M. (1999). Economía y sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, pág. 176. Rodríguez, D. (2002a). Op. Cit., pág. 33.

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no por su particular disposición física. Factores tales como el reconocimiento, la aceptación del grupo, el estatus o el prestigio son tan importantes como las recompensas económicas. A diferencia del modelo burocrático, el enfoque de las relaciones humanas postula que los liderazgos no nacen únicamente de la estructura organizacional, sino también de las instancias informales. La información y la participación en la toma de decisiones son algunas de las más importantes recompensas que pueden ofrecerse para obtener el compromiso de los trabajadores183. Esto implica que la confianza constituye un pilar esencial en esta forma de ver la organización. Esta perspectiva defiende la idea de que la organización debe permitir el desarrollo de las personas a través de la satisfacción de sus necesidades184. Aunque en esta nueva vertiente teórica es posible señalar que el interés prioritario parecería estar en la satisfacción laboral y no en la eficiencia organizacional, la crítica más frecuente a todo el movimiento de Relaciones Humanas fue que pudo transformarse fácilmente en un instrumento de manipulación de los trabajadores por parte de los empresarios. Al margen de la crítica, sin embargo, es preciso reconocer en la Escuela de Relaciones Humanas un muy importante avance en el conocimiento del fenómeno organizacional y de los individuos actuando como miembros de grupos185.

A comienzos de la década del sesenta, volvió a tomar fuerza el paradigma de la racionalización de las estructuras. March y Simon, en su clásico trabajo titulado Organizations, destacan la necesidad de considerar en el diseño de la organización distintos mecanismos y unidades especializadas en el cumplimiento de funciones indispensables para su adecuado funcionamiento186. Una de las preocupaciones fundamentales del enfoque neo-clásico es el orden. Las organizaciones requieren de mecanismos de control que garanticen el cumplimiento de las labores y la adhesión efectiva a los reglamentos. Idealmente, el control debe ser efectuado por la jerarquía de autoridad, sin embargo, cuando esto no es suficiente tienden a generarse instancias especializadas con reglas que han de ser controladas. De esta manera, es posible hablar de dos modos de división del trabajo: una orientada al cumplimiento de tareas (especialización horizontal) y otra basada en el poder más que en el trabajo (especialización vertical)187. La comprensión sistémica de las organizaciones, a diferencia de las perspectivas anteriores, pone el énfasis no sólo en la unidad organizacional, sino también en las relaciones con el ambiente exterior. Este enfoque está estrechamente ligado al desarrollo de la teoría general de sistemas, particularmente, a los trabajos de Ludwig von Bertalanfy. En cierto sentido, las organizaciones parecen ser el ámbito más adecuado para aplicar los conceptos teóricos sistémicos. El problema central, desde este punto de vista, es la supervivencia del sistema organizacional, de manera que los cambios organizacionales, en esta línea, son vistos como respuestas adaptativas ante amenazas al 183

Op. Cit., pág. 40-41. Esto guarda relación con el clásico modelo piramidal de las necesidades desarrollado por el psicólogo norteamericano Abraham Maslow. Krieger, M. (2001). Op. Cit., pág. 99. 185 Rodríguez, D. (2002a). Op. Cit., pág. 42. 186 March, J. y Simon, H. (1964). Organizations. New York, London: John Wiley & Sons, pág. 38. 187 Rodríguez, D. (2002a). Op. Cit., pág. 45. 184

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equilibrio sistémico188. Una de las aplicaciones más importantes fue la realizada por Daniel Katz y Robert Kahn a mediados de la década del sesenta. Desde la perspectiva de estos autores, todos los sistemas organizacionales poseen nueve características fundamentales189: 1) importación de energía: los sistemas toman del ambiente externo la energía necesaria para existir; 2) el procesamiento: los sistemas transforman la energía de que disponen; 3) el resultado: los sistemas aportan algún producto al ambiente; 4) los sistemas como ciclos de acontecimientos: la pauta de actividades del intercambio de energía tiene carácter cíclico; 5) entropía negativa: a fin de sobrevivir, los sistemas deben moverse para detener el proceso entrópico; 6) insumo de información, retroalimentación negativa y el proceso de codificación: los insumos no son sólo energía, sino también información que proporcionan señales a la estructura sobre el ambiente; la retroalimentación negativa es el tipo más sencillo de insumo de información que se halla en todos los sistemas; a través de la codificación, la «confusión bullente y sonante» del mundo queda simplificada en algunas categorías significativas y sencillas que sirven a un sistema dado; 7) el estado estable y la homeostasis dinámica: la importación de energía para detener la entropía mantiene cierta constancia en el intercambio energético, de manera que un estado estable caracteriza a los sistemas que sobreviven; 8) diferenciación: los sistemas se mueven rumbo a la diferenciación y la elaboración como criterio básico de evolución; y, finalmente, 9) equifinalidad: un sistema puede alcanzar el mismo estado final a partir de condiciones iniciales diferentes y por caminos diversos. Como puede apreciarse, estos principios remiten a una concepción teórica de sistemas abiertos. El intercambio de energía e información con el entorno, por lo tanto, es el fundamento de la conformación de las estructuras sistémicas y, evidentemente, constituye una condición sine qua non para su sobrevivencia y evolución. El modelo input-output, de esta manera, sintetiza el modus operandi de la dinámica organizacional.

3.1.2. La Organización como Sistema Cerrado de Decisiones

Como pudo apreciarse, las teorías clásicas de la organización enfatizan su carácter de instrumento racional dirigido a metas. Estas conceptualizaciones, definen la estructura organizacional como la traducción de estas metas, adecuándolas a relaciones del tipo medio/fin. Desde el punto de vista de la teoría de los sistemas sociales autopoiéticos, en cambio, el interés se dirige a los problemas teórico-epistemológicos vinculados a la construcción de organizaciones en tanto sistemas cerrados de comunicación. En este sentido, para Luhmann, “los sistemas organizacionales son sistemas sociales constituidos por decisiones y que atan decisiones mutuamente entre sí”190. Observadas desde esta perspectiva, las organizaciones constituyen su nivel de emergencia autopoiético, cuando empiezan a aplicar reflexivamente decisiones para delimitar sus 188

Rodríguez, D. y Arnold, M. (1999). Sociedad y teoría de sistemas. Santiago: Universitaria, pág. 74. Katz, D. y Kahn, R. (1979). Psicología social de las organizaciones. México: Trillas, págs. 28-35. 190 Luhmann, N. (1997). Organización y decisión. México: Universidad Iberoamericana; Barcelona: Anthropos; Santiago: ISUC, pág. 14. 189

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sucesos y tiempos propios. Desde ese momento, desprendidas de los condicionamientos del mundo definen sus límites, constituyendo los espacios de autonomía para aplicarse, racionalmente, al logro de los fines que se autoproponen y de cuyo cumplimiento depende la viabilidad de la sociedad y la de sus componentes191.

Como puede suponerse a esta altura, esta conceptualización de la organización no incluye a los individuos ni a las acciones funcionales de éstos. La organización es sólo comunicación acerca de decisiones. Tal como sucede a nivel de la teoría general de la sociedad, las opciones analíticas accionalistas son reemplazadas por un enfoque de la observación sistémica basada, ya no en una tipología de la acción mentada, sino más bien en una teoría de la operación como selección de comunicaciones. Como señala Luhmann, A diferencia de las acciones, que han de ser consideradas como dadas o esperadas en su desarrollo típico, las decisiones no tienen su identidad en el desarrollo de un acontecer determinado, sino en la elección entre varias posibilidades (alternativas), que sólo se documenta en la alternativa elegida192.

Al definir la organización como un sistema propio compuesto única y exclusivamente por comunicaciones de decisiones, resulta ya imposible pensar que su relación con la sociedad es la de un subsistema respecto al sistema global (como creía Parsons). Constituyen, más bien, entornos recíprocos. La racionalidad de ambos sistemas es distinta, de manera que la sociedad «utiliza» a la organización como mecanismo eficiente en la resolución de problemas, mas al costo de especificarlos y redefinirlos a tal punto que muchas veces el resultado final es insatisfactorio e insuficiente. Por otro lado, la organización considera a la sociedad como el sistema más amplio que la limita, le pone condiciones y se constituye en el entorno al cual se encuentra adaptada constantemente193. Respecto a la relación entre organización e individuo sucede algo similar. No es posible reducir los sistemas decisionales a la sumatoria de los roles individuales. Las organizaciones tienen una racionalidad distinta a la de los miembros individuales. Mientras, por una parte, la organización entrena, adoctrina, convence o refuerza a su membrecía para que responda y actúe conforme a lo esperado, los individuos, por otra parte, tratan de acomodar las reglas y condiciones organizacionales a sus propios intereses personales194. El establecimiento de un punto de acomodo, es el propósito de toda organización.

3.1.3. La Organización de la Organización: Gremios, Clusters y Alianzas Estratégicas

En el contexto de la sociedad contemporánea surgen formas de organización que en la medida que intentan hacer frente a la complejidad del entorno, aumentan, al mismo 191

Arnold, M. (2001). “Las organizaciones sociales como sistemas autopoiéticos”. En: Sociedad Hoy. Nº 4/5, pág. 139. 192 Luhmann, N. (1997). Op. Cit., pág. 9. 193 Rodríguez, D. (2002a). Op. Cit., pág. 28. 194 Op. Cit., pág. 30.

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tiempo, su propia complejidad constitutiva. La aparición de macro-estructuras organizacionales constituye, en este sentido, un ejemplo. La consecuencia más importante que se deriva del surgimiento de organizaciones que, a su vez, contienen a otras organizaciones (metaorganizaciones) es la ampliación radical de los espacios de racionalidad sistémica y, por consiguiente, de los de comunicación posible. En el ámbito económico, este tipo de procesos ha alcanzado gran notoriedad, básicamente, en virtud de la potente corriente globalizadora que ha impregnado los mercados internacionales. La aparición de gremios, clusters y alianzas estratégicas representan algunos ejemplos claros al respecto. Aunque los gremios tienen su origen en la edad media, su máxima expresión organizacional la han alcanzado en los tiempos modernos. En términos genéricos, los gremios pueden ser entendidos como asociaciones profesionales formadas por personas que tienen el mismo oficio195. En la actualidad, no obstante, este tipo de agrupaciones aglutina no sólo a individuos independientes —como podría ser el gremio de los médicos o de los abogados—, sino también a organizaciones que ven en la unión mejores perspectivas de interlocución con diversas instancias (gobierno, consumidores, otras organizaciones, etc.). Los clusters, por su parte, son aglomeraciones formadas de manera espontánea por empresas de un determinado sector económico. El cluster incluye a todas aquellas empresas que participan en la creación de valor de un determinado producto, incluyendo proveedores, servicios, infraestructura de apoyo, gobierno, etc. Esta coordinación hace posible aumentar la productividad y enfrentar nuevas demandas196. Aunque se suele asociar la idea de cluster a una región geográfica determinada o, también, a pequeñas y medianas empresas que requieren a su vez a otras pequeñas y medianas empresas para elaborar sus productos, este tipo de asociación también se da entre los grandes consorcios internacionales. Las alianzas estratégicas, finalmente, hacen referencia a coaliciones formales entre dos o más empresas surgidas de relaciones oportunistas o permanentes que evolucionan hacia una forma de asociación entre los protagonistas. Algunas de estas alianzas, en virtud de normas más tradicionales, podrían corresponder a acuerdos entre los competidores con intereses conflictivos. Las alianzas más comunes en la actualidad incluyen las asociaciones de empresas, los acuerdos de licencia, los acuerdos de suministro, las iniciativas de capital de riesgo, las adquisiciones de asociación conjunta y muchas otras formas de cooperación. Todos los enfoques comparten el objetivo común de eliminar o reducir significativamente la confrontación entre los competidores, proveedores, clientes, 195

Esta definición, al destacar el carácter individual de la unión, está estrechamente ligada al concepto clásico de sindicato. Ciertamente, los sindicatos, al menos en su versión «extendida», representan ejemplos de metaorganizaciones, toda vez que aglutinan la multiplicidad —ya sean demandas, reivindicaciones, proyectos políticos, discursos ideológicos, etc.— en la forma de un discurso racional único. La negociación colectiva a través del derecho a huelga constituye un ejemplo de esto. Giddens, A. (2000). Op. Cit., págs. 404 y siguientes. 196 Saldaña, A. (2005). Identificación de oportunidades de negocios para el desarrollo del cluster minero de la segunda región. Memoria para optar al Título de Ingeniero Civil Industrial, Universidad de Concepción, pág. 11.

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los nuevos participantes potenciales y los productores de sustitutos197. La materialización de este tipo de alianzas pretende crear mejores condiciones para todos los socios participantes.

3.2. Estructura y Entorno Normativo de los Sistemas Organizacionales La sobrevivencia de cualquier sistema depende, en gran medida, de su relación con el entorno. No se trata, pues, de una dependencia física ni estructural, sino más bien cognitiva. Los sistemas organizacionales producen sus propios componentes decisionales de forma operacionalmente cerrada, sin embargo, requieren de un entorno informativo que proporcione las fuentes de resonancia comunicacional necesarias para reducir complejidad. En el contexto de una sociedad policéntrica en la que ninguna racionalidad sistémica puede reclamar supremacía sobre otra, conviene centrar la atención en aquellas condiciones que posibilitan la coordinación social. ¿Cómo es posible que los distintos sistemas sociales autopoiéticos den lugar a eso que llamamos sociedad? Esta es la pregunta que surge cuando se dimensionan las consecuencias radicales que se derivan de la autonomía funcional de las diversas esferas sociales. La regulación social, desde el punto de vista de la teoría de los sistemas sociales, no es entendida como una acción fáctica unilateral. Para que exista regulación, no basta sólo una instancia reguladora, sino también una regulada que construya de manera autorreferencial los efectos del proceso de intervención. Al decir esto, se asume que toda regulación es, al mismo tiempo, autorregulación. Ahora bien, los eventos regulativos suponen contingencia, vale decir, la concurrencia de dos o más sistemas. En el caso de las organizaciones esta contingencia es múltiple, toda vez que refiere a diversos entornos internos y externos (miembros, clientes, política, economía etc.). Los despliegues de racionalidad que contribuyen a «ordenar» la contingencia pueden ser descritos como mecanismos normativos. En términos genéricos, éstos califican deónticamente los comportamientos, vale decir, los declaran admisibles o inadmisibles. En el ámbito endógeno de la organización, evidentemente, los mecanismos normativos no necesariamente se expresan en forma de estructuras formales; en muchos casos constituyen esquemas tácitos que, no obstante, ejercen influencia real sobre los individuos, e incluso sobre la comunicación decisional198. Considerando la complejidad basal y ambiental de las organizaciones formales que interesan en el contexto de este trabajo, a continuación se procederá a explorar las características estructurales de los entornos interno y externo de la organización, bajo el entendido que las claves para la comprensión de su propio desenvolvimiento están ahí. 197

Hax, A. y Majluf, N. (1997). Estrategias para el liderazgo competitivo. Santiago, Buenos Aires: Dolmen, págs. 108-109. 198 Tal es el caso de la comunicación normativa. Krieger, M. (2001). Op. Cit., pág. 229.

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3.2.1. Estructura Normativa Interna a la Organización: Condiciones de Pertenencia

Toda vez que se relacionan dos seres humanos se produce necesariamente la convergencia de dos contingencias. Los sistemas sociales requieren de esta doble contingencia para constituirse, ya que si uno u otro de los participantes decide optar por alguna alternativa distinta a la de estar allí, no puede producirse el sistema social. En el caso de las organizaciones, esta doble contingencia se traduce en la contingencia de los reglamentos y normas, que la organización ha establecido para regular los comportamientos de los miembros, y en la contingencia de los comportamientos de los miembros. Tanto las reglas como los comportamientos pueden ser diferentes a lo que son, pero el hecho es que son como son. La organización que funciona en la práctica es la que resulta del acomodo entre reglas y comportamientos: ni las reglas se respetan como se hubiera deseado, ni los miembros se comportan a su entero amaño199.

A diferencia de lo que pasa en los sistemas de interacción, los sistemas organizacionales no se constituyen sobre la base de la presencia simultánea de sus miembros ni de relaciones cara a cara. Su «razón de ser» es la existencia de normas explícitas de pertenencia de sus miembros, y el conocimiento y aceptación, por parte de ellos, de un determinado orden de expectativas de comportamiento. “En otras palabras, las organizaciones establecen condiciones y requisitos para su pertenencia”200. Mientras más recurrente es un procedimiento, mayor es la adecuación normativa que adquiere en la estructura de la organización. El propósito principal de esto es la normalización y especificación de la espontaneidad y fluctuación de las acciones e interacciones. La idea es, entonces, poder orientarlas hacia el cumplimiento de funciones específicas en el marco de los objetivos generales de la organización. La conducta e iniciativa individual regulada, como puede verse, representan factores esenciales en la dinámica operativa del sistema organizacional, mas no son constitutivas de él. La relación entre individuo y organización más bien denota un acuerdo pactado en el que la persona que «ingresa» a la organización acepta restringir normativamente sus expectativas de comportamiento a cambio de retribuciones previamente especificadas201.

3.2.2. Estructura Normativa Externa a la Organización: Derecho y Estándares Consensuados

Los sistemas organizacionales requieren para la continuidad de su autopoiesis decisional, la libre disponibilidad de información del entorno. En el caso de los emprendimientos de tipo económico, esta demanda informativa guarda relación con la toma de decisiones 199

Rodríguez, D. (2002b). Diagnóstico organizacional. Santiago: Universidad Católica de Chile, pág. 21. Rodríguez, D. y Arnold, M. (1999). Op. Cit., pág. 158. 201 Op. Cit., pág. 159. 200

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operativas funcionales a la naturaleza productiva particular de cada organización. Cuando las aperturas cognitivas a la información se dan entre entornos sistémicos recíprocos, se precisa la existencia de categorías sociales que permitan la gestión de la contingencia y, de esta manera, una articulación adecuada de las múltiples expectativas implicadas; el derecho, en este sentido, constituye una fórmula de coordinación que en la modernidad ha alcanzado especial legitimidad. El derecho, desde la perspectiva clásica heredada de la ilustración, garantiza la consecución del «contrato social», a través del establecimiento de reglas y límites; en cierta medida, puede decirse que el orden jurídico posibilita la constitución de la sociedad, en tanto red de coordinación de intereses. Como señala Máximo Pacheco, “el derecho pretende realizar la sociedad como comunidad concreta; y, por ello, constituye un orden de relaciones de la vida social”202. En términos estrictamente formales, el derecho puede ser conceptualizado como un sistema de regulación externo a la conducta de los hombres que apunta a establecer un orden justo capaz de asegurar la convivencia entre los seres humanos203. Esta definición es afín con la perspectiva de Durkheim, toda vez que concuerda con la idea de hecho social. En efecto, el derecho es entendido, así, como una realidad sui generis que ejerce coacción sobre los individuos y que, además, se sostiene por la fuerza de su función social204. Aunque la dimensión legal, probablemente, constituye el principal factor coayudante en la coordinación organizacional, no es menos cierto que existen otras vías que, aunque igualmente normativas, no comportan la forma de disposición jurídica. La globalización de la economía, en este sentido, ha impulsado una serie de iniciativas tendientes a establecer cánones y estándares consensuados en materias diversas que van desde la calidad de los productos hasta el cuidado del medio ambiente. La temática en torno a la RSE, en esta misma línea, representa un campo promisorio de desarrollo normativo; la necesidad de generar un espacio comunicacional capaz de irritar (o seducir) la comunicación organizacional en materias «socialmente sensibles» requiere el establecimiento de estructuras de sentido transorganizacionales. Si bien, este tipo de iniciativas privadas y voluntarias son sumamente importantes, no debe perderse de vista la tendencia general a estructurar los órdenes normativos con referencia a la ley205.

3.2.3. El Sistema Jurídico como Criterio Básico de Coordinación Social en el Contexto de Sociedades Funcionalmente Diferenciadas

Una de las características fundamentales de la sociedad moderna es la creciente diferenciación de sus esferas. La conformación de sistemas sociales parciales 202

Pacheco, M. (1990). Teoría del derecho. Santiago: Jurídica, pág. 787. Op. Cit., pág. 25. 204 Durkheim, E. (1995). La división del trabajo social. Madrid: Akal, pág. 80. 205 Blichner, L. y Molander, A. (2005). What is juridification? Working Paper, Centre for European Studies, University of Oslo, pág. 16 [En línea]. 203

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racionalmente especializados y funcionalmente autónomos representa, en este sentido, la consecuencia del proceso de desenvolvimiento general que experimenta desde hace algunos siglos el sistema social en su totalidad. A lo largo de la evolución sociocultural, el derecho ha adquirido la condición de sistema social autopoiético, compuesto de comunicaciones de expectativas normativas, cuya validez se remite recursivamente a otras expectativas normativas. Como plantean Darío Rodríguez y Marcelo Arnold, “el sistema jurídico ganó su autonomía operativa a través de las operaciones de su código binario que demarca la diferencia entre lo justo y lo injusto, orientando así sus operaciones”206. Ahora bien, en la medida que fue aumentando la complejidad del entorno social (político, económico, etc.), la naturalidad del código justo/injusto tendió a formalizarse. De esta manera, el derecho alcanzó su positivización. En términos generales, positividad del derecho significa que éste es establecido a través de decisiones en un procedimiento legislativo y que su validez normativa se basa en esas decisiones207. La universalización del derecho positivo juega un papel decisivo en la articulación política de la sociedad. Como se sabe, en el contexto contemporáneo el ejercicio del poder se lleva a cabo bajo un marco de condiciones legalmente establecido, posibilitado por el acoplamiento estructural entre derecho y política. “La función de la política — tomar decisiones colectivas vinculantes— no es así directamente realizada a través del poder, sino procesada mediante la validez legal y sólo entonces generalizada, lo que limita la contingencia de las decisiones políticas a determinadas alternativas legales”208. El sistema jurídico, así, permite la coordinación de decisiones a través de una doble referencia: desde su modo autorreferencial de operación sistémica y desde su apertura cognitiva al entorno. Como señala Luhmann: La clausura normativa consiste, entonces, en el contexto de autoobservación continua del sistema según el esquema legalidad/ilegalidad. El aprendizaje, la modificación de las normas, se vuelven posibles o por el hecho de que ya no sean aceptables ciertas consecuencias jurídicas, inducidas internamente; o por el cambio en la valoración social del sentido sobre las normas específicas, inducido externamente209.

Las organizaciones complejas, al igual que el sistema político, precisan de un filtro legal para poder hacer frente a la contingencia. Esto significa que no pueden operar en el solipsismo de sus criterios funcionales. La ley constituye, en este sentido, una fuente de información esencial sin la cual la relación entre entornos organizacionales recíprocos sería imposible. No está demás recalcar que la importante función coordinadora que se le está asignando aquí al ordenamiento jurídico, en ningún caso significa otorgarle una centralidad irrestricta. El sistema jurídico no puede ejercer una acción regulativa unidireccional sobre un sistema autopoiético, ya que esto implicaría la destrucción y aniquilación de este último. Lo único que se intenta destacar aquí, es que en el contexto evolutivo actual el derecho ha alcanzado un reconocimiento importante como mecanismo de referencia externa, sin perjuicio que la legalidad e ilegalidad que pueda desprenderse 206

Rodríguez, D. y Arnold, M. (1999). Op. Cit., pág. 176. Mascareño, A. (2004). “Sociología del derecho (chileno y latinoamericano)”. En: Persona y Sociedad. Vol. XVIII, Nº 2, pág. 74. 208 Op. Cit., pág. 73. 209 Luhmann, N. (2002). El derecho de la sociedad. México: Universidad Iberoamericana, pág. 137. 207

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de sus operaciones observacionales permanezca «guardada» en la inaccesibilidad de su cerradura operativa. Creer que únicamente bajo el amparo de los procedimientos legales podrá alcanzarse el ideal del consenso social constituye un error. Urge, por lo tanto, explorar alternativas de coordinación social que prevengan ante el peligro de una inflación legal210.

3.3. Autorregulación de los Sistemas Organizacionales La autonomía es un rasgo inherente a la constitución de cualquier sistema, sea éste social, psíquico u orgánico. Como ya se señaló anteriormente, esto implica que cualquier mecanismo de regulación debe considerar que su materialización se lleva a cabo en el marco de los códigos propios del sistema intervenido. Las organizaciones, en este sentido, no pueden comportarse legalmente —más allá de que un observador externo pueda llevar a cabo una descripción de este tipo—, sino sólo pueden incorporar la resonancia de la comunicación jurídica en forma de decisiones; sistema jurídico y sistema organizacional, de esta manera, constituyen entornos opacos el uno para el otro. La intransparencia entre estos sistemas, es decir, la imposibilidad recíproca de procesar objetivamente sus distinciones operativas es el principal problema que enfrentan. Ahora bien, esto conlleva una paradoja: los sistemas sociales, en el contexto de una sociedad funcionalmente diferenciada, operan autónomamente, sin embargo, puesto que coexisten temporalmente, las consecuencias de su autopoiesis pueden producir la intervención de operaciones de otros sistemas y con ello el quiebre de su autonomía. Como señala Aldo Mascareño, esta situación es “el principal desafío de la sociedad moderna, pues a diferencia de una orquesta, la sociedad no tiene un director”211. La plausibilización de las relaciones entre sistemas sociales autónomos (particularmente entre organización y entorno sistémico) puede alcanzarse en términos de una coordinación pragmática de intransparencias.

3.3.1. Cerradura Operativa y Acoplamiento Estructural como Premisas Básicas para una Coordinación Pragmática de Intransparencias

Para entender cómo es posible la integración de información en el marco de una relación intransparente entre sistemas, vale la pena revisar dos conceptos teóricos fundamentales en el marco de la teoría luhmanniana de la sociedad, cuáles son los de cerradura operativa 210

Según Meriminskaya y Mascareño, algunas medidas alternativas son: mecanismos de deliberación, mesas redondas, acciones concertadas, comisiones, consejos o asesorías. Meriminskaya, E. y Mascareño, A. (2005). “La desnacionalización del derecho y la formación de regímenes globales de gobierno”. En: Martinic, M. (ed.). Sesquicentenario del código civil de Andrés Bello: pasado, presente y futuro de la codificación. Santiago: Lexis-Nexis, pág. 14. 211 Mascareño, A. (1996). Auto-regulación en sistemas sociales autónomos. Tesis para optar al grado de Magíster en Sociología, Pontificia Universidad Católica de Chile, pág. 2.

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y acoplamiento estructural. Para Luhmann, la clausura operacional guarda relación con la idea de que El sistema produce un tipo de operaciones exclusivas: por ejemplo, un ser vivo que reproduce la vida que lo mantiene vivo, mientras pueda permanecer con vida; o un sistema social que produce la diferencia entre comunicación y entorno en el momento en que lleva a efecto procesos de comunicación, es decir, en el momento en que la comunicación desarrolla una lógica propia de enlace de la próxima comunicación, que inventa su propia memoria y con esto se deslinda (se diferencia) de lo específicamente viviente212.

La cerradura operativa implica, por lo tanto, que la continuidad sistémica está garantizada únicamente por la reproducción autónoma de los componentes estructurales propios (autopoiesis). Los sistemas sociales, entonces sólo están constituidos por comunicaciones acerca de comunicaciones que posibilitan la emergencia de otras comunicaciones. Ahora bien, esta noción deja abierta la posibilidad de una apertura cognitiva a través de procesos de acoplamiento estructural que no implican cesión de estructuras por parte de alguno de los sistemas interactuantes, sino más bien producción de redundancia informativa. En este sentido, “el concepto de acoplamiento estructural especifica que no puede haber ninguna aportación del entorno que sirva para mantener el patrimonio de autopoiesis de un sistema”213. Se entiende, por lo tanto, que cualquier regulación sistémica actúa a nivel de la información, puesto que no puede interferir la cerradura operacional del sistema a regular; si lo hace, destruye su autopoiesis. Llevado al ámbito empírico, los procesos regulativos suponen el concurso coordinado de al menos tres instancias sistémicas: institución, organización y persona. En el siguiente esquema se muestra la dinámica de estas relaciones:

Organización

Institución

Persona

Fuente: Mascareño, A. (1996). Op. Cit., pág. 94.

212

Luhmann, N. (1996). Introducción a la teoría de sistemas. México: Universidad Iberoamericana; Guadalajara: ITESO; Barcelona: Anthropos, pág. 78. 213 Op. Cit., pág. 98.

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En primer lugar, es preciso decir que estas relaciones se expresan autorreferencialmente, vale decir, instituciones sobre instituciones, organizaciones sobre organizaciones y personas sobre personas. Cada una de estas tres instancias pone en práctica una referencia externa (esto es, regulación desde cada nivel hacia los otros). Las flechas negras indican, en este sentido, relaciones regulativas directas; las instituciones y las organizaciones se corregulan y desarrollan intervención sobre las personas. Las flechas rojas indican que el vínculo regulativo entre las personas y las instituciones y entre las personas y las organizaciones es asimétrico, es decir, la resonancia de la intervención y la fuerza interventora de las personas sobre los dos campos señalados es menor que el que éstos tienen sobre aquellas214. En el caso específico de la organización, la regulación de la propia operación decisional está garantizada por la re-entrada de la organización en la organización que posibilita su diferenciación respecto a las instituciones, personas y otros sistemas del entorno215.

3.4. La Industria Extractiva y su Regulación Jurídica en Chile. Notas acerca de la Cuestión del «Royalty Minero» En el marco de la presente investigación, resulta interesante centrar la atención un instante en los mecanismos que regulan la actividad minera en Chile. El tremendo impacto que tiene la industria extractiva —particularmente la del cobre— en la economía nacional hace que sea objeto de constantes observaciones de tipo regulativas. Aunque éstas, ciertamente, no se agotan en lo jurídico, lo cierto es que han adquirido mayor resonancia en la sociedad en la forma de normas legales de tributación. Históricamente, los yacimientos mineros han sido sinónimo de riqueza y prosperidad. Desde los tiempos de la colonia, la autoridad central estableció mecanismos tendientes a captar una «tajada» de las riquezas originadas a partir de los emprendimientos privados. Con el surgimiento de la república de Chile esta práctica no varió sustancialmente. La nacionalización del cobre producida en 1971, por primera vez, colocó al estado en el papel de productor. Aunque el quiebre democrático posterior trajo consigo profundas transformaciones, de todas maneras, la constitución de 1980 ratificó el dominio del estado sobre las riquezas minerales. Ahora bien, cabe puntualizar que la nueva norma fundamental dispuso que los inversionistas privados pudieran tener concesiones judiciales mineras, las que estarían protegidas por el derecho de propiedad, y cuya naturaleza, derechos, obligaciones y duración serían determinados por una ley orgánica constitucional216. Las medidas políticas impulsadas por el régimen militar con el objeto 214

Según Mascareño, “las personas pueden ganar en capacidad regulativa cuando logran articularse en movimientos sociales que generen resonancia en organizaciones o instituciones”. Mascareño, A. (1996). Op. Cit., pág. 94. 215 Baecker, D. (2003). The form of the firm. Diskusionpapiere, Management Zentrum Witten, Universität Witten/Herdecke, pág. 25 [En Línea]. 216 Piñera, J. (1986). “La ley minera”. En: Estudios Públicos. Nº 21, pág. 7.

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de incentivar la inversión tendieron a reducir las exigencias tributarias, en particular para aquellas empresas extranjeras que asumieran decididamente los riesgos de emprender proyectos de gran envergadura. De ahí en más —en especial después del retorno a la democracia—, se ha generado un debate respecto a la real contribución económica de las organizaciones mineras extranjeras en Chile. Como señala Joel González, El cuestionamiento al aporte impositivo de las mineras se debe al uso de una serie de mecanismos, entre los cuales suelen citarse los siguientes: uso de la depreciación acelerada; pago de dividendos sin pagar impuesto a la renta; intereses excesivos pagados a empresas relacionadas; declarar precios artificialmente bajos para sus exportaciones (precios de transferencia); no declarar el verdadero cobre contenido en concentrado ni de los subproductos contenidos en el mismo, especialmente cuando se trata de ventas a sus casas matrices o empresas relacionadas radicadas en el extranjero; pagar precios artificialmente elevados por concepto de cargos de tratamiento y refinación en la venta de concentrado de cobre a sus casas matrices o a empresas relacionadas en el extranjero; organizarse como sociedades contractuales mineras, lo cual les permite eludir impuestos; realizar operaciones en los mercados a futuro de metales con el objeto de transferir utilidades a sus casas matrices; etc.217

Si bien, todas estas salidas explican la pobre tributación del sector minero privado en los últimos veinte años, no es menos cierto que todos estos mecanismos se enmarcan dentro de la legalidad. El no pago de impuestos a la renta por parte de varias empresas no se debe a la existencia de un régimen tributario especial ni al abuso de la normativa tributaria. Simplemente refleja que durante el período señalado, la mayoría de las empresas mineras han experimentado pérdidas tributarias218. Ahora bien, el reconocimiento del carácter «no renovable» de los recursos naturales exige adoptar una postura crítica respecto a la naturaleza del modelo actual de desarrollo de la actividad minera. En efecto, si a las facilidades y garantías totales de explotación, se le suma la absoluta inexistencia de una compensación asociada a la extracción de un recurso que no estará disponible para las futuras generaciones, habrá que reconocer que en Chile la actividad minera está lejos de alcanzar un modelo de desarrollo genuinamente sustentable. La discusión en torno al denominado royalty minero ha intentado establecer un consenso respecto a la necesidad de asegurar un piso económico básico frente a las pérdidas irreparables de capital natural. La idea de un fondo amortiguador de los efectos perjudiciales futuros asociados a la clausura de las operaciones extractivas, ciertamente, no es nueva219; prueba de ello es que su aplicación en la forma de impuesto o regalía ha 217

González, J. (2004). “Las empresas mineras y la buena fe contractual”. En: Estudios Públicos. Nº 95, págs. 240-241. 218 Leturia, F.J. y Merino, A. (2004). “Tributación y minería en Chile: Antecedentes para un debate informado”. En: Estudios Públicos. Nº 95, pág. 211. 219 A finales de la década del ochenta, el economista del Banco Mundial El Serafy, generó una metodología para analizar las condiciones de sustentabilidad en el sector minero. Para ello propuso la creación de un fondo de sostenibilidad (sinking fund) que permitiera, al final de la vida útil del yacimiento minero, disponer de recursos suficientes para garantizar un flujo de consumo autónomo consistente en el tiempo. Claude, M. (1997). Una vez más la miseria. Santiago: LOM, pág. 79.

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sido frecuente en la mayoría de los países de América Latina. En Chile, sin embargo, ha existido reticencia al respecto. La oposición enconada de ciertos sectores a la aplicación de cualquier tipo de medida que apunte a gravar las operaciones mineras ha ejercido una influencia paralizadora importante. Los argumentos que se han esgrimido en contra del royalty van desde su supuesta inconstitucionalidad hasta el potencial impacto negativo que podría tener sobre los futuros inversionistas220. Si bien, el grueso de la inversión extranjera en Chile se acogió a «reglas del juego» previamente establecidas, lo cierto es que el establecimiento de una normativa de esta naturaleza, cuya aplicación —además— ha sido mundialmente legitimada, no debería afectar la rentabilidad y competitividad de los proyectos en curso. En junio del presente año se promulgó la ley 20.026 (conocida como «Royalty II») que establece un impuesto específico a la actividad minera. Cabe señalar que esta iniciativa legal está dirigida exclusivamente al establecimiento de un fondo de innovación en ciencia y tecnología; no cubre, por lo tanto, las necesidades reales que se derivan de las operaciones mineras. Esta nueva regulación normativa para el sector, como puede verse, no logra hacerse cargo de una coordinación social con vistas a la sustentabilidad. La autorregulación organizacional, de esta manera, queda sujeta a una racionalidad endógena limitada. Esto quiere decir que la discusión respecto a la conformación de un fondo económico para la sustentabilidad queda proscrita en el ámbito de la comunicación, por lo tanto desaparece —por el momento— de la sociedad.

220

Leturia, F.J. y Merino, A. (2004). Op. Cit., págs. 229 y siguientes.

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Capítulo 4

RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL Bases de un Concepto Emergente

Habiendo establecido las premisas conceptuales básicas para el análisis sociológico de las organizaciones en el contexto abierto de la modernidad, se está ahora en condiciones de abordar de manera específica el concepto de RSE. En términos generales, la RSE hace alusión a una visión de los negocios que incorpora el respeto por los valores éticos, las personas, las comunidades y el medio ambiente. Esta noción se refiere a algo más que un conjunto de prácticas puntuales o iniciativas ocasionales motivadas por una determinada coyuntura. Más bien, apunta a un conjunto de políticas y herramientas que son integradas de manera transversal y continua en la gestión organizacional. La RSE, en este sentido, no es filantropía; por el contrario, constituye una variable competitiva, ya que adoptada genuinamente supone beneficios tales como el mejoramiento del desempeño financiero, la reducción de costos operativos y la mejora de la imagen de marca con la subsecuente alza de la reputación pública. En el presente capítulo se ofrecerá una visión panorámica de lo que actualmente se entiende por RSE. Junto con efectuar una reconstrucción sociológica del concepto, se problematizarán los aspectos relativos a su implementación en el contexto de la sociedad actual. En primer término se echará un vistazo a los fundamentos filosóficos que están a la base de la reflexión en torno a la RSE. En esta sección se revisarán los aportes de Jonas y Lévinas al establecimiento de una ética de la responsabilidad para los tiempos modernos. En segundo lugar, desde una perspectiva sistémica, se analizarán algunos aspectos vinculados a la aparición de la temática en cuestión, poniendo especial énfasis en las resonancias del entorno y en las operaciones sistémicas derivadas. En tercer lugar, se tratará el tema de la identificación y operacionalización de indicadores en el contexto de la globalización. Finalmente, en la cuarta sección, se revisará el estado de la discusión sobre la RSE en Chile, particularmente, en el ámbito de la actividad minera. 69

4.1. Fundamentos Filosóficos de la RSE: De la Filantropía al Comportamiento Ético La actual preocupación que se observa por los temas éticos a nivel de las organizaciones empresariales, tiene su punto de partida en el reconocimiento de un déficit generalizado en la materia. En efecto, el descubrimiento de prácticas mercantiles y financieras ilegales, o que incluso siendo legales evidencian una considerable falta de corrección, han dado origen a una creciente demanda social de ética221. La RSE, constituye, en este sentido, un discurso emergente que intenta hacerse cargo de una serie de aspectos tradicionalmente no considerados en la gestión organizacional que, sin embargo, en el mundo de hoy resultan esenciales para consolidar el éxito y la sostenibilidad de los negocios a largo plazo. Existe, hoy en día, un consenso generalizado en cuanto a entender que los negocios tienen una relación directa con el contexto social en el que se llevan a cabo. El desarrollo de emprendimientos productivos constituye algo más que la generación de ganancia para los dueños del capital222. Las repercusiones de la actividad empresarial son múltiples: van desde la creación de fuentes laborales hasta la trastocación profunda de los entornos naturales. Por esta razón, las estrategias de desarrollo organizacional de muchas de las empresas líderes a nivel mundial han comenzado a incluir serias y profundas consideraciones respecto al entorno. Una de las primeras medidas introducidas, desde finales de la década del cincuenta, ha sido la intensificación de las prácticas filantrópicas. La idea de una caridad estratégicamente asignada se ha constituido, desde entonces, en la principal herramienta de gestión social de las organizaciones productivas. Si bien, la filantropía empresarial ha estado ligada tradicionalmente a procedimientos publicitarios y de «blanqueo de imagen», de todas maneras, puede decirse que ha contribuido a sentar las bases de una nueva manera de ver las responsabilidades sociales de las empresas. La filantropía empresarial, de todas maneras, no ha dejado de mostrar su lado positivo en lo que a gestión de los negocios se refiere. Como lo demuestran Porter y Kramer, las prácticas filantrópicas, más que ser lesiones económicas para las organizaciones, a menudo constituyen pilares fundamentales en el marco de un mejoramiento continuo de los contextos competitivos223. Más allá de la utilización instrumental que se haya podido hacer de la filantropía, lo cierto es que ésta por definición es un impulso generoso de carácter privado que brota de manera autónoma y unilateral, por lo que no presupone una estructura comportamental 221

Vivas, S. Y Riveiro, D. (2002). “Ética empresarial, globalización y dirección de recursos humanos”. En: Cuadernos de Estudios Empresariales. Vol. 12, pág. 203. 222 Young, S. (2004). “Ethics: the key to understanding business and society”. En: Europeran Business Forum. Nº 18, pág. 78. 223 Porter, M. y Kramer, M. (2002). “The competitive advantage of corporate philantropy”. En: Harvard Business Review. Vol. 80, Nº 12, pág. 61.

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arraigada a nivel de la organización. En cierta medida, la filantropía empresarial, tal como se ha llevado a la práctica hasta ahora, representa una iniciativa directiva en tanto compete de forma exclusiva a las más altas jerarquías decisionales. En este sentido, puede decirse que la filantropía no toma en cuenta el cambio en las empresas224. Resulta esencial, por lo tanto, centrar la atención en aquellos aspectos que posibilitan la instauración a nivel de la estructura organizacional de una cultura altruista225 fundada en valores éticos capaces de empapar transversalmente cada uno de los espacios comunicacionales de la empresa. A diferencia de la filantropía, la ética empresarial pretende dotar a la organización de un marco general de orientación decisional. Cada decisión que se toma, por lo tanto, tiene una connotación ética, toda vez que implica la afectación de algo (de la otredad). La sociedad, en este sentido, constituye —al menos a nivel de las comunicaciones— el gran entorno donde se radica el objeto de las responsabilidades éticas de la empresa. Como señala José Luis Lizcano, La responsabilidad social corporativa, como enfoque de gestión ético, pretende centrar la acción de las empresas en torno a su composición social, incluyendo comportamientos responsables hacia todas las personas y grupos sociales —stakeholders— que interactúan con ellas (empleados, clientes, accionistas, proveedores, competidores, comunidad local y sociedad en general), de forma que puedan alcanzar la confianza y la reputación necesarias para ser legitimadas por la sociedad226.

Ahora bien, el componente ético que comporta la definición de la RSE no se agota en la consecución de estándares óptimos de «aceptación social»; presupone, además, una sintonía absoluta con los principios básicos de la sustentabilidad227. No se trata, pues, de adaptar las operaciones organizacionales a las demandas fluctuantes de la opinión pública; de lo que se trata, más bien, es de satisfacer la totalidad de los criterios básicos de continuidad y desarrollo de las condiciones del entorno. Se entiende, entonces, que desde una perspectiva ética, la RSE no está dirigida al cumplimiento de criterios normativos mínimos, sino a la generación de una integridad corporativa persistente en el tiempo228. 224

Czischke, D. y García, D. (2001). “Cooperación ambiental: hacia un concepto que integre filantropía y responsabilidad social”. En: Ambiente y Desarrollo. Vol. XVII, Nº 1, pág. 84. 225 Sepúlveda, C. (2001). “Reflexiones sobre el contexto cultural: las motivaciones detrás de la filantropía ambiental”. En: Ambiente y Desarrollo. Vol. XVII, Nº 1, pág. 87. 226 Lizcano, J.L. (2004). “Transparencia informativa y responsabilidad social corporativa”. En: Boletín de Estudios Económicos. Vol. LIX, Nº 182, pág. 291. 227 En este sentido, puede decirse que la ética empresarial implica una responsabilidad tanto social como ecológica. Kopperi, M. (1999). “Business ethics in global economy”. En: Electronic Journal of Business, Ethics and Organizational Studies. Vol. 4, Nº 1 [En Línea]. 228 Como señala Lynn Sharp Paine: “a strategy based on integrity holds organizations to a more robust standard. While compliance is rooted in avoiding legal sanctions, organizational integrity is based on the concept of self-gevernance in accordance with a set of guiding principles. From the perspective of integrity, the task of ethics management is to define and give life to an organization´s guiding values, to create an environment that supports ethically sound behavior, and to instill a sense of shared accountability among employees”. Paine, L.S. (1994). “Managing for Organizational Integrity”. En: Harvard Business Review. Vol. 72, Nº 2, pág. 111.

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La resonancia comunicacional de las ideas éticas en el dominio particular de los sistemas organizacionales se debe, en buena parte, al contexto reflexivo de la modernidad tardía. La constatación de una crisis social generalizada ha gatillado una serie de esfuerzos intelectuales tan heterogéneos como portentosos. En el ámbito específico de la filosofía moral, éstos se han concentrado en la formulación de un programa ético capaz de hacer frente al desafío de la sustentabilidad. A continuación, se expondrán someramente las posturas de Jonas y Lévinas, bajo el entendido que ofrecen claves fundamentales para entender las bases éticas del discurso en torno a la RSE.

4.1.1. Hans Jonas y el Principio de Responsabilidad

La reflexión de Jonas se inicia con el reconocimiento de la naturaleza autodestructiva de los tiempos modernos. El desarrollo desbocado y vertiginoso de la ciencia y la tecnología en la medida que aumentan el bienestar de la humanidad, generan, a su vez, las condiciones para su alteración y destrucción; esto constituye un rasgo nunca antes visto en la historia de la humanidad, por lo que requiere de un tratamiento filosófico igualmente nuevo. Para este filósofo de origen alemán, la posibilidad inminente de aniquilar la vida en el planeta hace necesario que la magnitud del poder ilimitado de la ciencia y la tecnología vaya acompañada por una nueva ética basada en la idea de responsabilidad. Según Hans Jonas, Un imperativo que se adecuara al nuevo tipo de acciones humanas y estuviera dirigido al nuevo tipo de sujetos de la acción diría algo así como: «Obra de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra»; o, expresado negativamente: «Obra de tal modo que los efectos de tu acción no sean destructivos para la futura posibilidad de esa vida»; o, simplemente: «No pongas en peligro las condiciones de la continuidad indefinida de la humanidad en la Tierra»; o, formulado, una vez más positivamente: «Incluye en tu elección presente, como objeto también de tu querer, la futura integridad del hombre»229.

La adopción de este enfoque ético, implica asumir una serie de nuevas dimensiones de la responsabilidad. Entre ellas, la más importante es la relacionada con la constatación de la vulnerabilidad de la naturaleza; en este sentido, Jonas obliga a instalar la pregunta en torno al respeto por la integridad de ésta230. El reconocimiento del estatus vital de la biosfera es razón suficiente para considerarla como portadora de derechos. Puede decirse, así, que aún cuando es en la capacidad ética del ser humano donde está radicado el potencial de cambio y transformación se asume, desde esta perspectiva, una visión de mundo decididamente ecocéntrica. Para Jonas, en el contexto de un mundo en mutación, resulta esencial acumular argumentos que conduzcan a armonizar la necesidad de diseñar un nuevo estilo de hacer 229 230

Jonas, H. (2004). El principio de responsabilidad. Barcelona: Herder, págs. 39-40. Op. Cit., pág. 35.

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humanidad con los límites cada vez más precarios de nuestro planeta. Este esfuerzo, asumido sin trabas ni prejuicios desde el temor a los excesos desplegados por el propio poder de la humanidad, es la única tabla de salvación para que el mundo no se vea enfrentado en un futuro no muy lejano a los rigores de una tiranía poderosa que hallará su cláusula de legitimidad en la propia sobrevivencia del planeta231. La difusión del principio de responsabilidad a todas las esferas de la sociedad resulta, por lo tanto, indispensable.

4.1.2. Emmanuel Lévinas y la Ética del Otro

La reflexión de Lévinas en torno a la ética se inscribe dentro de una filosofía de la diferencia. Esto quiere decir que se fundamenta en el reconocimiento de un otro igual, vale decir, de un algo que comparte atributos esenciales con quien lleva a cabo la diferencia. Esta perspectiva filosófica intenta inaugurar una nueva dimensión interpretativa en la que prima el respeto, la tolerancia y la consideración en lugar de la infeliz diferenciación estigmatizadora. La referencia externa implica asumir no sólo la existencia de aquello que se nombra, sino también su estatus ético. Como señala Lévinas, lo esencial de la ética está en su intención trascendente232. Puede decirse, así, que el otro hace surgir la ética en nosotros, ya que nos obliga a una actitud de acogida o rechazo, de amor u odio. La otredad trascendente, de esta forma, no es una categoría inocua, por el contrario, se trata de una categoría heterogénea que circula y penetra todo, generando una onda expansiva de gracias y desgracias. A través de la atribución trascendente del otro, Lévinas intenta desatenderse de las corrientes fenomenológicas. De esta manera, se distancia del denominado «imperialismo de la mismidad»233. La ética, así, queda definida por la posibilidad de ser en la diferencia. Ahora bien, en el contexto de las sociedades contemporáneas, la ética del otro gana en centralidad en la medida que fomenta la apertura respecto a las minorías sexuales, políticas y religiosas. No obstante, su alcance no se limita a estos ámbitos; el respeto por el valor ontológico de lo otro tiene su implicancia también en el ámbito de las grandes mayorías, en la medida que la propia práctica pone en entredicho la factibilidad de la práctica ajena. Al igual que en Jonas, el programa ético de la otredad se vuelca sobre las materias relativas a la responsabilidad, en este caso, de los unos frente a los otros que su origen en la síntesis de dos elementos: la consideración de los aspectos propios e invariantes que constituyen al otro en tanto unidad trascendental y el inevitable solapamiento entre mismidad y otredad en tanto complementos existenciales234. Sin lugar 231

Aldunate, C. (2001). El factor ecológico. Santiago: LOM, pág. 93. Lévinas, E. (1997). Totalidad e infinito. Madrid: Sígueme, pág. 55. 233 Reynolds, J. (2001). “The other of derridean deconstruction: Levinas, phenomenology and the question of responsability”. En: Minerva-An Internet Journal of Philosophy. Nº 5, pág. 32 [En Línea]. 234 Op. Cit., pág. 55. 232

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a dudas, los planteamientos de este filósofo oriundo de Lituania contribuyen a fundamentar la ética de la empresa, especialmente en el plano de las relaciones con todo aquello que constituye su otredad, vale decir, su entorno.

4.2. El Porqué de la RSE. Delimitación Sistémica de las Consecuencias de su Aplicación En general, las empresas, animadas por la única meta de ofrecer a sus accionistas el máximo de beneficios en el mínimo de tiempo, han cesado de cumplir su función de cohesión social235. En efecto, desentendidas de este rol han devenido maquinarias del dinero irreflexivas, toda vez que no han sido capaces de salir de sí mismas para luego autoconfrontarse. Como se señaló en el capítulo 2, en el contexto de la modernidad, el modelo de desarrollo encarnado en la empresa capitalista se encuentra en una encrucijada: o adopta las premisas de la sustentabilidad para así garantizar un mundo para las próximas generaciones, o persiste en la senda del crecimiento ilimitado, la apropiación irracional de la naturaleza y la descomposición social. El surgimiento de un discurso ético transversal a la sociedad inaugura, como se pudo apreciar en la sección anterior, un espacio de profundos cuestionamientos acerca del sentido último de las organizaciones en el contexto actual. Aunque la máxima neoliberal de Milton Friedman —según la cuál la principal responsabilidad social de una empresa es aumentar sus beneficios236— sigue ejerciendo tremenda influencia en el comportamiento de muchas corporaciones alrededor del mundo, lo cierto es que es posible apreciar una tendencia creciente en el sentido de incorporar variables extra-económicas en las estrategias de gestión organizacional. La dimensión económica, de esta manera, es complementada con aspectos relativos a la sustentabilidad social y ambiental que permiten introducir nuevas transformaciones al sistema económico capitalista. Más allá de aquellas interpretaciones reaccionarias que intentan atribuirle al capitalismo una moral propia fundada en la inviolabilidad de los contratos237, hay que asumir que existe la posibilidad de obrar individual y organizacionalmente con prescindencia del modelo económico dominante en un tiempo histórico determinado; como señala Arturo Fontaine el mercado libre refleja los valores imperantes en la sociedad, no los genera238. Ahora bien, la avalancha de versiones éticas aplicadas a la organización requiere ser «filtrada» para su adecuada comprensión sociológica. Como se expuso en su momento, desde la perspectiva sistémica las organizaciones están compuestas por comunicaciones de decisiones, por lo tanto, su funcionamiento no está radicado en la actuación de sus miembros individuales. Esto significa que el comportamiento ético que puedan tener éstos no puede ser atribuido a la organización. La naturaleza ética de la organización, por 235

Lizcano, J.L. (2004). Op. Cit., pág. 290. Friedman, M. (1966). Capitalism and freedom. Chicago: University of Chicago Press, pág. 133. 237 Shenfield, A. (1982). “El capitalismo examinado por la ética”. En: Estudios Públicos. Nº 6, pág. 149. 238 Fontaine, A. (1983). “Reflexiones sobre ética y mercado”. En: Estudios Públicos. Nº 10, pág. 7. 236

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lo tanto, es comunicacional. Los planteamientos que se han desarrollado en torno a la introducción de nuevos valores en la gestión de las organizaciones empresariales guardan relación, entonces, con un problema de tipo semántico; esto, por supuesto, no implica ningún tipo de consideración peyorativa. La semántica existe, de manera que su estudio empírico es esencial. Tomando en cuenta que la comunicación ética «seduce» desde el entorno a la comunicación organizacional239, los esfuerzos tendientes a identificar el porqué de la RSE deben concentrarse primariamente en el análisis de la relación sistema/entorno. Los sistemas organizacionales complejos enfrentan la emergencia de nuevos mecanismos de visibilidad externa240. Esto significa que se vuelven objeto de quejas, demandas y peticiones. La RSE, de esta forma, constituye una comunicación especializada que intenta hacerse cargo de las irritaciones y perturbaciones que le produce el entorno. En el contexto actual, las resonancias derivadas del posicionamiento del paradigma del desarrollo sustentable y el creciente protagonismo de las partes interesadas (stakeholders), constituyen las principales condicionantes del entorno que han gatillado la comunicación organizacional acerca de la RSE.

4.2.1. La RSE como Respuesta a la Temática del Desarrollo Sustentable

La institucionalización que ha alcanzado el concepto de desarrollo sustentable desde finales de la década del ochenta ha contribuido a su rápida internalización por parte de las organizaciones. En el ámbito específico de las actividades productivas asociadas a un uso intensivo de recursos naturales, la idea de desarrollo sustentable, sin lugar a dudas, constituye un imperativo básico de cualquier programa de RSE. En este sentido, puede decirse que el desarrollo sustentable es el campo que mejor vincula la inversión social de la empresa a sus funciones de producción241. Ahora bien, cabe consignar que la acogida del paradigma de la sustentabilidad guarda relación con el establecimiento de estándares ambientales en la forma de marcos y disposiciones jurídicas. La resonancia del entorno, de esta forma, ha sido catalizada socialmente por el sistema jurídico. Lo que a primera vista aparece como un despliegue regulativo de tipo centralista, en la medida que se mira desde otros ángulos deja ver que se trata, más bien, de una «invitación a la autorregulación»242. En efecto, las organizaciones en el marco de su clausura operativa y apertura cognitiva, recogen las claves del entorno —en este caso de la normativa legal—, sin embargo, las procesan en virtud de sus propios códigos basales. Esto significa que las disposiciones jurídicas —sean o no sean estrictas— más que determinar el 239

Este proceso se explica en la forma de un acoplamiento lingüístico de los individuos al ciclo comunicacional de la organización. Al respecto, vale la pena echar un vistazo el esquema propuesto en el capítulo 1 (sección 1.4.3.). 240 Roberts, J. (2003). “The manufacture of corporate social responsability: constructing corporate sensibility”. En: Organization. Vol. 10, Nº 2, pág. 263. 241 Geisse, G. (2004). “RSE y desarrollo sustentable”. En: Ambiente y Desarrollo. Vol. XX, Nº 2, pág. 4. 242 Mascareño, A. (1996). Auto-regulación en sistemas sociales autónomos. Tesis para optar al Grado de Magíster en Sociología, Pontificia Universidad Católica de Chile, pág. 114.

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comportamiento de la organización, desencadenan en ella impulsos de autorreconstrucción, vale decir, fomentan su adecuación y adaptación permanente a las condiciones normativas del entorno. Este proceso es particularmente claro en el contexto actual. Como señala Andrés Gómez-Lobo: En la economía internacional de hoy, tener altos estándares ambientales puede ser una forma de acceder (o evitar barreras) a los mercados de los países desarrollados. Además, en general existe una relación estrecha entre el desarrollo tecnológico y los impactos ambientales de las actividades productivas. Las tecnologías de punta generalmente son las más “limpias”. Esto implica que, en ocasiones, normas ambientales más estrictas pueden promover un aumento en la productividad de las empresas al estar éstas forzadas a utilizar tecnologías y formas de gestión de última línea243.

La «sustentabilización» de las empresas tiene que ver, de esta manera, con la apropiación autorreferencial de los contenidos estructurales y semánticos del entorno, a través de mecanismos sistémicos especializados que en el caso de las organizaciones van desde inversiones en bienes de capital hasta incentivos económicos a la membrecía. La idea, en definitiva, es traducir el contexto comunicacional del entorno en información tematizable organizacionalmente. La síntesis entre una racionalidad empresarial (orientada a la maximización de los beneficios económicos) y una racionalidad ambiental (orientada al mantenimiento de condiciones de sustentabilidad) constituye, así, el propósito de la comunicación sobre RSE244. Más allá de la adscripción sistémica de los principios del desarrollo sustentable está la semántica social, vale decir, las formas lingüísticas y simbólicas que sirven para transportar complejidad reducida en la comunicación. La semántica, generalmente, va rezagada respecto a los cambios a nivel de la estructura social. Esto implica que a nivel de las mentalidades individuales o los imaginarios organizacionales no podrá observarse un cambio sustancial en la materia hasta que la inflación económico-humanista deje de dominar245.

4.2.2. Los Stakeholders y su Papel como Factores de Irritación

El otro gran factor que ha contribuido al posicionamiento empírico de la RSE a nivel de las organizaciones ha sido el aumento progresivo de la influencia de los denominados stakeholders en la constitución de los entornos comunicacionales de la organización. En 243

Gómez-Lobo, A. (2002). “¿Qué significa tener “normas” ambientales para un país de US$ 5.000 per cápita?”. En: Ambiente y Desarrollo. Vol. XVIII, Nº 2-3-4, pág. 40. 244 Takala, T. (1996). “From social responsibility to environmental responsibility-Changes in the Finnish business discourse from 1979 to 1995”. En: Electronic Journal of Business, Ethics and Organizational Studies. Vol. 1, Nº 1 [En Línea]. 245 Como señala Buchholz: “the economic paradigm will continue its dominance as long as human beings consider themselves to be the center of life in earth”. Buchholz, R. (1991). “Corporate responsibility and the good society: from economics to ecology”. En: Business Horizons. Vol. 34, Nº 4, pág. 19.

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términos generales, los stakeholders hacen alusión a todas aquellas partes interesadas en el proceder de una organización determinada: clientes, organizaciones, instituciones, comunidades, etc.246. En este sentido, el concepto de RSE significa para ellos el reconocimiento explícito de las amplias responsabilidades de las empresas en tanto partes integrantes de la sociedad247. Los stakeholders no solamente están en el entorno externo de la organización; los empleados, los directores y la membrecía en general son partes igualmente interesadas en el desempeño de la empresa, por lo tanto, aunque constituyen su entorno interno, de todas maneras se ajustan al sentido del concepto en cuestión. Los ruidos que perturban a la organización, de esta manera, provienen tanto de sus ambientes sociales como humanos. El auge creciente de la dimensión exotérica de la empresa puede explicarse por la importancia que ha adquirido la sociedad civil. En efecto, la capacidad de articularse como interlocutor válido y organizado ha situado a la matriz ciudadana en una posición de igualdad comunicacional frente a los tradicionalmente considerados poderes institucionales de la sociedad. Las organizaciones empresariales, de esta manera, han ganado un entorno altamente áspero y ruidoso que irrita las paredes de su comunicación decisional, ya que pone de manifiesto todo aquello que el sistema organizacional no puede o no quiere ver. Tal como sucede con el discurso acerca del desarrollo sustentable, buena parte de la resonancia comunicacional de la sociedad civil—y en general de todos los stakeholders que impregnan comunicacionalmente al sistema organizacional— viene mediada normativamente. Ahora bien, a diferencia de la semántica de la sustentabilidad, la comunicación de protesta —que puede llegar a desplegar eventualmente la sociedad civil— tiene múltiples medios de articulación racional. Esto quiere decir que puede acoplarse jurídicamente, económicamente, políticamente, artísticamente, etc. De ahí la necesidad por parte de las organizaciones de hacer algo respecto a la responsabilidad social que les cabe. Una de las dimensiones ciudadanamente impuestas más fundamentales en el actual contexto de diferenciación funcional de la sociedad, sin lugar a dudas, es el derecho democráticamente legislado. Por esta razón, aunque la comunidad de negocios mundial a menudo se muestra reticente a incluir regulaciones normativas para sus prácticas empresariales, lo cierto es que las presiones provenientes de fuentes jurídicas pueden contribuir a posibilitar que programas temáticos como la RSE migren de lo estructural a lo pragmático248. Habiendo revisado la naturaleza de los entornos activos de la comunicación y considerando las premisas teóricas de este trabajo, conviene, a continuación, volcarse al análisis de los mecanismos autorreferenciales que posibilitan la reducción sistémica de complejidad. 246

En este sentido, hay quienes, incluso, consideran al medio ambiente en esta categoría. Bazin, D. y Ballet, J. (2004). “Corporate social responsability: the natural environment as a stakeholder?”. En: International Journal of Sustainable Development. Vol. 7, Nº 1, págs. 59 y siguientes. 247 Dawkins, J. y Lewis, S. (2003). “CSR in stakeholder expectation: And their implication for company strategy”. En: Journal of Business Ethics. Vol. 44, Nº 2/3, pág. 188. 248 Martin, R. (2002). “The virtue matrix. Calculating the return on corporate responsability”. En: Harvard Business Review. Vol. 80, Nº 3, pág. 74.

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4.2.3. Autorreferencia y Heterorreferencia de las Iniciativas en Materia de RSE. Marketing Corporativo y Cultura Organizacional como Polos Opuestos

Los sistemas organizacionales no tienen otra alternativa que observar, vale decir, distinguir e indicar un lado. Como ya se ha precisado majaderamente a lo largo de este trabajo, la observación sistémica es operativamente cerrada lo que implica que todos los esquemas de distinción que pone en juego son incorporados autorreferencialmente. La referencia externa, por lo tanto, es construida. Más allá de la recursividad consustancial de toda observación, resulta importante clarificar que existen diferencias entre observaciones internas y externas. Esto empalma perfectamente con la distinción autorreferencia/heterorreferencia: mientras la primera alude a las estructuras propias del sistema, la segunda centra la atención decididamente en el entorno. Ambas, sin embargo, constituyen un momento estructural de la propia observación249. En efecto, la referencia externa permite la re-entrada del sistema en el sistema, de manera que posibilita la autoobservación250. Las iniciativas en materia de RSE discurren entre la referencia interna y externa. Su misma aparición es consecuencia de observaciones del entorno y autoobservaciones mutuamente implicantes. El discurso en torno a la sustentabilidad o las demandas por parte de los stakeholders constituyen ejemplos de heteroobservaciones, no obstante, la adopción corporativa de los principios de la RSE sólo puede ser posible en la medida que se lleva a cabo una autoobservación en la que se distingue entre responsabilidad e irresponsabilidad y se operan selecciones en virtud de esa diferencia. La naturaleza de ambas observaciones es social, toda vez que se realizan sólo en la comunicación. Ahora bien, las consecuencias que se derivan de su operacionalización, como se verá, en ocasiones difieren en su sentido estructurante. Las organizaciones se hacen cargo de sus «responsabilidades sociales» a través de despliegues de racionalidad que intentan manejar la contingencia, incertidumbre y complejidad caótica del entorno. El establecimiento de lineamientos estratégicos constituye, en este sentido, un elemento figurativo básico. La estrategia es un marco fundamental a través del cuál una organización puede simultáneamente afirmar su continuidad vital y facilitar su adaptación a un medio cambiante. Como señalan Hax y Majluf, el objetivo último de la estrategia se orienta a los beneficios de los stakeholders, proporcionando así una base para llevar a cabo el sinnúmero de transacciones y contratos sociales entre ellos y la empresa251. La estrategia, no obstante, en virtud de su objeto de referencia —ya sea interna o externa—, puede adoptar rostros disímiles. El marketing corporativo y la cultura organizacional representan ejemplos de esta dicotomía. Al ubicarlos como dos polos opuestos no se intenta adjetivarlos; sólo se pretende llamar la 249

Luhmann, N. (1996). La ciencia de la sociedad. México: Universidad Iberoamericana; Guadalajara: ITESO; Barcelona: Anthropos, pág. 62. 250 Robles, F. (2002). Distinguir, observar, conversar. Concepción: Manuscrito Inédito, págs. 6 y siguientes. 251 Hax, A. y Majluf, N. (1997). Estrategias para el liderazgo competitivo. Santiago, Buenos Aires: Dolmen, pág. 39.

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atención respecto al tipo de observación que está a la base de cada uno. La RSE en el plano de estas alternativas, de todos modos, es y será una producción completamente autónoma del sistema. El marketing corporativo se centra en el entorno, mas los esquemas de observación que emplea se dirigen básicamente a captar simpatías y preferencias en el contexto del mercado. Esto, por supuesto, denota la utilización estratégica de todos los medios publicitarios para fines exclusivamente organizacionales-comerciales. En este marco, La gestión de marca debe mirar en primer lugar los objetivos estratégicos de la organización, lo que significa entender y precisar qué quiere ella de su marca. Como parte de su natural desarrollo, la identidad y las metas de la organización se desplazan y cambian: esa movilidad, como quiera que sea su velocidad, debe reflejarse adecuadamente en la marca competitiva252.

Cuando la RSE se convierte en contenido de prácticas de este tipo, se limita a reproducir un tipo de comunicación blindada unidireccional con el entorno que no aporta nada en términos de «noticias exteriores». Puede decirse que en estos casos la RSE constituye una imagen. Ahora bien, cuando la organización incorpora la semántica de la responsabilidad en el marco de un programa de cambio autoinducido —por lo tanto, autoobservado—, pueden esperarse consecuencias empíricas distintas. En efecto, la RSE integrada a la cultura organizacional tiene grandes posibilidades de transformar la constitución decisional de la empresa. La cultura de la organización “está compuesta por las interpretaciones de un mundo y las actividades y artefactos que las reflejan”253. La cultura, en cierto sentido, viene a ser el esqueleto orgánico básico de cada empresa. Un programa temático como la RSE internalizado en la armadura operativa del sistema organizacional, de esta forma, modela su identidad. Puede decirse, entonces, que la RSE se materializa genuinamente en la estructura organizacional cuando logra superar la fugacidad de la imagen y consigue forjar un sentido identitario estable y persistente. En definitiva, la imagen se sostiene en la identidad; “el éxito de situar la imagen por encima o frontalmente en contra de la identidad es siempre precario y pasajero”254.

4.3. La Evaluación de la RSE: ¿Qué y Cómo Medir? La opinión pública conciente de que la RSE en muchos sentidos representa una estrategia propagandística, ha presionado a empresas e instituciones para el establecimiento de estándares consensuados que permitan definir con la mayor precisión posible indicadores de gestión en la materia. Evidentemente, este proceso ha corrido por cuenta de las propias organizaciones, de manera que los códigos se han mantenido en la lógica semántica del ámbito empresarial. No obstante, en los últimos años, especialmente en las regiones 252

Tironi, E. y Cavallo, A. (2004). Comunicación estratégica. Santiago: Taurus, págs. 121-122. Krieger, M. (2001). Sociología de las organizaciones. Buenos Aires: Pearson, pág. 327. 254 Tironi, E. y Cavallo, A. (2004). Op. Cit., pág. 69. 253

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desarrolladas del mundo, ha comenzado a florecer la idea nada absurda de generar un ordenamiento jurídico en la materia255. Si bien, la oposición generalizada del mundo empresarial parece un escollo insalvable, la presión de los stakeholders comunicacionalmente organizados ha podido nivelar la balanza. En este escenario resulta perfectamente posible pensar en una instancia intermedia de coordinación que garantice altas cuotas de uniformidad en la heterorreferencia. En el contexto de un mundo globalizado en el que la interconexión es el pan de todos los días parece difícil dejar a las propias organizaciones el control total de la contingencia del mundo. Los altos niveles de complejidad contenidos en el entorno de todos los sistemas sociales requieren, por lo tanto, de una racionalidad normativa que facilite la comunicación y reduzca la incertidumbre de su continuidad.

4.3.1. Hacia una Identificación General de Indicadores

La operacionalización de la RSE ha sido tema de discusión y debate por largo tiempo. Aunque no es posible establecer con precisión cuáles son los indicadores requeridos para la medición y estandarización de la RSE, de todas maneras, existe cierto consenso a nivel mundial respecto a considerar ciertas dimensiones empíricas generales como imprescindibles; entre éstas cabe destacar las siguientes: clientes, empleados, comunidad, proveedores, medio ambiente y accionistas256. En la tabla que se presenta a continuación se desglosan algunos de los aspectos específicos a tener en cuenta asociados a cada una de estas dimensiones:

Clientes - marketing responsable. - protección de clientes vulnerables. - política de privacidad. - empleo de feedback con el cliente. - canales fluidos de reclamo.

Empleados - libertad de asociación. - salud y seguridad. - no discriminación. - salarios justos. - prohibición de trabajo infantil.

Comunidad - compromiso formal. - ayuda a proyectos locales. - empleo. - diálogo permanente. - competencia justa.

255

Proveedores - contratos justos. - protección de información. - empleo de feedback con los trabajadores. - paga al día.

Ambiente - política definida. - acatamiento de la normativa ambiental. - programa para reducir los impactos.

Accionistas - claridad. - cuentas públicas. - control de riesgos. - control de fraudes. - controles de gobierno corporativo.

Esto tiene que ver con el alto nivel de participación de la ciudadanía que muestran algunos países. Welford, Richard (2005). “Corporate social responsability in Europe, North America and Asia: 2004 survey results”. En: The Journal of Corporate Citizenship. Nº 17, pág. 50 y siguientes; Cowe, R. (2003). “Behave responsibly, by order of the law!”. En: New Statesman. Vol. 16, Nº 758, pág. 26. 256 Martin, L. (2004). “Measuring responsability with stakeholders interviews”. En: Corporate Responsibility Management. Vol. 1, Nº 2, pág. 36.

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En términos generales, cada una de las dimensiones supone un comportamiento ético de base. La transparencia, en este sentido, constituye uno de los principales atributos de la RSE, ya que está basada en el acceso a la información que la organización proporciona sobre su comportamiento social y que es permeable a las expectativas sociales. Como señala Lizcano, “la relación con los grupos de interés obliga a ser transparentes”257. La corrección y el reconocimiento de premisas esenciales de convivencia, también constituye un elemento fundamental a la hora de instaurar un patrón de comportamiento ético en la organización. En efecto, la adopción de principios no discriminatorios, dialógicos y precautorios permiten generar una atmósfera de confianza facilitadora de los procesos de comunicación258. En definitiva, los indicadores que se proponen para cada una de las seis dimensiones identificadas, representan la materialización de un sentido ético incorporado en la estructura identitaria de los sistemas organizacionales. Son, por lo mismo, aproximaciones reductoras de complejidad que en ningún caso pueden adquirir sentido por sí mismas fuera del plan estratégico de la comunicación organizacional.

4.3.2. Globalización y Estándares Internacionales

La globalización ha transformado profundamente la agenda de relaciones públicas de las instituciones multilaterales y las grandes corporaciones transnacionales; esto se ha reflejado en el hecho de que han debido asumir un rol activo en la promoción de valores éticos y redistributivos259. Como señala Sethi, en el escenario globalizado actual, el sector privado en general, y la comunidad empresarial en particular, tienen la gran oportunidad de movilizar las normas corporativas de responsabilidad social desde una adscripción voluntaria a una estructura estandarizada capaz de afianzar y legitimar su validez frente a los stakeholders260. Ahora bien, esta estandarización no necesariamente tiene que estar fundada jurídicamente; las normas, como se explicó en el capítulo 3, son construcciones regulativas que no requieren necesariamente de una estructura coercitiva que las respalde. En este sentido, las denominadas normas ISO constituyen un buen ejemplo, toda vez que fijan criterios generales de gestión que si bien no contemplan sanciones explícitas para quienes no los cumplen, de todas maneras traducen su efecto a la esfera del código económico. En otras palabras, el no sometimiento a la norma implica un daño a la imagen de marca, por lo tanto, eventualmente, repercute en el desempeño comercial de la organización. Como se sabe, las normas ISO gozan de gran prestigio en el contexto del 257

Lizcano, J.L. (2004). Op. Cit., pág. 293. Este aspecto resulta esencial para entender la relación organización/entorno. Desde la perspectiva de Luhmann, la confianza puede ser interpretada como una estrategia de reducción de complejidad por parte de los sistemas que operan en la sociedad. En este sentido, si los sistemas desarrollan sus operaciones fundados en la confianza, éstos adquirirán tarde o temprano la autonomía suficiente para obrar de modo correcto, sin la necesidad de instancias de «intervención» externas. Luhmann, N. (1996). Confianza. México: Universidad Iberoamericana; Barcelona: Anthropos, págs. 39 y siguientes. 259 Hatcher, M. (2003). “New corporate agendas”. En: Journal of Public Affairs. Vol. 3, Nº 1, pág. 33. 260 Sethi, S. P. (2003). “Globalization and the good corporation: A need for proactive coexistence”. En: Journal of Business Ethics, Vol. 42, Nº 1/2, pág. 30. 258

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mercado internacional. Sus áreas de aplicación actual son la calidad, el medio ambiente, la seguridad e higiene en el trabajo. Prontamente, en todo caso, se visualiza la entrada en rigor de la norma ISO 26.000 que se ocupará de la evaluación del desempeño corporativo en materia de RSE. En la actualidad existen varios estándares internacionalmente reconocidos que se ocupan de algunos de los indicadores de RSE. Entre ellos, algunos de los más importantes son: el Global Reporting Initiative (GRI), el AccountAbility 1000 (AA1000) y el Global Compact. El GRI es un acuerdo internacional que tiene como misión elaborar y difundir una guía para la elaboración de memorias de sustentabilidad, aplicable globalmente y de manera voluntaria por organizaciones que deseen informar sobre los aspectos económicos (algunos no incluidos en los informes financieros convencionales), medioambientales y sociales de sus actividades, productos y servicios261. El AA 1000, por su parte, es un método de responsabilidad que pretende garantizar la calidad de las rendiciones de cuenta, evaluaciones y divulgación sobre aspectos sociales y éticos de la gestión empresarial. El AA 1000 es una norma de procedimiento, no un tipo de desempeño sustancial262. Finalmente, el Global Compact es una iniciativa corporativa voluntaria que promueve diversos mecanismos tales como aprendizaje, redes asociativas locales y patrocinio de proyectos comunitarios. El Global Compact no intenta ser un instrumento regulatorio; más bien, pretende promover la conformación de una red para el diálogo. Se fundamenta en los siguientes principios: protección de los derechos humanos, condiciones laborales dignas, cuidado del medio ambiente y política anti-corrupción263. El establecimiento de normas en materia de RSE también ha tenido cabida en el ámbito de algunos organismos económicos multilaterales; tal es el caso de la organización para la cooperación económica y el desarrollo (OCDE) que ha establecido lineamientos normativos generales para la operación de empresas multinacionales. Estas directrices son recomendaciones de los países miembros de la OCDE que abarcan no sólo a las empresas multinacionales, sino además a todas sus entidades dondequiera que operen. El principal objetivo radica en garantizar que las actividades de las corporaciones se desarrollen en armonía con las políticas públicas, en fortalecer las bases de la confianza mutua entre empresa y sociedad, y en potenciar la contribución de las organizaciones al desarrollo sustentable. Estas directrices enuncian principios y normas voluntarias que refieren a buenas prácticas corporativas, comprendiendo un amplio rango de temáticas, tales como, acceso a la información, empleo, medio ambiente, derechos humanos, intereses de los consumidores, transparencia y lucha contra la corrupción264. El establecimiento de programas normativos generados autónomamente por las entidades empresariales constituye una evidencia de su reflexividad y autoobservación. La inexistencia de reales mecanismos resolutivos, no obstante, teje sobre ellos un manto de 261

Lizcano, J.L. (2004). Op. Cit., pág. 295. AccountAbility (1999). AccountAbility 1000 (AA 1000) framework. London, pág. 16 y siguientes [En Línea]. 263 Sharma, A.K. y Talwar, B. (2005). “Insights from practice corporate responsability: modern vis à vis Vedic approach”. En: Measuring Business Excellence. Vol. 9, Nº 1, pág. 43. 264 Oliver, M.F. (2004). Líneas directrices OCDE para empresas multinacionales. Buenos Aires: Fundación Ambiente y Recursos Naturales, págs. 10-11. 262

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dudas, respecto a su real aporte al establecimiento de una cultura organizacional de la RSE transversal a la sociedad.

4.4. La RSE en Chile El discurso en torno a la RSE ha penetrado en Chile, fundamentalmente, a través de organizaciones privadas que han asumido la tarea de su difusión. De un tiempo a esta parte, la comunidad empresarial chilena se ha visto «bombardeada» por seminarios, talleres y conferencias que han intentado concientizar a los directivos, trabajadores y público en general acerca de la importancia de este tema en el contexto actual. A primera vista se observa que la RSE se ha posicionado como una idea importante, mas este interés inicial no ha sido acompañado por una voluntad firme de operacionalización e internalización estructural de sus principios. Esta situación es especialmente patente en aquellas empresas medianas y pequeñas que frente a la premura que impone el manejo de recursos económicos limitados, se desentienden de cualquier tipo de iniciativa social que implique algún tipo de desembolso monetario. El limitado peso específico de la sociedad civil, sin lugar a dudas, ha contribuido a que la RSE todavía no tome fuerza como una práctica estandarizada en todos los niveles y sectores de la economía. Según estudios recientes265, en Chile la preocupación ciudadana respecto a la RSE es incipiente. Puede decirse que se está transitando desde una mirada eminentemente asistencial de la RSE, hacia un enfoque más integral que incorpora la dimensión social en un sentido más amplio. Pese a que las personas perciben a las empresas como organizaciones que deben ir más allá de los intereses específicos de su negocio, no son capaces de ejercer presión al respecto, ni siquiera como consumidores. Paulatinamente, comienza a abrirse en Chile un debate acerca del real aporte de las organizaciones productivas al desarrollo del país. Considerando la persistente vocación primaria-exportadora de nuestra economía esta discusión adquiere aún mayor relevancia. La RSE, en este sentido, aparece como el eslabón necesario para hacer confluir el éxito económico de las corporaciones con la sustentabilidad de los entornos implicados. El rol de intermediario que le cabe al sector público en este escenario es lo que se discutirá a continuación.

4.4.1. Iniciativa Privada v/s Regulación Pública

La RSE originalmente surge como una iniciativa privada de privados para privados. Por esta razón, la idea de enmarcarla jurídicamente ha sido resistida por los sectores 265

PNUD y ProHumana (2002). Los chilenos opinan: responsabilidad social de las empresas. Santiago, págs. 21 y siguientes [En Línea].

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empresariales. Desde la perspectiva de la organización, la juridización de sus responsabilidades sociales implica desvirtuar el sentido de su motivación original. El verdadero valor de las prácticas de RSE estaría, de esta manera, en su carácter desinteresado y voluntario. Las ventajas competitivas asociadas a la aplicación de programas de RSE guardan relación con su capacidad de distinguir positivamente a aquellas empresas que se comportan como buenos ciudadanos corporativos; la introducción de una normativa legal que establezca la forma, cantidad y tipo de contribución que deben realizar las empresas, implicaría «nivelar hacia abajo», es decir, limitar el aporte potencial al mínimo para el cumplimiento de la ley. El espacio de regulación pública de las iniciativas de RSE no se limita al ámbito legal. Las políticas públicas tienen el potencial de facilitar la expresión de la RSE a través de la eliminación de trabas y la creación de incentivos. Ciertamente, la esfera de la política está estrechamente ligada a la esfera del derecho, sin embargo, esto no quiere decir que cualquier iniciativa política tenga que tener un correlato jurídico. Ahora bien, más allá de la existencia o no de una normativa explícita respecto a la RSE, la autoridad política tiene la obligación de servir de puente entre los intereses de la empresa y los de la sociedad en su conjunto, bajo el entendido que la RSE tiene su justificación en términos de la estrategia racional específica de la organización y no constituye, por lo tanto, un fin en sí misma266. En el contexto chileno actual, la RSE constituye una práctica, exclusivamente, privada que, por lo demás, está ligada fundamentalmente a las grandes corporaciones que operan en nuestro país. No existe un vínculo reforzante en la materia entre sector público y privado. Como señala Sara Larraín, No hay duda de que las propuestas y experiencias incipientes de RSE son excelentes iniciativas para abrir espacio y ofrecer un rumbo a aquellos actores empresariales abiertos a incorporar factores de sustentabilidad social y ambiental en su gestión económica. Sin embargo, el desafío de fondo en Chile sigue siendo el establecimiento de políticas públicas que permitan avanzar hacia la urgente complementariedad entre actividad económica, bienestar social y protección del patrimonio natural. De no enfrentarse este desafío, el país enfrentará niveles crecientes de competitividad regresiva267

4.4.2. RSE y Actividad Minera: ¿Imagen o Transición Normativa a la Sustentabilidad?

En Chile las iniciativas en materia de RSE han alcanzado su máxima expresión en el sector minero. Como es bien sabido, esta rama de la producción gravita más que cualquier otra en la economía del país. Más allá de las discordias tributarias analizadas en el capítulo anterior, es un hecho que el cluster minero, en virtud de sus jugosas ganancias, ha contribuido de manera importante al desarrollo de bastas regiones. Las políticas de 266

Bakan, J. y Burke, T. (2005). “Corporate social responsibility”. En: The Ecologist. Vol. 35, Nº 2, pág. 30. 267 Larraín, S. (2004). “Responsabilidad social empresarial: ¿compromisos voluntarios o regulación pública para la sustentabilidad?”. En: Ambiente y Desarrollo. Vol. XX, Nº 2, pág. 88.

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RSE han sido introducidas en la gestión de las organizaciones mineras desde hace varios años, fundamentalmente, como respuesta de las directrices provenientes de las casas matrices de varias de las empresas extranjeras instaladas en Chile. En términos generales, la actividad minera, por su naturaleza extractiva, ha focalizado su responsabilidad social en las cuestiones de índole ambiental. Incluso antes de la promulgación de la ley 19.300 la gran minería del norte puso en marcha planes para alcanzar estándares ambientales de excelencia. Otro de los focos de atención de sus políticas ha sido, especialmente en los últimos años, la relación con las comunidades aledañas. La tendencia general en materia de relación con el entorno ha sido la autorregulación. Uno de los ejemplos más importantes corresponde a los acuerdos de producción limpia. Estos acuerdos, como señalan Hernán Blanco y Beatriz Bustos, suponen un cambio de cultura en los actores comprometidos, promoviendo la cooperación para la solución de problemas ambientales268. Otro ejemplo se refiere a la estructuración organizacional de estrategias de gestión de conflictos basadas en procesos de consulta y retroalimentación con la comunidad269. La comunicación permanente con los stakeholders y la búsqueda de consensos basados en discusiones transparentes y un entendimiento recíproco de sus necesidades y aspiraciones, constituyen, así, los pilares de la política de acercamiento e integración con las comunidades de muchas de las empresas líderes270. Cabe preguntarse, entonces, si la sustentabilidad de la actividad minera está asegurada por los despliegues organizacionales de responsabilidad autoinducida. A esta altura no corresponde determinar si la organización empresarial minera puede resolver la contingencia de forma aislada —puesto que eso ya está zanjado—; lo que interesa, más bien, es establecer en qué medida requiere de acoplamientos estructurales normativos que garanticen la consecución de objetivos sociales amplios (desarrollo sustentable).

ENTORNO: Límites de la Observación de Primer Orden Sistema de Normas

Observación de 2º orden

Ganancia ancia Organización Minera Pérdida

«Desarrollo Sustentable»

268

Blanco, H. y Bustos, B. (2002). “Minería, sustentabilidad y agenda pública en la región de Antofagasta”. En: Ambiente y Sociedad. Vol. XVIII, Nº 2-3-4, pág. 99. 269 Danielson, L. (2002). “Cómo maximizar el apoyo del sector minero al desarrollo sustentable”. En: Ambiente y Sociedad. Vol. XVIII, Nº 2-3-4, pág. 86. 270 Hayes, W. (2002). “Compromiso por una mejor calidad de vida”. En: Ambiente y Sociedad. Vol. XVIII, Nº 2-3-4, pág. 84.

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Como se grafica en el esquema, las empresas mineras operan autorreferencialmente a través del código ganancia/pérdida, por lo tanto, no pueden procesar directamente el contenido social del paradigma del desarrollo sustentable (ubicado en el entorno). Necesitan traducciones económicas que les permitan proseguir el ciclo de su comunicación decisional. Lo que sucede es que la racionalidad sistémica de los negocios es temporalmente inestable, de manera que no es capaz de observar sus límites; tiene en los macroprocesos ecológicos o en la pobreza urbana sus entornos. Ciertamente, ante lo apremiante, surgen fórmulas esporádicas para incluir ciertas materias problemáticas en el cálculo del negocio. Sin embargo, mientras tanto el entorno sigue existiendo y modificando desde la exterioridad al sistema organizacional mismo —de sigilosas e inciertas maneras. La observación de segundo orden que realiza el sistema de normas (ya sea jurídico, pactado o implícito), posibilita la ampliación de los horizontes cognitivos del sistema organizacional intervenido. Esto quiere decir que se plausibilizan los escenarios de mediano y largo plazo en forma de estrategias de sustentabilidad económica, las que evidentemente también resuenan en el entorno social y ecológico de la comunicación. La sustentabilidad, a partir de este esquema comienza a ser entendida como un estadio alcanzable en la medida que existan racionalidades normativas que coordinen el tránsito organizacional hacia nuevas perspectivas de entendimiento. En el marco de esta investigación, la naturaleza semántica y discursiva de la normatividad implícita en los procesos de cambio organizacional constituye, de este modo, un objeto de estudio sumamente interesante considerando que las organizaciones mineras son y seguirán siendo durante varios años más protagonistas de los éxitos y fracasos que sobrevengan en el tránsito hacia la sustentabilidad.

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Capítulo 5

DISEÑO METODOLÓGICO Tránsito de lo Teórico a lo Empírico

La operacionalización empírica de la teoría de los sistemas sociales no es una tarea sencilla. Los altos niveles de abstracción implicados tornan confusa y dificultosa la diferenciación entre teoría y realidad. Por esta razón, antes de detallar la estrategia metodológica empleada para el abordaje de las cuestiones concretas que interesan en el marco de este trabajo, vale la pena tener presente lo siguiente: 1) las observaciones sociológicas se inscriben únicamente en el ámbito de la descripción, vale decir, no constituyen explicaciones de los fenómenos; y, 2) estas observaciones son siempre parciales, incompletas y referidas, en última instancia, a los esquemas de distinción del sistema que lleva a cabo la operación de diferenciación. La materia de análisis de cualquier estudio que se funde en las premisas teóricas del constructivismo sistémico es la comunicación. La incorporación de la temática de la RSE en el ámbito organizacional, por lo tanto, adquiere relevancia sociológica en la medida que se cristaliza en la forma de rendimientos comunicacionales susceptibles de ser analizados desde una perspectiva observacional de segundo orden. Ahora bien, por razones obvias, el acceso directo a las instancias decisionales de las organizaciones mineras es prácticamente imposible; esto obliga a explorar formas de construcción de contextos artificiales de comunicación en los que se pueda captar la naturaleza y contorno de ésta. En este sentido, el empleo de instrumentos metodológicos de producción de discurso social resulta de gran utilidad271. En este capítulo, se intentará explicitar los fundamentos del método delphi, bajo el entendido que constituye una herramienta ad hoc en relación al propósito de la presente 271

Baeza, M.A. (2003). De las metodologías cualitativas en investigación científico-social. Concepción: Dirección de Docencia, Universidad de Concepción, págs. 46 y siguientes.

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investigación. En primer lugar, se formalizará el objeto de estudio propuesto y se mencionarán los objetivos que persigue la indagación empírica. En segundo lugar, se señalará en qué consiste la técnica delphi y cuál es su lógica operativa. Finalmente, en tercer lugar, se expondrán sus criterios básicos de aplicación.

5.1. Objeto de Estudio y Objetivos de Investigación El objeto científico de estudio es una construcción continua que acompaña todas las fases del proceso indagativo. En la presente investigación, éste quedará definido como la opinión experta respecto a las proyecciones normativas de la RSE en el sector minero. Se trata, pues, de establecer en qué medida la elaboración semántica de la RSE en el ámbito racional de las organizaciones mineras incorpora aspectos regulativos capaces de «importar» el paradigma de la sustentabilidad desde el entorno. Se asume que esta definición está sostenida en la elaboración teórica precedente, por lo tanto, remite a la comunicación de observaciones de observaciones por parte de los expertos. Por tratarse de un estudio eminentemente descriptivo no resulta pertinente establecer hipótesis formales. Ahora bien, como señalan Barriga y Henríquez, esto no implica asumir que se enfrenta la realidad como tabula rasa272; por supuesto, existen sospechas y presuposiciones que, en definitiva, son las que guían las diversas elaboraciones que se llevan a cabo. En el caso específico de este trabajo, las conjeturas están referidas a la formulación misma del objeto de estudio y los propósitos heurísticos que se derivan de él. En este sentido, los objetivos generales que se pretenden alcanzar en esta investigación son los siguientes: a. Describir los principales aspectos implicados en la definición de RSE asociados con las operaciones de las empresas mineras. b. Identificar «zonas de resistencia» y motivaciones (drivers) asociadas a la implementación de políticas de RSE en el sector minero. c. Identificar los indicadores principales a considerar en la evaluación de la RSE en el sector minero. d. Conocer la opinión de los expertos respecto al establecimiento de mecanismos normativos externos a la organización en materia de RSE. e. Establecer una proyección respecto a la normalización de la RSE en los próximos años.

272

Barriga, O. y Henríquez, G. (2003). “La presentación del objeto de estudio: reflexiones desde la práctica docente”. En: Cinta de Moebio. Nº 17 [En Línea].

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5.2. El Método Delphi El origen del método delphi se remonta a los trabajos pioneros desarrollados en Estados Unidos por los miembros de la corporación RAND a finales de la década del cincuenta. La necesidad de obtener una proyección fiable de los impactos de las tecnologías y políticas militares en el contexto incierto de la guerra fría, fue uno de los principales motores que impulsó la elaboración de este tipo de instrumentos273. Durante la década del sesenta el método delphi fue perfeccionado, fundamentalmente, como técnica de previsión y consenso en situaciones de incertidumbre. En palabras simples, esta metodología tiene como propósito inducir y perfeccionar los juicios de grupo. Su principio básico de orientación es la idea de que cuatro ojos ven más que dos. De esto se desprende que la opinión de grupo es más fiable que la opinión individual, por lo tanto, puede entregar una mejor visión respecto a escenarios futuros274. De allí el empleo de la palabra «delphi» en alusión al mítico oráculo griego.

5.2.1. Producción y Modelamiento de la Opinión Experta de Grupo. Pertinencia Epistemológica y Sociológica del Instrumento

El método delphi es una estrategia de estructuración de la comunicación grupal que apunta a sintetizar contribuciones valiosas para la resolución de problemas complejos. En términos generales, consiste en la selección de un grupo de expertos en un determinado tema a los que se les pregunta su opinión sobre cuestiones referidas a acontecimientos futuros. Las estimaciones de los expertos se realizan en sucesivas rondas, anónimas, con el objeto de tratar de conseguir consenso, pero con la máxima autonomía por parte de los participantes. La capacidad de predicción del método delphi, de esta manera, se basa en el modelamiento sistemático de un juicio intuitivo grupal que refleja el conocimiento experto general que se tiene sobre alguna materia o tendencia en particular. Sus principales características son las siguientes275: a) es un proceso interactivo: como mínimo los expertos deben ser consultados dos veces sobre la misma cuestión, de manera que puedan volver a pensar su respuesta ayudados por la información que reciben de las opiniones del resto de los expertos; b) mantiene el anonimato de los participantes: ello permite poder realizar un proceso de trabajo en grupo con unos expertos que no coinciden ni temporal ni espacialmente, y además busca evitar las influencias negativas que en las 273

Gordon, T.J. (1994). The delphi method. AC/UNU Millenium Project, pág. 1 [En Línea]. Dalkey, N. (1980). El método de delfos: Un estudio experimental sobre la opinión de grupo. Tesina para optar al Título de Traductor Inglés-Español presentada por Milena Herrera, Universidad de Concepción, págs. 7 y siguientes. 275 Landaeta, J., Matey, J., Ruíz, V. y Villarreal, O. (2002). “Alimentación de modelos cuantitativos con información subjetiva: Aplicación delphi en la elaboración de un modelo de imputación del gasto turístico individual en Catalunya”. En: Qüestiió. Vol. 26, Nº 1-2, págs. 177-178. 274

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respuestas individuales pudieran tener factores relativos a la personalidad de los expertos participantes; c) feedback controlado: el intercambio de información entre los expertos no es libre, sino que se realiza en función de los criterios del investigador, con lo que se elimina cualquier información que no sea relevante; y, d) respuesta estadística de grupo: las preguntas están formuladas de forma que se pueda realizar un tratamiento cuantitativo y estadístico de las respuestas. En cierto sentido, el método delphi es un debate controlado en el que las opiniones extremas se hacen explícitas sin la necesidad de generar arrebatos de rabia o rencor — como habitualmente ocurre en las experiencias grupales cara a cara. Si bien es verdad que las respuestas del grupo de expertos, generalmente, se mueven hacia un consenso, no es menos cierto que cuando persisten oposiciones y divergencias, éstas se vuelven más claras276. Precisamente, esta es una de las grandes fortalezas de este método. El empleo de la técnica delphi es plenamente consistente con el marco epistemológico que guía esta investigación, ya que, por un lado, el discurso grupal que se genera no tiene otra salida que expresarse comunicacionalmente y, por otro, la autorreferencia de la comunicación queda asegurada por la re-entrada de las respuestas en las preguntas subsiguientes. El método delphi constituye, de esta manera, una verdadera tecnología social capaz de conducir el proceso de autoobservación de la comunicación experta. En lo estrictamente sociológico, cabe señalar que este procedimiento ofrece —como pocos— la posibilidad de confrontarse «artificialmente» con lo social. En este sentido, conviene precisar algunas ideas respecto a la participación individual de los expertos. Si bien, cada uno de ellos accede por méritos propios a la instancia grupal, no hay que olvidar que lo hacen en virtud de un rol organizacional. Precisamente, esto es lo que interesa en el marco de esta investigación. Evidentemente, en la opinión del grupo no está contenida la comunicación organizacional, no obstante, a través de su análisis se logra tener acceso a entornos privilegiados portadores de resonancia decisional. Considerando que los participantes expertos representan entornos que observan a la organización en el marco de una racionalidad sistémica definida, el trabajo del investigador se remite a la observación de las observaciones que realizan éstos, en el marco de una producción discursiva emergente. Esto puede ser comprendido a través del siguiente esquema:

RACIONALIDAD SISTÉMICA INVESTIGADOR ORGANIZACIÓN

276

OBSERVACIÓN

MEMBRESÍA

Gordon, T.J. (1994). Op. Cit., pág. 3.

90

OBSERVACIÓN

5.2.2. Lógica del Instrumento

Como ya se mencionó tangencialmente en la sección anterior, el método delphi supone sucesivos procedimientos de recolección de la opinión grupal. La retroalimentación de las respuestas obtenidas en cada una de las rondas es la clave del instrumento. En efecto, los consensos y/o disensos alcanzados cristalizan en la medida que se sostienen en el tiempo y vuelven sobre sí mismos en la forma de más comunicación al respecto. Como se aprecia en el esquema de más abajo, cada una de las tres rondas (correspondientes a las que se llevaron a cabo en el marco de esta investigación) responde a una lógica temporal, vale decir, la ronda 1 precede a la ronda 2 y ésta, a su vez, precede a la ronda 3. Todas, sin embargo, están estrechamente ligadas en lo que a contenido se refiere, puesto que se conectan cíclicamente. La ronda 1, de todas maneras, ejerce una función matricial, toda vez que surte de ejes temáticos a las rondas siguientes. Esto no significa que sobre la marcha la emergencia de nuevos puntos de vista no sea posible. Las conclusiones de la ronda 3, en este sentido, tienen como propósito volver sobre la ronda 1 en la forma de acuerdos y/o polos divergentes depurados que incluso pueden llegar a variar dramáticamente el sentido original de ciertas proposiciones contenidas en la ronda 1. Las observaciones que fluyen a través de este procedimiento son susceptibles de ser captadas por una observación de segundo orden que es capaz de distinguir la opinión del proceso.

Ronda 1

Ronda 2

Ronda 3

Observación de 2º orden

Ahora bien, no existe una regla definida respecto al número correcto de rondas a realizar. Esto depende, fundamentalmente, de los objetivos de investigación. Si el propósito se dirige primariamente a la consecución de un consenso acabado, corresponde, entonces, efectuar tantas rondas como sea necesario. Si, por el contrario, el propósito se dirige a la descripción exploratoria de semánticas eventualmente ricas en disonancia —como es el caso de este estudio—, basta con el número establecido277. No debe pensarse que la razón 277

Por lo demás, este tipo de decisión pasa por consideraciones de factibilidad, tales como tiempo, dinero, disponibilidad de los participantes, etc.

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de ser del método delphi, exclusivamente, es la consecución de consensos; como señala Eneko Astigarraga, muchas veces la opinión de los divergentes resulta más interesante que aquella que entra en el rango de los acuerdos278. En el presente estudio, los instrumentos de recolección de la opinión experta variaron de una ronda a otra. En un primer momento se administró un cuestionario semi-abierto que tuvo como objetivo permitir a los expertos profundizar libremente sobre algunos temas predefinidos. Luego, en la segunda ronda se aplicó un cuestionario de selección en el que se pidió a los participantes identificar un número limitado de proposiciones ajustadas a su pensamiento. Finalmente, en la ronda 3, se aplicó un ranqueo de las 3 dimensiones más recurrentes en el discurso general que tuvo como propósito testear los niveles de acuerdo grupal. Por razones de factibilidad, la totalidad del procedimiento delphi se llevó a cabo a través de una plataforma virtual que permitió cumplir todas las etapas previstas de manera rápida, cómoda y ordenada279. La utilización de recursos en red, sin lugar a dudas contribuyó a incentivar la participación de una serie de expertos que de otra manera no habrían podido aportar su experiencia. Esto confirma que el ciberespacio constituye una alternativa para la investigación sociológica280.

5.3. Criterios Básicos de Aplicación La aplicación del método delphi se llevó a cabo entre los días 5 de agosto y 30 de septiembre del presente año. Previo a la aplicación del primer cuestionario, se desarrolló un estudio piloto para evaluar la pertinencia, precisión y claridad del instrumento en un grupo de cinco expertos en temas de RSE ligados al ámbito universitario. Con posterioridad a esto, y luego de haber depurado algunos ítems, se puso a disposición de los participantes el instrumento correspondiente a la primera ronda. Los tiempos de respuesta para cada instrumento fluctuaron entre 25 días (para la ronda 1) y 14 días (para la ronda 3). Mediante un sistema de password se restringió la entrada a los cuestionarios sólo a aquellas personas que confirmaron vía correo electrónico su participación. El portal, a su vez, se programó para que sólo fuera posible ingresar la información una vez. Mediante estas medidas se buscó resguardar la fiabilidad de las respuestas recepcionadas. Sin lugar a dudas, la búsqueda y conformación del grupo de participantes fue la tarea más difícil en el marco de la puesta en práctica de la metodología. A continuación, se revisarán los criterios empleados para la construcción del panel de expertos. 278

Astigarraga, E. (2001). El método delphi. Facultad de CC.EE y Empresariales, Universidad de Deusto, pág. 13 [En Línea]. 279 Los instrumentos aplicados, en su formulación y formato original, se encuentran disponibles en el Anexo. 280 Henríquez, G., Depolo, S. y Fuentes, F. (1999). “El grupo virtual de discusión. Una alternativa de investigación social en el ciberespacio”. En: Sociedad Hoy. Vol. 1, Nº 2-3, págs. 125 y siguientes.

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5.3.1. Construcción del Panel de Expertos, Marco Muestral y Unidades de Observación

El panel de expertos fue conformado por profesionales ligados laboralmente a la RSE. Si bien, originalmente correspondía considerar sólo a miembros de empresas mineras, en definitiva, se optó por incluir a profesionales asociados a consultoras y otras instancias externas ligadas a la actividad minera, siempre en función de un criterio de experticia respecto al tema en cuestión. El contacto inicial se llevó a cabo, la mayor parte de las veces, de forma directa. En los casos de aquellas empresas en las que no existía un contacto previo, se procedió a entablar un vínculo a través de los departamentos de asuntos públicos. De esta manera, a través de miembros de la propia organización contactada se fue identificando a aquellos profesionales relacionados con la temática de la RSE. La mayoría de las veces se trató de personal asociado a temas ambientales, comunicacionales y de recursos humanos. No existe un consenso claro acerca del número ideal de expertos que deben participar en una experiencia delphi. En este sentido, hay que decir que no hay evidencia respecto a que el número de personas guarde relación con la validez y fiabilidad de los resultados obtenidos281. Ahora bien, considerando que la totalidad del procedimiento se realizó de manera virtual, se generó un marco muestral de 80 expertos con el objeto de garantizar un índice de respuesta aceptable282. A cada uno de ellos, se le extendió una invitación formal a participar vía correo electrónico. De éstos, 51 (64%) respondieron manifestando interés, de manera que se generó el mismo número de passwords de acceso a la plataforma interactiva. Como se aprecia en la siguiente tabla, 39 de los 51 expertos (74%) concretizaron su participación en la primera ronda283. Aunque este número decreció en las instancias subsiguientes, de todas maneras, la cantidad y heterogeneidad de participantes a lo largo de la aplicación fue bastante aceptable. Marco Muestral 80

Contacto Devuelto 51

Respuesta Ronda 2 30

Ronda 1 39

281

Ronda 3 26

Panel de Expertos

Powell, C. (2003). “The delphi technique: Myths and realities”. En: Journal of Advance Nursing. Vol. 41, Nº 4, pág. 378. 282 El marco muestral quedó conformado por profesionales de las siguientes organizaciones: Anglo American, Antofagasta Minerals, Arcadis, Aur Resources, Barrick, BHP Billiton, Casa de la Paz, Cenizas, Cochilco, Codelco, Collahuasi, Enami, Gescam, Melón, Michilla, Ministerio de Minería, Pelambres, Phelps Dodge, Placer Dome, ProHumana, Tesoro, Sernageomin, Sonami. 283 El panel de expertos, en definitiva, quedó conformado por profesionales de las siguientes organizaciones: Anglo American, Antofagasta Minerals, Arcadis, Aur Resources, Barrick, BHP Billiton, Casa de la Paz, Cenizas, Cochilco, Codelco, Collahuasi, Melón, Pelambres, Phelps Dodge, Placer Dome, Sernageomin.

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Las unidades de observación fueron definidas en términos de las proposiciones lingüísticas enunciadas y seleccionadas por los participantes en las tres rondas. De esta manera, se generó una continuidad analítica entre los tres instrumentos aplicados: en el primero, las proposiciones fueron extraídas del desarrollo extenso y preliminar del cuestionario semi-abierto, en la segunda, fueron seleccionadas entre múltiples opciones ofrecidas y, finalmente, en la tercera, fueron priorizadas y jerarquizadas.

5.3.2. Técnicas y Procedimientos de Análisis de la Información. Más Allá del Dilema Cuantitativo/Cualitativo

El método delphi no está pensado para producir resultados estadísticamente significativos susceptibles de ser extrapolados a una población u otro panel de expertos. Esta herramienta, más bien, posibilita la síntesis de la opinión de un grupo particular, ni más, ni menos284. Aunque los rendimientos analíticos asociados a la técnica delphi comúnmente se han centrado en procedimientos estadísticos descriptivos en los que se persigue la mediana de la opinión y la disminución del rango intercuartil285, lo cierto es que, en el marco de esta investigación, dicha estrategia resulta insuficiente. La naturaleza de los instrumentos elaborados obliga a integrar técnicas de análisis cualitativas y cuantitativas. El cuestionario correspondiente a la ronda 1 fue objeto de un análisis de contenido discursivo que redundó en la generación de un ensayo de mapa conceptual286. A partir de los resultados obtenidos, se procedió a seguir el modelo propuesto por Schmidt para la explotación de las rondas siguientes287. De esta forma, las principales proposiciones identificadas en la ronda 1, divididas en seis dimensiones, se pusieron a disposición de los expertos en la ronda 2; éstos seleccionaron un número limitado de proposiciones por dimensión. En virtud de un análisis de mayorías porcentuales simples de las frecuencias de selección (iguales o superiores al 50%), se procedió a construir el instrumento correspondiente a la ronda 3, el que consistió en tres listados de diez proposiciones cada uno. Los expertos, en esta instancia final, tuvieron que ordenar jerárquicamente los contenidos. Los resultados de este procedimiento fueron sometidos a un análisis estadístico no paramétrico consistente en la aplicación de un coeficiente de concordancia de Kendall (W) que testeó los niveles de acuerdo existentes entre los miembros del panel de expertos en cada uno de los tres listados evaluados. 284

Gordon, T.J. (1994). Op. Cit., pág. 4. Astigarraga, E. (2001). Op. Cit., pág. 3. 286 La falta de recursos impidió la elaboración de un completo análisis estadístico de conglomerados. Jackson, K. y Trochim, W. (2002). “Conceptual mapping as an alternative approach for the analysis of open-ended survey responses”. En: Organizational Research Methods. Vol. 5, Nº 4, págs. 313 y siguientes. No obstante, con la ayuda de dos colaboradores se logró generar un agrupamiento artesanal de las principales dimensiones proposicionales, lo que, sin lugar a dudas, contribuyó a poner a disposición una dimensión observacional distinta que contribuyó a reducir algunos sesgos del investigador. 287 Schmidt, R. (1997). “Managing dephi surveys using nonparametric statistical techniques”. En: Decision Sciences. Vol. 28, Nº 3, págs. 768 y siguientes. 285

94

Evidentemente, los resultados de esta investigación no se reducen a la expresión de un determinado coeficiente numérico. Aunque, ciertamente, el empleo de técnicas cuantitativas contribuye de manera importante a la gestión de la información, es el componente interpretativo el que plausibiliza los conjuntos de datos sistematizados en el marco de la teoría. En otras palabras, los números no hablan por sí solos, requieren de una intermediación cognitiva. De allí, la importancia de recuperar la figura del observador en la construcción del dato288. Ahora bien, de esto de deriva la esterilidad del debate que históricamente ha enfrentado a las perspectivas metodológicas cualitativa y cuantitativa. Como lo demuestra el diseño metodológico que se ha presentado, ambas vertientes son complementarias e incluso interdependientes. En efecto, la generación del instrumento cuantitativo sólo emerge en la medida que es validado cualitativamente y, por otro lado, las proposiciones discursivas emitidas individualmente, sólo se visibilizan a la observación social cuando se agregan y sintetizan en la forma de una opinión de grupo (comunicación social).

288

Aguado, E. y Rogel, R. (2004). “La recuperación del observador en la construcción del dato: una lectura constructivista”. En: Osorio, F. (ed.). Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista. Santiago: MAD, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, págs. 194 y siguientes.

95

Capítulo 6

RESULTADOS En torno a las Fases de la Aplicación Delphi

En este capítulo, se expondrá la totalidad de los resultados obtenidos de la aplicación del instrumento delphi. En un primer momento, se realizará un análisis del perfil de los participantes y su evolución a través de las sucesivas rondas. En segundo lugar, se presentarán las principales «regiones discursivas» resultantes de la administración del cuestionario semi-abierto. En esta sección, junto con mostrar el mapa conceptual derivado de los análisis de contenido, se definirán interpretativamente las principales dimensiones temáticas encontradas. En tercer lugar, se revisarán los resultados de la aplicación del cuestionario de identificación de proposiciones relevantes. Finalmente, en la cuarta sección, se analizarán los coeficientes de concordancia alcanzados a partir de los procedimientos de ranqueo.

6.1. Perfil de los Participantes El grupo de expertos que, en definitiva, participó activamente en la primera ronda, quedó compuesto por 39 profesionales de diversas organizaciones ligadas al ámbito minero289. Con el fin de caracterizar al panel, se incluyó en el cuestionario un ítem de información general en el que se les solicitó a los participantes que indicaran su sexo, edad, profesión y área laboral dentro de la organización (o fuera de ella según el caso). Considerando que la esencia del método delphi es el anonimato de los participantes, la recolección de esta información sólo persiguió establecer una visión general de la composición del grupo. En la siguiente tabla, se presenta la totalidad de la información: 289

Los nombres de estas organizaciones se explicitaron en el capítulo anterior (nota al pié número 13).

96

Sexo F M M M M M M M M F M M M F M M M M M M F M M F M M F F F M M F M M M F M M F

Edad 38 48 36 50 59 54 60 53 53 36 57 44 55 40 39 39 56 52 56 41 35 60 40 43 36 40 30 43 40 37 58 57 58 55 51 26 56 55 42

Profesión Asistente Social Geólogo Periodista Ingeniero Comercial Ingeniero Civil en Minas Geólogo Ingeniero Civil Industrial Ingeniero Comercial Ingeniero Civil en Minas Ingeniero Civil Químico Ingeniero Civil en Minas Ingeniero Civil Químico Ejecutivo Ingeniero Comercial Ingeniero Civil en Minas Ingeniero Comercial Ingeniero Civil Ingeniero Comercial Ingeniero Civil en Minas Ingeniero Civil Analista Abogado Ingeniero Civil Ingeniero Civil Industrial Periodista Contador Auditor Ingeniero Civil Industrial Economista Biólogo Periodista Ingeniero Civil Periodista Administrador Público Profesor Ingeniero Civil en Minas Ingeniero en Ejecución Ambiental Ingeniero Civil Ingeniero Comercial Ingeniero Comercial

Área Consultoría Consultoría Asuntos Públicos Recursos Humanos Administración Medio Ambiente Medio Ambiente Recursos Humanos Proyectos Consultoría Medio Ambiente Recursos Humanos Medio Ambiente Recursos Humanos Recursos Humanos Recursos Humanos Recursos Humanos Medio Ambiente Administración Proyectos Recursos Humanos Consultoría Medio Ambiente Consultoría Asuntos Públicos Recursos Humanos Medio Ambiente Medio Ambiente Proyectos Asuntos Públicos Recursos Humanos Consultoría Administración Asuntos Públicos Recursos Humanos Medio Ambiente Medio Ambiente Administración Recursos Humanos

El sexo de los participantes se distribuye de manera bastante desigual. El 72% corresponde a hombres mientras que el 28% restante a mujeres. Esta diferencia es bastante comprensible, ya que la actividad minera tradicionalmente ha tenido una presencia masculina mayoritaria. El ingreso de las mujeres al rubro minero en los últimos años es una tendencia general que no es privativa de esta área productiva. 97

SEXO Mujeres Hombres

Frec. 11 28

Frec. Ac. 11 39

% 28.21 71.79

% Ac. 28.21 100.00

SEXO

F, 28%

M, 72%

Panel de Expertos (N=39)

Ahora bien, cabe consignar que más de un tercio de las mujeres del panel (36%) no forman parte de empresas mineras, sino que pertenecen a consultoras que ofrecen servicios externos (outsourcing) a organizaciones mineras. EDAD 26-30 31-38 39-47 48-55 56-60

Frec. 2 6 11 10 10

Frec. Ac. 2 8 19 29 39

% 5.13 15.38 28.21 25.64 25.64

EDAD 26-30, 5% 56-60, 26%

31-38, 15%

39-47, 28% 48-55, 26%

Panel de Expertos (N=39)

98

% Ac. 5.13 20.51 48.72 74.36 100.00

Con fines analíticos, la variable edad fue agrupada en cinco segmentos etarios. El rango de las edades de los participantes es de 34 años, no obstante, la mayor concentración se encuentra entre los 39 y 60 años con casi un 80%. El segmento etario más numeroso (28%) es el que fluctúa entre los 39 y 47 años. Los participantes más maduros (entre 48 y 60 años) alcanzan un 52%, lo que, sin lugar a dudas, habla del nivel de experiencia de la mayoría de los expertos. ÁREA PROFESIONAL Ing. Civil Econ. Y Adm. Humanidades Ciencias Otra

Frec. 16 11 7 3 2

Frec. Ac. 16 27 34 37 39

% 41.03 28.21 17.95 7.69 5.13

% Ac. 41.03 69.24 87.19 94.88 100

ÁREA PROFESIONAL

Econ. y Adm., 28% Ing. Civil, 41% Otra, 5% Humanidades, 18% Ciencias, 8%

Panel de Expertos (N=39)

Las profesiones de los expertos fueron agrupadas en cinco áreas. La de los ingenieros civiles es la numéricamente más importante (41%). Esto es entendible, considerando que en las instancias superiores de los procesos productivos priman fundamentalmente este tipo de profesionales. El área de la economía y la administración también es relevante (28%). Ahora bien, llama la atención la baja presencia de profesionales de las áreas humanista y científica considerando la naturaleza temática de la RSE. ÁREA LABORAL Consultoría AAPP RRHH Administración Medio Ambiente Proyectos

Frec. 6 4 12 4 10 3

Frec. Ac. 6 10 22 26 36 39

99

% 15.38 10.26 30.77 10.26 25.64 7.69

% Ac. 15.38 25.64 56.41 66.67 92.31 100.00

ÁREA LABORAL Proyectos, 8% Consultoría, 15% Medio Ambiente, 26%

AAPP, 10%

Administración, 10%

RRHH, 31%

Panel de Expertos (N=39)

Finalmente, el área de desempeño laboral de los expertos muestra bastante heterogeneidad. Recursos humanos y medio ambiente concentran las principales mayorías con un 31 y 26% respectivamente. El resto de las áreas organizacionales se distribuyen de manera similar. Cabe destacar que la consultoría externa tiene una presencia importante que llega al 15% del total del grupo. El comportamiento de las variables analizadas permite apreciar que el panel de expertos presenta una variabilidad óptima. Aunque existe una asimetría en lo que respecta al sexo, esto no hace más que reflejar la realidad de la actividad minera en materia de género. Ahora bien, el background profesional de los participantes constituye un elemento a considerar, ya que la concepción de la RSE que puedan tener, más allá de su experiencia concreta, está mediada por su paradigma profesional. De allí, que se pueda esperar una lectura «ingenieril» del asunto.

6.1.1. Evolución del Panel de Expertos

La estadística descriptiva expuesta anteriormente corresponde a las características del panel de expertos en su composición original, vale decir, en la instancia de la primera ronda. Por tratarse de información respecto a la matriz rectora de todo el procedimiento metodológico, constituye un verdadero punto de partida para el entendimiento del comportamiento posterior del grupo especializado. Ahora bien, como sucede la mayoría de las veces, la participación de los expertos en las sucesivas aplicaciones del método delphi decrece. Este estudio no fue la excepción. De esta manera, en comparación a las 39 respuestas de la primera ronda, en la segunda se obtuvieron 30, mientras en la tercera sólo 26. Esto, evidentemente, tiene un impacto 100

sobre el comportamiento de las variables analizadas. A continuación, se revisará la evolución de cada una de ellas a través de las sucesivas rondas. SEXO

N=39

N=30

N=26

Mujeres Hombres

R1 28.21 71.79

R2 26.67 73.33

R3 26.92 73.08

Evolución Sexo 80

%

60 Hombres

40

Mujeres

20 0 1

2

3

Ronda

Como puede verse el comportamiento del sexo es bastante parejo a través de las rondas. Los hombres de mantienen alrededor del 70% y las mujeres hacen lo propio manteniéndose bajo el 30%. A diferencia de la variable anterior, los grupos etarios varían levemente de una ronda a otra. La proporción de participantes entre 26 y 30 años es la única categoría que se mantiene relativamente estable con los porcentajes más bajos a través del tiempo. El grupo entre 48 y 55 años pasa a ser el más numeroso en las rondas 2 y 3 (alcanzando un 31%), dejando al grupo entre 39 y 47 años en el segundo lugar (27%). Ahora bien, esto confirma lo dicho anteriormente respecto a que la composición del panel de expertos es más bien madura, lo que ciertamente no es un dato menor. EDAD

N=39

N=30

N=26

26-30 31-38 39-47 48-55 56-60

R1 5.13 15.38 28.21 25.64 25.64

R2 3.33 16.67 30 30 20

R3 3.85 19.23 26.92 30.77 19.23

101

%

Evolución Edad 35 30 25 20 15 10 5 0

26-30 31-38 39-47 48-55 56-60 1

2

3

Ronda

El área profesional de los participantes se mantiene pareja en las tres rondas, confirmando un predominio (ascendente) de ingenieros civiles en el panel (llegando a un 46%). En la ronda 2 se observa una equiparación de personas con formación humanista y económicoadministrativa (23%); esto es significativo toda vez que en las dos rondas finales las distancias porcentuales existentes en un comienzo se diluyen. ÁREA PROFESIONAL

N=39

N=30

N=26

Ing. Civil Econ. Y Adm. Humanidades Ciencias Otra

R1 41.03 28.21 17.95 7.69 5.13

R2 40 23.33 23.33 10 3.33

R3 46.15 23.08 19.23 7.69 3.84

Evolución Área Profesional 50 40

Ing. Civil Econ. Y Adm. Humanidades Ciencias Otra

%

30 20 10 0 1

2

3

Ronda

102

La evolución del área laboral muestra un cambio interesante respecto a la primacía de los expertos ligados a recursos humanos. En efecto, en la última ronda el área de medio ambiente gana en protagonismo (27%). De todos modos, los porcentajes de ambas categorías se comportan de manera pareja a través de las tres rondas. En términos generales, esta variable sigue un curso estable. ÁREA LABORAL

N=39

N=30

N=26

Consultoría AAPP RRHH Administración Medio Ambiente Proyectos

R1 15.38 10.26 30.77 10.26 25.64 7.69

R2 16.67 13.33 30 6.67 23.33 10

R3 15.38 15.38 23.08 7.69 26.92 11.54

%

Evolución Área Laboral 35 30 25 20 15 10 5 0

Consultoría AAPP RRHH Administración Proyectos Medio Ambiente 1

2

3

Ronda

En síntesis, como pudo apreciarse, las cuatro variables revisadas no experimentan cambios dramáticos a través de las distintas etapas de la aplicación delphi. Esto quiere decir que los resultados no están influidos decisivamente por factores relacionados con la composición del grupo. Ahora bien, es importante no perder de vista que las conclusiones que se derivan de esta metodología guardan relación única y exclusivamente con los atributos particulares recién descritos.

6.2. Ronda 1: Cuestionario Semi-Abierto La aplicación del cuestionario semi-abierto arrojó un corpus discursivo extenso que fue objeto de un análisis de contenido proposicional. De esta manera, se descompusieron 320 103

unidades de observación (proposiciones), las que fueron ordenadas y agrupadas en función de criterios de correspondencia. La idea de este procedimiento fue organizar la información con vistas a la ronda posterior. Los análisis, por consiguiente, no se orientaron a establecer conclusiones respecto al sentido de las proposiciones ni a los posibles consensos derivados, sino más bien a identificar grandes zonas de concordancia semántica más allá de las divergencias y polaridades contenidas en ellas. El mapa conceptual que se muestra a continuación resume las grandes dimensiones temáticas identificadas en el discurso emitido por el panel de expertos en la primera ronda. Cada uno de los óvalos de color representa un eje temático. Al interior de ellos se expresan dos polos que no necesariamente indican oposición; en muchos casos denotan intensidades en el tratamiento de aspectos referentes a la temática que los contiene. La flecha ubicada en el lado izquierdo señala el nivel de intensidad que alcanzó cada una de las temáticas en el marco del discurso general. De esta manera, es posible deducir que el concepto de RSE tuvo un tratamiento privilegiado en términos de profundidad y riqueza de ideas, mientras que la normalización de indicadores a penas concitó reflexiones de mediana profundidad.

Medio Ambiente

+ Concepto de RSE –

Relaciones Pragmáticas



IINTENSIDAD

+

+ Implementación de la RSE –

Economía

Estructura Propia

Desconfianza Nueva Relación Empresa/Comunidad Autorregulación Empresarial

+ Futuro de la RSE – Agenda Exclusiva

Estrategia

+ Normalización de Indicadores – Burocracia

104

Normativa Comercial y Consenso Internacional

Nótese que entre los ejes temáticos verde (implementación de la RSE), café (normalización de indicadores) y azul (futuro de la RSE) existen vínculos directos mediados conceptualmente. El eje rojo (concepto de RSE), pese a ser el que obtuvo mayor atención por parte de los expertos, aparece desvinculado de sus pares. Esto se explica por el carácter esencialmente abstracto que se le asigna a la RSE. La dinámica discursiva interna de cada uno de los óvalos se resume en la siguiente tabla: Concepto de RSE

Implementación de la RSE

Normalización de Indicadores

Futuro de la RSE

La RSE es entendida como el resultado de un proceso de maduración de las empresas en el marco de sus relaciones con la comunidad. En la definición del concepto, los expertos asignan un especial énfasis a la idea de ética ambiental. Las empresas son responsables, fundamentalmente, de los impactos de las operaciones productivas sobre el medio ambiente y las condiciones de vida particulares de las poblaciones colindantes. El concepto de RSE apunta a alcanzar un estado de armonía en la relación de la organización con su entorno. Esto implica hacerse cargo, dentro de las posibilidades particulares de cada empresa, de las necesidades más urgentes de la población, en un sentido más solidario que asistencialista. El concepto de RSE es indisociable de la idea de comunicación fluida con los stakeholders. En este sentido, las relaciones públicas son fundamentales para proyectar la visión de negocios que tiene la empresa y el compromiso que asume frente a la sociedad. Ahora bien, de manera menos intensa, el discur-

La necesidad de las empresas de mostrase como buenos ciudadanos corporativos, ha obligado a introducir programas de implementación de medidas relacionadas con la RSE. Se trata, pues, de un imperativo de tipo pragmático, ya que las consideraciones de tipo conceptual son relegadas a segundo plano. De lo que se trata, más bien, es de reconstruir el rol de las empresas en el contexto de una sociedad en la que el sector estatal disminuye progresivamente. El “legado ambiental” que deja la industria extractiva, obliga a tomar medidas de mitigación, especialmente en tiempos en lo que las comunidades, en virtud de su organización, ganan en influencia. Ahora bien, la principal dificultad que enfrentan las organizaciones mineras en la implementación de la RSE es la desconfianza por parte de los agentes externos. El comportamiento histórico de los sectores empresariales orientado exclusivamente a la ganancia económica coloca un signo de interrogación respecto a las verdaderas intenciones de

Estrechamente ligado al tema de la implementación de la RSE, está el establecimiento de indicadores de gestión al respecto. Las opiniones del panel de expertos fluctúan entre la necesidad de establecer un ordenamiento normativo en la materia como parte de una estrategia de mediano y largo plazo, y el rechazo a cualquier tipo de atadura que introduzca modificaciones al libre operar del sistema de mercado. En términos generales, se asume que la normativa vigente en materia ambiental y tributaria permite desplegar la RSE. Cualquier nueva disposición legal debería estar orientada a generar incentivos a la inversión social. De todas maneras, es posible apreciar una línea argumentativa en relación a la necesidad de regular el tema de la RSE de manera general. En efecto, la existencia, por ejemplo, de un ordenamiento jurídico respecto a la materia podría traer como consecuencia positiva el establecimiento de estándares mínimos de cumplimiento y sanciones para aquellas empresas que no se hagan cargo ade-

Los expertos visualizan la RSE como una alternativa preventiva de conflictos. En este sentido, su operacionalización en los próximos años resulta esencial. Una empresa que no anticipe la información, que no resuelva las inquietudes y no sepa enfrentar las expectativas de sus públicos, correrá el riesgo de fracasar. En el futuro cercano, no obstante, no parece probable que el desarrollo de la actividad minera se vea obstruido. La incorporación de las variables de RSE puede traer consigo una nueva manera de ver las relaciones con los stakeholders, fundada en el reconocimiento, por parte de ellos, de la importancia de la actividad para el desarrollo general del país. El gran desafío para los próximos años, en materia de RSE, es la generación de un marco referencial común para la actividad minera. El establecimiento de estándares que permiten medir y cotejar los avances resulta prioritario si lo que se quiere es legitimar esta nueva manera de ver los negocios. Aunque la generación de una norma voluntaria de

105

so respecto al concepto de RSE se focaliza en sus implicancias económicas. En este sentido, se valora su importancia en términos de variable competitiva en el marco de la economía globalizada actual. Aunque, en cierta medida, la RSE es visualizada como un invento que busca “sacarle plata a las empresas”, de todas maneras, se reconoce en ella una tendencia inevitable incorporada en la lógica de los mercados actuales.

las organizaciones. La idea de que las empresas “compran a la gente” impide que se consoliden lazos de confianza que posibiliten la plena implementación de las iniciativas de RSE.

cuadamente de sus responsabilidades sociales. La normalización de la RSE, de todos modos, es una temática poco reflexionada. En general está asociada negativamente al establecimiento de estructuras burocráticas centralizadas que en su intento de ordenar el tema, terminan desvirtuándolo.

certificación es algo que se viene venir, de todas maneras, no existe en el panel de expertos un consenso completo respecto a la idea de generar una agenda exclusiva para el sector minero. Más bien, se asume que la RSE es una temática transversal que involucra a todos los sectores, incluidos el gobierno y los stakeholders.

Desde la perspectiva de los expertos, la implementación de la RSE está estrechamente ligada a la estrategia de futuro de las empresas. En efecto, la idea de generar un vínculo de confianza con las diversas instancias externas, particularmente, con las comunidades que se ven más afectadas por las operaciones mineras, es la base para el establecimiento de vínculos comunicacionales óptimos. Ahora bien, las estrategias de implementación requieren de un marco normativo (interno o externo) que dote de legitimidad y continuidad en el tiempo las iniciativas en materia de RSE. Precisamente, por esta razón, la normalización de estándares —preferentemente de tipo comercial a nivel internacional— constituye uno de los desafíos futuros más importantes.

6.3. Ronda 2: Cuestionario de Selección de Proposiciones Relevantes En base a los ejes temáticos derivados del análisis de la ronda 1, se elaboró un cuestionario de selección de proposiciones relevantes. El instrumento constó de seis preguntas, cada una de las cuáles presentó un número variable de alternativas extraídas directamente del discurso emitido en la ronda anterior. El objeto de este procedimiento fue depurar la opinión de grupo a través del establecimiento de zonas claras de consenso, las que quedaron definidas en función de aquellas proposiciones que obtuvieron índices de selección iguales o superiores a 50%. A continuación, se presentarán los resultados para cada una de las seis preguntas. Las proposiciones marcadas con rojo en los gráficos y en las tablas de frecuencia, corresponden a aquellas que alcanzaron los porcentajes señalados anteriormente. La primera pregunta inquirió respecto a las principales responsabilidades de las empresas mineras para con las comunidades. Los expertos seleccionaron como máximo 8 opciones. Del total de 26 proposiciones dispuestas, 6 alcanzaron a igualar o superar el 50%. La distribución de las selecciones para la pregunta 1 se presenta en el siguiente gráfico: 106

Proposición

Pregunta 1 26 25 24 23 22 21 20 19 18 17 16 15 14 13 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0.00 0.10 0.20 0.30 0.40 0.50 0.60 0.70 0.80 0.90 1.00 %

PREGUNTA 1 (N=30) Prop. Frec. Tot. Frec. Ac. 25 25 1 16 41 2 2 43 3 17 60 4 8 68 5 11 79 6 10 89 7 4 93 8 3 96 9 8 104 10 5 109 11 6 115 12 5 120 13 4 124 14 17 141 15 12 153 16 15 168 17 14 182 18 5 187 19

107

% Tot. 10.25 6.56 0.82 6.97 3.28 4.51 4.10 1.64 1.23 3.28 2.05 2.46 2.05 1.64 6.97 4.92 6.15 5.74 2.05

% Ac. 10.25 16.80 17.62 24.59 27.87 32.38 36.48 38.11 39.34 42.62 44.67 47.13 49.18 50.82 57.79 62.70 68.85 74.59 76.64

%Real 0.83 0.53 0.07 0.57 0.27 0.37 0.33 0.13 0.10 0.27 0.17 0.20 0.17 0.13 0.57 0.40 0.50 0.47 0.17

2 7 10 2 11 7 18

20 21 22 23 24 25 26

189 196 206 208 219 226 244

0.82 2.87 4.10 0.82 4.51 2.87 7.38

77.46 80.33 84.43 85.25 89.75 92.62 100.00

0.07 0.23 0.33 0.07 0.37 0.23 0.60

Las proposiciones que alcanzaron mayor consenso en esta pregunta fueron las siguientes:

% 83 60 53 53 53 50

Nº 1 26 4 15 2 17

Pregunta 1: En materia de RSE, las empresas mineras respecto a la comunidad, deben... Proposición Mantener una comunicación fluida y transparente. Privilegiar la contratación de mano de obra, compras de bienes y servicios locales. Contribuir al desarrollo humano sustentable a través del compromiso y la confianza. Fomentar desarrollo de proyectos comunitarios por sobre la filantropía. Convivir en armonía, respetando su identidad cultural. Trabajar con autoridades y líderes comunitarios para identificar y resolver problemas.

La segunda pregunta estuvo referida a las razones que están a la base de la adopción de los principios de la RSE en el sector minero. Los expertos seleccionaron como máximo 5 opciones. Del total de 17 proposiciones dispuestas, sólo 2 superaron el 50% de adhesión. La distribución de las selecciones para la pregunta 2 se presenta en el siguiente gráfico:

Proposición

Pregunta 2 17 16 15 14 13 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0.00 0.10 0.20 0.30 0.40 0.50 0.60 0.70 0.80 0.90 1.00 %

108

PREGUNTA 2 (N=30) Prop. Frec. Tot. Frec. Ac. 12 12 1 4 16 2 10 26 3 8 34 4 8 42 5 6 48 6 21 69 7 8 77 8 7 84 9 2 86 10 17 103 11 14 117 12 6 123 13 3 126 14 5 131 15 6 137 16 13 150 17

% Tot. 8.00 2.67 6.67 5.33 5.33 4.00 14.00 5.33 4.67 1.33 11.33 9.33 4.00 2.00 3.33 4.00 8.67

% Ac. 8.00 10.67 17.33 22.67 28.00 32.00 46.00 51.33 56.00 57.33 68.67 78.00 82.00 84.00 87.33 91.33 100.00

%Real 0.40 0.13 0.33 0.27 0.27 0.20 0.70 0.27 0.23 0.07 0.57 0.47 0.20 0.10 0.17 0.20 0.43

Las proposiciones que alcanzaron mayor consenso en esta pregunta fueron las siguientes:

% 70 57

Pregunta 2: La adopción de los principios de la RSE en el sector minero se debe a que... Nº Proposición 7 Las empresas pueden desarrollar sus negocios en un marco de sustentabilidad. 11 Asegura la sustentabilidad del negocio en el largo plazo.

La tercera pregunta aludió a las implicancias de la implementación de la RSE. Los expertos seleccionaron como máximo 8 opciones. Del total de 29 proposiciones dispuestas, 5 alcanzaron a igualar o superar el 50% de adhesión. La distribución de las selecciones para la pregunta 3 se resume a continuación: PREGUNTA 3 Prop. Frec. Tot. 11 1 13 2 7 3 3 4 4 5 15 6 1 7 5 8 4 9 7 10 6 11 11 12

Frec. Ac. 11 24 31 34 38 53 54 59 63 70 76 87

109

% Tot. 4.91 5.80 3.13 1.34 1.79 6.70 0.45 2.23 1.79 3.13 2.68 4.91

% Ac. 4.91 10.71 13.84 15.18 16.96 23.66 24.11 26.34 28.13 31.25 33.93 38.84

%Real 0.37 0.43 0.23 0.10 0.13 0.50 0.03 0.17 0.13 0.23 0.20 0.37

2 9 11 15 13 6 15 4 1 4 2 8 2 16 16 5 8

13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29

89 98 109 124 137 143 158 162 163 167 169 177 179 195 211 216 224

0.89 4.02 4.91 6.70 5.80 2.68 6.70 1.79 0.45 1.79 0.89 3.57 0.89 7.14 7.14 2.23 3.57

39.73 43.75 48.66 55.36 61.16 63.84 70.54 72.32 72.77 74.55 75.45 79.02 79.91 87.05 94.20 96.43 100.00

0.07 0.30 0.37 0.50 0.43 0.20 0.50 0.13 0.03 0.13 0.07 0.27 0.07 0.53 0.53 0.17 0.27

Proposición

Pregunta 3 29 28 27 26 25 24 23 22 21 20 19 18 17 16 15 14 13 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0.00 0.10 0.20 0.30 0.40 0.50 0.60 0.70 0.80 0.90 1.00 %

Las proposiciones que alcanzaron mayor consenso en esta pregunta fueron las siguientes: 110

% 53 53

Nº 27 26

50 50 50

19 16 6

Pregunta 3: En relación a su implementación, la RSE implica... Proposición Monitorear continuamente los impactos sociales en comunidades vecinas Entregar a las comunidades las herramientas y el apoyo necesarios para el mejoramiento de la calidad de vida. Generar emprendimientos que potencien y aprovechen las capacidades locales. Actuar siempre con total transparencia. Generación de políticas y prácticas que permiten a la empresa realizar una ciudadanía responsable.

La cuarta pregunta estuvo referida a las dificultades relacionadas con la implementación de la RSE. Los expertos seleccionaron como máximo 10 opciones. Del total de 32 proposiciones dispuestas, 4 alcanzaron a igualar o superar el 50%. La distribución de las selecciones para la pregunta 4 se presenta en el siguiente gráfico:

Proposución

Pregunta 4 32 31 30 29 28 27 26 25 24 23 22 21 20 19 18 17 16 15 14 13 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0.00 0.10 0.20 0.30 0.40 0.50 0.60 0.70 0.80 0.90 1.00 %

111

PREGUNTA 4 Prop. Frec. Tot. 16 1 11 2 14 3 2 4 1 5 1 6 2 7 9 8 3 9 1 10 15 11 10 12 9 13 5 14 6 15 12 16 17 17 6 18 6 19 8 20 1 21 6 22 7 23 7 24 9 25 4 26 1 27 19 28 12 29 8 30 2 31 11 32

Frec. Ac. 16 27 41 43 44 45 47 56 59 60 75 85 94 99 105 117 134 140 146 154 155 161 168 175 184 188 189 208 220 228 230 241

% Tot. 6.64 4.56 5.81 0.83 0.41 0.41 0.83 3.73 1.24 0.41 6.22 4.15 3.73 2.07 2.49 4.98 7.05 2.49 2.49 3.32 0.41 2.49 2.90 2.90 3.73 1.66 0.41 7.88 4.98 3.32 0.83 4.56

% Ac. 6.64 11.20 17.01 17.84 18.26 18.67 19.50 23.24 24.48 24.90 31.12 35.27 39.00 41.08 43.57 48.55 55.60 58.09 60.58 63.90 64.32 66.80 69.71 72.61 76.35 78.01 78.42 86.31 91.29 94.61 95.44 100.00

%Real 0.53 0.37 0.47 0.07 0.03 0.03 0.07 0.30 0.10 0.03 0.50 0.33 0.30 0.17 0.20 0.40 0.57 0.20 0.20 0.27 0.03 0.20 0.23 0.23 0.30 0.13 0.03 0.63 0.40 0.27 0.07 0.37

Las proposiciones que alcanzaron mayor consenso en esta pregunta fueron las siguientes:

% 63

Nº 28

57

17

53

1

50

11

Pregunta 4: La implementación de los principios de la RSE se dificulta a causa de... Proposición La generación de expectativas muy altas en las comunidades respecto al accionar de la empresa. La falta de alineamiento entre las expectativas de las comunidades, organismos del estado y las empresas. La desconfianza ciudadana sobre las verdaderas intenciones y el buen proceder de las empresas. La falta de indicadores para evaluar la gestión en RSE.

112

La quinta pregunta puso en discusión el carácter voluntario o regulado de las iniciativas en materia de RSE. Los expertos seleccionaron como máximo 12 opciones. Del total de 38 proposiciones dispuestas, sólo 4 superaron el 50% de adhesión. La distribución de las selecciones para la pregunta 5 se resume a continuación:

Proposición

Pregunta 5

38 37 36 35 34 33 32 31 30 29 28 27 26 25 24 23 22 21 20 19 18 17 16 15 14 13 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0.00 0.10 0.20 0.30 0.40 0.50 0.60 0.70 0.80 0.90 1.00 %

PREGUNTA 5 Prop. Frec. Tot. 13 1 5 2 9 3

Frec. Ac. 13 18 27

113

% Tot. 4.53 1.74 3.14

% Ac. 4.53 6.27 9.41

%Real 0.43 0.17 0.30

4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38

14 9 5 4 6 10 5 7 8 16 9 2 1 7 12 17 16 10 6 2 4 9 5 2 16 2 8 5 0 13 2 0 9 11 8

41 50 55 59 65 75 80 87 95 111 120 122 123 130 142 159 175 185 191 193 197 206 211 213 229 231 239 244 244 257 259 259 268 279 287

4.88 3.14 1.74 1.39 2.09 3.48 1.74 2.44 2.79 5.57 3.14 0.70 0.35 2.44 4.18 5.92 5.57 3.48 2.09 0.70 1.39 3.14 1.74 0.70 5.57 0.70 2.79 1.74 0.00 4.53 0.70 0.00 3.14 3.83 2.79

14.29 17.42 19.16 20.56 22.65 26.13 27.87 30.31 33.10 38.68 41.81 42.51 42.86 45.30 49.48 55.40 60.98 64.46 66.55 67.25 68.64 71.78 73.52 74.22 79.79 80.49 83.28 85.02 85.02 89.55 90.24 90.24 93.38 97.21 100.00

0.47 0.30 0.17 0.13 0.20 0.33 0.17 0.23 0.27 0.53 0.30 0.07 0.03 0.23 0.40 0.57 0.53 0.33 0.20 0.07 0.13 0.30 0.17 0.07 0.53 0.07 0.27 0.17 0.00 0.43 0.07 0.00 0.30 0.37 0.27

Las proposiciones que alcanzaron mayor consenso en esta pregunta fueron las siguientes:

% 57

Nº 19

53

20

53

28

53

13

Pregunta 5: Iniciativa voluntaria v/s regulación normativa en materia de RSE... Proposición Como en otras normas que las empresas adhieren voluntariamente (ISO 14000, ISO 9000, etc.), una vez que las incorporan se autoobligan a cumplirlas. Debe ser un estilo y forma de trabajar impulsado por todos los sectores: Gobierno-AcademiaEmpresarios-Trabajadores. Las prácticas de RSE deben nacer de la Empresa, pero corregidas permanente y continuamente con las necesidades de las comunidades, región y país. Los beneficios de cumplir con normas internacionalmente reconocidas, y estar certificados en éstas constituyen un motivador potente para que las empresas hagan esfuerzos en lograrlo.

114

Finalmente, la sexta pregunta estuvo referida a las proyecciones respecto a la puesta en práctica de la RSE. Los expertos seleccionaron como máximo 12 opciones. Del total de 35 proposiciones dispuestas, 6 alcanzaron a igualar o superar el 50% de adhesión. La distribución de las selecciones para la pregunta 6 se presenta en el siguiente gráfico:

Proposición

Pregunta 6 35 34 33 32 31 30 29 28 27 26 25 24 23 22 21 20 19 18 17 16 15 14 13 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0.00 0.10 0.20 0.30 0.40 0.50 0.60 0.70 0.80 0.90 1.00 %

PREGUNTA 6 Prop. Frec. Tot. 11 1 19 2 19 3 14 4

Frec. Ac. 11 30 49 63

115

% Tot. 4.00 6.91 6.91 5.09

% Ac. 4.00 10.91 17.82 22.91

%Real 0.37 0.63 0.63 0.47

5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35

1 10 4 14 7 5 4 10 13 17 0 3 6 15 9 3 18 6 0 2 2 11 2 8 15 8 2 1 5 6 5

64 74 78 92 99 104 108 118 131 148 148 151 157 172 181 184 202 208 208 210 212 223 225 233 248 256 258 259 264 270 275

0.36 3.64 1.45 5.09 2.55 1.82 1.45 3.64 4.73 6.18 0.00 1.09 2.18 5.45 3.27 1.09 6.55 2.18 0.00 0.73 0.73 4.00 0.73 2.91 5.45 2.91 0.73 0.36 1.82 2.18 1.82

23.27 26.91 28.36 33.45 36.00 37.82 39.27 42.91 47.64 53.82 55.82 54.91 57.09 62.55 65.82 66.91 73.45 75.64 75.64 76.36 77.09 81.09 81.82 84.73 90.18 93.09 93.82 94.18 96.00 98.18 100.00

0.03 0.33 0.13 0.47 0.23 0.17 0.13 0.33 0.43 0.57 0.00 0.10 0.20 0.50 0.30 0.10 0.60 0.20 0.00 0.07 0.07 0.37 0.07 0.27 0.50 0.27 0.07 0.03 0.17 0.20 0.17

Las proposiciones que alcanzaron mayor consenso en esta pregunta fueron las siguientes:

% 63 63 60 57 50 50

Pregunta 6: La puesta en práctica de los principios de la RSE requerirá en los próximos años... Nº Proposición 2 Un programa de capacitación de primer nivel que profundice la preparación de los profesionales a cargo de su desarrollo. 3 La generación de una instancia permanente de diálogo entre actores académicos, empresariado, ONGs, organizaciones sociales y servicios públicos. 21 Elaboración de metodologías de medición de registro de avances, cumplimientos e indicadores. 14 Generar de un plan maestro que defina hacia dónde orientar los esfuerzos y recursos disponibles para la inversión en RSE. 18 Formación de profesionales con competencias relacionadas con RSE. 29 Desarrollo de Certificación en RSE como garantía de conducta responsable.

116

6.4. Ronda 3. Ranqueo de Dimensiones Principales Una vez completado el procedimiento selectivo correspondiente a la ronda 2, se generaron, en virtud de sus resultados, tres grandes zonas temáticas: 1) prioridades en el marco de una política de RSE, 2) elementos a considerar en una eventual normativa en la materia y 3) principales medidas futuras. Cada una de estas tres dimensiones fue sometida a un procedimiento de ranqueo, en el que los expertos priorizaron cada una de las diez proposiciones puestas a disposición. El objetivo de esto fue establecer, a través de una prueba de concordancia (W), los grados de acuerdo alcanzados al cabo de tres rondas. A continuación, se presentan los resultados obtenidos. Ranking 1 (N=26) 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Proposición Cuidado del medio ambiente. Comunicación fluida con las autoridades. Plan de manejo de cierre. Marketing responsable. Capacitación y fomento productivo de las comunidades. Respeto por la identidad cultural de las comunidades. Contratación de servicios y mano de obra local. Rentabilidad del negocio. Plan de comunicación estratégica. Relación directa con las comunidades.

Rank. Prom. D.E. 1.50 1.03 5.58 1.06 6.88 1.95 9.42 1.50 6.65 2.33 4.85 2.54 5.77 2.60 3.19 2.51 6.77 1.80 4.38 2.08 W = 0.53 X² = 122.89 p< 0.00000

RANKING 1 22 20

Frecuencia de Selección

18 16 14 12

Prop. 1 Prop. 2 Prop. 3 Prop. 4 Prop. 5 Prop. 6 Prop. 7 Prop. 8 Prop. 9 Prop. 10

10 8 6 4 2 0 1

2

3

4

5

6

117

7

8

9

10

El ranking 1 correspondiente a las prioridades en el marco de una política de RSE, muestra un acuerdo moderado (W=0.53). Esto indica que a la hora de identificar los principales componentes constitutivos de la RSE hay un marco común de referencia. Como muestra el gráfico, 19 de los 26 participantes sitúan la proposición 1 (cuidado del medio ambiente) en el primer lugar, mientras, por otro lado, una aplastante mayoría de 20 ranquea la proposición 4 (marketing responsable) como la menos importante. Cabe señalar, que la proposición 8 (rentabilidad del negocio) se ubica mayoritariamente entre el segundo y el tercer lugar lo que da cuenta de la importancia que tiene la variable económica en las políticas de RSE. Vale la pena destacar, también, que la proposición 2 (comunicación fluida con las autoridades) se erige sólidamente en la medianía de la tabla. Ranking 2 (N=26)

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Proposición Rank. Prom. D.E. Velar por el mejoramiento de las condiciones laborales de los 6.42 2.55 empleados. 5.38 1.24 Generar una instancia de fiscalización externa a la empresa. Establecer regalías tributarias para aquellas empresas activas en 6.85 2.48 materia de RSE. 4.54 2.27 Fijar estándares acordes al tamaño de cada empresa. 6.12 2.72 Regular la contribución económica a las comunidades aledañas. 6.46 2.35 Obligar a las empresas a elaborar un plan de cierre. Velar por el mantenimiento óptimo de los ecosistemas en los que 3.85 2.39 se llevan a cabo las operaciones. 2.19 2.56 Garantizar reglas del juego claras para la continuidad del negocio. Dejar en manos de la empresa la tarea de evaluar los indicadores 5.19 2.59 de gestión en materia de RSE. Establecer multas y castigos al no cumplimiento de los 8.00 2.94 compromisos. W = 0.30 X² = 70.70 p< 0.00000

RANKING 2 22 20

Frecuencia de Selección

18 16 14 12

Prop. 1 Prop. 2 Prop. 3 Prop. 4 Prop. 5 Prop. 6 Prop. 7 Prop. 8 Prop. 9 Prop. 10

10 8 6 4 2 0 1

2

3

4

5

6

118

7

8

9

10

El ranking 2, relativo a los elementos a considerar en una eventual normativa en materia de RSE, muestra poco consenso (W=0.30). Esto es bastante consistente con la información obtenida en las rondas anteriores. La reticencia a establecer una estructura normativa capaz de regular la actuación de las empresas en materia de RSE es clara. La mirada económica liberal del tema que tiene el panel de expertos, se refleja en la alta incidencia de la proposición 8 (garantizar reglas del juego claras para la continuidad del negocio) en el ranking número 1. De todas maneras, 20 ubican la proposición 2 (Generar una instancia de fiscalización externa a la empresa) en el quinto lugar, lo que refleja que consideran este aspecto medianamente importante. Se asume, por lo tanto, que la existencia de un orden de este tipo podría, eventualmente, traer consecuencias positivas Ranking 3 (N=26) Proposición Rank. Prom. D.E. 5.42 3.19 Generar una certificación internacional que estandarice criterios. 5.65 2.31 Formar profesionales especialistas en el área de la RSE. 8.19 3.16 Proponer una iniciativa legal que regule el tema. Crear una instancia gremial en la que se debatan y discutan de 4.85 2.36 manera permanente estos temas. Elaborar una metodología de medición de registro de avances, 4.46 2.21 cumplimientos e indicadores. 4.58 2.25 Capacitar a los miembros de la organización en temas de RSE. Crear una instancia gubernamental que fiscalice y proponga 8.04 1.95 políticas en torno al tema. 3.35 2.37 Promover una cultura del “buen ciudadano” entre las empresas. Elaborar un plan maestro, de carácter nacional, que defina hacia 4.88 2.53 dónde orientar los esfuerzos y recursos disponibles. 5.58 2.64 Establecer equipos interdisciplinarios en cada empresa. W = 0.26 X² = 59.86 p< 0.00000

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

RANKING 3 20 18

Frecuencia de Selección

16 14 12 Prop. 1 Prop. 2 Prop. 3 Prop. 4 Prop. 5 Prop. 6 Prop. 7 Prop. 8 Prop. 9 Prop. 10

10 8 6 4 2 0 1

2

3

4

5

6

119

7

8

9

10

El ranking 3, alusivo a las proyecciones respecto a las principales medidas futuras, es el que presenta los niveles más bajos de concordancia entre los expertos (W=0.26). La proposición 3 (proponer una iniciativa legal que regule el tema) es una de las pocas que presenta niveles altos de acuerdo, claro que en el sentido de colocarla en el último lugar del ranking. La proposición 7 (crear una instancia gubernamental que fiscalice y proponga políticas en torno al tema) también está ubicada mayoritariamente en los últimos lugares. Aquí se evidencia, nuevamente, la opinión negativa que se tiene respecto a cualquier iniciativa que implique la estructuración legal de los comportamientos corporativos. El resto de las proposiciones presenta una dispersión importante con promedios de ranking que fluctúan entre 3.35 y 5.65. Ciertamente, los resultados generales de la tercera ronda no permiten sacar en limpio la consecución de un consenso pleno. Aunque en el primer ranking es posible reconocer referencias comunes que ligan la RSE con los criterios básicos de sustentabilidad, el desempeño de los siguientes advierte respecto a la existencia de disonancias irreductibles. Ahora bien, esto no quiere decir que los datos carezcan de significado; a la luz de los objetivos de investigación la existencia de diferencias es algo perfectamente tematizable. Puede decirse que el proceso de re-entrada de la información en el grupo tuvo un efecto reforzante de las ideas originales. Las prenociones de muchos de los expertos constituyeron fuertes barreras a la incorporación de nueva información. La retroalimentación final confirmó que la comunicación normativa es tan fugaz como inevitable. En el capítulo final, se discutirán los resultados desde una perspectiva sociológica, vale decir, comunicacional. A partir de ello, se intentará dar respuesta a los objetivos planteados.

120

Capítulo 7

OBSERVACIÓN SOCIOLÓGICA DE LOS RESULTADOS Consideraciones Normativas respecto al Discurso de la RSE

Pese a que los resultados de la aplicación delphi muestran que no existe acuerdo entre los expertos en relación a las proyecciones normativas de la RSE, de todas maneras, es posible reconocer en el discurso emitido ciertas claves funcionales al análisis sociológico. En este séptimo y últimos capítulo, a la luz de la comunicación experta, se intentará mostrar que las concepciones en torno a la RSE están, de alguna u otra manera, mediadas normativamente. Esto, como quedó claramente establecido en los resultados, no significa que estén referidas a lo legal; más bien quiere decir que apelan a diversas fuentes (internas y externas) de estabilización que, en definitiva, son las que dotan de consistencia y legitimidad su desenvolvimiento. En primer lugar, se intentará llevar a cabo una síntesis conceptual de la RSE en la que se defenderá la tesis de la codificación sistémica de los contenidos del entorno. En segundo lugar, se expondrán las principales motivaciones y resistencias asociadas a la implementación de la RSE. En la tercera sección, se desarrollarán los aspectos relativos a la naturaleza de la comunicación normativa generada por el panel de expertos. Finalmente, en cuarto lugar, se formularán algunas conclusiones respecto a las proyecciones de la RSE en el sector minero.

7.1. El Concepto de RSE como Codificación Organizacional del Paradigma del Desarrollo Sustentable La delimitación conceptual de la RSE fue una de las pocas dimensiones que alcanzó niveles aceptables de concordancia entre los integrantes del panel de expertos. En 121

términos generales, en el marco de la actividad minera la RSE es entendida como una iniciativa de carácter privada que persigue especificar los aportes de la industria extractiva al desarrollo sustentable. Al decir esto, se asume que el concepto comporta tres dimensiones esenciales: 1) económica: la responsabilidad de toda empresa es generar ganancias para, a partir de ello, cumplir adecuadamente con todos sus compromisos y responsabilidades; 2) ambiental: las organizaciones mineras al explotar recursos naturales no renovables tienen la obligación ética, tanto de extremar la exigencia de sus estándares ambientales de operación, como de compensar las externalidades ambientales que generan; y 3) social: las empresas mineras, como cualquier otra, al estar insertas en un contexto social participan de una dinámica común, por lo tanto, deben tener presente que sus decisiones tienen consecuencias sociales que deben ser ponderadas. El énfasis ambiental observado responde a que, precisamente, esta dimensión ha sido la más persistente en el discurso público sobre el desarrollo sustentable. Los continuos cuestionamientos respecto a la sustentabilidad de la actividad minera han condicionado, en cierto modo, la comunicación corporativa sobre el tema. Ahora bien, si se adopta una perspectiva sistémica de análisis, puede visualizarse lo siguiente: las empresas, en el marco de su apertura cognitiva, incorporan la semántica del desarrollo sustentable en la forma de decisiones relativas al negocio. Esto es particularmente claro en el discurso de los participantes, toda vez que cada alusión a la ética y responsabilidad ambiental está referida (cómo no) al marco de la gestión organizacional. Puede decirse, entonces, que la organización importa contenidos del entorno que luego codifica en virtud de sus esquemas basales de diferenciación.

ENTORNO RSE (COMUNICACIÓN)

Organización Minera Desarrollo Sustentable (CODIFICACIÓN)

Como se aprecia en el esquema, la comunicación sobre RSE puede ser entendida gráficamente como un output organizacional resultante de la incorporación desde el entorno de la idea de desarrollo sustentable. Ahora bien, este esquema constituye sólo una alegoría, ya que, en estricto rigor, la totalidad del proceso transcurre en los límites del sistema. De allí, la importancia de la noción de codificación que permite traducir el ruido del entorno en información susceptible de ser tematizada racionalmente por el sistema. 122

El concepto de RSE que se despliega desde el panel de expertos dista mucho de ser una construcción completamente autológica. Evidentemente, tiene su caldo de cultivo en la racionalidad de las organizaciones mineras, sin embargo, al incorporar en el marco de su propio proceso, complejidad reducida desde el entorno (en la forma de semánticas), se hace parte de una manera normativa de ver las cosas. El concepto organizacional de RSE, en definitiva, viene delimitado normativamente desde el entorno290.

7.2. Políticas e Indicadores en Materia de RSE: Las Contrariedades de su Implementación El tema de los indicadores de RSE, sin lugar a dudas, es uno de los aspectos más problemáticos a la hora de buscar acuerdos. La inexistencia de un consenso en el panel de expertos respecto a qué y cómo medir quedó de manifiesto en todas las rondas de la aplicación del instrumento metodológico. La implementación de políticas de RSE al interior de las organizaciones requiere el establecimiento de dimensiones claras susceptibles de ser evaluadas, de lo contrario, las iniciativas en la materia devienen meros ejercicios aproximativos. El parentesco, por lo tanto, de esta problemática con el ámbito de lo normativo es evidente. En el marco de la codificación organizacional de la RSE, algunas materias adquieren mayor relevancia. La creciente importancia de los estándares consensuados y las normativas legales en el contexto de la economía globalizada «invita» a las empresas a adoptar políticas y medidas que contengan una referencia externa (heterorreferencia) a cuestiones relativas a la responsabilidad social. En este sentido, el discurso del panel de expertos muestra ciertas correspondencias en la identificación de indicadores. Ahora bien, buena parte de los indicadores despierta valoraciones diametralmente distintas, según sea el lugar de observación. En la siguiente tabla, se presenta un resumen de cinco indicadores recurrentes analizados desde la perspectiva de las motivaciones y/o resistencias asociadas a su implementación.

Implementación de la RSE Indicador Cuidado del medio ambiente.

Motivación La gestión limpia de las organizaciones mineras es algo que viene dándose hace bastante tiempo. La naturaleza de este tipo de actividad impone a las corporaciones estándares altos. Evidentemente, la motivación detrás del cuidado del me-

290

Resistencia

No está demás decir que esta delimitación no tiene que ver con determinaciones de ningún tipo. Cada sistema organizacional, por lo tanto es «libre» de observar lo que quiera o lo que pueda, siempre que sea en el horizonte de posibilidades que ofrece la realidad.

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Contribución económica a las comunidades.

Empleabilidad

Comunicación fluida con el entorno.

dio ambiente es la continuidad del negocio en el marco de la legalidad y la transparencia. Ciertamente, este indicador es el puntal de las políticas de RSE minera en Chile. Los aportes económicos, en la forma de financiamiento de proyectos a municipalidades y grupos organizados ha sido una práctica habitual de muchas empresas mineras. La motivación detrás de esto es el establecimiento de un vínculo concreto con las comunidades colindantes a las operaciones. Para muchas organizaciones, este tipo de prácticas constituye, además, un instrumento de publicidad. Una de las preocupaciones fundamentales de cualquier organización es su entorno interno de miembros. En este sentido, la generación de condiciones laborales óptimas en lo que respecta seguridad, remuneraciones y estabilidad es fundamental. Ahora bien, en el contexto actual, también adquiere relevancia la empleabilidad, vale decir, el valor agregado que entrega el trabajo a la persona. La motivación que lleva a las organizacionales a capacitar a sus miembros y mejorar sus expectativas profesionales es la posibilidad de aumentar su capital humano de y conocimiento con fines productivos. La transparencia informativa y la fluidez en las comunicaciones con el entorno son factores esenciales en el establecimiento de un acuerdo con las comunidades (community engagement) en materia de RSE. Los beneficios que puede traer esto para la organización son múltiples y se fundan, en última instancia, en la generación de u vínculo de confianza que ofrece canales consensuados para la resolución de conflictos.

Aporte tributario.

124

Los aportes de tipo económico que realizan las empresas mineras, a menudo generan una inflación de expectativas respecto al aporte futuro que puedan proporcionar. Esto, evidentemente, genera en algunas organizaciones un cierto rechazo a este tipo de medidas, por considerarlas potencialmente nefastas. La idea de que en la medida que a las comunidades se les da la mano y éstas agarran el brazo, prima. La inversión constante en capital humano implica un desembolso económico que no siempre rinde frutos. Un empleado con mayor conocimiento y preparación es más caro, por lo tanto, menos rentable. De allí, que muchas organizaciones prefieran subcontratar muchas de las funciones empresariales secundarias. La primacía de este modo de ver la gestión de los negocios lleva a algunas compañías a asumir la volatilidad de los cargos y funciones al interior de la organización.

El excesivo protagonismo de las comunidades, autoridades y entidades organizadas en la toma de decisiones respecto a cuestiones ligadas a proyectos mineros, es más bien perjudicial. Desde la perspectiva de algunas organizaciones la existencia de múltiples interlocutores válidos y poderosos genera ruido que entorpece negociaciones; por esta razón, en lugar de generar canales abiertos en los que se le dé cabida a múltiples expresiones, vale la pena generar instancias selectivas en las que la comunicación sea de mejor calidad. Al decir que las empresas mineras se muestran reticentes a incluir la variable tributaria dentro del concepto amplio de RSE, no se está di-

ciendo que éstas no cumplan con sus obligaciones impositivas ni legales. Lo cierto es que la idea de gravar especialmente a la actividad extractiva es una idea altamente resistida. Prima, en este sentido, una idea algo paternalista, toda vez que se pretende establecer la RSE como la instancia privilegiada en la que las organizaciones productivas entregan su cuota a la sociedad. Los impuestos, desde la perspectiva empresarial, constituyen obstáculos al libre emprendimiento.

Más allá de la falta de acuerdo, las cuestiones relativas a la implementación de la RSE a través de la construcción de indicadores, es un tema que preocupa. Ciertamente, aquí la posibilidad de generar un ordenamiento normativo emerge inevitablemente. En la opinión de los expertos, la salida más plausible no es una iniciativa legal, sino más bien un estándar voluntario formulado por la comunidad empresarial para la comunidad empresarial. La estructuración de los comportamientos organizacionales, de esta manera, pasa a constituirse en un imperativo que configura el escenario futuro de la RSE.

7.3. La «Esencia» Normativa de la RSE Todos los planteamientos teóricos y prácticos respecto a la RSE guardan relación con el establecimiento de un orden exterior que fija pautas comportamentales. El proceso mismo de internalización del concepto en el ámbito de las organizaciones da cuenta de la existencia en la sociedad de una comunicación normativa que perturba los entornos sistémicos y los vuelve permeables, inaugurando, así, una dinámica dialéctica entre cambio y resistencia. El discurso del panel de expertos muestra que todas las medidas socialmente responsables de las organizaciones se movilizan en función de un deber ser fundamentado éticamente. En este trabajo se asume, sin embargo, que la ética no puede formar parte de la organización a menos que sea aprehendida comunicacionalmente, de manera que la RSE no existe a nivel de la práctica ética; la organización, precisamente, porque no es ética, es normativa. Los espacios cubiertos normativamente abarcan desde las estructuras interaccionales básicas hasta los entornos sistémicos más complejos. Las empresas mineras, como puede suponerse, no son la excepción. Más allá de la observación de los acoplamientos estructurales que se dan entre organizaciones empresariales y entornos normativos (internos y externos), interesa apreciar en el discurso del grupo de expertos cómo resuena la comunicación regulativa. En este sentido, vale la pena alejarse de la estructura para 125

volver la vista a las semánticas normativas. Si bien es cierto que la semántica generalmente se encuentra en una situación de desfase respecto a la estructura del sistema, no es menos cierto que a veces puede estar adelantada.

7.3.1. La Semántica de la Autorregulación Empresarial

Si se echa un vistazo al ranking 2 (elementos a considerar en una eventual normativa sobre RSE) se podrá apreciar que aquellas proposiciones relacionadas con el establecimiento de una estructura normativa capaz de ejercer coacción sobre las organizaciones, son mayoritariamente rechazadas. El predominio en el discurso de los expertos de una semántica de la autorregulación no se debe al resultado de una autoconfrontación reflexiva del sistema. Tiene que ver, más bien, con la defensa de las premisas del libre mercado. La comunicación normativa respecto a la gestión organizacional discurre a nivel de las iniciativas voluntarias. Cualquier referencia a una estructura legal es mirada con recelo. La burocratización y centralización de iniciativas que nacieron del empresariado es vista como una intromisión innecesaria y contraproducente que amenaza con desvirtuar el sentido original de la RSE. La introducción de disposiciones legales, en este sentido, no hace más que trastocar la estructura de reglas establecidas originalmente. Es aquí donde el discurso empalma con las condiciones que posibilitaron, décadas atrás, el ingreso de proyectos de inversión. El argumento más típico que se observa en la opinión experta, es el que dice relación con el «cambio de reglas del juego». Cualquier tendencia a la normalización centralizada de indicadores de RSE es evaluada como una trasgresión que afecta la confianza y, por lo tanto, impide la materialización de cualquier clase de principio de responsabilidad genuino. Tal como se analizó en el capítulo 3, la regulación que pueda ejercer el sistema jurídico sobre las organizaciones es más bien aparente. Esto no quiere decir que las disposiciones jurídicas no afecten a la organización. Lo que pasa es que las empresas sólo pueden verse afectadas por las normativas legales en la medida que las incorporan en su código de operación propio. El sistema jurídico, por su parte, define lo legal y lo ilegal dentro de los límites de su racionalidad sistémica. La regulación que pueda ejercer sobre las organizaciones mineras, de esta manera, es circunstancial, improbable y contingente. Toda regulación es autorregulación. Lo que sucede es que las constricciones legales tienen la propiedad de actuar destructivamente sobre el sistema organizacional (pueden detener su autopoiesis decisional). Se entiende, entonces, porqué el panel de expertos rechaza mayoritariamente la existencia de multas y castigos al no cumplimiento de los compromisos en materia de RSE. De todas maneras, es posible observar una opinión intermedia que reconoce la necesidad de tener instancias intermedias que faciliten los procesos y que no actúen unilateralmente. El estado, de esta manera, se erige como una alternativa válida, en tanto instancia ubicada a medio camino de lo económico y lo 126

jurídico. El ámbito político, así, tiene el potencial de transformarse en un factor de coordinación de intereses, en el marco de una estructura regulativa en la que todos los actores involucrados pueden participar. En suma, se generan las condiciones para una autorregulación observada recíprocamente por otras organizaciones.

7.3.2. Diálogo y Sinergia

El establecimiento de una atmósfera normativa en el ámbito de la actividad minera sólo es posible, desde la opinión experta, a través de un pacto en el que empresas y stakeholders fijen de manera conjunta las prioridades y los marcos de acción para el futuro. El rol que le cabe en este proceso al sector público no es anodino. En efecto, los gobiernos e instituciones políticas tienen la facultad de generar instancias de diálogo entre empresas y actores en las que las distintas perspectivas de observación confluyan en un marco interpretativo social susceptible de ser observado por ambas partes. Se trata, pues, de generar un diagnóstico común de la realidad, que pueda contribuir a instalar la comunicación sobre la RSE en un primer plano. La coordinación de las expectativas racionales de los sistemas implicados se lleva a cabo a través de la comunicación, ya que sólo en esta forma pueden alcanzarse acoplamientos de sentido. La comunicación abre posibilidades y libera espacios pero, al mismo tiempo, eleva la incertidumbre de la próxima comunicación. De allí que genere expectativas y estructure los universos de sentido en relación a lo eventual. Las empresas mineras, en el escenario actual, se ven ante el desafío comunicacional de cubrir distintas expectativas del entorno291. Esto significa que deben generar estrategias de reducción de complejidad que se expresan en programas específicos para cada contexto; esto implica asumir que el comportamiento de las organizaciones no puede ser homologado completamente. En efecto, aquellas empresas cuyas operaciones tienen un volumen relativamente pequeño, no requieren identificar los mismos entornos comunicacionales que una corporación de gran tamaño. Es aquí donde adquiere especial sentido la idea de autorregulación. En otras palabras, es esta disparidad elemental la que torna arbitraria cualquier iniciativa legal en torno a la RSE. La emergente constitución de un cluster minero capaz de articular el desarrollo económico y social de regiones importantes del país obliga a centrar la atención en la generación de una sinergia entre los sectores público y privado. Desde esta perspectiva, la RSE se constituye en algo más que un conjunto de medidas particulares. Los participantes, específicamente, señalan que el fundamento de la comunión entre el estado y las organizaciones productivas, está en la instauración de incentivos de diverso tipo que promuevan un cambio cultural más que económico.

291

Dawkins, J. (2004). “Corporate responsibility: The communication challenge”. En: Journal of Communication Management. Vol. 9, Nº 2, pág. 109.

127

7.4. Conclusión: Proyección de la RSE en el Sector Minero Finalmente, cabe hacer un breve análisis respecto a la RSE y su futuro normativo. Si bien, la metodología empleada tiene como propósito esencial la representación de una imagen consistente respecto a una realidad futura292, en el marco de esta investigación fue utilizada de manera más laxa. Lo que se hará a continuación, por lo tanto, no constituye una proyección propiamente tal, sino más bien una lectura sociológica de los escenarios probables en el marco de una contingencia espacio-temporal definida. En la última década el sector minero ha contribuido de forma importante al desarrollo económico del Chile representando un 8,7% del PIB país, y creciendo a tasas superiores al 7%293. El papel protagónico que juega este rubro, ha obligado a las organizaciones a hacerse cargo cabalmente de sus responsabilidades ambientales y sociales. Las iniciativas en materia de RSE, de esta manera, se han constituido en la herramienta comunicacional que las organizaciones aplican para lidiar con la complejidad del entorno. A la hora de realizar proyecciones, el panel de expertos, conciente de que los acuerdos normativos sobre RSE aún son incipientes, establece prioridades germinales, vale decir, sumamente básicas comparadas con los despliegues normativos que buscan regular la cuestión. En cierto sentido, el discurso proyectivo se orienta, fundamentalmente, en sentido negativo, puesto que alimenta el rechazo respecto a cualquier atisbo de orden jurídico. Esto, es consistente con los resultados obtenidos en otros sondeos294. Lo cierto es que la coordinación social de los sistemas requiere de normas que aunque no sean explícitas, de todas maneras, aportan complejidad reducida al entorno de cada uno de ellos y facilita, de esta forma, el mantenimiento de condiciones medianamente previsibles. Lo que no se puede negar es que, al menos en las organizaciones, prácticamente cualquier suceso está ligado normativamente. ¿Qué puede esperarse respecto a la evolución normativa de la RSE? La respuesta, obviamente, no es algo que pueda precisarse. De todas formas, a la luz de la tremenda influencia que tiene la semántica de la sustentabilidad en los entornos significativos de las organizaciones mineras, es de esperar para los próximos años un desarrollo normativo racionalmente más sofisticado, sea lo que sea. La diferenciación de los sistemas de comunicación normativa no tiene un sentido definido. Perfectamente, los mecanismos adaptativos pueden venir de la autonomía de la organización, de un juego interaccional sistema/entorno o de la estructuración jurídica clásica anclada en la facultad deóntica y coercitiva de un sistema del entorno. En la siguiente tabla se resumen estos escenarios: 292

Gordon, T.J. (1994). The delphi method. AC/UNU Millenium Project, Futures Research Methodology, pág. 1 [En Línea]. 293 COCHILCO (2001). Hacia indicadores de desarrollo sustentable para el sector minero. Documento Interno, pág. 48 [En Línea]. 294 PNUD y ProHumana (2002). Los chilenos opinan: responsabilidad social de las empresas. Análisis de la encuesta MORI sobre “responsabilidad social corporativa”. Santiago, págs. 32 y siguientes [En Línea].

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Posibles Escenarios Normativos Futuros Plena Autonomía La organización como ente soberano tematiza autorrerencialmente la comunicación sobre RSE, operando aperturas cognitivas fundamentalmente respecto a sus entornos definidos como más cercanos y prioritarios. El contexto general de este escenario está marcado por una liberalización creciente de la las instituciones económicas y el decremento sostenido de la influencia intervencionista del estado. El tratamiento normativo de la RSE desde la perspectiva eminentemente autónoma de la organización, constituye una estrategia de negocios puesta en práctica en función de los códigos basales del sistema. Pueden esperarse al menos dos subescenarios: la incrustación de la RSE en la estructura cultural de la empresa o, simplemente, el agotamiento de la temática.

Coordinación Social Este escenario implica la emergencia de un orden normativo externo a la organización que, en virtud de acuerdos tripartitos (gobierno, empresas, comunidades), ordenan el desempeño general y generan incentivos para el incremento de las iniciativas de RSE. La norma, de esta forma, se constituye en un modelo, en un estándar a seguir. Este escenario considera la implantación de un modelo normativo no restrictivo y sumamente flexible. De lo que se trata, en definitiva, es de fomentar de manera positiva la práctica ética de los negocios. Evidentemente, bajo este escenario se corre el riesgo de caer en un desajuste completo, en la medida que la semántica no sea capaz de dar cuenta de los cambios dramáticos que la lenta incorporación de los criterios de sustentabilidad pudiera traer.

Coacción Jurídica La institucionalización de una mirada jurídica acerca de la RSE, podría traer consecuencias insospechadas. Tal como sucedió con las leyes ambientales, las tendencias a nivel del comportamiento organizacional a menudo cristalizan en la forma de disposiciones legales que intentan establecer límites al accionar de unos y otros. Esta tendencia reguladora de la norma tradicional —fundada en el poder de coaación—, en ocasiones termina siendo funcional a los fines inversos propuestos. En este escenario la ley faculta a la autoridad para fiscalizar y castigar a aquellas organizaciones que no se acojan a las exigencias establecidas. Esta situación, eventualmente redunda en un decremento de responsividad en la materia, básicamente, debido a que cumpliendo la ley las reponsabilidades literalmente se acaban.

¿SUSTENTABILIDAD? Ahora bien, cabe preguntarse cuál de estos tres caminos normativos conduce a la sustentabilidad. Ciertamente, la respuesta definitiva no está al alcance de este análisis. Lo que si puede decirse es que el imperativo de la sustentabilidad representa una condicionante estructural que a menudo escapa al punto de observación de la organización económica capitalista. Por eso, más allá de la alternativa normativa en sí, resulta esencial superar la semántica y erigir un punto de observación de segundo orden que indique lo que la empresa no puede ver de sí misma. Esta función, tradicionalmente ejercida por el sistema jurídico, constituye, en la actualidad, materia de experimentación y redefinición permanente. En la actualidad, la implementación de estándares internacionales en materia de RSE es una realidad. Si bien, su validez, universalidad y consistencia metodológica son discutibles, no puede negarse el hecho de que constituyen órdenes normativos emergentes de creciente popularidad y prestigio. El segundo escenario planteado, precisamente, se sirve de este tipo de construcciones. Las normas voluntarias consensuadas de este tipo se caracterizan por dejar amplios espacios a la adaptación e interpretación. Por esta razón, no pueden ejercer por si solas la función resonante de la ley. Las iniciativas normativas 129

de este tipo requieren de acoplamientos más sofisticados que permitan mediar las expectativas de nuevos actores. Así, por ejemplo, los consumidores, al no preferir un determinado producto en el mercado, pueden ejercer presión regulativa y coordinarse normativamente en la sociedad. Ahora bien, la experiencia indica que esto no basta; particularmente, en el ámbito de la industria extractiva, se precisa de mecanismos externos que limiten las posibilidades de selección de los actores económicos. Se necesita, en suma, de otro sistema que gatille un impulso codificado de autorregulación en la instancia organizacional.

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Epílogo

El sector minero en Chile tiene una trayectoria en materia de RSE que es justo reconocer. La preocupación por las dimensiones del desarrollo sustentable ha sido un rasgo característico que ha acompañado las operaciones de buena parte de las empresas instaladas en el país. Pese a que a nivel de diversos indicadores la minería se muestra como líder, persiste en la opinión pública una sensación de desconfianza respecto a sus reales aportes al conjunto de la sociedad. Como es bien sabido, el régimen particular de la actividad minera en nuestro país favorece la inversión extranjera y entrega a las corporaciones extranjeras amplias posibilidades de desarrollo. El dinamismo que ha alcanzado el sector en los últimos años ha traído consigo la conformación de verdaderos clusters que han significado la concentración y potenciación de diversas actividades económicas alrededor de la industria extractiva; esto, ciertamente, ha aumentado las perspectivas sociales y laborales de amplias regiones del país. Aunque, eventualmente, las comunidades cercanas a las operaciones de las grandes empresas mineras se han visto favorecidas directamente, en el resto del país ronda, aún, el fantasma de la prescindencia tributaria. En términos generales, prima la creencia de que el aporte principal de las organizaciones productivas al desarrollo de los países se expresa en la forma de impuestos. En el caso de la actividad minera, la cuestión del royalty volvió a posicionar el tema de la carga impositiva que le corresponde pagar a las organizaciones de este rubro. La extracción de un recurso natural que, por esencia, no estará a disposición de las generaciones futuras ha sido el centro del debate. Llama la atención, en el contexto actual de desarrollo de la RSE en la gran minería privada, que las organizaciones desplieguen una oposición tan tenaz respecto a una medida estándar a nivel mundial. En efecto, las ventajas comparativas que ofrece Chile para la explotación de yacimientos mineros son tales que la introducción de una norma jurídica tendiente a establecer una retribución a la depreciación del capital natural no debería significar una transformación radical del escenario de ganancias. Como pudo apreciarse nítidamente en el análisis de la opinión experta de grupo, la tendencia a la autorregulación de los sistemas organizacionales es algo indiscutible. Considerando que, desde el enfoque teórico defendido, la autorregulación es una propiedad inherente de los sistemas, conviene preguntarse cuál es la posibilidad de 131

generar una instancia de coordinación de diversas autonomías externa a la organización. Aunque el establecimiento de normas y estándares consensuados entre los actores del mundo empresarial es una realidad emergente que toma fuerza paulatinamente, lo cierto es que en el contexto actual la consecución del imperativo de la sustentabilidad — particularmente en países como el nuestro— requiere de mecanismos regulativos más firmes. Lo que sucede con la problemática de la continuidad de la vida es que debe ser encarada anticipatoriamente, ya que las consecuencias de un eventual desastre podrían resultar irremediables. El agotamiento inevitable de los recursos minerales, en este sentido, obliga a adoptar una visión de futuro que contenga reales alternativas de desarrollo. La presente investigación no pretendió dar cuenta de la realidad de la actividad minera; mucho menos, pretendió ser un análisis proyectivo acabado respecto al concepto de RSE. Lo que intentó, más bien, fue explorar los rasgos de la comunicación normativa, bajo el entendido que en ésta se encuentran las claves para entender la transición organizacional a la sustentabilidad. La naturaleza enrevesada del fenómeno de la regulación social no permite establecer una observación definitiva al respecto; quedan abiertas, por lo tanto, una serie de preguntas que bien podrían ser tematizadas en futuras investigaciones

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143

Anexos

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PROYECCIONES EN TORNO A LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL EN EL SECTOR MINERO

Cuestionario (Ronda 1) Instrucciones: El presente cuestionario tiene como propósito conocer su punto de vista respecto al concepto de RSE, sus aplicaciones actuales y proyecciones en el corto, mediano y largo plazo. Las preguntas que se formulan a continuación, pretenden constituirse en un estímulo inicial que incite la reflexión y la profundización personal. Siéntase, por lo tanto, en completa libertad de ahondar en los temas o áreas que usted estime conveniente. Recuerde que sus respuestas son anónimas y sólo adquirirán sentido en la retroalimentación grupal. Muchas gracias por su valiosa colaboración.

1. Información Preliminar 1.1 Sexo

M

1.2 Edad 1.3 Profesión 1.4 Área laboral al interior de la Organización

2. Concepto de Responsabilidad Social Empresarial 2.1 ¿Qué entiende usted por responsabilidad social empresarial?

145

2.2 En su opinión, ¿cuáles son las principales responsabilidades sociales de las empresas mineras?

2.3 En su opinión, ¿qué factores atentan contra la implementación de los principios de la RSE?

2.4 En su opinión, ¿qué razones (motivaciones) están a la base de la implementación de los principios de la RSE?

2.5 "Las empresas mineras tienen la obligación de contribuir al desarrollo no sólo de las comunidades en las que están insertas, sino también del país en su conjunto" En relación a la frase anterior, ¿cuáles serían sus principales ideas o reflexiones? # 1: # 2: # 3:

3. Identificación y Evaluación de Indicadores 3.1 ¿Qué elementos (dimensiones, indicadores) cree usted, deberían ser objeto de estudio y evaluación en el marco de una política de RSE en el sector minero? # 1: # 2: # 3:

3.2 En su opinión, ¿deberían las prácticas de RSE nacer única y exclusivamente de la voluntad propia de las empresas? Porqué.

146

3.3 En su opinión, ¿deberían las Prácticas de RSE estar reguladas y garantizadas por ley? Porqué.

3.4 "Sólo un ordenamiento normativo puede garantizar el cumplimiento de los deberes empresariales en materia de RSE". ¿Podría indicar cuáles son las principales ideas que vienen a su mente, al leer la frase anterior? # 1: # 2: # 3:

4. Futuro de la Responsabilidad Social Empresarial 4.1. En su opinión, los requerimientos relacionados con la RSE ¿podrían obstruir eventualmente el desarrollo de la actividad minera en los próximos años? Porqué.

4.2. Establezca los elementos fundamentales que deberían contemplarse en materia de responsabilidad social minera en el marco de una agenda nacional de 5, 10, 15 y 20 años.

4.3. "La normalización de estándares de RSE necesariamente incrementará los costos de operación afectando, de esta forma, principalmente a las pequeñas y medianas empresas" ¿Qué comentarios haría en relación a la frase que acaba de leer? # 1: # 2: # 3:

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147

PROYECCIONES EN TORNO A LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL EN EL SECTOR MINERO

Cuestionario (Ronda 2) Instrucciones: El presente cuestionario busca afinar las opiniones vertidas por el panel de expertos en la ronda anterior. Para cada uno de los seis ejes temáticos que se presentarán a continuación, usted encontrará una serie de proposiciones relacionadas. La idea es que escoja aquellas que interpretan de mejor manera su pensamiento. Mediante el comando GUARDAR, usted podrá almacenar sus respuestas y recuperarlas cuando vuelva a ingresar. Una vez que termine de marcar sus selecciones no olvide ingresar la información a través del comando ENVIAR. Muchas gracias por su valiosa contribución.

1. En materia de RSE, las empresas mineras respecto a la comunidad, deben... (Marque como máximo 8) 1.

Mantener una comunicación fluida y transparente.

2.

Convivir en armonía, respetando su identidad cultural.

3.

Cooperar con la solución de sus necesidades más urgentes.

4.

Contribuir al desarrollo humano sustentable a través del compromiso y la confianza.

5.

Antes que nada, generar utilidades.

6.

Hacer una contribución real y perdurable.

7.

Adquirir un compromiso formal con el desarrollo social.

8.

Apoyarlas directamente en situaciones de emergencia.

9.

Comprometerse con las personas que permiten sustentar el negocio.

10. Respetar las leyes y generar una cultura del trabajo que no incentive la costumbre de ser pedigüeños.

148

11.

Insertarse en las estructuras existentes y no crear estructuras paralelas.

12. Generar un estilo de relaciones horizontales que debe expresarse durante todo el ciclo de vida de un proyecto. 13. Aportar a la calidad de vida de las personas, en una proporción acorde al tamaño de las operaciones. 14.

Participar activamente en el desarrollo económico éstas.

15.

Fomentar desarrollo de proyectos comunitarios por sobre la filantropía.

16.

Constituirse en miembro activo de las comunidades en que operan.

17.

Trabajar con autoridades y líderes comunitarios para identificar y resolver problemas.

18.

Ser un buen vecino.

19.

Desarrollarlas en los ámbitos de educación y habilidades para buscar empleo.

20.

Contribuir al desarrollo y mejoramiento de la infraestructura.

21.

Conocer e internalizar la cultura de las comunidades.

22.

Contribuir al desarrollo sustentable trabajando con los empleados y sus familias.

23.

Aportar a la superación de la pobreza.

24. Percatarse de que la empresa es un actor social cuyas responsabilidades van más allá del mero lucro. 25.

Apoyar el mejoramiento del capital social disponible para insertarse en la globalización.

26.

Privilegiar la contratación de mano de obra, compras de bienes y servicios locales.

2. La adopción de los principios de la RSE en el sector minero se debe a que... (Marque como máximo 5) 1. Las empresas enfrentan el desafío de compatibilizar sus intereses particulares con el bienestar común. 2. Permiten desarrollar el negocio mejorando las condiciones generales de las personas impactadas. 3. El crecimiento económico no sólo debe beneficiar a la empresa sino que también debe serlo para su entorno. 4.

Aporta al desarrollo del país en su conjunto.

5.

Su implementación es un factor clave para el logro de resultados financieros.

6.

Las empresas pueden legitimarse socialmente.

7.

Las empresas pueden desarrollar sus negocios en un marco de sustentabilidad.

8.

Permite a las empresas ser polos de desarrollo en los lugares en donde operan.

149

9.

Responde a las líneas directrices señaladas por los dueños y accionistas.

10. Es el compromiso mediante el cual una empresa busca la excelencia en su nicho de negocios a través de buenas prácticas. 11.

Asegura la sustentabilidad del negocio en el largo plazo.

12.

La RSE es una variable competitiva clave en la economía actual.

13.

Permite contribuir al desarrollo económico de la región en la que se ubica.

14. Favorece que el suministro de bienes y servicios se lleve a cabo desde proveedores locales para estimular el crecimiento industrial y de servicios de la zona. 15.

Permite contar con la aprobación previa, libre e informada de las comunidades afectadas.

16.

Las empresas pueden mejorar su imagen y reputación pública.

Es una iniciativa voluntaria que va más allá de las exigencias legales o del cumplimiento 17. de los objetivos de la empresa y que en la actualidad le otorga un valor intangible adicional.

3. En relación a su implementación, la RSE implica... (Marque como máximo 8) 1.

Mitigar los impactos sobre el medio ambiente.

2.

Que los EIA incorporen la dimensión social desde las etapas más tempranas.

3.

Formulación de las medidas y aplicación de un plan de monitoreo permanente.

4.

Capacitación técnica de jóvenes.

5.

Aplicación sistemática de la normativa ética existente en la empresa.

6. Generación de políticas y prácticas que permiten a la empresa realizar una ciudadanía responsable. 7.

Desarrollar fundamentalmente a su personal.

8.

Apoyar la educación.

9.

Apoyar los programas de Salud y Prevención de Alcohol y Drogas.

10.

Desarrollar a los proveedores.

11.

Promover el desarrollo constante de sus procesos productivos.

12.

Dar un buen trato a los trabajadores sean propios o de terceros.

13.

Desarrollar los mejores usos del agua.

14.

Educar a sus empleados en los conceptos y aplicación de sus políticas.

15. Establecer un marco corporativo de relación y responsabilidades con lineamiento éticos, derechos y deberes. 16.

Actuar siempre con total transparencia.

150

17.

Cumplimiento cabal de todas las normativas y leyes vigentes aplicables.

18.

Contribuir a la generación de oportunidades de empleo en las comunidades aledañas.

19.

Generar emprendimientos que potencien y aprovechen las capacidades locales.

20.

Apoyar la cultura.

21.

Realizar sus mejores esfuerzos en la reconversión de sus trabajadores.

22.

Cumplir con principios internacionales (ISO, Global Compact).

23.

Adecuar las políticas de la empresa con los valores de la sociedad.

24.

Implementar medidas propias que superen las regulaciones gubernamentales existentes.

25.

Generar oportunidades equitativas a los trabajadores.

26. Entregar a las comunidades las herramientas y el apoyo necesarios para el mejoramiento de la calidad de vida. 27.

Monitorear continuamente los impactos sociales en comunidades vecinas.

28.

Demostrar, con acciones, que predica y practica conductas éticas en sus negocios.

29.

Diseñar e implementar desde un inicio un plan de cierre.

4. La implementación de los principios de la RSE se dificulta a causa de... (Marque como máximo 10) 1. La desconfianza ciudadana sobre las verdaderas intensiones y el buen proceder de las empresas. 2.

Los medios de comunicación que siempre privilegian los conflictos.

3. Las comunidades que miran con desconfianza este acercamiento de las empresas hacia ellas. 4.

El precio de los metales.

5.

El precio de los insumos (energía, combustibles, etc.).

6.

La calidad de las reservas Mineras.

7.

Las regulaciones legales (tributarias, laborales, etc.).

8.

La tradicional desconfianza entre los actores público y privado.

9.

El alto costo de implementación de las medidas de mitigación.

10.

La mala calidad de la fiscalización.

11.

La falta de indicadores para evaluar la gestión en RSE.

12. éstos.

La poca identificación de los stakeholders y difusión de las políticas de la empresa a

151

13.

La dificultad para cuantificar los beneficios que ella produce.

14.

La estructura social y política del país.

15.

La falta de políticas claras en la empresa.

16.

La mala organización de las comunidades.

17. La falta de alineamiento entre las expectativas de las comunidades, organismos del estado y las empresas. 18.

La falta de sensibilidad de los directivos respecto del rol social de la empresa.

19.

La existencia de intereses creados.

20. El sentido cortoplacista de los dueños y directores de la empresa más que los de largo plazo que sustentan el negocio. 21.

La falta de coerción o de un incentivo económico.

22.

Las muchas necesidades y pocos recursos.

23.

La falta de ONG que apoyen a las empresas en esta labor.

24.

La falta de compromiso al más alto nivel gerencial con el tema.

25.

Las relaciones históricas con la comunidad de bajo perfil y muy instrumentales.

26.

La desconfianza natural del chileno.

27.

Los malos resultados económicos del negocio.

28. La generación de expectativas muy altas en las comunidades respecto al accionar de la empresa. 29. La alta demanda de peticiones y requerimientos sociales que de manera desordenada llegan a la empresa. 30.

La ley del menor esfuerzo y el mayor provecho, como práctica habitual.

31. La inestabilidad de los mercados, que aumenta los riesgos de adquirir compromisos a largo plazo. 32. La incapacidad del estado/gobierno de resolver expectativas legítimas de la comunidad y crear las condiciones para su desarrollo.

5. Iniciativa voluntaria v/s regulación normativa en materia de RSE... (Marque como máximo 12) 1. Debe ser voluntaria, porque apela finalmente a un tema actitudinal, en el cual lo normativo no es realmente influyente. 2. Debe entenderse que toda donación, auspicio, dineros a programas sale de los costos de producción, de modo que el carácter voluntario es importante. 3.

La introducción de lo legal incurriría en presiones interesadas de diferentes grupos y

152

posibilidades de corrupción. 4.

La RSE debe surgir de las empresas, de acuerdo a su propia realidad.

5. En la medida de que sea una obligación deja de ser RSE y un aspecto gestionable en las empresas. 6. Debería haber una norma legal, en la misma forma que los Estudios de Impacto Ambiental (EIA). Podría haber una regulación que bien podría convenirse con los empresarios del sector 7. antes de promulgarla. 8. Las prácticas se regulan solas entre las comunidades y las empresas, sin la necesidad de una ley. 9.

Una ley podría generar que algunas empresas sólo cumplan con el mínimo exigido.

10. Una ley sería de utilidad, ya que le define a cada empresa cuáles son las obligaciones que ésta tiene en relación al tema. Tal vez en el ámbito de la pequeña empresa exista necesidad de encausar y apoyar con 11. iniciativas gubernamentales o gremiales la incorporación de estos temas en la gestión. 12. Todo cumplimiento debe ser verificado contra un estándar, y eso es lo que en cierto modo exigen las normas. 13. Los beneficios de cumplir con normas internacionalmente reconocidas, y estar certificados en éstas constituyen un motivador potente para que las empresas hagan esfuerzos en lograrlo. 14. Normas muy restrictivas desincentivan de manera muy inconveniente la actividad de desarrollo económico. 15. Los plazos que se dan para aplicar una determinada regulación no se compadecen con el tiempo que se necesita para implementar las soluciones. 16.

Lo normativo implica sanción y eso genera voluntades para cumplir.

17. Un ordenamiento normativo permite homologar los criterios de exigencias para una misma actividad económica. 18. No solo una normativa garantiza el éxito en la responsabilidad social, se debe además hacer conciente a las empresas que es una variable que deben incorporar. 19. Como en otras normas que las empresas adhieren voluntariamente (ISO 14000, ISO 9000, etc.), una vez que las incorpora se autoobligan a cumplirlas. 20. Debe ser un estilo y forma de trabajar impulsado por todos los sectores: GobiernoAcademia-Empresarios-Trabajadores. 21. El hecho de ser acciones voluntarias hace que el factor "responsabilidad" esté mucho más presente. 22.

Si las acciones de RSE se hicieran obligatorias por ley, perderían mucho de su valor.

23. Es bueno que exista regulación y en lo posible que esta surja del trabajo de quienes son los actores relevantes en este tema.

153

24. Una garantía por ley no asegura que las empresas sean responsables socialmente, sólo impactaría en trabas mayores. 25.

Las normativas deben ser facilitadoras y no restrictivas.

26. Debería haber más libertad y menos regulaciones, ya que la realidad de cada empresa es distinta. 27. Las normas implican algún grado de fiscalización y creo que los recursos disponibles son escasos. 28. Las prácticas de RSE deben nacer de la Empresa, pero corregidas permanente y continuamente, con las necesidades de las comunidades, región y país. 29.

Sería prácticamente imposible de normar y por tanto fácil de burlar.

30. El Gobierno debe seguir desempeñando un rol activo en la determinación de la norma ISO 2600 como entidad representativa del bienestar de la sociedad. Una política de esta naturaleza debería ser solamente voluntaria; pero existir los 31. "incentivos" naturales del mercado, del consumidor y de las autoridades. 32.

Cualquier iniciativa en esta línea no puede ser sectorial.

33. La RSE se debe en último término traducir en un pacto social, que por sus características es dinámico y va incluyendo distintos actores claves en distintos momentos del tiempo. 34. Hay suficientes leyes que protegen a las personas (salud), los trabajadores (laboral) y al medio ambiente y que en general rigidizan la toma de decisiones. 35.

La normativa generaría evasión, ya que siempre es posible burlar lo impuesto.

36. Antes que una ley, debe existir primero una sensibilización respecto a la importancia que tendría el que una empresa adopte una política y postura responsable con la comunidad y el medio ambiente. 37. Si el ordenamiento es propio, a través de una certificación ISO 26.000 el tema es diferente y sigue siendo parte de una responsabilidad, en términos de voluntad. 38. La RSE surgió como una iniciativa empresarial, en respuesta a una necesidad detectada por las mismas empresas, por lo tanto debe ser voluntaria.

6. La puesta en práctica de los principios de la RSE requerirá en los próximos años... (Marque como máximo 12) 1. Un programa comunicacional que fortalezca en posicionamiento del tema en el debate nacional. 2. Un programa de capacitación de primer nivel que profundice la preparación de los profesionales a cargo de su desarrollo. 3. La generación de una instancia permanente de diálogo entre actores académicos, empresariado, ONGs, organizaciones sociales y servicios públicos.

154

4.

La generación de equipos multidisciplinarios en cada empresa.

5.

Extensión de las prácticas de prevención de accidentes a la cultura cotidiana.

6. No sólo recursos, sino esencialmente, voluntad y capacidad de empatía de los ejecutivos con otras realidades. 7.

Generar convenios educacionales.

8.

Emprender planes de desarrollo comunitario.

9.

Apoyar el desarrollo de micro empresarios.

10.

Aportar al desarrollo cultural del país.

11.

Financiar proyectos de educación para los jóvenes de las comunidades.

12.

Emplear personal de las comunidades cercanas.

13. Generar bases de información para conocer quiénes son las partes interesadas en el quehacer de las empresas y cuáles son sus necesidades más urgentes. 14. Generar de un plan maestro que defina hacia dónde orientar los esfuerzos y recursos disponibles para la inversión en RSE. 15.

Fomento del desarrollo tecnológico de las empresas mineras.

16. Desarrollar el conocimiento y los cluster a fin de generar la capacidad de generación de empresas chilenas transnacionales que exploten recursos en otros países. 17.

Fomento a los contratistas (especialmente Pymes).

18.

Formación de profesionales con competencias relacionadas con RSE.

19.

Integrar la variable social al SEIA cada vez más fuertemente.

20.

Trabajar en una normativa clara respecto a la RSE.

21. Elaboración de metodologías de medición de registro de avances, cumplimientos e indicadores. 22. Instauración de una cátedra universitaria obligatoria acorde al tipo de responsabilidad que tendrá el profesional futuro. 23.

Mejoramiento del nivel de remuneraciones.

24.

Mayor participación empresarial en el desarrollo de políticas del país.

25.

Crear ONGs que aglutinen a empresarios responsables socialmente.

26. Invitar al consejo minero, a la Sonami y al ministerio de minería en definir una agenda de trabajo con respecto a la RSE. 27. Modificar ley de Mutuales ya que como son instituciones sin fines de lucro no hayan que hacer con los recursos. 28.

Generar algún tipo de incentivo que invite a las empresas a desarrollar la RSE.

29.

Desarrollo de Certificación en RSE como garantía de conducta responsable.

155

30.

Mejorar la Ley de Donaciones.

31.

Profundizar la discusión acerca del royalty minero.

32.

Generar una ley para auspicios.

33.

Generar mecanismos para favorecer los aportes directos e indirectos de las empresas.

34.

Mejorar la efectividad de las agencias del Estado para apoyar a las comunidades.

35.

Lograr un benchmarking de acciones de RSE.

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156

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PROYECCIONES EN TORNO A LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL EN EL SECTOR MINERO

Ranqueo (Ronda 3) Instrucciones: Frente a cada uno de los 3 temas, usted deberá jerarquizar las 10 alternativas que se presentan. La idea es que las organice en términos de importancia (1 para la más importante y 10 para la menos importante). Considere que debe asignarle un número a la totalidad de las opciones. No se aceptan empates. Mediante el comando GUARDAR, usted podrá almacenar sus respuestas y recuperarlas cuando vuelva a ingresar. Una vez que termine de marcar sus selecciones no olvide ingresar la información a través del comando ENVIAR. Muchas gracias por su valiosa contribución.

1. En el contexto de la actividad minera, las prioridades, en el marco de una política de RSE, son... 1.

Cuidado del medio ambiente.

2.

Comunicación fluida con las autoridades.

3.

Plan de manejo de cierre.

4.

Marketing responsable.

5.

Capacitación y fomento productivo de las comunidades.

6.

Respeto por la identidad cultural de las comunidades.

7.

Contratación de servicios y mano de obra local.

8.

Rentabilidad del negocio.

9.

Plan de comunicación estratégica.

10.

Relación directa con las comunidades.

157

2. En caso de existir un ordenamiento normativo en materia de RSE, éste debería... 1.

Velar por el mejoramiento de las condiciones laborales de los empleados.

2.

Generar una instancia de fiscalización externa a la empresa.

3.

Establecer regalías tributarias para aquellas empresas activas en materia de RSE.

4.

Fijar estándares acordes al tamaño de cada empresa.

5.

Regular la contribución económica a las comunidades aledañas.

6.

Obligar a las empresas a elaborar un plan de cierre.

Velar por el mantenimiento óptimo de los ecosistemas en los que se llevan a cabo las 7. operaciones. 8.

Garantizar reglas del juego claras para la continuidad del negocio.

9. Dejar en manos de la empresa la tarea de evaluar los indicadores de gestión en materia de RSE. 10.

Establecer multas y castigos al no cumplimiento de los compromisos.

3. En cuanto a las medidas futuras, ¿qué es lo más importante?... 1.

Generar una certificación internacional que estandarice criterios.

2.

Formar profesionales especialistas en el área de la RSE.

3.

Proponer una iniciativa legal que regule el tema.

4. Crear una instancia gremial en la que se debatan y discutan de manera permanente estos temas. 5. Elaborar una metodología de medición de registro de avances, cumplimientos e indicadores. 6.

Capacitar a los miembros de la organización en temas de RSE.

7.

Crear una instancia gubernamental que fiscalice y proponga políticas en torno al tema.

8.

Promover una cultura del "buen ciudadano" entre las empresas.

9. Elaborar un plan maestro, de carácter nacional, que defina hacia dónde orientar los esfuerzos y recursos disponibles. 10.

Establecer equipos interdisciplinarios en cada empresa.

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